miércoles, 5 de agosto de 2015

INTERESANTE ENTREVISTA CON EL PROFESOR HA-JOON CHANG (El País, 2-8-15)

   Para los que no somos economistas profesionales, pero que osamos escribir y discutir con algunos, elevados por ciertos “medios” a “gurús” en la materia, leer entrevistas como  estas, nos reafirma y conforta en la idea de que basta el sentido común y estar en lo que afecta a la res-publica, para no tener complejo de tal atrevimiento. Porque, como dice HA-JOON, todo el mundo puede comprender la economía, y que ésta, al contrario de lo que sostiene el pensamiento dominante, no es una ciencia que exhiba verdades objetivas. La economía es política. Y la discusión, por tanto, nunca debe darse por cerrada. (Con perdón de la autocita, remito al lector a mi blog, solicitoopinar.blogspot.com.es en donde encontrará mis discusiones con J.C.Díez o mis arts. Sobre Pedro Sánchez).

   Los modernos instrumentos tecnológicos-informáticos ofrecen a la “escuela ultraliberal”, dominante desde hace 30 o 40 años, el manejo de fórmulas matemáticas, gráficos, etc., que, junto, con el uso de anglicismos y la facilidad de globalización que le informática les facilita,  pretendan convertir sus teorías en “ciencia”, y sus opiniones en “dogmas” universales. Naturalmente para ellos, cualquiera que se aparte de su discurso interesado, cae en la heterodoxia, corriendo el riesgo de ser escondidos en el baúl de las antiguallas. Como Marx o Keynes, olvidados en las tertulias televisivas. Es más, tenemos que sufrir –Sexta Noche, 1,8,15- la ignorancia del director de La sinRazón, al alegrarse, tardíamente, de la muerte de Keynes, que según el “vocero” Marhuenda, tanto daño hizo a la economía…
   La lista de grandes economistas, que podrían, al menos, ser citados en dichos debates, si éstos fueran auténticos, sería interminable. Desde galardonados con el Nobel u otros de no menor prestigio internacionales: J.K.GALBRAITH, P.KRUGMAN, J.STIGLITZ, C.LAPAVITSAS, N.ROUBINI, T.PIKETTY, etc, etc… Españoles, como V.NAVARRO, J.TORRES, G.DE LA DEHESA, J.F. MARTÍN SECO, Santiago NIÑO, largo etc. No, en lugar de estos grandes maestros, los telespectadores y radioyentes tenemos que soportar, sí o sí, a economistas de segunda fila, siempre los mismos, pretendiendo hacerse famosos con la publicitación de sus “libritos”. No los vamos a citar…
   Bien claro nos deja el profesor Ha-Joon que la Economía no es una ciencia. Y  lo peor de estos economistas, al servicio de diferentes intereses empresariales o de partido, es que,  en su pretensión de convertir su disciplina en ciencia, han originado dos consecuencias nefastas para la propia economía; una, que a nivel intelectual, se ha convertido en dogmática. Porque, si crees que es una ciencia, no puedes aceptar que haya dos o tres explicaciones de una misma cosa, Lo que conlleva el desprecio de otras opiniones y soluciones. Y dos; la exclusión de los asuntos económicos del debate democrático. Esto se deja en manos de banqueros, inversionistas, o de entidades falsamente independientes, que miran más por los intereses especulativos de aquéllos, que del bienestar de los ciudadanos. No hay más que observar la actitud del BCE y demás “capitostes” de la eurozona.
   A economistas como Ha-Joon, Varoufakis o Navarro se les tiene por “heterodoxos”, sin tener en cuenta la relatividad del término, o por “radicales”, porque, si bien éstos se mueven en el capitalismo y en el Mercado, hacen cuestión de ambos, mientras que aquéllos ven la economía como una colección de individuos racionales y egoístas, interesados en intercambios de mercado.
   Así, sigue Ha-Joon, cuando hablamos de economía, se nos ha hecho creer que hay que dejarlo para los expertos. Esto es un enorme obstáculo para la democracia. Se excluyen las decisiones más importantes del debate y escrutinio democrático.
   Para nuestro economista, ni siquiera el libre mercado existe como tal, sino que éste no es más que una construcción política más. No hay una teoría económica que, como tal, diga algo sobre la esclavitud, el narcotráfico o el trabajo infantil. Haber sacado, aunque hipócritamente, esos elementos del mercado ha sido fruto de una decisión ética y política. ¿Cómo, pues, va a ser la economía una ciencia?.
   Refiriéndose a la crisis griega, dice que el problema es la moneda única, sus errores de diseño y su introducción en zona de grandes y heterogéneas  estructuras económicas y productivas, y de grandes desequilibrios. Para nuestro analista, como para muchos otros arriba citados, en Europa, imponer una moneda única fue un error. Su escepticismo inicial se confirma ahora que los diferentes gestores lo han hecho tan mal. En pocas palabras, si los países ricos no están dispuestos a ser solidarios con los menos desarrollados, y la moneda única impide a estos últimos, como hacían antes, devaluar sus propias monedas, actuando el euro, como hace poco decía Krugman, de camisa de fuerza, a éstos no les queda otra que bajar los salarios y recortar gasto público, y eso deprime la economía. Deberían haber permitido más campo para transferencias fiscales y cancelación de deuda. Pero no han querido hacerlo, debido a la heterogeneidad de las Naciones que forman la UE. Y, ahí está la raíz del problema. Sin el compromiso de cuidar a los más débiles, no podemos tener una moneda única.
   A la pregunta del entrevistador de qué se podía haber hecho, el profesor Ha-Joon, como otros, responde rotundamente: cancelar gran parte de la deuda. Pero esa contundencia no se deriva de un previo bagaje teórico, sino de un hecho tremendamente fáctico y empírico, que ya yo, desde niño, se lo oí y lo vi hacer a mi abuela: si quieres cobrar algo de lo que te debo, me tienes que hacer una “rebajita”, que yo ya he tenido que bajar el precio de mi trabajo (o algo parecido). Es lo mismo que hoy repiten pequeños empresarios, comerciantes e hipotecados, ante banqueros y prestamistas usureros. Para que la economía, la capitalista sobre todo, se sustente, tiene que existir la deuda. Y ésta, en principio no la tiene por qué crear sólo el deudor. Es el acreedor, cuando no hay otra forma de sacar réditos a sus ahorros, los ofrece aunque sea a bajo interés. ¿O no es esto lo que pasaba antes del estallido de la burbuja inmobiliaria u otras  de distinto tipo? ¿No eran los bancos y fondos de inversión los que, irresponsable y codiciosamente, ofrecían créditos hipotecarios y otros productos “basura” hasta del 100 %?
   Los bancos, alemanes y franceses, comprando deuda griega, dice Ha-Joon, cometieron un gran error por el que, de momento, no están pagando precio, pero lo pagarán. Si primero no se hace una quita o una cancelación de la deuda, los griegos, como cualquiera, tendrán que recortar el gasto. Pero por mucho que recortes, si no hay una inyección de liquidez del BCE que haga revivir la economía productiva, a menos que quieras ahogar al deudor, con lo que dificultas más el cobro, o recurrir a  más  endeudamiento y rescates sin fin. Pero, si esos endeudamientos sólo sirven para pagar a los acreedores, sin apenas llegar a la economía real productiva, que es la que genera ingresos, la bola de nieve irá engordando. El problema, pues, volverá en el mediano y largo plazo, afectando no ya sólo a Grecia, sino también a otros países de similar economía, como España y Portugal. De modo que, si no se corrige la política practicada hasta ahora por la Tróika, viviremos en una imposible permanente austeridad, la cual acabaría con el propio “proyecto europeo”. Una, entre otras, solución sugerida por Ha-Joon, coincidiendo con Krugman, sería posibilitar una salida “ordenada” de esa “camisa de fuerza”, o escapar del “Minotáuro”, que diría Varoufakis, buscando fórmulas provisionales, para que estos países más débiles puedan devaluar, pudiendo así revitalizar sus economías. Pero, creemos, que por más vuelta que se le dé al problema, en el fondo siempre aparecerá la quita o reestructuración de la deuda…
   Estos señores de la “economía científica”, desde sus modelos abstractos y matemáticos, han planificado un modelo económico global, sin tener en cuenta, ya lo hemos dicho antes, el factor psicológico individual y la diferente idiosincrasia de los pueblos: sus costumbres, su nivel cultural, sus lenguas, etc., etc. Si a estos factores de diferenciación se añaden los prejuicios y falsas mentiras, -los griegos son unos vagos, los españoles se pasan el día en el bar…-, mucho peor. Además el dogma del automatismo y racionalidad del “mercado” en la solución de sus desajustes, no ha contado con algo ya tantas veces experimentado y asumido por los grandes economistas e historiadores de la Economía: el factor sorpresa y el pánico. Véase como ejemplo, lo que en estos días está ocurriendo con la economía china….
   Pero la dogmática es testaruda ante la experiencia. Y lo que no hacen los dogmáticos es poner en cuestión la ideología subyacente, causante de la crisis financiera. Ésta se ha redefinido como una crisis fiscal. Lo cual no deja de ser una jugada inteligente; pero sólo aparentemente. Porque, cuando las ganancias de los especuladores del capitalismo salvaje empezaron a mermar, debido a que el sistema estaba colapsando, echaron mano de políticas keynesianas para avivar la “demanda agregada”, lo que llevó a los Estados a un aumento de sus “déficits”, achacando a los gobiernos la culpa de la crisis. Y todos los medios interesados apoyaron esta teoría, fomentando la “especie” del excesivo gasto de los gobiernos por mantener en llamado estado del bienestar. ¡No se puede vivir por encima de nuestras posibilidades!  Pero estos codiciosos especuladores y su coro de teóricos no piensan renunciar a los “nichos” de negocios y beneficios, que su inmersión en los servicios públicos les puede reportar, en la confianza de que su endeudamiento privado, será asumido por todos los contribuyentes, ahora sí vuelven sus plegarias a “papá-Estado”, para que éste se haga cargo de sus deudas, sin importarles, en estas circunstancias, el aumento del déficit público… Como diría un castizo, así se las ponían a Felipe II: privatización en el reparto de beneficios, socialización de pérdidas…
   Los que defendemos y creemos en el Estado, no como una “superestructura” coactiva en pro  de los que, encima, defraudan, sino como protector del bien común y de los servicios públicos, debemos sacar la conclusión de que si no nos “activamos”  para que el sistema cambie, en adelante veremos al Estado sometido al chantaje permanente de los mercados especuladores. Y no vale, como hacen los "beatos” de la economía, rezar y creer en Dios…
   Los que pensamos y defendemos valores de izquierda debemos zarandear a los partidos del arco “socialdemócrata”, para que salgan de su prolongado letargo, o movilizarnos en la creación de nuevas fórmulas asociativas para llegar al Gobierno. Y debemos concienciarnos de que, como siempre, aún en la era posindustrial, como dice Ha-Joon Chang, los verdaderos cambios suceden en la producción. El mundo es como es porque ha habido revoluciones en las fábricas, no porque inventaran un sistema bancario mejor. Incluso para el cambio climático, la única solución económica y políticamente viable va a venir de desarrollar energías renovables. Y eso sólo se va a inventar a través de las tecnologías de producción. No lo van a inventar los banqueros, ni los ministros de finanzas.
   ¿Es esto ser radical, marxista o maoísta? Como diría don Antonio Machado, ese tema lo dejamos para la clase de Retórica… Yo me llamo Juan de Mairena y, a mucha honra, fui discípulo de Abel Martín…


   Manuel Vega Marín. Madrid, 4 de Agosto, 2015. Blog: solicitoopinar.blogspot.com.es


  
NOTA BIOGRÁFICA.- Ha-Joon CHANG nace en Seúl (Corea del Sur) en 1963. Economista de honda formación marxista (estudia en Inglaterra con Robert ROWTHORN. Especializado en la “economía del desarrollo”, está considerado entre los economistas heterodoxos más destacados, y la revista Prospect le incluyó en 2014 entre los diez pensadores más influyentes del mundo. Sus libros se traducen a más de 30 idiomas. Entre ellos debemos destacar: Retirar la Escalera, 23 cosas que no te cuentan sobre el capitalismo y Economía para el 99% de la población. Trabaja en la Universidad de Cambrige. Consultor del B.Mundial, del B.Europeo de Inversiones y de varias agencias de la ONU. Su pensamiento se encuadra en la corriente neokeynesiana. Su visión de la política industrial ocupa una vía intermedia entre la planificación centralizada y el libre mercado. No está en contra de la economía privada, aunque defiende la intervención del Estado como regulador y corrector de las distorsiones de éste. Asimismo es partidario de la colaboración entre la empresa privada y la pública, pero exigiendo por parte del Estado una regulación básica. Entre sus galardones se cuenta el Premio Wassily Leontief de 2005, ostentado también por Amartia SEN y J.K.GALBRAITH.

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