viernes, 3 de enero de 2020

EL TERRIBLE APOCALIPSIS QUE SE NOS AVECINA..


   Escalofrío nos daría al oír las proclamas de las derechas españolas, si no fuera por el desprestigio y la ignorancia que sus respectivos discursos ponen de manifiesto. Pero, si existe una cierta preocupación, ya no es por  la vacuidad de sus peroratas, sino por la venganza de las fuerzas y poderes que las sustentan. Y todo porque vamos a tener un Gobierno de coalición progresista. Algo normal en la mayoría de los países de nuestro entorno. La firma del programa de gobierno por Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, ha sido como la apertura del “séptimo sello” dando la señal para que los ángeles toquen sus trompetas y, sucesivamente, vayan anunciando todas las calamidades que sucederán a los elegidos, si no siguen lo anunciado por los profetas (ver el Apocalipsis de San Juan). A los tres ángeles principales de la derecha, Casado, Abascal y Arrimadas, se han unido, sin ahorrar pestilencia, Lambán, Rosa Díez, García Paje y la CEOE. Siete eran los ángeles apocalípticos sopladores de trompetas... A ninguno de ellos les he oído el más mínimo razonamiento sensato, aunque sea  crítico, sobre las propuestas del pacto. Se valen de la escasa cultura jurídica y política de los españolitos, para hacerles creer mentiras, como si fuesen verdades, a base de repetirlas. Para ello cuentan con todo el trompeterío de sus medios de comunicación afines que amplifican su chirriante y monótono griterío. De cada tres palabras usadas en sus bravatas, dos y media son ofensivas: feminicidas, rompedores de España, golpistas, traidores, felones...
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    A estos hipócritas se les llena la boca denominándose “constitucionalistas” o idolatrando la Constitución, y desprecian el principio básico que legitima toda democracia, y que está en el frontispicio de nuestro Máximo Pacto: La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado (CE, art. 1,2). Y esa soberanía se muestra en las elecciones, cuando cada ciudadano introduce en las urnas su voto universal, libre, igual, directo y secreto. Como están acostumbrados a mandar, bien por derecho de sangre, bien por el voto censitario; no tienen ningún inconveniente en minusvalorar el voto de los que no son de “los suyos”. No tienen el más mínimo escrúpulo en ofender a los ciudadanos que optaron con su voto por otras formas de pensar. Las derechas sólo reconocen y aceptan la democracia cuando los resultados electorales les favorecen. De igual manera, sólo confían en las instituciones democráticas cuando éstas están de su parte y las “mangonean”.
   Huérfanos del dictador, y a pesar de todo el poder heredado, dado los tiempos, no tienen más remedio que convertirse en demócratas de la noche a la mañana. Aprovechando  que la oposición se encuentra debilitada por su larga lucha y con muchos de sus líderes en las cáceles o en el exilio, y cuyo más inmediato objetivo es la excarcelación de aquéllos y el regreso de éstos, los estamentos franquistas se inventan un “seudopacto”, al que llaman Transición. Sus voceros y aprovechados de la misma se encargan de que se reconozca como ejemplar lo que, realmente, sólo fue una forzada “cesión” de una de las partes. Los luchadores que mas arriesgaron en el combate contra el régimen franquista no tuvieron otra opción que conformarse, dada la presión chantajista de los “poderes fácticos”, -Ejército, Iglesia y Capital- con sacar de las cárceles a familiares y compañeros, confiando en que el paso del tiempo y un cambio de mentalidad, permitiese ir cambiando y removiendo pacíficamente los obstáculos  que impedían a la democracia ir siendo cada vez más homologable a las de nuestro entorno. Y con la ilusión de que Europa garantizaría nuestra democracia, más o menos “engañados” por el Psoe de Felipe, también tuvimos que “tragar” con la OTAN (Cfr. mi artículo ¿Tengo que aceptar que España es un país democrático”,  solicitoopinar.blogspot.com.es de 6-5-2018).
   Hoy comprobamos que tal esperanza ha sido fallida. Pues la derecha española no ha dejado de ser montaraz. Sólo durante la alternancia bipartidista de la transición, en la que ambos partidos, PP y Psoe,  se aprovecharon del chorro de dinero proveniente de Europa y de la especulación urbanística, pudo disimular su egoísmo silvestre. Hasta que se produjo la falsa crisis dejaron que gran parte de los ciudadanos tuviesen la sensación de que también participaban en el gran festín que parecía el “estado de bienestar”. Hasta Mariano Rajoy tuvo la desfachatez de culpar al ciudadano medio, incluso a la pequeña empresa, de haber  vivido por encima de sus posibilidades, cuando lo que ocurría realmente era que una mayoría de ciudadanos estaba financiando a una minoría sin escrúpulos. El pueblo, sobre todo jóvenes, cuyas perspectivas de vida ve empeorar respecto de  sus padres y abuelos, reacciona echándose a las plazas y calles en protesta contra el confortable bipartidismo, al grito de no nos representan y Psoe, PP, la misma mierda es. Es el movimiento 15M, del que surgirá Podemos. El “régimen del 78” da señales de agotamiento. Políticamente esa fatiga ya no se puede curar, sobre todo, desde que Rajoy pierde la mayoría absoluta en 2015 y el Psoe, también en decadencia, no es ya la alternativa habitual. Se produce una fragmentación del sistema de partidos que PP y Psoe se resisten a reconocer. Al PP hubo que echarlo del Gobierno por corrupto en una moción de censura presentada por P. Sánchez, pero forzada y gestionada por Pablo Iglesias. De ella surge la Presidencia del Sánchez; pero éste, una vez en la Moncloa, pasa del grito ¡con Rivera no! de sus militantes, , y, creyendo que el resultado de las elecciones del 28ª le proporcionaría, si las repite, poder prescindir de UP, las  convoca para el 10N, y un resultado más adverso, con aumento de la extrema derecha, le obligan a formar un Gobierno de coalición con Unidad Podemos. En las negociaciones para su conformación estamos, provocando, según el trifachito, el falso apocalipsis que venimos describiendo.
   Pero esta actitud de la derecha cuando no está en el poder no es nueva. Ya su “pataleo” obstruccionista lo puso de manifiesto Rajoy en la oposición a Zapatero en la legislatura de 2004 recurriendo al Constitucional en más de 20 ocasiones; prácticamente todas las propuestas de ley que no podía tirar en el Parlamento elegido por los ciudadanos, lo pretendía hacer en un “parlamento ad hoc”, nombrado por él. Así cuando no son capaces de ganar en las urnas, lo intentan en los tribunales. Cuando la derecha está en el Gobierno, aprovecha para ramificar su poder e introducirse en todas las instituciones del Estado, y, manipulándolas, controlar la estructura del mismo, que sobrepasa a los Gobiernos. En ese arte son expertos; comportándose como una auténtica “casta”, impiden que ningún otro “meta las narices” en lo que consideran su coto privado. Y, cuando no están en el Gobierno, recurren a cualquier artificio (fake news, incluido), que impida ver a los ciudadanos el uso ilegítimo y seudolegal de aquellas personas e instituciones en las que lograron infiltrarse cuando gobernaban. Repase, si no, el lector quiénes forman parte  de las altas instituciones del Estado, desde el Constitucional, el Consejo del Poder Judicial, el Supremo y los tribunales superiores de justicia, la Junta Electoral Central, la Abogacía del Estado, etc., etc. Son, precisamente, ellos los que por esos extraños vericueto “legales” están dando continuos “golpecitos” de Estado.
   Sólo los muy fanáticos “patriotas” dejarán de reconocer que el más grave problema político del Estado es el  catalán, al que ni siquiera reconocen como un conflicto político entre el Estado central y la Nacionalidad Catalana. Reconocerlo como tal sería tanto, como admitir que dicho conflicto, si no lo creó Rajoy, si lo incrementó con su famosa recogida de firmas contra los catalanes y sus productos. Esa actitud mendicante no cesó hasta la sentencia del Constitucional de 2010, que, prácticamente, anula el Estatut, aprobado cuatro años antes con todas las “bandiciones”, y funcionando sin problemas. La cobardía y la falta de diálogo del Rajoy presidente llevará a judicializar un asunto eminentemente político, terreno del que nunca debió salir.
   El acuerdo alcanzado por el Psoe e ERC  reconoce como tal el conflicto, intentando llevarlo al ámbito político. Sólo los que quieren seguir bloqueando el deseo de un Gobierno PSOE-UP, expresado en las urnas, pueden tachar el Documento, en que las palabras “diálogo, negociación y acuerdo se repiten casi 20 veces, sin que ello suponga  traspasar los límites y el respeto a los instrumentos y a los principios que rigen el ordenamiento jurídico democrático, como maliciosamente quieren hacernos ver.
   Por otra parte, ¿alguien de buena voluntad puede maldecir o tachar de revolucionarios los puntos concretos del programa de gobierno pactados entre PSOE-UP? ¿Es que se va a empobrecer el 0,8% que gana más de 130.000 €/año por que se les suba dos puntos el IRPF?   ¿Van a estar contra el acuerdo los pensionistas y los que están por debajo del salario mínimo a que se les aumente sus mermados ingresos? ¿Van a estar en contra de que se deroguen las normas laborales, de las que son víctimas los trabajadores? ¿Serán contrarias a las medidas contra la violencia machista las mujeres que la sufren? ¿Las PYMES estarán en contra de que se les ayude con medidas tributarias favorables? En definitiva, y por no alargar este escrito, ¿estaremos en contra la gran mayoría de españoles que nos beneficiamos de los servicios públicos, Sanidad, Educación, Vivienda, etc., que estas medidas pretenden mejorar? ¿Estaremos en contra de mejorar la ecología? ¿Es que tiene más importancia el haber exhumado a Franco de Cuelgamuros, que las ayudas que el Estado puede ofrecer a las familias que siguen buscando por las cunetas a los más de cien familiares, víctimas del genocida?...
   Artículo aparte se merece la cantidad de irregularidades y “prevaricaciones” que respecto del procès y de los políticos catalanes están cometiendo nuestros Tribunales de Justicia en relación con los Tribunales europeos. Pero esto se lo dejo a especialistas como Javier Pérez Royo, Martín Pallín, Joaquín Urias, Gonzalo Boye, entre otros, a cuyas exposiciones remito al lector.
1.       Por mi parte, prefiero acabar este trabajo abogando por lo que Elisa Beni titula Apocalipsis de esperanza. Eso es lo que esperamos de un Gobierno de coalición progresista. No se trata sólo de implantar unas u otras medidas, que también, sino de volver a limpiar el espacio público, de invertir la espiral de silencio, para que vuelva a ser posible defender los derechos universales y vuelva a ser un estigma el racismo, la xenofobia, el machismo y todo lo que embrutece y nos aleja de nuestra dignidad como seres humanos (eldiario.es de 1-1-2020).
   Pero como las fuerzas afectadas van a seguir en su empeño obstaculizador, invito a todos los que abogamos por ese gobierno a no quedarnos sólo en el voto, sino seguir apoyándolo desde nuestras más diversas posiciones...
   Manuel Vega Marín. Madrid, 3, Enero, 2020   www.solicitoopinar.blogspot.com.es


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