En El PAÍS de 1-5-2015, el
columnista José I. TORREBLANCA expone el “dilema” que tienen por delante las
“dos” izquierdas que ocupan escaños en el Parlamento Europeo, frente a dos
salidas posibles de la UE. En ese dilema encaja la actitud de Varoufakis, según
su interpretación de un texto del profesor, de Diciembre de 2013, titulado
Confesiones de un marxista errático en medio de una crisis europea repugnante.
Sin haber tenido todavía ocasión de leer dicho escrito, por las
reflexiones del propio Torreblanca sospecho que tal problemática no es nuevo.
Su novedad pueda estar en la aplicación de un antiguo debate, el del
internacionalismo trotskista y la estrategia estalinista de abolir el
Capitalismo, primero, en un solo país, sólo que ahora trasladado al ámbito de
la Unión Europea.
Varoufakis, según el columnista, se plantea, al mismo tiempo que la
abolición del Capitalismo, un desmantelamiento “salvífico” de la propia UE
actual, aprovechando la crisis de aquél, o aceptando que la izquierda no está
preparada para tan radical cambio, debiendo esperar a que se den las
condiciones más propicias para desarrollar
una alternativa humanista. Esto supondría colaborar con la estabilización del capitalismo europeo. La respuesta
de Varoufakis, según Torreblanca,
es salvar al capitalismo y al proyecto
europeo de sí mismos. Y, ante el temor de que el colapso de la zona euro
arrojara a Europa en manos de partidos fascistas o nacionalistas xenófobos, el
exministro griego opta por la segunda salida. Porque, piensa, que, en estos
momentos, salvar al capitalismo y a la UE, no supone ahorrarle a ésta una buena crisis, sino provocarla (de
hecho la crisis existe). Ello supone poner en práctica una vieja táctica
marxista: agudizar las contradicciones que se producen en cualquier sistema en
crisis, en este caso el sistema capitalista. En la UE la mayor contradicción es
la de tener una moneda común, el euro, de la que no se puede salir, y sin que
haya un “soberano común” que se haga cargo de las deudas contraídas en esa
única moneda. Algo que no ocurre en EE.UU., donde el Estado federal y su
Reserva responden de los déficits y deudas de cualquier Estado federado. Esta
contradicción de no poder salir ni entrar implica poder hacer una suspensión de
pago sin que ello conlleve salir del sistema euro.
La estrategia negociadora del ministro griego ha sido la de provocar esa
suspensión de pago (sin salir del euro), para así enfrentar a la eurozona a sus
contradicciones y obligarla a completar su diseño, mancomunando las deudas. No
veo, pues, dónde está la radicalidad marxista, salvo el uso de la táctica,
cuando eso es, precisamente, lo que están pidiendo muchos estados miembros e
infinidad de prestigiosos economistas de todas las ideologías, y, que, más
temprano que tarde, se conseguirá.
Pero, además, no entiendo por qué Torreblanca califica de “errático” a
Varoufakis, aunque éste emplee ese adjetivo en sus “Confesiones”. ¿Lo justifica
que el Gobierno Tsipras, por el temor de que esa táctica provoque un estallido,
que se lleve por delante a Grecia? El miedo es libre, y el Gobierno griego
tendrá poderosas razones para haber retirado de la primera línea de las
negociaciones a su ministro de economía. Pero no por la de “errático”. Un
hombre, aún el más preparado, puede estar en un error, y no por eso ser
errático. Pues, según la RAE ese adjetivo denota desorientación, vagabundez,
deambulación sin rumbo fijo, etc. Todo lo contrario de lo que Varoufakis ha
demostrado con su actitud. Más bien ha sido ésta la que ha desnortado y
despistado a los prepotentes negociadores de Bruselas…
Manuel Vega Marín. Madrid, 4 de Mayo de 2015. Blog:
solicitoopinar.blogspot.com.es
Interesante y bien razonado. Desde luego Varufakis va (y ve) más allá de Tsipras, quien ha defraudado a más de uno yo entre ellos.
ResponderEliminarSeguro que te guastará más el siguiente sobre Varoufakis
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