El profesor de Constitucional
Francesc de CARRERAS comienza su artículo en El PAÍS, de 8-5-15, preguntándose por qué promesas electorales son éticamente aceptables, y anticipa su
respuesta: aquellas que, fruto de una
reflexión sobre los problemas de un país (son) acordes con unos principios y valores no contradictorios entre sí.
Al hablar de principios y, sobre todo, de valores, está llevando el problema al
terreno de lo ético. De la Ética, en definitiva. Pero creo que se contradice,
cuando, a continuación, reduce el campo de tales principios y valores a lo
puramente económico, pues, según su criterio de lo que debe ser una buena
crítica periodística, es cuantificar los
gastos e ingresos que puedan suponer las medidas que proponen los programas
electorales; que al lector lo que le interesa, por encima de ideologías,
tanto de izquierda, como de derechas, es que aquéllos no le engañen, con la
intención de obtener el voto de los ciudadanos de manera fraudulenta.
Pienso que el sr. Carreras se pone “fuera de juego” no sólo del área de
la Lógica, sino también de la Ética. Atribuir una intención al partido y
Gobierno de Tsipras de conseguir el voto fraudulentamente, no me parece ético.
Y concluir de esa supuesta premisa que esto
es lo que está pasando en Grecia con Syriza”, sin un “tercio medio” real,
no es más que una “burda” tautología, lejana de las leyes de la Lógica
deductiva. No veo de dónde se saca el profesor que el nuevo Gobierno griego llegó al poder porque convenció a sus votantes
de que, aplicando unas sencillas medidas se, solucionarían los problemas. Es
una suposición muy propia de ciertos políticos españoles, considerar a los
ciudadanos, en este caso a los griegos, como votantes tontos que se dejan
“engatusar” por las medidas milagrosas,
cuasi mágicas que los dirigentes de Syriza, o el bueno de Varoufakis,
disfrazados de hechiceros, les propusieron. El de “mago” es uno, el último, de
la cantidad de epítetos que le han atribuido al sabio y humanista profesor de
Economía, hasta ahora, por cierto, desconocido por los “sesudos” gestores
comunitarios y, por supuesto, por una gran mayoría de europeos. Su “popular”
conocimiento hubiera justificado su nombramiento como ministro. Tengo que
confesar el descubrimiento que ha sido para mí su talante y, sobre todo, el
regusto intelectual que me proporciona la lectura de su “obra”.
El profesor Carreras concede como legítimo que lo único que querían era ganar las elecciones y llegar al poder
siempre que (ello) no sea a cualquier
precio. Pienso que unir en la misma secuencia del discurso el sustantivado único y la expresión modal a cualquier precio, denota cierto tono
sarcástico.
Sr. Carreras, ¡pues claro que los errores en la aplicación de
determinadas medidas políticas lo acaban pagando todo el pueblo, también los
políticos! ¿Quién si no? De estos últimos sólo se salvan no los que han errado
con buena intención, sino los que han engañado y errado a sabiendas. Estos sí, éstos
se van “de rositas” y con los “bolsillos llenos”. Pero de ellos pocos son los
“medios” que se ocupan o preocupan. Sólo cuando los casos de corrupción
explosionan primero, e implosionan después, o cuando con gran retraso recaen
sobre ellos livianas sentencias judiciales. Mientras tanto, la “presunción de
inocencia”, que, la mayoría de las veces, no es más que una defensa hipócrita
de “los nuestros” y de un sistema que se nos quiere imponer como el único
viable por “venir del cielo”.
¿Quién pagó en Grecia, y sigue sufriendo las medidas impuestas por el
“bipartidismo” anterior, y actualmente, por la “Troika”, haciéndose “trampas en
su solitario”, para luego aplicar tales medidas? El pueblo griego. ¡Eso sí que
es engañar! Y en ese pueblo griego hay que incluir sus políticos actuales, que
no se han llenado los bolsillos, ni creo que puedan llenárselos, dada la
evasión de capitales de los “patriotas”. En vez de exigir a los griegos que se
aprieten los cinturones aún más, con el pretexto de que Portugal y España han
cumplido ejemplarmente con lo ¿”estipulado”?, se intenta levantar una columna
de humo para disimular preguntarse por las promesas ¡incumplidas!, con que
Rajoy y el PP llegaron al poder, y por la corrupción sistémica de ese partido,
a algunos de cuyos “capitostes”, como R.Rato y Aznar, investidos de poderes
“taumatúrgicos”, se les quiere hacer pasar como los autores del “milagro
español”. Atribuir, por otra parte, al gobierno anterior y a la “herencia
recibida” de él, la crisis actual, es cerrar cínicamente los ojos a la
realidad, para no reconocer que tanto uno como el otro, fueron los auténticos
artífices de la burbuja financiera originada por el “aquelarre del ladrillo”.
Pero mi propósito al escribir este artículo está más allá de debatir
sobre “suposiciones” o actitudes éticas, que pertenecen al ámbito de lo privado
y de las creencias. Me interesa llevar el debate, si el profesor Carreras me lo
permite, al terreno de la historia política y económica. Sospecho que, “mutatis mutandi”, la tesis de fondo que
mantiene el profesor es la misma que mantiene respecto del sistema
liberal-capitalista el profesor Gil Calvo, a quien agradezco su gentileza de
permitirme un pequeño debate sobre el tema (ver mi blog:
solicitoopinar.blogspot.com.es). Presiento que también para el profesor Carreras
tal sistema es “intocable”. Intentar cambiarlo es algo, al decir de Gil Calvo,
como querer cambiar el sistema solar.
Obviamente, no estoy de acuerdo con tal tesis; pero no voy a repetir aquí mis
argumentos. Para ello he remitido a mi blog.
Lo curioso es que se traiga a colación, aunque en distintas
circunstancias, la clásica confrontación de la tesis de Marx, Lenin y Trostki y
la estrategia, que no tesis, de Stalin: la
Revolución permanente y el socialismo será si es “internacionalista”, o,
dadas las dificultades impuestas por la guerra,
será primero en un solo país, respectivamente.
Y lo más curioso aún es que, pese a todas las dificultades que se pusieron a la
tesis trostkista, hoy se le dé la razón a Trostki, con el falso pretexto de que
la Unión europea y la “globalización” han rebasado las fronteras y las
soberanías nacionales. Precisamente la razón de la tesis de Trostki era
combatir en el mismo terreno globalizador, en el que, desde su nacimiento y por
su ADN, el capitalismo sigue combatiendo. La
concentración, dice Carreras, competencias
en las instituciones europeas es enorme y, paso a paso, va socavando los
poderes estatales. ¡Como si esto fuese nuevo!
Lo que no entiendo es que el profesor Carreras defienda la tesis
trostkista, con la que teóricamente estoy de acuerdo y no por razones
coyunturales, para endosarle a la izquierda que gobierna en Grecia la tesis de
Stalin. O mejor, sí lo entiendo: se trata de criticar por todos los medios,
aunque la realidad sea otra, al Gobierno de Syriza y, de paso, a PODEMOS. Ni a
Tsipras, ni a Varoufakis, ni a Pablo Iglesias les he oído o leído jamás que
quieran abandonar la UE, para realizar en sus respectivos países el socialismo.
Más bien, contradiciendo la lógica globalizadora de los Mercados capitalistas,
son algunos gobiernos liberal-conservadores, v.gr., el Reino Unido, que además
de no pertenecer a la eurozona por egoísmo económico, intentan mantener su
bienestar, aunque sea a costa de otros Estados. Por cierto, que a tenor del
resultado obtenido por Cámeron, en la UE estarán ya diseñando los instrumentos
tácticos y estratégicos para impedir el referéndum, prometido por aquél para
2017.
No obstante, tengo que recordar aquí que el triunfo de la Revolución
soviética, si bien, como era de esperar, no supuso el triunfo del Socialismo,
sí que obligó a los países capitalistas a ceder parte de su botín conquistado,
y a la clase detentadora del capital a repartir una porción de sus beneficios
entre la clase trabajadora, gracias a la lucha de ésta. Hoy, desgraciadamente,
por culpa de ese mismo sistema capitalista y por las instituciones “globales”
que lo representan, muchos de esos derechos arrebatados se han ido perdiendo en
gran parte; y, hay que reconocerlo, también por mor de los errores cometidos
por las izquierdas, adormecidas por el bienestar conseguido por las luchas de
las generaciones pasadas.
¡Ojalá la tesis marxista-leninista-trotskista se hubiera impuesto sobre
el “otro internacionalismo capitalista, al que le importa un bledo la soberanía
y las libertades solidarias de los pueblos. Como bien reconoce el profesor
Carreras, son los mercados los que
determinan hace varios siglos el ámbito de los Estados nacionales. Fue el
capitalismo y sus mercados los que, para salvar sus intereses económicos, unas
veces aliaron sus Estados, para evitar guerras, como es el caso de la CECA,
origen de la actual UE, y otras, aprovecharon, cuando no provocaron, guerras,
para salvar sus economías de sus graves crisis (Crash de 1929).
Bien que se empeñó con todas sus fuerzas y medios la “internacional
capitalista”, para cargarse, no sólo la postura de Stalin, una vez utilizada la
URRSS para vencer al fascismo y liberar a Europa de los campos de concentración
nazis, sino también, con la misma estrategia, cortarle las alas al
“internacionalismo comunista”. Los “aliados” se inventaron la “guerra fría”,
para, con la caída del “muro”, burlar la ingenuidad de Gorbachev, hacer
desaparecer sus instituciones –Comecón, Pacto de Varsovia-, y mantener la OTAN
y apoyar el mercado que hoy representa la eurozona. La Internacional Comunista
fue siempre vista como una creación diabólica, mientras que las otras
internacionales, la socialdemócrata, la liberal-conservadora, se veían con
buenos ojos por ser algo enviado por la divinidad.
¿Por qué tener que aceptar a priori que David casi nunca ha vencido a Goliat, y no expresar esa misma idea
en sentido positivo, esto es, que, por una vez al menos, Goliat fue vencido por
David? ¿Por qué es hacer demagogia luchar contra el nuevo Goliat, la TROIKA,
sin que tengamos sin más que someternos a sus imposiciones? ¿Es que tenemos que
aceptar como lo único bueno per se ese sistema global, y suponer, como
lo hace el profesor, que ese Leviatán es democrático, porque los Estados y los ciudadanos europeos
participan en las instituciones de la Unión y, conjuntamente con el resto de
los Estados mundiales, también en Naciones Unidad? ¿De verdad se cree el
profesor que las instituciones europeas, sobre todo, las que “manejan los
cuartos”, son democráticas? Tomemos como muestras el BCE o el grupo de “los
diecisiete”, ¿Son, acaso democráticas esas poderosas instituciones, de cuyas
decisiones depende el bienestar de los Estados miembros? ¿Quiénes les votan?
¿Cómo se nombran sus altos cargos? El Europarlamento, que es lo que
directamente votan los ciudadanos, ¿tiene capacidad suficiente para transmitir
a los órganos ejecutivos sus decisiones?
Dice el profe que no podemos escapar
a las resoluciones de las instituciones
de las instituciones, pero sí participar en ellas. (Que) ahí está la clave. Por qué, entonces,
tienen tanto miedo en Bruselas a los refrendos nacionales”?...
Y vuelta a la misma hipócrita cantinela: que la izquierda es necesaria
para el progreso humano…, que ésta tiene que formar partidos que actúen en las instituciones de estos ámbitos
regionales y mundiales para formular allí sus políticas, al objeto de influir
en las decisiones que se adopten…, y que la única posibilidad de que David
venza a Goliat radica en la inteligencia, en la habilidad táctica y
estratégica, en el conocimiento del terreno que se pisa, en el apoyo popular, en la búsqueda de
aliados, para alcanzar los objetivos que se pretenden. ¡De acuerdo! ¡No se
le puede negar ala izquierda esa inteligencia y habilidades tácticas y
estratégicas! De lo que sí carece la izquierda es de la falta de escrúpulos que
tienen las derechas capitalistas y ultraliberales, para imponer sus intereses
egoístas, aunque, para ello tenga que estar incrementando continuamente su
presupuesto bélico, obligando al adversario a hacer lo mismo, -¿recuerdan la
“guerra de las Galaxias de Rigan?-, fomentando guerras o esquilmando a los
países más pobres y atrasados de las materias primas más básicas…
El gran problema con que la izquierda, la llamada marxista, se ha
encontrado siempre es que sus posibles aliados, a la hora de la verdad,
prefieren pasarse al bando de Goliat que les proporciona una victoria más
segura, y un más rápido acceso al poder, para luego dejar las cosas casi como
estaban. Y en cada ocasión que a esta
sociedad capitalista establecida le aparece un movimiento “vanguardista” con
posibilidades de cambiarla, salen miles de corifeos y sesudos analistas para
desprestigiarlo. Un término muy utilizado hoy a tal fin es el de “populismo”. ¿Cómo,
si no, se explica la conclusión a la que llega el profesor Carreras, culpando a
Tsipras y al Gobierno griego de Syriza de no estar haciendo los “deberes”,
acusándoles de que sus promesas
electorales no eran éticamente aceptables, y merecen (por ello) el castigo de sus electores?.
Sr. Carreras, sobre tácticas y estrategias se puede discutir mucho
teóricamente, de hecho así ha sucedido, incluso, antes de Marx y de Engels.
Pero, desde la realidad y desde la historia, aún la reciente, no se puede
llegar, lógicamente, a la conclusión con
la que finaliza su artículo. Tengo la impresión de que ha estudiado poco el
pensamiento económico-político y el talante humanista del profesor Varoufakis.
Lo cual no es de extrañar; yo mismo, siguiendo su compromiso activo con su
pueblo, lo voy descubriendo. Permítame, pues, recomendarle sus Confesiones
de un marxista errático en medio de una crisis europea repugnante. Este
desahogo intelectual consigo mismo, anterior a formar parte del Gobierno, son
de Mayo de 2013. Estaba tentado de extraer de ellas algunos fragmentos. Pero,
dado que tengo pensado hacer un extenso comentario sobre las mismas, detengo
aquí mis razonamientos, para no alargar más este escrito. En mi blog encontrará
una pequeña glosa a lo que el profesor Torreblanca publicó sobre ellas…
Manuel Vega Marín. Madrid, 11 de Mayo de 2015.
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