jueves, 30 de julio de 2015

ESCUELA POPULAR DE SABIDURÍA (más reflexiones sobre textos de A. Machado)



   La vocación de una pedagogía libre de burocracias le hizo concebir al maestro Mairena la fundación de una escuela de este tipo. Detrás de esa vocación docente del poeta sevillano está el espíritu de la Institución Libre de Enseñanza. Mairena tuvo que renunciar a tal proyecto, pues la muerte de su maestro, A. Martín, a quien reservaba la cátedra de Poética y Metafísica, truncó su propósito. Mairena se ocuparía de la cátedra de Sofística…

   Antes de seguir, tengo que pedir disculpas al lector por la abundancia de citas textuales. Pero lo hago por dos razones: primera porque el “maestro” se explica mejor que yo, y, segunda, por mi afán estimular al lector a leer esta maravillosa obra que pretendo divulgar.
   Se lamentaba Mairena que sean siempre los mejores propósitos aquellos que se malogren, mientras prosperan las ideicas de los tontos, arbitristas y revolvedores de la peor especie. Tenemos un pueblo maravillosamente dotado para la sabiduría, en el mejor sentido de la palabra; un pueblo a quien no acaba de entontecer una clase media, entontecida a su vez por la indigencia científica de nuestras Universidades y por el pragmatismo eclesiástico, enemigo siempre de las altas actividades del espíritu.
 No obstante, el maestro quiera dejar en sus discípulos la semilla de tan buen propósito, trazando las líneas generales por las que discurrir tan digna institución. Y ya el nombre de la misma anticipa casi todo. Se llamará Escuela Popular de Sabiduría Superior, reparando en que lo superior no sería la escuela, sino la sabiduría que en ella se alcanzase…, esto es; un saber de primera calidad.
   Aquella semilla germinará en tierras segovianas. Cuando en Septiembre de 1919 D, Antonio Machado es nombrado catedrático de Lengua Francesa en el Instituto General Técnico de Segovia, en la capital del Eresma se encuentra con la puesta en marcha por parte de profesores del Instituto y de la Escuela Normal de Magisterio del proyecto de lo que sería la Universidad Popular. Esta universidad está concebida para dar cursillos nocturnos, de índole práctica y gratuita, para la clase obrera. El genial proyecto comienza a funcionar en Febrero del siguiente año (1920). Se imparten clases de Higiene del hogar, de Dibujo aplicado a las Artes y Oficios, Química popular y Geografía Económica de España. Machado se encarga de dar cursillos de francés, para lo que se sirve de lecturas, traducciones de periódicos y revistas, así como redacción de cartas comerciales. También dará clases de Literatura española.
   Ni que decir tiene, que a estas tareas se entrega desinteresadamente, prolongando de este modo una tradición familiar, que empieza con su abuelo Machado Núñez, sigue con su padre, Machado y Álvarez (Demófilo) y que continuará con su hermano Manuel. Todos muy interesados en divulgar entre la población  los adelantos científicos y de toda índole de la sociedad contemporánea. Según su hijo Manuel, su padre fue el iniciador de los estudios folklóricos en España; el fundador del folklore español…, que rectificó, mejorándola, la definición de esa amplísima y compleja ciencia del alma popular, cuyo objeto alcanza a todas las disciplinas: Religión, Historia, Arte, Ciencias puras y aplicadas, en aquel grado en que el pueblo las posee. (Acotación preliminar a Cantes Flamencos. Esp.Calp. col. Austral).
   Sus “misiones pedagógicas” recuerdan a La Barraca de F. García Lorca.
   El éxito de esta Escuela dependerá de que tenga maestros capaces de mantenerla, y muy especialmente en la región andaluza, donde el hombre no se ha degradado todavía por el culto perverso al trabajo, quiero decir por el afán de adquirir, a cambio de la fatiga muscular, dinero para comprar placeres y satisfacciones materiales. Entiendo que Don Antonio en esta alusión a su tierra no puede reprimir la comparación de la adustez del alma castellana con una cierta bohemia anarquizante del sentir de los andaluces. Más bien supone una socarrona crítica a la forma de concebir la formación y el saber como un instrumento  para la competencia (competitividad) con los demás en la lucha por la supervivencia. Buena crítica, por demás, a los modernos programas “Bolonia”.
   Para su maestro, una sana concepción del trabajo será siempre la de una actividad marginal de carácter más o menos cinético (¿), a la vera y al servicio de las actividades específicamente humanas: atención, reflexión, especulación, contemplación admirativa, etc., que son actividades esencialmente quietistas o, dicho más modestamente, sedentarias. Cualidades, por cierto, que no le faltan a la “hidalguía” castellana. No hay que olvidar que Machado es un poeta y un filósofo, en este aspecto, muy cercano a los filósofos epicúreos.
   Si el lector termina el párrafo de Machado, observará su ironía al atribuir a su maestro “ranciedad” en la sofística discusión entre el homus faber y el homus sapiens. Debate por entonces muy agitado en torno al “¡que inventen ellos!”, de Unamuno.
  Entre otros requisitos para que la Universidad funcione y cumpla su finalidad, debemos destacar: un buen Director. Nuestro hombre estaría en la línea tradicional protagóricosocráticoplatónica, y también convergentemente, en la cristiana. Porque de nuestra Escuela no habría de salir tampoco una nueva escolástica, la cual supone una Iglesia y un poder político más o menos acordes en defender y abrigar un dogma, con su tabú correspondiente, sino todo lo contrario. Nuestro hombre no tendría nada de sacerdotes ni de sacrificador, ni de catequista, como sus alumnos nada de sectarios, ni de feligreses, ni siquiera de catecúmenos.
   Otro requisito lo sugeriría el cartel del frontispicio de entrada: Nadie entre en esta escuela que crea saber nada de nada… Ni siquiera Geometría, que, acaso estudiaríamos como ciencia esencialmente inexacta. Fina ironía de sofista, alusiva al cartel del umbral de entrada a la Academia de Platón.
   En la Escuela habría dos cátedras fundamentales: Sofística y Metafísica. Cualquier estudiante de Filosofía entenderá el espíritu “relativista” y “tolerante” que sugiere la instauración de esas dos cátedras tan aparentemente contradictorias… Pero dejemos que nuestro estudiante y lector se contamine por la curiosidad… Con esos dos “instrumentos” –es una pista-, se pretende revelar al pueblo, quiero decir al hombre de nuestra tierra, todo el radio de su posible actividad pensante, toda la enorme zona de su espíritu que puede ser iluminada y, consiguientemente, obscurecida; en enseñarle a repensar lo pensado, a desaber lo sabido y a dudar de su propia duda, que es el único modo de empezar a creer en algo.
   Sugerencias sobre método y programas. Las religiones históricas…, que se dicen reveladas, nada tendrían que temer de nuestra Escuela de Sabiduría; porque nosotros combatiremos ninguna creencia, sino que nos limitaríamos a buscar las nuestras… Sólo combatimos… las creencias falsas, es decir, las incredulidades que se disfrazan de creencias… Nosotros militamos contra una sola religión, que juzgamos irreligiosa: la mansa y perversa que tiene encanallado a todo el Occidente: el pragmatismo. ¿Es posible, si es que han leído lo anterior, que nuestros políticos y ministros de educación sigan fracasando en sus proyectos educativos, por mor de las insulsas e interesadas discusiones con los poderes eclesiásticos?...
   Nuestra misión es adelantarnos por la inteligencia a devolver su dignidad de hombre al animal humano. He aquí el aspecto más profundamente didáctico de nuestra Escuela Popular de Sabiduría Superior.
   En consonancia con el cartel del umbral, no hemos de incurrir nunca en el error de tomarnos demasiado en serio… Que nadie entre en nuestra escuela que no se atreva a despreciar en sí mismo tantas cosas cuantas desprecia en su vecino, o que sea incapaz de proyectar su propia personalidad en la pantalla del ridículo. Toda mezquina abogacía de sí mismo queda prohibida en nuestra escuela. Y algo aún más socrático: porque la zona más rica de nuestras almas, desde luego la más extensa, es aquella que suele estar vedada al conocimiento por nuestro amor propio.
   Una educación que, por otra parte, no va dirigida a las masas, ni mucho menos a la producción del hombre-masa. A las masas que les parta un rayo… El hombre-masa no existe para nosotros… Nos dirigimos al hombre, que es lo único que nos interesa; al hombre en todos los sentidos de la palabra: al hombre in genere y al hombre individual, al hombre esencial y al hombre empíricamente dado en circunstancias de lugar y de tiempo, sin excluir al animal humano en sus relaciones con la naturaleza.
   ¿Es que esta Escuela tiene que ser elitista? ¿Tanto profesores como alumnos deben formar una minoría selecta? En absoluto, si por ello se entiende que las disciplinas científicas, en las que unos son especialistas, deben ser impartidas a los otros como departamentos estancos, como si el trabajo de educar fuera divisible. Respetamos al máximo a los sabios “especializados”; pero, para nosotros no existiría la división del trabajo… o no (aceptaríamos) que el trabajo fuere divisible. Un grupo de sabios (así)… no vendría a nuestra escuela ni, mucho menos, saldría de ella… Todo el respeto para tal grupo de sabios, pero de ningún modo les concederíamos mayor importancia que al hombre ingenuo, capaz de plantearse espontáneamente los problemas más esenciales…
   Es difícil no ver en las anteriores palabras una tremenda crítica a las Facultades universitarias, que preparan a los estudiantes con una visión finalista y utilitarista de las respectivas materias. Si tal crítica ya tenía sentido en la época de nuestro autor, cuánto más ajustada y pertinente sería referida a las actuales Universidades y Facultades, cuyos métodos y programas las han convertido en la gran fábrica auxiliar en la producción de “profesionales” útiles, cabe reconocerlo, para la industria y el comercio del sistema capitalista… Ya desde los estudios secundarios se enfoca el interés de los alumnos a las “carreras” que les darán estatus social y dinero: medicina, ingeniería, etc ., desviando ese interés de otras ramas del saber que pudiéramos llamar “humanistas”. Se suprimen asignaturas llamadas clásicas, como el Latín, Griego o la Filosofía… Esto así, no es extraño que a muchos estudiantes de Derecho se les haga cuesta arriba el Derecho Romano, tan fundamental para un jurista, o a médicos e ingenieros, obligados a memorizar conceptos, fácilmente comprensibles con sólo saber su derivación etimológica… En fin, que si el maestro Abel Martín o su discípulo Mairena fuesen ministros de educación, no dudarían en poner en el umbral de todas las Facultades, no ya los eslóganes de la Académica platónica o el de la Escuela de Sabiduría Superior, sino de im-po-ner, al menos dos cursos académicos donde se estudiaran y debatieran esas cada vez más ausentes disciplinas…
   ¿Significa este modelo de educar la renuncia hipócrita de los profesores a considerarse “pedantes”, “pretenciosos” o “intelectuales”? Desde luego, en esta escuela se procuraría no ser pedante; pero teniendo en cuenta que es un mal difícil de evitar. Nosotros ni siquiera nos atrevemos a condenarlo en bloque, sin distingo,… no sea que, lapidando al pedante, se descalabre al sabio. Como la hipocresía acompaña a la virtud, la pedantería es un ingenuo tributo que rinde la ignorancia a la cultura. Hay que tener cuidado de no cometer la injusticia de, queriendo separar la cizaña del trigo, nos quedemos sin éste. ¡Cuidado, pues!, que muchas veces eso es lo que algunos pretenden…
   En cuanto a si somos pretensiosos (sic), sin duda lo somos; pero no presumidos ni presuntuosos… Pretendemos… muchas cosas, sin jactarnos de haber conseguido ninguna de ellas…
   Y, por fin, también somos intelectuales. Pero nunca virtuosos de la inteligencia. Ésta debe servir para algo y aprovechar a alguien. Pero exhibirla cual ejercicio gimnástico, no sirve para nada. Sería para nosotros una actividad, de puro utilitaria y egoísta, como comer o purgarse… nunca para ser exhibida en público. La gimnástica, como espectáculo, tiene entontecido a medio mundo, y acabará por entontecer al otro medio…
   -Siga usted, sr. Martínez…
   -… (¿?)…
   -Como “deberes”, sugiero al lector  un repaso a la lección 28, como modelo de dar clase, pg. 82 de la edición de J. Mª Valverde, o pg. 1947 de la ed. Crítica de MACRI. Y como ejemplo de examen, el de la pg. 2064 de MACRI, o pgs. 207-8 de VALVERDE.
   NOTA.- Consultar la bibliografía en el artículo anterior.


   Manuel Vega Marín. Madrid, 30 de Julio de 2015. Blog: solicitoopinar.blogspot.com.es
  




  

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