El domingo,
según estaba viendo y oyendo las declaraciones de Pedro Sánchez en el programa
SALVADOS de Évole, comenté a mi compañera: declaratio
belli habemus. ¡Y no me equivoqué! Y eso que no tengo el don profético de
Iñaki Gabilondo. Lo cierto es que de este “oráculo” menos sospechoso de ser de
derecha echa mano el General Felipe Gonzáles, para dar el “toque de generala”.
Y, para despistar al enemigo, lo hace desde un campamento que, sólo aparentemente,
no es el suyo. El suyo es, como sabemos, el grupo Prisa, editor de El País, y
su “ayudante de campo”, sr. Cebrián. A sabiendas de la gran audiencia que tiene
el INTERMEDIO, y la ideología
izquierdista de su buen presentador, el Gran Wyoming, el mandamás de la Sexta
le impone, estoy seguro, llevar de invitado a Iñaki. Me consta la gran simpatía
que el tío Wayo profesa a este buen profesional del periodismo. Igualmente me
consta el sentir progresista de este médico “a palos”, más por lo que expresa
en sus escritos, que por lo le dejan decir en su humorístico informativo. Pero,
en aras de la verdad, tengo que decir que la sensación que tuve de la
entrevista es que estaba “amañada” y “precocinada”. Pero nada que echar en cara
a Wyoming, pues estaba cumpliendo órdenes y defendiendo sus “habichuelas”. Sí
mucho que criticar a Gabilondo, que, por su edad y su trayectoria, ya debiera
de disfrutar de su independencia profesional y dar ejemplo de ella a sus
colegas. Pero el buen analista político que es Iñaki prefirió “nadar y guardar
la ropa”, cumpliendo así, agradecidamente, con el encargo que sus mecenas y
patrocinadores, F. González, Cebrián y Prisa,
le habían encomendado. Y esa actitud se le notaba mucho a juzgar por incómodos
gestos, y, sobre todo, por las contradicciones en las que incurrieron sus
declaraciones. Veamos algunas.