La honestidad
de su centenaria historia, de la que tanto alardea el Partido Socialista Obrero
Español, la hubiera demostrado reconociendo su error y su deslealtad hacia sus
militantes y votantes, y pidiendo humildemente perdón, arrostrando
deportivamente las consecuencias. Por el contrario, ha elegido el camino más
intrincado, que le ha llevado al bochornoso espectáculo a punto de “bajar el
telón”.
Pedro Sánchez,
creyéndose el bello príncipe Teseo, hijo del rey ateniense Egeo, se atrevió a entrar
en el laberinto para dar muerte al insaciable Minotauro. En este caso se fio
del hilo que su enamorada Ariadna estaba tejiendo, y que le serviría de guía
para salir de aquella enrevesada mazmorra. Pero, para su desgracia, el joven
príncipe se encontró con que el insaciable y mítico animal era Felipe Gonzáles
que se había ganado los favores de la Ariadna andaluza, y ésta, quedando
cautiva como su madre, la reina Pasifae, de la rara belleza de tan extraña
bestia, traicionó al ingenuo Teseo. Y es que a la Sultana se le da mejor
descoser que coser, destejer que tejer.
Es una
vergüenza el uso que muchos de sus dirigentes están haciendo de ideas tan
nobles como política, ética, moral, responsabilidad, conciencia, etc., y el
manejo tan aberrante que vienen haciendo de vocablos muy bien definidos por el
Diccionario de la RAE. Y todo con tal de evadir, cual clamar en su tinta,
respuestas sencillas: Sí/No, ante interrogantes que los periodistas o cualquier
simple ciudadano les vienen haciendo. Si hiciésemos una recopilación de las
declaraciones y comentarios hechos por muchos dirigentes del Psoe en las
últimas semanas, obtendríamos la mejor antología de lo que es la antipolítica.
Una muestra de ello la tenemos en el Comité federal del día 23. Dicen que han
tenido un debate profundo sobre el tema tratado. Lo cual es una solemne
mentira, pues la conclusión ya estaba fijada de antemano. Lo que ha habido en
las escasas horas para tratar un tema que ha puesto al Psoe en una de las
encrucijadas más difíciles de su historia, ha sido una serie de monólogos para
el desahogo personal, en los que la Susanita, en el papel de Eva Hache, ha
obtenido el mayor éxito del programa el Club de la Comedia…
La Comisión
gestora ha tenido que echar mano, para dar la cara ante los españoles, de sus
fieles agradecidos por las poltronas que ocupan en Bruselas, lejos de los
problemas reales que atañen a los ciudadanos de aquí. Me estoy refiriendo, por
si alguien no se ha percatado del detalle, a Ramón Jáuregui, Elena Valenciano o
el mismísimo Pepe Blanco, entre otros. Uno siente vergüenza ajena al oír las
declaraciones de Jáuregui, con cuyo rostro compungido, como en otras ocasiones,
parecía sincero y honesto, ahora dice que cumplir o no con el mandato del
Comité no es un problema de conciencia, sino de política. Con otras
palabras es lo que ha repetido Pepe Blanco (ARV, 25-X-2016) y tantos otros…
Seguro de que ¡hasta Maquiavelo se ha tenido que remover en su tumba! Ahora
resulta que las normas o decisiones del partido, cuyo cumplimiento en temas
como el presente, puede afectar a la honorabilidad y coherencia del mandatario,
no es un problema de conciencia, sino de lealtad al partido. Pero no es
desleal, en cambio, incumplir el programa con el que el mismo partido requirió
el voto de sus militantes y votantes, en general. Ante estos razonamientos
propios de trileros habría mucho que decir; pero sólo recordarles a estos
malabaristas de la poltrona, que hasta la más rígida Moral cristiana pone por
delante de normas y mandamientos el sacrosanto Tribunal de la Conciencia de
toda persona sensata, que, para el creyente, sólo responderá ante Dios.
Al portavoz
Antonio Hernando hay que “echarle de comer aparte”. ¿Cuánto ha tenido que pagar
este “politicastro”, para ahora tener que decir SÍ donde tantas veces dijo NO
es NO? ¿Es que, en su caso, sí
le obliga la conciencia aceptar la misma portavocía? ¿No sabe aquello de que
“Roma no paga a traidores”? ¡Por mucho que sean sus ganancias laborales o
económicas, no va a ser suficiente para pagar a un psiquíatra que le cure de su
esquizofrenia!
Y, ¿qué decir
de la perorata que, en su programa ARV, le permitió García Ferreras al
“sabihondo” Rodríguez Ibarra? La verdad, que fue todo un modelo de discurso
“antimagistral”. Sus bilis y su locuaz fanatismo le impulsaron a proferir
“barrabasadas” como las siguientes: que
se sentía engañado y estafado por la actitud de algunos de sus compañeros.
¿A quién nos recuerda? ¡Otro que se cree ser el confesor o director espiritual del
partido! Se cree en el derecho de pedir la expulsión de los “insumisos”; pero,
aunque, de farol, haya amenazado con abandonar el partido, su responsabilidad y
su lealtad a los privilegios que aún conserva como expresidente, se lo impiden.
¡Pobre partido si prescinde de sus esencias socialistas! Que la socialdemocracia está en contra de la unidad de la izquierda.
Esto, aparte de ser una solemne mentira, imperdonable en quien se considera
depositario del historial de su partido, se contradice con lo que ha venido
predicando el Psoe, de que es el único aglutinador de las izquierdas de este
país. Que se afilió al Psoe porque no es
un partido asambleario, pues si hubiera querido esa forma de democracia
interna, se hubiera apuntado al Partido Comunista. Una mentira más, pues, ¿No
era el sr. Ibarra y sus compañeros los que criticaban a los partidos
comunistas, porque su modelo interno de democracia: el “centralismo
democrático”, era un modelo estalinista? ¡Imperdonable contradicción en un
exprofesor universitario! Aceptaría,
además, que se rompiera la hermandad entre PSC y Psoe, inculpando al
Secretario general de los socialistas catalanes, sr. Inceta, del escaso
resultado electoral en Cataluña. Como si el problema del Psoe fuera su declive
electoral. Más le valiera que se preguntara por las causas de ese declive. ¿Ya
no se acuerda el expresidente extremeño de cuando el Psoe obtenía mayorías para
gobernar, gracias a sus compañeros catalanes? ¿Por qué no ve esa misma caída en
Extremadura, donde gobiernan gracias al apoyo de Unidos Podemos? ¿Es que cree
que con los votos, también en decadencia de la Sultana andaluza, apoyada en su
presidencia por un partido de derechas, serán suficientes para que el Psoe
vuelva al Gobierno de la Nación? En fin, es tanta y tan antigua la catalonofobia
de este señor, que aún en los tiempos que presidía la Junta de Extremadura, no consideraba
el daño que podría causar a tantos paisanos suyos que tuvieron que buscarse la vida en Cataluña,
en donde se integraron, gracias a la buena acogida de los nativos de dicha Comunidad
Autónoma. ¡Cuando el fanatismo se impone a la razón, es suficiente para poder
pensar que, por debajo de él se esconden otros intereses!...
Considerada en
los párrafos precedentes lo que podríamos llamar de ética política, hablemos
ahora de política jurídica o constitucional. El artº 99 de la Constitución
establece la forma de elección del Presidente del Gobierno, que en nuestro
sistema parlamentario será el candidato, no de la lista más votada, como hace
tiempo el Partido Popular quiere colar por la puerta falsa, sino aquel
candidato que más apoyo parlamentario consiga. Esta es la razón por la que el
sr. Rajoy no se presentó a la investidura a pesar de haber sido su lista la más
votada el 20-D. Idéntica situación se produjo en la repetición del 26-J con el
candidato del Psoe, cuando aún la aritmética parlamentaria, si bien más
disminuida, hacían posible un Gobierno de cambio. Pero, ante la posibilidad de
que tal cambio se produjera, y de que en dicho Gobierno participara el partido
PODEMOS y sus confluencias, y bajo la sospecha de que Pedro Sánchez agotaba el
escaso tiempo que le restaba para no perder su posibilidad de presidir el
Gobierno de España, se desata, saliendo a la superficie, toda una soterrada
“conspiración”, que bajo los eslóganes de que unas terceras elecciones sería el
“apocalipsis”, el de la “sacrosanta unidad de España”, el de los
“independentistas que la quieren romper”, y otros mitos, que, incluso, han
calado en el Psoe. Además, esos eslóganes han ido acompañados de todos los
instrumentos de presión –grandes medios de información y comunicación en manos
de las empresas del Ibex-35, de la gran banca-, que no se presentan a las
elecciones, hasta que, por fin, todo ese
complejo de presiones llega, guiado por Felipe González y sus adláteres,
al mismísimo corazón del Psoe. Sobra repetir aquí las burdas artimañas de la
Comisión Ejecutiva y de la Comisión Gestora, que han obligado a Pedro Sánchez a
dimitir de la Secretaría General.
Más
relacionado con la cuestión de qué deben votar los diputados del Psoe en la
investidura de Rajoy, viene al pelo recordarle a la Gestora de uno de los
partidos que se autodenominan “constitucionalistas”, el artº. 6 de la Carta
Magna, en cuya última frase dice, refiriéndose a los partidos políticos: Su
estructura interna y su funcionamiento deberán ser democráticos. A este
respecto, permítaseme dudar de si el comportamiento tanto del último Comité
Federal, como de todas las componendas a que ha estado sometido, ha permitido
que su toma de decisiones se hayan ajustado a lo que obliga el precepto citado.
En cuanto al
mandato imperativo, en declaraciones del Presidente de la Gestora, para que los
diputados se atengan al “mandato” de que, por unanimidad, voten NO en la
primera votación y se abstengan en la segunda, viene muy apropiado mencionarle
al sr. Javier Fdez. el artº. 67, que en su apartado 2 dictamina: Los
miembros de las Cortes Generales no están ligados por mandato imperativo.
Al respecto, me adhiero al comentario que R. Tamames hace del mismo: …el elegido no es el partido, sino el
Diputado o el Senador; y por ello mismo tiene derecho a decidir en las
votaciones según su propia conciencia… En base al artículo 67, debe entenderse
también que carece por entero de validez –por considerarse coacción- cualquier
clase de renuncias que los parlamentarios pudieran haber firmado con
anterioridad a las elecciones, para que después los dirigentes del partido en
cuestión lo pudieran utilizar a fin de provocar su “dimisión” (Intr. a la
Const. Española. Ed. A. Editorial, pág. 107).
Por último
citaré el párrafo final del artº. 33 del Reglamento interno del Grupo
Parlamentario Socialista. Que dice lo siguiente: El Pleno del Grupo Parlamentario Socialista podrá excepcionalmente
acordar la libertad de voto por razones
de conciencia, una vez oídas las razones del parlamentario/os solicitante.
A este precepto se ha acogido el diputado Odón Elorza y otros que no quieren
abstenerse; pero no les han dado opción a ser oídos. El doble incumplimiento de
esta norma –no dar libertad de voto y no ser oídos-, no hace más que poner en
evidencia que la decisión de apoyar la investidura de Rajoy estaba tomada
previa e interesadamente.
El Tribunal
Constitucional, cuya creación tiene como único precedente el establecido por la
Constitución republicana de 1931, llamado Tribunal de Garantías
Constitucionales (arts. 121 al 125), viene regulado y configuradas sus
funciones por el Título IX, arts. 159-165 y el Título X, que normaliza su
reforma. Así mismo, su reglamentación más concreta, viene establecida por la
Ley Orgánica 2/1979 de 3 de Octubre. Ésta en su primer artículo establece que
el T.C. es el intérprete supremo de la
Constitución, siendo independiente del resto de órganos constitucionales, y
está sometido sólo a la propia Constitución y a la presente Ley. Es único en su
orden y extiende su jurisdicción a todo el territorio nacional.
En
consecuencia, más les valiera a estos partidos, PP, Psoe y C´s, que pretenden
marginar a los demás llamándoles anticonstitucionalistas y antisistema, miraran
más sus actos que sus hipócritas discursos, y recordaran el refrán de “dime de
qué presumes, y te diré de lo que careces”. Porque son ellos los que menos
respetan la Constitución y el resto de instituciones derivadas de ella.
La función del Alto Tribunal, como garante
y vigilante, la ejercerá de oficio o a instancia de parte, por Jueces y
Tribunales, y nunca por propia iniciativa. Como no trato de convertir este
trabajo en un estudio sobre el T.C. y sus competencias, sólo pretendo decir que
los diputados afectados en su derecho fundamental a la libertad de conciencia y
su ejercicio, podrán recurrir en amparo
al Alto Tribunal, siguiendo los requisitos exigidos por la propia Constitución
(artº 161,b) o por la Ley Orgánica (arts. 42-43), contra una decisión puramente
administrativa o de régimen interno de su partido o grupo parlamentario. En el
momento en que acabo de escribir lo precedente, he leído la carta que Izquierda
Socialista de Aragón remite a la Presidenta del Congreso, muy en consonancia
con lo que pienso. http://diario16.com/izquierda-socialista-de-aragon-exige-la-suspension-de-la-investidura
Supongo que,
como buenos “leguleyos”, los que han tramado todo este “enredo golpista” saben
el nulo efecto que va a tener esa misiva, y, aunque, lo tuviera, llegaría
tarde. ¡Todo se habrá consumado! Pero que no se preocupen los diputados que
rompan la disciplina de voto, pues no serán castigados por los “obedientes
gestores”, que esta vez harán una “interpretación generosa” de los reglamento,
aunque, eso sí, tomarán nota de los “chicos revoltosos”… Como mucho les
impondrán una sanción económica con que pagar los gastos extras ocasionados…
¿Debemos suponer que estos “revoltosillos”, por coherencia y ante el anuncio de
Rajoy de no derogar ninguna lay aprobada en su anterior mandato autoritario,
van a seguir votando NO? ¡Ojalá!
¿Y qué diré
del triste “paripé” representado en el debate de investidura? Que es para mearse
de la risa, si no fuese por las pésimas consecuencias que sus efectos van a
suponer para los ciudadanos españoles, salvo para las élites que han escrito el
guión.
En la primera
sección vi a un Mariano Rajoy crecido y confiado cual presidente de un club
deportivo, cuyos eructos y olor a puro detectaban la tranquilidad en una
victoria, previamente amañada con su rival al calor de una opípara comida en el
restaurante de siempre… A tan cobarde pacto, en castellano, se denomina tongo. Al portavoz del equipo visitante,
sentado a la derecha de aquél, le noté serio y nervioso, simulando
hipócritamente cierta contrariedad, agravada por el énfasis que, de vez en
cuando, insuflaba a un texto escrito por otro, y que no había tenido tiempo de
aprendérselo. Hasta tan vehemente perorata parecía convenida en el café y copas
de los postres, a juzgar por la indiferencia de la atención prestada por el
comensal que había pagado la comanda. Me tomé la molestia de tomar notas de
algunos de sus pasajes. Pero, cuando he vuelto a leerlas para glosarlas en este
trabajo, me ha parecido injusto hacer cómplice a mi ordenador de tanta mentira,
y de palabras y frases manipuladas a conveniencia… Sus seguidores intentaban
animarle con aplausos más propios de la “claque”, que de un público realmente
entusiasmado por la representación. Tal era el aburrimiento que se notaba en el
patio de butacas y en el graderío.
Por las
razones expuestas, y, dado que el resultado del encuentro estaba “apañado” con
anterioridad, no presencié el segundo acto de este sainete. Creí más
interesante acudir al otro parlamento, la calle, desde la que no se iba a
“tomar la Bastilla”, ni el “Palacio de Invierno”; pero sí tendría la libertad
de aplaudir discursos muchísimos más honestos y auténticos: aquellos del ¡que no, que no nos representan…! ¡Psoe,
PP, la misma mierda es!... ¡SÍ SE PUEDE!...
Cae el telón.
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