martes, 10 de mayo de 2016

ANTE NUEVOS PROBLEMAS, NUEVOS INSTRUMENTOS CON QUE HACERLES FRENTE



  El éxito de PODEMOS, obtenido en tan poco tiempo, es haber sabido encontrar el instrumento y la estrategia con los que poder aglutinar a la población “indignada” que llenó plazas y calles el 15-M, y que conformó las llamadas “mareas”. En tales manifestaciones, aparte de reivindicar la dignidad como ciudadanos, se reivindicaban también derechos y servicios públicos que afectaban por igual a todos, independientemente de edades, situación socio-laboral o identificación ideológica en la que se habían reconocido. Si algo ha conseguido el actual voraz y salvaje capitalismo ha sido que los trabajadores “suspendieran” lo que los clásicos del Marxismo llamaban “conciencia de clase”. En el franquismo las Universidades Laborales fueron centros idóneos para “desclasar” de sus familias a los alumnos. Ese mismo objetivo se propusieron los “sindicatos verticales”, creando la ficción de que los intereses de los trabajadores y sus patrones-empresarios eran los mismos. En el período de vacas gordas de la economía, el desarrollo del crédito y otras formas de pago, los empleados por cuenta ajena, que sólo disponían de su “fuerza de trabajo”, con la que apenas podían dar de comer a sus familias, pudieron sentirse “nuevos ricos”, poseedores, como sus patronos, de vivienda, automóviles, electrodomésticos, etc., etc…

   El “Estado del bienestar” facilitó el acceso universal a los servicios públicos más fundamentales, -educación, sanidad, etc.- gratuitos y de calidad. Sin duda, esto fue un gran avance. Pero lo fue mientras el capital y sus tenedores sacaban gran rentabilidad de tal maná llovido del cielo. Pero, claro, estos servicios, que un ciudadano poco versado consideraba gratis, en absoluto lo son; es más, ni siquiera tienen por qué ser rentables en el corto plazo, que es como muchos capitalistas entienden la rentabilidad. Cualquier ciudadano que haya, por ejemplo, tenido la desgracia de pasar por un quirófano, se podrá hacer una idea de los costes que una sanidad moderna conlleva. Y ¿quién paga? El Estado, contestará. Y ¿de dónde extrae el Estado el dinero necesario para tales pagos? Esto sí que lo saben todos los sujetos a nóminas o pagan facturas “legales”. Pero hay “listillos”, a los que la codicia les ciega o los hace miopes, y piensan que ellos pueden pagarse, de su bolsillo, determinados servicios, y que, por tanto, creen que no tienen por qué sufragar el exceso que otros ocasionan a las arcas públicas; que, cuando ellos necesiten de tales servicios caros, siempre podrán recurrir a “lo público”, que, para eso también cotizaron. Mientras tanto, con ese “excedente” en el bolsillo propio, podrán montar todo un sistema privado paralelo al sistema público, no sólo con la intención de competir sanamente o complementar las carencias de éste, sino que, valiéndose de la influencia de sus “lobbies” y de algún que otro político amigo, intentarán apropiarse de las instituciones públicas, prestadoras de tales servicios, en la falsa creencia de que su “buena y eficaz” gestión, harán rentables lo que el Estado hace deficitario con su “derroche” e ineficaz y “burocrática” gestión. Lo cual no deja de ser otra gran mentira. Si las empresas privadas obtienen beneficios en tales sectores es a costa de la derivación a ellas de los servicios menos costosos, o a costa de un empeoramiento en la calidad de los mismos. Basta ver cómo en la enseñanza privada o concertada la ratio profesor alumno ha aumentado, afectando al rendimiento escolar; en la sanidad privada las consultas médicas cada día están más masificadas, y las “primas” que cobran las compañías se disparan en cuanto los asegurados utilizan sus “tarjetas” por encima de lo que aquéllas estiman “equilibrio técnico”.
   Todas estas circunstancias de la “sociedad de consumo” han diluido el sentimiento de pertenencia a una “clase”, vigente en otro momento histórico. Y los instrumentos con los que contaban los ciudadanos en su lucha, como  “sindicatos de clase” o los partidos de izquierda se han anquilosado, cada cual a su manera, olvidando los motivos que les dio su razón de ser. Con la Transición partidos como IU, heredera del PCE, que, en otras circunstancias, se responsabilizaron de “emancipar” a sus “representados” de una situación que les excluía de la actividad política, se han acomodado o “aburguesados”, como si todo estuviera conseguido. Del Psoe, “ni te cuento”…
   De tanta pasividad acomodaticia, el adversario “ha sacado tajada” imponiendo sus leyes económico-sociales, con las que consiguen un trasvase de rentas del trabajo al capital. En esto, en definitiva, se traducen la pérdida de derechos laborales y recortes sociales. Ante tal panorama, al que los “interesados” llaman crisis, los ciudadanos perjudicados se rebelan, y muchos que militaron en tales partidos o sindicatos, buscan nuevos medios, que no encuentran en sus antiguas organizaciones, porque sus dirigentes siguen pretendiendo mantener una especie de monopolio en la representatividad de una variadísima demanda social, con poco parecido a la de otros tiempos. Cualquier ciudadano que haya acudido a algunas de “las mareas”, habrá podido comprobar que el “sujeto” que las movilizaron, tienen una base social mucho más amplia que las que se organizaron para luchar, por ejemplo, contra la dictadura. Con el advenimiento de la democracia la sociedad se ha vuelto más abierta e informada, y los instrumentos de lucha se han ampliado con las nuevas tecnologías, que permiten una participación más directa en la defensa de los intereses respectivos a cada sector social. Capítulo aparte merecería un tratamiento delo que hoy representan las ONGs…
   En tal contexto, PODEMOS ha sabido desenvolverse mejor; empezando por abandonar el topismo “izquierda-derecha”, sin por ello abdicar de su significación política. Otros viejos conceptos han sido sustituidos por los de “casta”, “los de arriba-los de abajo”, “transversalidad”, o diseñando un nuevo “terreno de juego”, en cuyo “centro (del tablero)” ubican las contiendas. Muchos viejos analistas confunden tal centro con un ficticio “centro político”, a cuya ocupación atribuyen el calificativo de “moderado”. La idea “centro-del-tablero”, incluida en la de “transversalidad”, trasciende los espacios físicos representados en los topismos derecha-centro-izquierda. Mientras los analistas pierdan el tiempo en criticar más bien que en esforzarse en interpretar esos nuevos conceptos-fuerzas, no entenderán nada sobre este “fenómeno social”, nacido del 15-M.
   PODEMOS ha entendido que, aunque sea el elemento aglutinante, no tiene el monopolio de la representatividad que se reparten las plataformas, ONGs o partidos territoriales como En Comù Podem o Compromis. Es una de las diferencias que sus dirigentes mantienen con los de IU y algunas de sus bases. Como dice el profesor Gonzalo Velasco, de la U.C.José Cela, la diferencia entre estos e IU, es que el partido que lidera Garzón todavía sigue pretendiendo que sus demandas sectoriales sean las de toda la sociedad. Eso, y un miedo injustificado a verse “engullido” por PODEMOS. Creo, sin embargo, que el miedo lo debería tener, como vienen demostrando las sucesivas elecciones, a diluirse IU solita, perdiendo el tren de la historia, si no se alinea, “confluyentemente”, con PODEMOS, y desecha la idea de ser el “otro aglutinante” de lo que llaman Unidad Popular. Como marxistas, deberían aceptar la “praxis”, que para IU supuso la “prueba del algodón” de las elecciones del 20-D. Tampoco debería preocuparle lo de “la correlación de fuerzas”. En el Psoe tienen el espejo donde mirarse. Incluso muchos de sus militantes y dirigentes sufrieron la decadencia del histórico PCE. Las torres más altas no están exentas de ser abatidas por los ventarrones de la Historia. En estos días, ante un temido sorpasso, el Psoe y sus “adláteres mediáticos”, en su enrocamiento, siguen sin entender nada, mientras no paran de lanzar dardos errados contra una más que posible candidatura electoral PODEMOS-IU. Inteligentemente, tanto P. Iglesias, como el propio A. Garzón, vienen declarando que tal sorpasso va dirigido contra el PP y sus políticas. Las directrices que recibe P. Sánchez, le impide ver que el objetivo no es rebasar al Psoe, sino conformar, como diría J. Anguita, una herramienta cultural y política adecuada para transformar realmente el país. Y así es como se considera PODEMOS; un instrumento, que no aspira a suplantar la autonomía de los diferentes movimientos sociales, como son las “mareas” u otras fuerzas como las citadas, de Cataluña o Valencia.
   Alberto Garzón debe, pues, como hombre del 15-M, perder el miedo que algunos de sus compañeros tienen de perder su historia (mochila) de lucha y experiencias heroicas. A. Garzón tiene que decidir, como dice el profe antes citado, entre fortificar a la izquierda en su espacio histórico de marginalidad, arrastrando con ello las posibilidades de triunfo de Podemos y las confluencias, o sumarse como una confluencia más entre otras, para que las legítimas y necesarias reivindicaciones de izquierda logren por fin traducirse parlamentariamente mediante una fórmula ganadora.
   Y, cuando estaba terminando este artículo con la esperanza, dada la buena voluntad y generosidad de los negociadores de PODEMOS  e IU, tal esperanza se ve colmada por la noticia de la firma de un preacuerdo, que, en estos momentos están votando sus respectivas bases. Porque… ¡UNIDOS, SÍ SE PUEDE!...


   Manuel Vega Marín. Madrid, 9 de Mayo, 2016.  www.solicitoopinar.blogspot.com.es







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