Y AHORA UN POQUITO DE POLÍTICA ECONÓMICA.-
Me gusta hablar de “política económica” más que de “economía”. Hablar de
ésta independiente de aquélla, es convertirla en un conjunto de reglas, que,
con más o menos matemáticas, palabrejas inglesas o más o menos acrónimos,
ordenan e instrumentalizan los negocios, públicos y privados, desde las
pequeñas y medianas empresas hasta los grandes Tructs y oligopolios
financieros.
Desde una ideología burguesa ultraliberal, con la matematización y
la moderna tecnología informática, se pretende dar a todas esas “viejas” normas
un aspecto teórico-científico, muy alejado a como las manejaban las abuelas,
los tenderos de barrio o los agentes que acudían al mercado a una cosa tan
simple como es intercambiar sus respectivos productos “excedentes”. Para tales
operaciones apenas se necesitaba un “aparato” tan complejo como es el Estado.
No me extrañaría que fuera en esos comportamientos tan sencillos donde
fundamenten, psicológicamente, los teóricos economistas neoliberales del
capitalismo actual, la seudoteoría de que EL MERCADO resuelve de manera
automática todos los problemas que se deriven de ese “tráfico”. Dicha actitud
se sintetiza en el dicho el Estado es
despilfarrador, y donde mejor está el dinero es en el bolsillo de la gente,
que bien podría completarse, sobre todo,
para quienes lo tienen… Piensan estos señores que el Estado burgués existió
siempre, olvidando que fue fruto de nuevas relaciones de producción y
comercialización “burguesas”, las que obligaron a superar el Estado feudal
anterior. E, igualmente, piensan que el Estado capitalista actual es, y
permanecerá siempre, sin que nuevas relaciones de producción o nuevas fuerzas
productoras más concienciadas y organizadas, acaben con Él antes que su
crecimiento “depredador” y “mecánico” acabe con el Planeta Azul, terminando
“robotizados” los que queremos disfrutar de él.
Este Capitalismo devastador ha creado múltiples fetiches. Son fetiches el “Mercado”, las “Mercancías” y el “Dinero”,
convertido, a su vez, en una mercancía
más. Ese fetichismo tiene dos
vertientes: una que “naturaliza” y “cosifica” algo que es un producto
histórico, como son las relaciones de producción, y otra que “subjetiviza” o
quita consistencia y debilita al ser social que es el hombre, aunque éste sea también,
al mismo tiempo que actor, un producto socia-histórico. Por tanto, para Marx
(el lector habrá adivinado mi referencia a él), ni esencias eternas ni
naturalezas presociales…
Estos estudiosos de semejante “economía”, ocultándose o no queriendo ver
lo que de “fantasmagórico”, “enigmático”, “ilusorio”, inclusive, “místico”
encierran esos fetiches, adoptan ante ellos una actitud reverencial, cual
mercaderes, o, como economistas teóricos del sistema, se comportan como sus
sacerdotes. El “fantasma” del fetiche les priva de ver la enorme cantidad de
relaciones humanas e histórico-sociales que hay detrás del “humo del incienso”.
Y aquí me voy a detener, resistiendo fuertemente la tentación de seguir gozando
de esta exposición, no sin antes sugerir la imposición como asignatura
imprescindible de acceso a la Licenciatura, así como lectura comentada en las
Casas del Pueblo, de dos libros de Karl MARX: Manuscritos de Economía y Filosofía y el Primer libro de El Capital. Y ello, por más que le pese
a Felipe González…, y a tanto economista, que cual maestrillo, van de “plató en
plató” presentando su “librillo”.
El pensamiento (la ideología) ultraliberal, prácticamente, ha inculcado
la especie de que la economía se reduce al “tráfico monetario”; que, como cualquier
tipo de compra-venta, puede ser reducido al ámbito de lo privado. Así, hasta el
propio Estado, para financiar sus propias necesidades y las de sus ciudadanos,
se ve obligado a acudir a dicho “tráfico”, realizado hoy en lo que
“pomposamente” se llama el Mercado, los
Mercados, como queriendo enmascarar algo tan antiguo, denominado con el
mismo vocablo. La diferencia está en que en aquellos no se le ve la cara a los
compradores…
Este mismo ultraliberalismo economicista ha conseguido que los Bancos
Centrales sean independientes de sus respectivos Gobiernos, y que éstos, en vez
de acuñar y emitir monedas, emitan “deudas”, denominadas “bonos”, viéndose
obligados por los tenedores-acreedores a pagar abusivos intereses. Y es
curioso, por no decir contradictorio, que estos vendedores de
“capital-mercancía” tienen al Estado, que tanto detestan, como su principal
“cliente” directo o como “avalista” de sus negocios con otros “colegas”… ¡No
hay más que ver cómo acuden , gimiendo, al papá-Estado cuando sus negocios
entran en crisis!.
Por eso, los que venimos de la izquierda y pensamos que la economía debe
estar al servicio de los hombres, preferimos hablar de “política económica”,
pues, quiéranlo o no, hasta los políticos, cuando discuten y negocian los
problemas reales de los ciudadanos de carne y hueso, se olvidan de lo que son, convirtiéndose
desgraciadamente en economistas. Desde esta perspectiva creo interpretar bien
al gran filósofo alemán, Jürgen HABERMAS, en un artículo publicado días atrás
en el Süddeutsche Zeitung, saliendo
en defensa de un banquero, Mario DRAGHI, coherente con su papel de defensor
del Euro. Estas son sus palabras: Todos los ciudadanos deberían estar
agradecidos a Draghi por haber evitado con unas palabras el hundimiento del
euro. En cambio, el mismo filósofo humanista echa en cara a su Primera
ministra, Sra. MERKEL , negarse a
reconocer la señal “política” emanada de la victoria de SYRIZA en las
elecciones griegas. Estas son sus duras palabras: Se presentan como políticos, pero
hablan sólo en su papel económico como acreedores. (El PAÍS, 24-6-15).
Recuerdo que el señor que esto dice es premio Príncipe de Asturias. Me gustaría
que esas mismas palabras les sirvieran al sr. RAJOY como “aviso para
navegantes”…
Utilizando, pues, el término “política económica”, se evita perder de
vista otros factores que con el uso solo del término economía se pretenden
olvidar. Citaré algunos: la propiedad y su origen, el trabajo, los medios de
producción, los derechos laborales, la riqueza y la procedencia de la misma, la
ecología, etc., etc… Sé que a algunos esto les sonará a “fanfarria” marxista…
Pero, no, no se preocupen esos algunos…, ni siquiera el PSOE, que no perderé el
tiempo en “peroratas”… Pero sí sugeriré
a los socialistas que, si quieren seguir el consejo de su gran “preboste” y
mejor “hombre de negocios”, F. Gonzáles, de no leer a Marx, que, si no lo tienen en sus mesillas de
noche, al menos consulten en sus bibliotecas otros grandes pensadores del
Socialismo español….
Y a ver si consigo ir “aterrizando”…
El otro día la Fundación Alternativa (nada sospechosa de
marxismo-leninismo), en un informe más que habitual, acusaban al PSOE de falta
de programa económico. En él se sugiere
al PSOE que, ante la dudosa posibilidad de volver a ser alternativa de gobierno
y liderar el cambio que nuestra deteriorada democracia necesita, el Partido
debe recuperar la credibilidad de ser “un instrumento de transformación
social”. Dice textualmente: para volver a
ser alternativa de Gobierno, el PSOE necesita recuperar la credibilidad como
instrumento de transformación social. Naturalmente, para ello deberá contar
con “un proyecto de país”. Ignoro (sólo
he podido leer reseñas) si únicamente
esa falta se refería a un programa económico coyuntural-electoral. Insisto, no
lo sé y pido disculpas… Pero me servirá
de pretexto para decirle al PSOE y a otros partidos de la izquierda, que echo
de menos lo que siempre hemos llamado “Programa Máximo”. Hoy algunos se
conforman con algo más pragmático y cicatero, denominado “Hoja de ruta”… Por Programa máximo entiendo, si se quiere
más poético, “como un objetivo en el horizonte”… Sinceramente creo que tal
objetivo no debe faltar en un partido que quiere cambiar y transformar la
Sociedad. Distinta cosa es con conformarse sólo con “administrar lo que hay”,
remediando los problemas de fondo con “tiritas”… Para eso ya están los partidos
“ecónomos” de los “señores del cortijo”… Ni que decir se tiene, que a
aquél “proyecto de máximos” se opongan
otros “programas mínimos” o coyunturales. Antes bien, éstos serán la puesta en
práctica de aquél, e, incluso en su contrastación con la realidad, revisarán y
actualizarán los “errores” o lo “imposible de prever” por aquél. Es lo que los marxistas extraemos
del principio “científico”, análisis
concreto de la realidad concreta…
Algunos considerarán ese Programa
Máximo como una especie de “preámbulo” cargado de respetables intenciones
piadosas, ignoradas después en el “articulado”. No estamos hablando de eso.
Estamos hablando de un “corpus” filosófico-doctrinal, nada que ver con un
“catecismo dogmático”. Hablamos de una especie de “código genético”, que, como
“horizonte marco”, ilumine el modo de ser y de actuar de una militancia
socialista, marxista o no, cuya “agenda” diaria o cortoplacista configure y
ordene los instrumentos (empresa, sindicatos, plataformas cívicas,
instituciones estatales, etc.), que mediatizan las “relaciones” hombre/mundo. Y
la “prueba del algodón” de que se anda el camino correcto será la diferencia
radical con otros proyectos de la “derecha ultraliberal”. El PSOE tendrá que
abandonar de una vez los “complejos” que le han llevado a “chupar rueda” de las
políticas económicas, que, junto con sus homólogos europeos, se pretende
imponer en el Viejo Continente, truncando el primigenio proyecto de la Europa
de los Pueblos por la “Europa de los Mercaderes”… Oídos sordos a los
improperios de “radicalismo”, “izquierdismo extremista”, “populismo”, etc., que
no son más que ladridos de sabuesos, ávidos de presas, provenientes de las
lindes del camino… ¡Ladran…, luego caminamos!...
La mal llamada crisis que padecemos es fruto del virus de la codicia que
mina el núcleo del ADN del sistema capitalista. Los economistas ultraliberales
pretenden convencernos de que esa “enfermedad” obedece a las leyes cíclicas de
la Biología, y que se repetirán como las “pandemias” de la antigüedad, aunque
con menos frecuencia hasta su extinción total, a medida que “su ciencia”
encuentre el antídoto definitivo. Mientras tanto, tendremos que aceptar ese
“infecto” sistema como un hecho natural que se ha instalado “para quedarse”.
Eso mismo dijeron cuando sucedió la Gran Depresión de los años treinta en el
centro mismo del sistema. Pero sólo la Gran Guerra subsiguiente y la industria
armamentística ad hoc pudo “aliviar”
al enfermo… ¡Y, de nuevo, nos encontramos en una situación similar!...
¡No! Los marxistas sabemos que los hechos sociales, incluidos sus
propios actores, lo hemos dicho antes, son siempre históricos. Hasta muchos
sucesos que, en otros tiempos, parecían causados por la propia Naturaleza, unos
se han podido combatir, y otros, los más, se han podido, al menos, predecir…
El Socialismo europeo, en nuestro caso el PSOE, ha caído en la trampa de
ese cuento ultraliberal, aceptando sin demasiada resistencia sus mecanismos
engañosos: mercado, total libre competencia, flexibilidad laboral… Si la
finalidad de los cuentos es dormir a los pequeños, el narrador de los mismos no
debe adormilarse con insomnes pequeñajos, perdiendo de vista la el fin de la
economía es el hombre.
El PSOE debe volver la vista al Estado de manera diferente de la
clientelar como lo hace el “mercado liberal capitalista”; ni siquiera como lo
“utilizaba” su predecesor “liberal-burgués”… Los socialistas deberemos concebir
al Estado como el mejor instrumento mediador en la creación y distribución de
la riqueza que el trabajo humano proporciona… La izquierda, en general, debe
sacudirse el complejo de que un Programa como el descrito, sea “estatista”…
Las agrupaciones socialistas deberán recuperar el papel que cumplían las
“viejas” Casas del Pueblo. Ciertamente, el acceso a la enseñanza generalizada,
entonces posible para unos pocos, les exime de su papel meramente
alfabetizador. El avance social ha
facilitado el acceso al saber a una más amplia capa de la sociedad. Pero si
debe recuperar el espíritu pedagógico de la Institución Libre de Enseñanza, a
la que no es ajeno el PSOE. Éste debe
ser consciente que los “contenidos” y finalidad del saber, cuyo último estadio
académico es la Universidad, pueden ser manipulados y desviados hacia otros
intereses muy distintos a los del bienestar de toda la Humanidad. No ha lugar
aquí hacer una crítica de los programas “Bolonia”… Si algo hay que defender con
más garras es la Enseñanza Pública… ¡mucho ojito con el “enfarragoso” mundillo
de las privatizaciones, concesiones y concertaciones!...
De cualquier manera, y con esto termino, las agrupaciones socialistas,
además del lugar de encuentro entre compañeros y de entrenamiento de marketing electoral, deberán ser
escuelas permanentes de adultos, en donde se corrijan los fallos de otros
ámbitos académicos, y en donde se concedan masters
a posgraduados o no, del gran legado intelectual y testimonial de todos las
corrientes y matices del pensamiento socialista… Et ita porro…
Manuel Vega Marín. Madrid, 2 de
Julio, 2015. Blog: solicitoopinar.blogspot.com.es
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