jueves, 27 de octubre de 2016

A LA JERARQUÍA CATÓLICA LE SIGUE OBSESIONANDO EL SEXO



   Los señores pertenecientes a este “grupo de presión”, cuando exponen sus teorías, debieran recordar que la autorita de sus discursos les viene validada por la fe en el sacramento sacerdotal que ellos mismos han inducido en sus fieles, y sólo para cuestiones relacionadas con su “mundo” mítico-teológico. Por tanto, debieran ser muy prudentes cuando osan tratar otros temas, para cuya explicación hay otros profesionales mucho más capacitados y preparados. Con su arrogante persistencia en sus peroratas dogmáticas y trasnochadas sólo consiguen mantener en la ignorancia a sus adeptos, cuando no someterlos a un continuo sacrificio que prolonga la buena cruz del que lo lleva y de su familia desde su adolescencia por los motes y otras señales de desprecio sufridas por tales personas, según las palabras del Presidente de la Conferencia Episcopal, sr. Ricardo Blázquez.

   ¿En qué bases científicas y empíricas se apoya monseñor Blázquez para lanzar el siguiente párrafo, por lo demás, incomprensible y contradictorio? Cuando se intenta separar el género del sexo me parece poco serio, porque la sexualidad no es sólo genitalidad, también es una forma especial de sentir. Esta cuestión no se resuelve con una operación quirúrgica, es de otro orden. ¿Tiene claro su eminencia qué es el género, el sexo, la genitalidad? ¿Ha estudiado científicamente la relación entre sí de esos conceptos-vivencias? ¿Quiere explicarnos cuál es esa otra forma especial de sentir? ¿La ha sentido él o tiene conocimiento directo de quien la haya sentido?
   Cuando, por otra parte, el sr. Blázquez dice que la Humanidad no se distribuye entre homosexuales y heterosexuales, sino que distribuye sabiamente entre varones y mujeres, además de no definir rigurosamente esos conceptos, parte de un apriorismo bíblico-mítico, posteriormente dogmatizado por la Teología católica, pero que, en absoluto, se corresponde con lo que es la Naturaleza. Ésta es lo que es, y de esa manera se intentará manifestarnos siempre, salvo que interpretaciones míticas interesadas quieran inducirnos a verlas de otra manera. Las pulsiones sexuales de los seres vivos son las que son, y así seguirán siendo y manifestándose cada vez más claramente, a medida que la humanidad avance en su conocimiento científico, y éste nos vaya librando de las explicaciones mítico-religiosas de nuestros ancestros.
   Si los progresos científicos-técnicos son capaces de liberar a las personas que sufren esos supuestos “desajustes”, al mismo tiempo que van desapareciendo los prejuicios sociales y culturales, la vida en este mundo será más feliz para todos. Y se cumplirá el mandato bíblico de la creación del hombre con capacidad de poner nombre, de dominar, todo lo creado en los días precedentes. ¡Ay si los curas y obispos creyeran en lo que predican!... Si la capacidad racional del homínido no hubiera progresado, y ese progreso no hubiera puesto en sus manos los medios científico-técnicos, que nos ayudan a remover esos desajustes naturales y culturales, aún seguiríamos en las cavernas…
   El sr. Cardenal vuelve a confundirse cuando, desde sus prejuicios dogmático-religiosos, critica la revolución biotecnológica en el ámbito de la reproducción humana. Afirma que una persona no es producto de laboratorio, y responde con un no a la falaz pregunta de si los hijos se van a fabricar en un laboratorio. La “perogrullez” es evidente. No sé si algún día se podrá crear vida en un laboratorio científico. ¡Hasta será posible! Pero lo que está meridianamente claro es que, si tan osado proyecto se consigue, jamás será vida con personalidad humana. Ésta sólo se adquiere en el gran laboratorio que es la civilización, la cultura, la educación y, en fin, la relación entre los humanos. Desengáñese, pues, ms. Blázquez y la Comunidad a la que pertenece, ya que una vida engendrada por la unión de un óvulo y un espermatozoide, bien en las condiciones y “catequesis” que la Iglesia Católica pretende imponer, bien en esas “otras catequesis” o laboratorios científicos, nunca llegará a adquirir personalidad humana, si no pasa por ese otro gran laboratorio que es la sociedad. Es más, me atreveré a decir que el paso previo, si fuese necesario, por el laboratorio de la ciencia capacitará mejor a ese “proyecto de vida personal”, al poder liberarle de las “anomalías” con que la Naturaleza bruta “tara”. Y, desde luego, el laboratorio social no tendrá por qué considerar entre esas anomalías o taras la tendencia sexual del nacido.
   Es tiempo ya de que la Iglesia Católica se vaya liberando de esa obsesión por el sexo, y descubra sin ambages todos los intereses económicos que ha venido ocultando tras el velo de toda una “falsa” teología sobre la sexualidad, la mujer, el celibato, etc., etc… Y es ese trasfondo económico-comercial al que el propio jerarca alude, al reconocer el auténtico desplome de los matrimonios canónicos y del incremento de los divorcios civiles. Critica la facilidad que para ellos ofrece la legislación española. Pero olvida que la Iglesia también ha entrado en esa “competitividad a la baja”, cuando al mismo hecho, que ella lama “anular”, aminora los precios que el Tribunal de la Rota cobra por los trámites…
   Y para finalizar, es de risa el escándalo que le supuso, durante su estancia en Alemania, que los jóvenes conviviesen sin haber “pasado por la vicaría”, o, incluso, sin intenciones de pasar. Tenía, dice, la secreta esperanza de que esto no nos llegaría a nosotros. ¡El pobre prelado aún se ha percatado de que los tiempos del “nacionalcatolicismo” han quedado bastante lejanos!


   Manuel Vega Marín. Madrid, 26 de octubre de 2016. www.solicitoopinar.blogspot.com.es


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