La aparición en las nuevas
generaciones de gente con mayor preparación intelectual para hablar sobre temas
políticos (…) ha sido clave para poner en evidencia el estilo del viejo
intelectual que cree que puede opinar sobre cualquier asunto sin haber hecho
unas lecturas mínimas al respecto. (“La desfachatez intelectual”. I. Sánchez-Cuenca.
Ed. Catarata, pg. 14).
¿Recuerda el profesor Santos-Juliá quién y cómo acabó con aquella “Niña bonita que fue la recién nacida República española, preñando
22 agrupaciones políticas a las Cortes Constituyentes de 1931? Francisco
Franco, que con un grupo más pequeño de hombres, pero con mayor “virilidad”,
engendraron otra “niña fea”, “bautizada” con el nombre de Democracia Orgánica
(cabría decir “orgásmica”). Claro que este “parto” se gestó en una guerra civil
y cerca de un millón de muertos. Muchos de ellos todavía yacen en las cunetas,
después de otro parto, muy celebrado por el profesor, que fue el de la
Transición. Y que no vengan los socialistas justificándose con que fueron
ellos, cuando gobernaban, quienes promulgaron la Ley de Memoria Histórica. Pues
mucho antes pudieron haberlo hecho los Gobiernos del tan loado y añorado por
muchos “bipartidismo”. Ahora lo llamarían “gran coalición”. Sólo una excusa: la
de que aquél “papaíto”, tan viril, lo dejó, si no “todo bien atado”, casi todo…
También tengo que recordar que aquella “Niña bonita” fue, si no
engendrada, si proclamada desde abajo; en unas elecciones municipales. Algo
parecido ocurre hoy con el “denostado” municipalismo, uno de los “gametos” con
que las confluencias… se encuentran como
un nuevo sujeto colectivo, que, según Santos, es la mejor senda hacia la desagregación de intereses y hacia un
extremo localismo, que no puede sino desembocar en el clientelismo y en el
nepotismo, características casi congénitas del sistema de la política en España
desde los tiempos de Maricastaña. Con ese “casi” el propio Santos-Juliá
reconoce que ni el bipartidismo, que tanto añora, ha podido acabar con esas dos
lacras del sistema político español. Más bien se han incrementado y ocultado
mutuamente por los partidos alternantes… Clientelismo y nepotismo han sido el
caldo de cultivo de la corrupción sistémica.
El mismo método de acabar con “el faccionalismo” fue empleado por otro
“caudillo” ante de los tiempos de Maricastaña referidos por Santos-Juliá. Debe
ser que ese faccionalismo, que yo llamaría “pluralismo”, está inserto en los
genes de la Naturaleza y de las Civilizaciones. No se explica, si no, la
repetición a lo largo de la Historia de tal fenómeno. El padre de la criatura
esta vez fue Constantino, quien utilizó la misma práctica en pro de la “unidad
del Imperio”; reuniendo en Nicea un
Parlamento de la época, entonces llamado “Concilio”, presidido “intrusamente”
por él, pretendió acabar con casi todas las “sectas” o tendencias
desagregadoras, surgidas en torno al nacimiento de otra “Niña”: el Cristianismo, que de ser un
movimiento de base popular, se convirtió en todo un sistema “jerárquico”,
encarnado por la Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Los conocimientos que
su militancia, algún tiempo, en tan
poderosa organización debió proporcionar al profesor de la UNED, me dispensa de
seguir ampliando esta “historieta”. El “intrusismo” practicado por ambos progenitores
fue mutuo…
En las Cortes Orgánicas, a parte
de los famosos “tercios” –familia, municipio y sindicato- de “procuradores”, se
sentaban en el hemiciclo dos obispos, que suponiendo menos de un “cuarto”, su
influencia pesaba más que la de “los tercios”. Claro, que ese desequilibrio
estaba compensado por el “derecho de presentación y veto” que el dictador
ejercía sobre quiénes debían ocupar las “Sedes metropolitanas”.
Las precedentes “historietas” me sirven de referentes para las
siguientes reflexiones. Que la realidad es la que es y los hechos que la
conforman son tozudos, y no saben de historia. Sólo “provisionalmente” podrán
servir de elementos para que la razón humana dialéctica, no otra venida del
“Olimpo”, los ordene en un entramado lógico, que es a lo que, en definitiva, llamamos
Historia. Si a ese “cañamazo” lógico no precede un análisis que biseccione cada
uno de los elementos, con el bisturí adecuado y muy apegado a la misma
realidad, sino con intenciones preconcebidas, el resultado será relatos
ficticios o mitológicos, y la propia
realidad y los hechos que la conforman, se rebelarán, resurgiendo, cual
Guadiana, una y mil veces… Por tanto, la
hegemonía consolidada del Partido Socialista, surgida de “otro”
fraccionamiento del tardofranquismo, que
alumbró en la historia política española… un gobierno lago de izquierda,
con disciplina y autoridad como
condiciones para el ejercicio del poder, (que) se aunaron por primera vez en lo que parecía poner fin a una secular
historia de faccionalismo, no tiene por qué ser definitiva. No acierto a ver las razones por las
que Santos-Juliá eleva su tesis a dogma. ¿Qué razones “científicas” hay para
que esa hegemonía no hubiera podido ser ejercida por UCD o por el Partido
Comunista, que fue quien más luchó contra el anterior régimen? En cualquier
caso, el análisis de los factores que influyeron o presionaron para que las
cosas no fuesen así, invalida la tesis del profesor. Mucha menos base
argumental, salvo la de seguir una
determinada consigna del periódico en el que escribe, “hojita parroquial” del
Psoe, tiene Santos-Juliá para encabezar su artículo con el párrafo que transcribimos: Seducido por el sorpasso, Podemos ha
dinamitado la fórmula reformista que habían hecho posible las elecciones del
20-D. A la par ha reforzado lo que los comunistas llamaron, durante décadas,
centralismo democrático. (sic)
Es también infundada y engañosa la afirmación un politólogo nos diría que en los nuevos partidos de izquierda
faltaron incentivos para sacar adelante la única
fórmula reformista que posibilitaba el resultado de las elecciones: una coalición que abarcara desde Ciudadanos
hasta Podemos, con el Partido Socialista en el papel central. Como “creencia”, sólo sería cierta, si
el politólogo referido fuera él mismo y algún otro socialista resignado. Desde
luego, ni el Ibex-35, ni Cebrián, ni mucho menos, Felipe Gonzáles, que con su
“fronting”, Susana Díaz, impusieron a Pedro Sánchez rechazar cualquier
coalición de gobierno en la que participase PODEMOS. Es mentira, pues, que Podemos haya dinamitado esa salida. Si
realmente el Psoe hubiera querido desempeñar el papel central, y presidir un Gobierno reformista y progresista,
sólo le hubiera bastado mirar a su izquierda y hacer caso a la aritmética
parlamentaria. Desde su consulta con el Rey, Pablo Iglesias aún no ha retirado
su propuesta de hacer Presidente a P. Sánchez. Pero éste prefirió ocultar el
“veto” de sus barones con el falaz invento del “reparto de sillones”, como si
él hubiera renunciado al suyo. Tampoco es verdad que un bloqueo de la izquierda amenace con garantizar a la derecha la
permanencia en el poder antes de haber procedido a una limpieza a fondo de sus
establos (¿en la oposición?) ¿No es más cierto que el PP en la oposición a
Zapatero, más que limpiar sus establos, acumuló en ellos más mierda? ¿Y no es
también más cierto que el Psoe, en su oposición a Rajoy, no aprovechó esa
situación para asear sus propias pocilgas? Les fue más fácil taparlas, a la
espera del siguiente turno bipartidista, que escuchar el grito popular de ¡QUE
NO…, QUE NO NOS REPRESENTAN…; PSOE, PP, LA MISMA MIERDA ES!... A ambos partidos
les fue más cómodo “bunkerizarse” tras los muros y vallas del Parlamento… ¡Que
no venga ahora Santos-Juliá y otros “compinches” con lo del sorpasso, que, para la ahora llamada “pasokización”, no
necesitan a PODEMOS! Ellos solitos se vienen cavando su propia tumba…
Por otra parte, salvo por falta de argumentos, no sé a qué viene esa
“pata de gallo” de que Podemos ha
dinamitado esa salida, reforzando a la par lo que los comunistas llamaron
durante décadas centralismo democrático, o sea, una dirección que asume todo el
poder y que lo manifiesta con descaro por el procedimiento de purgas internas y
os indecentes plebiscitos externos. Detrás de esa perífrasis, más que un
argumento convincente, se oculta la manida e hipócrita acusación de “leninismo”
y “estalinismo”, que, además de no ser cierta en el mismo segmento de tiempo,
denota un absoluto desprecio por los más de cinco millones que votaron por
PODEMOS y Las Confluencias. Sólo desde la deshonestidad intelectual y de
creerse impune penalmente, se pueden lanzar tan graves acusaciones. No es el
momento ni el lugar para entrar en una discusión sobre el tema. Soy un enemigo
de la utilización de argumentar ad
hominem; pero la brevedad y un cierto enfado, por la parte que me
corresponde, me incita a utilizarlo: el “prejuicio”, que no “juicio” de
Santos-Juliá, hace sospechar que jamás militó, no ya en el PCE. Ni siquiera, en
el Psoe. Mucho menos en el Partido Único; pero, sí deja entrever su militancia
en una Institución con, valga la expresión, “centralismo jerárquico”…
Es falso el análisis que hace el profesor del 15-M, cuando afirma que
este movimiento denostaba en el origen…
la forma de partido (como estructura organizativa), para, después de un año de gobiernos municipales, convencer a
los dirigentes de movimientos sociales –en horas bajas, dice, aunque no sus
dirigentes-, de las virtudes inherentes
al partido como organización, destacando, manipuladoramente, la de mantener y ampliar sus respectivas
parcelas de poder. De semejante aseveración puede deducirse que Santos-Juliá
se mantuvo aislado en su cátedra, y ni por curiosidad, participó en alguna de
aquellas espontáneas asambleas, donde hubo ciudadanos de todo “pelaje”. Su
actitud ante tan novedoso acontecimiento fue “rubalcabesca”. Pues tal “movida”
la protagonizaron ciudadanos “indignados”, precisamente, porque los partidos
clásicos y los mismos sindicatos no supieron o no quisieron ver, precisamente
por su “conformismo” complaciente con la democracia nacida del 78, las
carencias, las necesidades y recortes de todo tipo, causados a la población más
débil por mor de las políticas económicas y laborales, impuestas desde Bruselas
y Alemania por el ultraliberalismo económico. Ante tales políticas, los
partidos clásicos de la izquierda, empezando por el Psoe, a la sazón en el
Gobierno, se recluyeron en sus “campamentos de invierno”, mirándose el ombligo
y “cooptándose” sus mutuos ascensos en sus respectivas estructuras internas.
Este es uno de los vicios del sistema organizativo que, en todo caso,
criticaron los indignados asamblearios, y que obligó a muchos, hoy destacados dirigentes, a abandonar
tales organizaciones, hartos de tanto “enrocamiento”.
En su desnortado e interesado análisis de esos movimientos, las
“mareas”, que el profesor estima hoy en horas bajas, surgieron, sin líderes
identificados, en paralelo y participados por los “círculos” –despectivamente,
Santos los llama semicírculos-, que
se estructuraron “asambleariamente”, como es connatural a su origen espontáneo. Faltó tiempo a los
“instalados” dentro o a la sombra exterior de los partidos clásicos, para
criticar de anarcoide y otras lindezas aquel asambleísmo provisional. Muchos
dudaron, con razón, de que con tal sistema organizativo, pudieran “gobernar”,
exigiendo desconfiadamente su integración en las instituciones. Y, cuando, en
escaso tiempo y salvando “zancadillas” de todo tipo, consiguieron lo más
meritorio, como es encausar, sin violencia ni disturbios callejeros, todo el hartazgo
y la “mala leche” acumulada en “cada hijo de vecino”, arrecian con más fuerza,
si cabe, no ya las críticas sanas, sino las más abyectas mentiras, lanzadas
desde el miedo a perder privilegios y canogías. Si así limpian sus glándulas de
amargas bilis, mejor que mejor. Lo que nunca conseguirán estos “cainitas” será
arrebatar a estas nuevas fuerzas y su nueva manera de actuar y organizarse, los
cambios, que, sin proponérselo conscientemente, han provocado en el resto de
partidos y en las instituciones. Por no extenderme, sólo citaré la introducción
de “primarias” en la forma de elegir a sus dirigentes. Algunos de la “caverna”
las tacharon de “americanada”, pero todos, salvo el PP, acabaron adoptando tal
fórmula…
Y, para ir acabando, ¿cómo se atreve, si no es desde el engreimiento, el
profesor Santos a afirmar que todo este trabajo sólo persigue reforzar la posición del líder en la
inminente batalla por ocupar, palmo a palmo… la mayor parcela posible de eso
que la alcaldesa de Barcelona ha bautizado como espacio bonito, aquel en que
todas las confluencias se encuentran y se funden en una única candidatura?
Menos mal que lo hace con profusión de
besos y abrazos, y no con “navajazos bajos” o con deslealtades disimuladas,
a lo que nos tienen acostumbrados otros partidos. No hay más que ver los
comités federales del Psoe o en las diversas asambleas de IU. Es incongruente
tachar de leninista y estalinista a Podemos y sus dirigentes, y, al mismo
tiempo, considerar como degradante que esos nuevos “grupos”, como el que
representa Ada Colau en Cataluña o Compromís en Valencia, pretendan
constituirse en nuevo sujeto colectivo.
Al catedrático de historia de las ideas políticas le escandaliza que un Estado se pueda gobernar a la manera
de un municipio…; tiene miedo a que tal manera de gobernar pueda desembocar en el clientelismo y en el
nepotismo. Añora el profesor lo que los politólogos de la Ilustración
llamaban intereses generales o la “conformación
de la voluntad general”, en los que se fundaba la constitución del Estado. Pero
olvida que el Estado y sus instituciones son los que han devenido “clientelares
y nepotistas”, cuando administran los intereses de todos en beneficio de
ciertas élites. ¿Es preciso recordarle al profesor los casos Gürtel, Púnica,
los Ere andaluces, o, en estos días, los “papeles de Panamá?... El pueblo de
carne y hueso siempre ha vivido y vivirá en municipios más o menos grandes, y
es a ese espacio al que deben acercarse los administradores públicos,
dotándolos de servicios esenciales como la Educación, Sanidad, Vivienda, etc.
Esos son los aires que se respiran en PODEMOS y sus Confluencias. No disgregar,
sino descentralizar, asignando a
tales entes más presupuesto y medios.
Pierda, pues, miedo el profesor, que, para organizar y conformar aquella
“voluntad general” han venido las nuevas tecnologías y las “redes” sociales. Si
el uso de ellas no es prohibido y acaparado por “los de siempre”, los
ciudadanos, cada vez más formados y concienciados de la “res-pública”, no
necesitaremos de grupos de comunicación como PRISA, ni de “cebrianes”, ni de los figurones de siempre, con su ego
hinchado y su opinión tajante e idiosincrásica; frente a ellos van surgiendo
aquí y allá autores mejor preparados y más especializados, menos visibles, pero
más numerosos, con menor sello personal, pero mayores dosis de análisis y
reflexión, menos brillantes, pero más rigurosos. (Ibd. Sánchez-Cuenca, pag.
216). Y así sucesivamente…
No hay comentarios:
Publicar un comentario