Los que vivimos aquellos
años, incluso militando contra el franquismo y sus herederos, sabemos cómo se
gestionó el “proceso constituyente” y la tenida por “ejemplar” Transición. La
larga dictadura franquista se basó en tres pilares: el establishment
empresarial y financiero, la Iglesia católica jerárquica y el Ejército. Y todo
ese entramado de poder está presente en la Constitución de 1978, articulado en
torno a la “indisoluble unidad de la Nación española” (Art. 2 CE), la Monarquía
(Art. 56 CE), el artº 8 otorgando al Ejército la misión de “defender la unidad
territorial, el artº 16 nombrando a la Iglesia Católica por encima de otras
religiones, el modificado artº 135, garantizando al capital el cobro de su trozo de tarta, y,
últimamente ha cogido un rango inesperado el artº 155 en su abuso para
suspender la Generalitat.
miércoles, 25 de abril de 2018
miércoles, 18 de abril de 2018
EL MAGISTRADO LLARENA, UN JUEZ PARCIAL Y “TOZUDO”
En un artículo anterior, en el que comentaba el auto de la Sala Penal
del Supremo rechazando la excarcelación de Oriol Junqueras, decía que más que un auto judicial, es un discurso
político, precocinado por unanimidad y de acuerdo con la Fiscalía y el
Ejecutivo del Estado, para evitar que el exvicepresident del Govern pueda tomar
posesión del cargo para el que ha sido elegido el 21-D (“Más que un auto
judicial, un Alegato político”). Unas líneas más abajo tachaba el discurso de
los magistrados de apriorístico e
interesadamente preventivo, un tanto incoherente y contradictorio.
En otro posterior trabajo (El
Magistrado Llarena, erre que erre…”) en el que comento la negativa de este
instructor a la petición de Junqueras de ser trasladado a una prisión cercana a
su familia, además de reafirmarme en mi idea anterior, digo que el magistrado Llarena no tiene el más mínimo
escrúpulo en seguir utilizando argumentos escasamente jurídicos y, algunos de ellos,
dudosamente democráticos. A ambos trabajos remito al lector
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