miércoles, 1 de abril de 2020

LADRAN, LUEGO CABALGAMOS...


   Mientras lingüistas y literatos encuentran al autor de la literalidad de la frase, mucho tiempo atribuida a Don Quijote de la Mancha, nosotros la tomaremos en su más usual interpretación: la rabia perruna y la envidia que sufren muchos seres humanos por los éxitos o los esfuerzos por conseguirlos de sus semejantes. Que los perros ladren es normal; pero, cuando el perrero azuza a la manada para levantar a la presa aterrándola, aquélla se convierte en jauría. Es justo lo que está haciendo la derecha y la extrema derecha de este País con sus líderes al frente. Es de un cinismo atroz que estos patrioteros aprovechen los críticos momentos que todos estamos sufriendo, para conseguir lo que, democráticamente, no consiguieron en las urnas. Y esa actitud tiene su lógica, pues la pandemia que estamos sufriendo está poniendo en evidencia el tremendo daño que su sistema capitalista-liberal ha hecho a nuestro Planeta, y los remedios-“parches” que el actual Gobierno español, apenas constituido, se ve obligado a poner en los agujeros que ellos abrieron cuando gobernaron.

   Cualquier ciudadano que no sea un fanático, por la experiencia, individual, familiar y social que está sufriendo, comprenderá, desoyendo la larga y pertinaz propaganda hecha en su contra, la necesidad de lo público y de lo imprescindible que es un Estado soberano que lo reglamente y lo administre honesta y transparentemente. Por ello, previendo lo desnudo que van a quedar ante la opinión pública cuando todo esto pase, si es que pasa, no tienen el más mínimo escrúpulo en movilizar a todos estamentos e instituciones sociales, a los que han favorecido, antes que verse en cueros. Desde los gobiernos regionales y locales, las organizaciones patronales, la iglesia, las fuerzas de seguridad, la justicia, etc., etc., están siendo incitados por estos grupos reaccionarios a poner trabas a cualquier medida que el Gobierno de la Nación, acertada o errónea, tome a favor de todos los ciudadanos. Tratan estos privilegiados de seguir anteponiendo sus beneficios e intereses a la salud de los ciudadanos, incluida la de ellos mismos. Son ciegos guiaciegos.
   La crisis que estamos padeciendo e intentando salir de ella tira por tierra algunos de los dogmas más destacados del ultraliberalismo político y económico. En primer lugar, el mercado como la mano milagrosa que, automáticamente, arreglará todos los problemas o desajustes que sufra la economía. Esta tesis de la eficiencia del mercado es teóricamente falsa, y la experiencia de la compra, p.ej., de material sanitario en el mercado internacional, lo está demostrando. Pero, además, es engañosa, ya que trata de ocultar bajo una falsa idea de libre iniciativa, los “perjuicios” que una regulación estatal causaría a los intereses y beneficios de determinados lobbies empresariales y financieros. En fin, el lector podrá seguir poniéndose infinidad de ejemplos relacionados con este asunto. Sólo quiero advertir que, en absoluto, soy contrario a la iniciativa privada, pero exigiendo para ella los “caladeros” adecuados donde pescar. Nunca entenderé por qué esos adalides de la competencia no permiten, sin embargo, que el Estado compita, al menos en aquellos “caladeros” –educación, sanidad, energías, etc.-, que, per se, no tienen por qué ser lucrativas. No estoy incitando a la Revolución Bolchevique. Sólo me conformaría con ir avanzando en la puesta en práctica de los Derechos Humanos y Constitucionales en lo político-civil, y restituir y progresar en el estado de “bienestar” en el ámbito de lo social-económico.
   En concordancia con el principio de autonomía eficiente del mercado está el principio de la minimización del Estado. El ultraliberalismo económico considera que la intervención estatal en la estructura del mercado es la madre de todos los males; y, por ello, hay que “gibarizar” al  máximo tan antiquísima institución. La Gran Depresión de los años treinta ya probó de sobra la falsedad de tal dogma. Refiriéndose a ella el premio Nobel Stiglitz afirma que la economía de mercado no se autorregulaba, al menos en un espacio de tiempo razonable. Pero, como también dijo Keynes, esperar un plazo largo es una guía engañosa para asuntos del presente. En el largo plazo todos estaremos muertos.
   Por otra parte, han sido muchos e importantísimos economistas que han demostrado que la intervención gubernamental ha producido una economía más estable, contribuyendo de este modo a un mayor crecimiento a una mayor igualdad. Tanto en anterior crisis económica de 2008, como la sanitario-económico-social que provoca el Covid-19, los más recalcitrantes ultraliberales, que las han provocado, no tuvieron más remedio que acudir, y están acudiendo a “papá Estado” en evitación de una hecatombe mayor. Todos deberíamos recordar los miles de millones de dólares que la Reserva Federal tuvo que inyectar en Wall Street y otras entidades financieras privadas. Igualmente, los “españolitos” deberíamos recordar la cantidad de euros, aún no devueltos, que nos costó el rescate, llamado por Rajoy préstamo en muy buenas condiciones, de nuestros Bancos y Cajas. No digamos ya la inmensa desigualdad social generada. Bastaba con leer la prensa de entonces para saber que el número de ricos había aumentado un 44%, mientras el nivel de las clases medias y bajas no dejaba de descender. A este respecto, poco hay que añadir, si hacemos excepción del problema sanitario, de lo que está sucediendo actualmente, y que veremos incrementarse en un futuro próximo
   Por último, una reflexión sobre el uso irracional, insolidario e injusto que el neoliberalismo y su sistema capitalista que viene haciendo de la globalización. Lo más destacable es la deslocalización de la industria productiva. Bien está que en los países en los que abunden ciertas materias, se instalen y financien industrias “extractivas”, cuyos beneficios se repartan equitativamente, sin esquilmar a los nativos, en provecho de la humanidad. La pandemia que nos confina en casa pone en evidencia que el “desmontaje” irracional de nuestro sistema de producción agroindustrial autóctono, aparte de desproteger y vaciar de habitantes de nuestros pueblos y ciudades, y las injusticias sociolaborales que acarrea, se está demostrando su ineficacia económica. No sé si los ahorros con los que los dueños de Zara han engrosado sus patrimonios produciendo en China, compensa con sus “caritativas donaciones”, los sobrecostes de todo tipo que a todos nos está suponiendo poder abastecernos en esta emergencia de algo tan simple  y necesario como equipos de protección.
   Nuestros actuales y futuros gobernantes tendrán que ir pensando si nuestro turismo de sol, playa y chiringuitos podrá hacer frente a un sostenido y equilibrado PIB... Seguiremos reflexionando...
    https://solicitoopinar.blogspot.com/2015/09/sacaremos-ensenanzas-positivas-de-la.html Los acostumbrados a entrar en el blog, en la fecha indicada encontrarán el artículo con el título ¿SACAREMOS ENSEÑANZAS POSITIVAS....
  Manuel Vega Marín. Madrid, 1 de Abril, 2020   www.solicitoopinar.blogspot.com,es




  
  

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