Mientras lingüistas y literatos encuentran al autor de la literalidad de
la frase, mucho tiempo atribuida a Don Quijote de la Mancha, nosotros la
tomaremos en su más usual interpretación: la rabia perruna y la envidia que sufren
muchos seres humanos por los éxitos o los esfuerzos por conseguirlos de sus
semejantes. Que los perros ladren es normal; pero, cuando el perrero azuza a la
manada para levantar a la presa aterrándola, aquélla se convierte en jauría. Es
justo lo que está haciendo la derecha y la extrema derecha de este País con sus
líderes al frente. Es de un cinismo atroz que estos patrioteros aprovechen los
críticos momentos que todos estamos sufriendo, para conseguir lo que,
democráticamente, no consiguieron en las urnas. Y esa actitud tiene su lógica,
pues la pandemia que estamos sufriendo está poniendo en evidencia el tremendo
daño que su sistema capitalista-liberal ha hecho a nuestro Planeta, y los
remedios-“parches” que el actual Gobierno español, apenas constituido, se ve
obligado a poner en los agujeros que ellos abrieron cuando gobernaron.
Cualquier ciudadano que no sea un fanático, por la experiencia,
individual, familiar y social que está sufriendo, comprenderá, desoyendo la
larga y pertinaz propaganda hecha en su contra, la necesidad de lo público y de lo imprescindible que
es un Estado soberano que lo
reglamente y lo administre honesta y transparentemente. Por ello, previendo lo
desnudo que van a quedar ante la opinión pública cuando todo esto pase, si es
que pasa, no tienen el más mínimo escrúpulo en movilizar a todos estamentos e
instituciones sociales, a los que han favorecido, antes que verse en cueros.
Desde los gobiernos regionales y locales, las organizaciones patronales, la
iglesia, las fuerzas de seguridad, la justicia, etc., etc., están siendo
incitados por estos grupos reaccionarios a poner trabas a cualquier medida que
el Gobierno de la Nación, acertada o errónea, tome a favor de todos los
ciudadanos. Tratan estos privilegiados de seguir anteponiendo sus beneficios e
intereses a la salud de los ciudadanos, incluida la de ellos mismos. Son ciegos
guiaciegos.
La crisis que estamos padeciendo e intentando salir de ella tira por
tierra algunos de los dogmas más destacados del ultraliberalismo político y
económico. En primer lugar, el mercado como
la mano milagrosa que, automáticamente, arreglará todos los problemas o
desajustes que sufra la economía. Esta tesis de la eficiencia del mercado es
teóricamente falsa, y la experiencia de la compra, p.ej., de material sanitario
en el mercado internacional, lo está demostrando. Pero, además, es engañosa, ya
que trata de ocultar bajo una falsa idea de libre iniciativa, los “perjuicios”
que una regulación estatal causaría a los intereses y beneficios de determinados
lobbies empresariales y financieros. En fin, el lector podrá seguir poniéndose
infinidad de ejemplos relacionados con este asunto. Sólo quiero advertir que,
en absoluto, soy contrario a la iniciativa privada, pero exigiendo para ella
los “caladeros” adecuados donde pescar. Nunca entenderé por qué esos adalides
de la competencia no permiten, sin embargo, que el Estado compita, al menos en
aquellos “caladeros” –educación, sanidad, energías, etc.-, que, per se, no tienen por qué ser
lucrativas. No estoy incitando a la Revolución Bolchevique. Sólo me conformaría
con ir avanzando en la puesta en práctica de los Derechos Humanos y
Constitucionales en lo político-civil, y restituir y progresar en el estado de
“bienestar” en el ámbito de lo social-económico.
En concordancia con el principio de autonomía eficiente del mercado está
el principio de la minimización del
Estado. El ultraliberalismo económico considera que la intervención estatal
en la estructura del mercado es la madre de todos los males; y, por ello, hay
que “gibarizar” al máximo tan
antiquísima institución. La Gran Depresión de los años treinta ya probó de
sobra la falsedad de tal dogma. Refiriéndose a ella el premio Nobel Stiglitz
afirma que la economía de mercado no se
autorregulaba, al menos en un espacio de tiempo razonable. Pero, como
también dijo Keynes, esperar un plazo
largo es una guía engañosa para asuntos del presente. En el largo plazo todos
estaremos muertos.
Por otra parte, han sido muchos e importantísimos economistas que han
demostrado que la intervención gubernamental ha producido una economía más
estable, contribuyendo de este modo a un mayor crecimiento a una mayor igualdad.
Tanto en anterior crisis económica de 2008, como la sanitario-económico-social
que provoca el Covid-19, los más recalcitrantes ultraliberales, que las han
provocado, no tuvieron más remedio que acudir, y están acudiendo a “papá
Estado” en evitación de una hecatombe mayor. Todos deberíamos recordar los
miles de millones de dólares que la Reserva Federal tuvo que inyectar en Wall
Street y otras entidades financieras privadas. Igualmente, los “españolitos”
deberíamos recordar la cantidad de euros, aún no devueltos, que nos costó el
rescate, llamado por Rajoy préstamo en muy buenas condiciones, de nuestros
Bancos y Cajas. No digamos ya la inmensa desigualdad social generada. Bastaba
con leer la prensa de entonces para saber que el número de ricos había
aumentado un 44%, mientras el nivel de las clases medias y bajas no dejaba de
descender. A este respecto, poco hay que añadir, si hacemos excepción del
problema sanitario, de lo que está sucediendo actualmente, y que veremos
incrementarse en un futuro próximo
Por último, una reflexión sobre el uso irracional, insolidario e injusto
que el neoliberalismo y su sistema capitalista que viene haciendo de la globalización. Lo más destacable es la deslocalización de la industria
productiva. Bien está que en los países en los que abunden ciertas materias, se
instalen y financien industrias “extractivas”, cuyos beneficios se repartan
equitativamente, sin esquilmar a los nativos, en provecho de la humanidad. La
pandemia que nos confina en casa pone en evidencia que el “desmontaje” irracional
de nuestro sistema de producción agroindustrial autóctono, aparte de
desproteger y vaciar de habitantes de nuestros pueblos y ciudades, y las
injusticias sociolaborales que acarrea, se está demostrando su ineficacia
económica. No sé si los ahorros con los que los dueños de Zara han engrosado sus patrimonios produciendo en China, compensa
con sus “caritativas donaciones”, los sobrecostes de todo tipo que a todos nos
está suponiendo poder abastecernos en esta emergencia de algo tan simple y necesario como equipos de protección.
Nuestros actuales y futuros gobernantes tendrán que ir pensando si
nuestro turismo de sol, playa y chiringuitos podrá hacer frente a un sostenido
y equilibrado PIB... Seguiremos reflexionando...
https://solicitoopinar.blogspot.com/2015/09/sacaremos-ensenanzas-positivas-de-la.html
Los acostumbrados a entrar en el blog, en la fecha indicada encontrarán el
artículo con el título ¿SACAREMOS
ENSEÑANZAS POSITIVAS....
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