Se lo vaticinó Pablo
Iglesias en los debates de investidura y se lo volvió a repetir en la última
campaña electoral. Ahora, además, se lo exigen formalmente las bases de tu
partido, que en una votación con resultado aplastante ha sacado adelante su
propuesta de un Gobierno de coalición con Podemos. Todos los españoles nos
hubiéramos beneficiado, si en la noche del
28 de Abril hubiera escuchado a los que le gritaban ¡con Rivera, no!... Ha
tenido que ser el resultado adverso, no buscado ni esperado, de las elecciones
del 10-N, lo que le hiciera cambiar de opinión. Sinceramente no creo que fueran
las peticiones de con Iglesias, sí! de
algunos de los militantes concentrados esa noche en Ferráz. Más bien pienso, a juzgar por lo rápida de la
decisión, que Pedro y sus “gurús” tenían perfilado un plan B por si fallaba el
plan A. Pero, como dice el refrán, nunca
es tarde si la dicha es buena. Nunca ningún candidato a liderar cualquier
institución ha dispuesto de las oportunidades con las que ha contado Pedro
Sánchez. Sería como “tentar al diablo” ir a otras elecciones. Ni su partido, ni
mucho menos él, podrían optar en mucho tiempo a presidir el Gobierno de España.
Los primeros que lo inculparían, lo mismo si se alía con la derecha, y
volverían a echarlo de la dirección serían los “quintacolumnas” y los
“cavernícolas”, de los que no se pudo deshacer en su vuelta a la Secretaría
General, y a los que, esta vez, les ha ganado el reto, gracias a la aceptación
rápida de la “mano tendida” de Pablo Iglesias en la noche electoral. De todas
maneras, Pedro debe seguir desconfiando de los García Page, Lambar, Suisana y
cía, que siguen en activo y a rebufo de su rueda, pero también, al acecho de su
posible fracaso. Son menos preocupantes los recalcitrantes Felipe González, Guerra y
otros especímenes a punto de extinción natural.
En cuanto a los de la “otra España” que diría Machado, abochorna,
incluso al más fanático, ver la dinámica apocalíptica que han elegido para
oponerse a un gobierno de coalición de izquierdas, que sería tan legítimo y
constitucional como uno de derechas. Estos que tanto alardean de la
Constitución, olvidan su legitimidad plasmada en su primer artículo: La soberanía
nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado.
Cuando ese pueblo manifiesta una voluntad contraria a la suya, como ocurrió el
28ª y ha vuelto a ocurrir el 10N, buscan mil subterfugios para rechazarla. Aparte de hacer el ridículo y de meter miedo a
los que, como ellos, se consideran tan patriotas creyendo sus privilegios
amenazados, están demostrando que sólo son demócratas cuando ellos gobiernan.
Vuelven a aquella España caciquil que no paró hasta tumbar la República,
aunque, para ello, tuvieran que dar un golpe de Estado, cuya consecuencia fue
una Guerra Civil de tres años y una dictadura de cuarenta. Basta escuchar a
Aznar con su tono antidemocrático y fascista, despreciando no sólo a los
partidos que no son de su cuerda, sino a los millones de ciudadanos, que,
libremente, han votado por ellos. Y,
¿qué decir de sus pupilos, que, adoleciendo de la más supina ignorancia de lo
que es el Marxismo, despotrican de los comunistas, como si fuera una deshonra
haber luchado, con todos los errores que se quiera, por la igualdad y la
democracia, en contra del nazismo y el fascismo? Mientras los partidos
comunistas clásicos se han reformado intentando corregir sus errores
históricos, los españoles demócratas estamos esperando que ellos reconozcan los
suyos. Pero, no sólo no lo hacen, sino que la derechona española está
instrumentalizando a un partido como Vox, nacido de sus entrañas, que, con sus
continuas mentiras y tergiversando la Historia, está fomentando el odio entre
españoles, removiendo las vísceras de los mismos. Pero lo más vergonzante e
insólito es el blanqueo que por acción le están haciendo algunos medios de
información, o, por omisión, algunos partidos progresistas, a sus conductas
anticonstitucionales, antidemocráticas o, simplemente, provocativas y de escasa
sensibilidad humana.
Alargaríamos ad infinitum este
artículo, si enumerásemos todos los discursos y actos, que, en base a una
“singular” interpretación de la libertad de expresión, y otras leyes, como la
Ley de Memoria Histórica especialmente, está llevando a cabo Vox en aquellas
Comunidades, como Andalucía y Madrid, o en otras instituciones, cuya
representatividad se lo permite.
Y, como si algo faltara a este sainete, no se han hecho esperar las
declaraciones del presidente del Círculo de Empresarios, sr. Zulueta, asustando
con la fuga de capitales y de inversiones, o las el presidente de la CEOE, sr. Garmendi,
en contra de un Gobierno PSOE-UP. Cae el telón, ¡no podía ser de otra forma!,
con el “anatema” del
Arzobispo/Cardenal de Valencia, sr. Cañizáres: Estamos padeciendo una verdadera enfermedad, manifestada en diversos frentes, en nuestra sociedad, cuyo gran
desafío, o, mejor, grandes y nuevos
desafíos se resumen en su sanación
urgente, si es que de verdad estamos dispuestos a superar lo que nos aqueja.
Debe preocupar a todos los españoles la disimulada
llamada a un sanador... No sé si sobrevivirá algún ciudadano, que oyendo
esas diatribas apocalípticas, no le rezumben en sus oídos los sórdidos
discursos de los dirigentes de la Confederación Española de Derechas autónomas
(CEDA), pronunciados en oposición a la República.
Que Pedro Sánchez haya aceptado ahora, a pesar de las presiones que debe
estar recibiendo de todos lados, la formación de un Gobierno de coalición con
Unidas Podemos, no indica que haya cambiado su ideología. Pues, aparte de intentar mantenerse en la Moncloa,
su cambio de estrategia obedece a no querer cargar él solito con el estigma de
ser el responsable del posible acceso de la derecha al Gobierno de la Nación,
en caso de aceptar la única alternativa de unas nuevas elecciones. El
apocalipsis anunciado por los partidos de derecha y los poderes fácticos que a
su alrededor se mueven, es la prueba testifical que me confirma en mi opinión
ya expuesta en artículos anteriores: evitar
la incorporación de podemos al Gobierno (El Psoe debe explicar las causas de su
desconfianza de U.Podemos, 16-9-19 y
Pedro Sánchez, no sólo ha fallado, sino
que ha cambiado de principios, 30-7-19).
El no poder cambiar la realidad resultante de las elecciones de 28ª y
10N, es lo que hace que esos poderes económicos, que nunca se presentan a la
contienda electoral, “echen las campanas al vuelo”, a sabiendas de que serían
ellos los más beneficiados de una repetición electoral. Con elecciones o sin
elecciones, gobierne la derecha o una izquierda
domesticada, ellos siempre saldrán ganando.
Me permito, pues, recomendar al aspirante socialista, si tanto él, como
el Psoe quieren sobrevivir, aprovechen esta última posibilidad matemática y
recaben y aprovechen los votos de los dispuestos a cambiar, aunque estos
provengan de los soberanistas. El conflicto catalán alguna vez habrá que
solucionarlo. Al Gobierno de coalición se le ofrece la oportunidad. Si, por
cobardía, Pedro Sánchez se echa atrás, entre los suyos y los ajenos lo harán
desaparecer...
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