lunes, 11 de mayo de 2015

¡OJALÁ LA IZQUIERDA VUELVA AL “INTERNACIONALISMO”!



 El profesor de Constitucional Francesc de CARRERAS comienza su artículo en El PAÍS, de 8-5-15,  preguntándose por qué promesas electorales son éticamente aceptables, y anticipa su respuesta: aquellas que, fruto de una reflexión sobre los problemas de un país (son) acordes con unos principios y valores no contradictorios entre sí. Al hablar de principios y, sobre todo, de valores, está llevando el problema al terreno de lo ético. De la Ética, en definitiva. Pero creo que se contradice, cuando, a continuación, reduce el campo de tales principios y valores a lo puramente económico, pues, según su criterio de lo que debe ser una buena crítica periodística, es cuantificar los gastos e ingresos que puedan suponer las medidas que proponen los programas electorales; que al lector lo que le interesa, por encima de ideologías, tanto de izquierda, como de derechas, es que aquéllos no le engañen, con la intención de obtener el voto de los ciudadanos de manera fraudulenta.

Pienso que el sr. Carreras se pone “fuera de juego” no sólo del área de la Lógica, sino también de la Ética. Atribuir una intención al partido y Gobierno de Tsipras de conseguir el voto fraudulentamente, no me parece ético. Y concluir de esa supuesta premisa que esto es lo que está pasando en Grecia con Syriza”, sin un “tercio medio” real, no es más que una “burda” tautología, lejana de las leyes de la Lógica deductiva. No veo de dónde se saca el profesor que el nuevo Gobierno griego llegó al poder porque convenció a sus votantes de que, aplicando unas sencillas medidas se, solucionarían los problemas. Es una suposición muy propia de ciertos políticos españoles, considerar a los ciudadanos, en este caso a los griegos, como votantes tontos que se dejan “engatusar” por las medidas milagrosas, cuasi mágicas que los dirigentes de Syriza, o el bueno de Varoufakis, disfrazados de hechiceros, les propusieron. El de “mago” es uno, el último, de la cantidad de epítetos que le han atribuido al sabio y humanista profesor de Economía, hasta ahora, por cierto, desconocido por los “sesudos” gestores comunitarios y, por supuesto, por una gran mayoría de europeos. Su “popular” conocimiento hubiera justificado su nombramiento como ministro. Tengo que confesar el descubrimiento que ha sido para mí su talante y, sobre todo, el regusto intelectual que me proporciona la lectura de su “obra”.
El profesor Carreras concede como legítimo que lo único que querían era ganar las elecciones y llegar al poder siempre que (ello) no sea a cualquier precio. Pienso que unir en la misma secuencia del discurso el sustantivado único y la expresión modal a cualquier precio, denota cierto tono sarcástico.
Sr. Carreras, ¡pues claro que los errores en la aplicación de determinadas medidas políticas lo acaban pagando todo el pueblo, también los políticos! ¿Quién si no? De estos últimos sólo se salvan no los que han errado con buena intención, sino los que han engañado y errado a sabiendas. Estos sí, éstos se van “de rositas” y con los “bolsillos llenos”. Pero de ellos pocos son los “medios” que se ocupan o preocupan. Sólo cuando los casos de corrupción explosionan primero, e implosionan después, o cuando con gran retraso recaen sobre ellos livianas sentencias judiciales. Mientras tanto, la “presunción de inocencia”, que, la mayoría de las veces, no es más que una defensa hipócrita de “los nuestros” y de un sistema que se nos quiere imponer como el único viable por “venir del cielo”.
¿Quién pagó en Grecia, y sigue sufriendo las medidas impuestas por el “bipartidismo” anterior, y actualmente, por la “Troika”, haciéndose “trampas en su solitario”, para luego aplicar tales medidas? El pueblo griego. ¡Eso sí que es engañar! Y en ese pueblo griego hay que incluir sus políticos actuales, que no se han llenado los bolsillos, ni creo que puedan llenárselos, dada la evasión de capitales de los “patriotas”. En vez de exigir a los griegos que se aprieten los cinturones aún más, con el pretexto de que Portugal y España han cumplido ejemplarmente con lo ¿”estipulado”?, se intenta levantar una columna de humo para disimular preguntarse por las promesas ¡incumplidas!, con que Rajoy y el PP llegaron al poder, y por la corrupción sistémica de ese partido, a algunos de cuyos “capitostes”, como R.Rato y Aznar, investidos de poderes “taumatúrgicos”, se les quiere hacer pasar como los autores del “milagro español”. Atribuir, por otra parte, al gobierno anterior y a la “herencia recibida” de él, la crisis actual, es cerrar cínicamente los ojos a la realidad, para no reconocer que tanto uno como el otro, fueron los auténticos artífices de la burbuja financiera originada por el “aquelarre del ladrillo”.
Pero mi propósito al escribir este artículo está más allá de debatir sobre “suposiciones” o actitudes éticas, que pertenecen al ámbito de lo privado y de las creencias. Me interesa llevar el debate, si el profesor Carreras me lo permite, al terreno de la historia política y económica. Sospecho que, “mutatis mutandi”, la tesis de fondo que mantiene el profesor es la misma que mantiene respecto del sistema liberal-capitalista el profesor Gil Calvo, a quien agradezco su gentileza de permitirme un pequeño debate sobre el tema (ver mi blog: solicitoopinar.blogspot.com.es). Presiento que también para el profesor Carreras tal sistema es “intocable”. Intentar cambiarlo es algo, al decir de Gil Calvo, como querer cambiar el sistema solar. Obviamente, no estoy de acuerdo con tal tesis; pero no voy a repetir aquí mis argumentos. Para ello he remitido a mi blog.
Lo curioso es que se traiga a colación, aunque en distintas circunstancias, la clásica confrontación de la tesis de Marx, Lenin y Trostki y la estrategia, que no tesis, de Stalin: la Revolución permanente y el socialismo será si es “internacionalista”, o, dadas las dificultades impuestas por la guerra,  será primero en un solo país, respectivamente. Y lo más curioso aún es que, pese a todas las dificultades que se pusieron a la tesis trostkista, hoy se le dé la razón a Trostki, con el falso pretexto de que la Unión europea y la “globalización” han rebasado las fronteras y las soberanías nacionales. Precisamente la razón de la tesis de Trostki era combatir en el mismo terreno globalizador, en el que, desde su nacimiento y por su ADN, el capitalismo sigue combatiendo. La concentración, dice Carreras, competencias en las instituciones europeas es enorme y, paso a paso, va socavando los poderes estatales. ¡Como si esto fuese nuevo!
Lo que no entiendo es que el profesor Carreras defienda la tesis trostkista, con la que teóricamente estoy de acuerdo y no por razones coyunturales, para endosarle a la izquierda que gobierna en Grecia la tesis de Stalin. O mejor, sí lo entiendo: se trata de criticar por todos los medios, aunque la realidad sea otra, al Gobierno de Syriza y, de paso, a PODEMOS. Ni a Tsipras, ni a Varoufakis, ni a Pablo Iglesias les he oído o leído jamás que quieran abandonar la UE, para realizar en sus respectivos países el socialismo. Más bien, contradiciendo la lógica globalizadora de los Mercados capitalistas, son algunos gobiernos liberal-conservadores, v.gr., el Reino Unido, que además de no pertenecer a la eurozona por egoísmo económico, intentan mantener su bienestar, aunque sea a costa de otros Estados. Por cierto, que a tenor del resultado obtenido por Cámeron, en la UE estarán ya diseñando los instrumentos tácticos y estratégicos para impedir el referéndum, prometido por aquél para 2017.
No obstante, tengo que recordar aquí que el triunfo de la Revolución soviética, si bien, como era de esperar, no supuso el triunfo del Socialismo, sí que obligó a los países capitalistas a ceder parte de su botín conquistado, y a la clase detentadora del capital a repartir una porción de sus beneficios entre la clase trabajadora, gracias a la lucha de ésta. Hoy, desgraciadamente, por culpa de ese mismo sistema capitalista y por las instituciones “globales” que lo representan, muchos de esos derechos arrebatados se han ido perdiendo en gran parte; y, hay que reconocerlo, también por mor de los errores cometidos por las izquierdas, adormecidas por el bienestar conseguido por las luchas de las generaciones pasadas.
¡Ojalá la tesis marxista-leninista-trotskista se hubiera impuesto sobre el “otro internacionalismo capitalista, al que le importa un bledo la soberanía y las libertades solidarias de los pueblos. Como bien reconoce el profesor Carreras, son los mercados los que determinan hace varios siglos el ámbito de los Estados nacionales. Fue el capitalismo y sus mercados los que, para salvar sus intereses económicos, unas veces aliaron sus Estados, para evitar guerras, como es el caso de la CECA, origen de la actual UE, y otras, aprovecharon, cuando no provocaron, guerras, para salvar sus economías de sus graves crisis (Crash de 1929).
Bien que se empeñó con todas sus fuerzas y medios la “internacional capitalista”, para cargarse, no sólo la postura de Stalin, una vez utilizada la URRSS para vencer al fascismo y liberar a Europa de los campos de concentración nazis, sino también, con la misma estrategia, cortarle las alas al “internacionalismo comunista”. Los “aliados” se inventaron la “guerra fría”, para, con la caída del “muro”, burlar la ingenuidad de Gorbachev, hacer desaparecer sus instituciones –Comecón, Pacto de Varsovia-, y mantener la OTAN y apoyar el mercado que hoy representa la eurozona. La Internacional Comunista fue siempre vista como una creación diabólica, mientras que las otras internacionales, la socialdemócrata, la liberal-conservadora, se veían con buenos ojos por ser algo enviado por la divinidad.
¿Por qué tener que aceptar a priori que David casi nunca ha vencido a Goliat, y no expresar esa misma idea en sentido positivo, esto es, que, por una vez al menos, Goliat fue vencido por David? ¿Por qué es hacer demagogia luchar contra el nuevo Goliat, la TROIKA, sin que tengamos sin más que someternos a sus imposiciones? ¿Es que tenemos que aceptar como lo único bueno  per se ese sistema global, y suponer, como lo hace el profesor, que ese Leviatán es democrático, porque los Estados y los ciudadanos europeos participan en las instituciones de la Unión y, conjuntamente con el resto de los Estados mundiales, también en Naciones Unidad? ¿De verdad se cree el profesor que las instituciones europeas, sobre todo, las que “manejan los cuartos”, son democráticas? Tomemos como muestras el BCE o el grupo de “los diecisiete”, ¿Son, acaso democráticas esas poderosas instituciones, de cuyas decisiones depende el bienestar de los Estados miembros? ¿Quiénes les votan? ¿Cómo se nombran sus altos cargos? El Europarlamento, que es lo que directamente votan los ciudadanos, ¿tiene capacidad suficiente para transmitir a los órganos ejecutivos sus  decisiones? Dice el profe que no podemos escapar a  las resoluciones de las instituciones de las instituciones, pero sí participar en ellas. (Que) ahí está la clave. Por qué, entonces, tienen tanto miedo en Bruselas a los refrendos nacionales”?...
Y vuelta a la misma hipócrita cantinela: que la izquierda es necesaria para el progreso humano…, que ésta tiene que formar partidos que actúen en las instituciones de estos ámbitos regionales y mundiales para formular allí sus políticas, al objeto de influir en las decisiones que se adopten…, y que la única posibilidad de que David venza a Goliat radica en la inteligencia, en la habilidad táctica y estratégica, en el conocimiento del terreno que se pisa, en el apoyo popular, en la búsqueda de aliados, para alcanzar los objetivos que se pretenden. ¡De acuerdo! ¡No se le puede negar ala izquierda esa inteligencia y habilidades tácticas y estratégicas! De lo que sí carece la izquierda es de la falta de escrúpulos que tienen las derechas capitalistas y ultraliberales, para imponer sus intereses egoístas, aunque, para ello tenga que estar incrementando continuamente su presupuesto bélico, obligando al adversario a hacer lo mismo, -¿recuerdan la “guerra de las Galaxias de Rigan?-, fomentando guerras o esquilmando a los países más pobres y atrasados de las materias primas más básicas…
El gran problema con que la izquierda, la llamada marxista, se ha encontrado siempre es que sus posibles aliados, a la hora de la verdad, prefieren pasarse al bando de Goliat que les proporciona una victoria más segura, y un más rápido acceso al poder, para luego dejar las cosas casi como estaban. Y en  cada ocasión que a esta sociedad capitalista establecida le aparece un movimiento “vanguardista” con posibilidades de cambiarla, salen miles de corifeos y sesudos analistas para desprestigiarlo. Un término muy utilizado hoy a tal fin es el de “populismo”. ¿Cómo, si no, se explica la conclusión a la que llega el profesor Carreras, culpando a Tsipras y al Gobierno griego de Syriza de no estar haciendo los “deberes”, acusándoles de que sus promesas electorales no eran éticamente aceptables, y merecen (por ello) el castigo de sus electores?.
Sr. Carreras, sobre tácticas y estrategias se puede discutir mucho teóricamente, de hecho así ha sucedido, incluso, antes de Marx y de Engels. Pero, desde la realidad y desde la historia, aún la reciente, no se puede llegar,  lógicamente, a la conclusión con la que finaliza su artículo. Tengo la impresión de que ha estudiado poco el pensamiento económico-político y el talante humanista del profesor Varoufakis. Lo cual no es de extrañar; yo mismo, siguiendo su compromiso activo con su pueblo, lo voy descubriendo. Permítame, pues, recomendarle sus Confesiones de un marxista errático en medio de una crisis europea repugnante. Este desahogo intelectual consigo mismo, anterior a formar parte del Gobierno, son de Mayo de 2013. Estaba tentado de extraer de ellas algunos fragmentos. Pero, dado que tengo pensado hacer un extenso comentario sobre las mismas, detengo aquí mis razonamientos, para no alargar más este escrito. En mi blog encontrará una pequeña glosa a lo que el profesor Torreblanca publicó sobre ellas…

  
Manuel Vega Marín. Madrid, 11 de Mayo de 2015.  

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