viernes, 5 de junio de 2020

SI LA TEMPESTAD AMÁINA, ¿SE MANTENDRÁ LA MISMA ESTRUCTURA EMPRESARIAL?


   Si sólo fuera por la conservadora actitud de la CEOE y por la ideología “pepera” de su Presidente, sr. Garamendi, todo seguiría igual, a juzgar por sus declaraciones recientes: (Los empresarios) no quieren una nueva normalidad, sino llegar a la de siempre, con rigor presupuestario y ortodoxia presupuestaria, según la cita del catedrático de economía aplicada de la Universidad de Sevilla, Juan Torres López, cuyo artículo Más despropósitos de la patronal  (eldiario.es de 1-6-20) me ha sugerido las siguientes reflexiones.

   Siendo sincero, tengo que confesar mi escasa simpatía e interés por la personalidad anodina y políticamente derechista de los sucesivos presidentes de este gran “sindicato patronal”. A veces me trae el tufillo burocrático del anterior sindicato vertical. Siempre he pensado que existe otro empresariado español mucho más moderno y dinámico que no se deja representar por la CEOE, que más bien parece un lobby o grupo de presión a los Gobiernos progresistas, o muro de contención ante las exigencias de los trabajadores y sus organizaciones sindicales. Si miramos el curriculum de estos presidentes de la CEOE, veremos que todos, unos más que otros, cuentan entre sus antepasados cierta tradición empresarial, cuyo desahogo económico les posibilitó graduarse en la Universidad y exhibir como un lujo, junto con otros diplomas, en sus despachos el “papiro” del título y la “orla” de los compañeros de estudios. En lo que sí coinciden todos es en la habilidad para desenvolverse y medrar entre las diferentes organizaciones “menores”, que, como satélites, giran alrededor del astro mayor, hasta conseguir “aterrizar” en él. Presidir la CEOE no sólo proporciona el mejor título de presentación, sino ser remunerado con unos de los sueldos más elevados de España. Del actual presidente, Antonio Garamendi Lecanda, poco más sé de lo que me dice Wikipedia; que es licenciado en Derecho por Deusto, y, después de ir adquiriendo notoriedad en toda la red de “suborganizaciones” empresariales, en Noviembre de 2018 sucedió a Juan Rosell. La verdad, que por la experiencia reportada por el cargo y por los círculos de poder que frecuenta, me gustaría leerle u oírle algo más que los tópicos habituales sobre, p.ej., los salarios de los trabajadores o la renta mínima universal.... Pero se conoce que sus representados, ocultos tras él, que son los que realmente “mandan”, le obligan a obedecer sus consignas...
   Como no voy a repetir los numerosos interrogantes que, obviamente, con más capacidad y conocimiento le formula el profesor Torres López en el mencionado artículo, me limitaré a las preguntas siguientes:
   a) ¿Va a continuar prevaleciendo en el esquema industrial-productivo de un empresariado moderno la búsqueda ciega del beneficio sin fin? Porque, si algo nos ha debido enseñar la historia de dos guerras mundiales convencionales, y una “tercera bacteriológica”, que aún no sabemos cómo terminará, es que lo más importante es disfrutar de nuestra corta e incierta vida. Vulgarmente decimos trabajar para vivir, no vivir para trabajar. El excesivo trabajo humano acumulado en la “maquinaria y tecnología moderna” permite hoy liberar tiempo que dedicar al ocio, a la convivencia, en definitiva, al “buen vivir”... Un simple e invisible microbio debe hacernos olvidar de la visión cristiano-antropocéntrica que hemos tenido del cosmos y de la Naturaleza. Debemos ser humildes y pensar que, aunque con posibilidad de razonar, por ello mismo,  no creernos superiores a otras especies biológicas extinguidas por la propia evolución natural... Claro, que, si queremos alardear de torpeza, podemos seguir  “matando moscas a cañonazos”, omitiendo la advertencia del COVID-19, y continuar preparando la cuarta guerra, que será nuclear ...
   b) En el eterno debate Estado-iniciativa privada, lo público-lo privado, el “bichito”, parece evidente, ha optado por el Estado y lo público. La subsidiaridad del Estado respecto de la iniciativa privada, muy defendida por el neoliberalismo, tendrá que cambiar de sentido, y será la iniciativa privada la que complementará a la iniciativa publico-estatal. La crisis sanitaria y la socio-económica evidencian que las políticas de recortes y privatizaciones llevadas a cabo por los gobiernos de derechas o socialliberales en los sectores básicos han endurecidos y dificultado una más rápida solución de los nefastos efectos causados por la pandemia. Pero, prescindiendo de la presente crisis causada por el coronavirus, ¿podría subsistir toda la infraestructura empresarial e industrial si el Estado con el dinero de todos los ciudadanos no la financia? ¿Cómo crear una industria moderna y un empresariado bien formado sin una creciente  financiación de la educación pública de buenos centros de investigación?...
   Al presidente de la CEOE sólo se  le oye decir que hay que moderar los salarios y las pensiones. La insistencia en una bajada de impuestos es coherente con su exigencia de reducir los gastos del Estado, sobre todo, con los que se financian los derechos de las clases medias y trabajadoras. Nunca se le ha escuchado al sr. Garamendi en los elevados círculos en los que se mueve denunciar a sus colegas por la evasión de capitales a “paraísos fiscales” o animarles a pagar los impuestos que les corresponde, sin ingenios financiero-fiscales... Sí, en cambio, le oímos frecuentemente poner pegas al ingreso mínimo vital o a una renta básica universal, no sea que los pobres se acostumbren a “vivir del cuento” ... ¡Muy coherente la actitud de este señor, cuyo sueldo ronda los más de 300.000 €¡... Teme Garamendi que esas ayudas estatales a los más necesitados dispare la deuda y el déficit del Estado; y no piensa igual  cuando los empresarios acuden a “papá Estado” en busca de ayuda y subvenciones. ¡Ah! Pero este caso es para salvar y dinamizar la economía, como si los que cobran las rentas mínimas se comieran los billetes directamente en vez de comprar en el comercio la alimentación y otros bienes producidos por las empresas...
   ¿De verdad piensa el presidente de los empresarios que, cuando “todo esto” pase, volveremos a la normalidad de siempre? Si volver a esa normalidad es retroceder a practicar “la cuenta de la vieja”, y seguir en el dogma de la “estabilidad presupuestaria”, como si el equilibrio ortodoxo fuera un fin en sí mismo, difícilmente los empresarios españoles podrán competir con otros empresarios extranjeros mejor adaptados a la nueva realidad, que terminará por imponerse. ¡Pensando sólo en el máximo beneficio, volveremos a las andadas!..
   c) Y con esa mentalidad del sr. Garamendi de volver a la “normalidad de siempre”, no es nada raro que no se haya molestado en confeccionar un proyecto de reindustrialización de la economía española. La “división internacional del trabajo” que impuso el capitalismo y el ultralibaralismo, obligó a los gobiernos de Felipe González a desmontar la gran industria pesada, que como, a cualquier país, a España le daba independencia y soberanía. Ciertamente, el Instituto Nacional de Industria (INI) franquista había devenido en un gran cementerio de industrias y fábricas obsoletas presididas por enchufados del “régimen”. Con ese pretexto y con la promesa incumplida de reindustrializar las zonas “desmanteladas”, se acabó segando el buen trigo junto con la cizaña. Con la  “ayuda” europea a la Transición y nuestro afán de formar parte de Europa se construyó la ocasión y el pretexto propicios para que, como Alemania y otros países del entorno, nos impusieran las condiciones más favorables a sus intereses socio-políticos-económicos. Luego vinieron las privatizaciones y el reparto del botín de las grandes industrias energéticas y de telecomunicaciones, que, como Endesa o Telefónica, formaban la “joya de la corona”... Y así, perdiendo, poquito a poquito, nuestra riqueza y soberanía, sólo nos dejaron lo que era imposible de robar: el sol y playas. Por supuesto, que no estoy en contra de explotar lo que la Naturaleza y nuestra situación geográfica nos ha dado “casi” gratis. A lo que me opongo es a la conformidad que genera sus fáciles ingresos, haciendo que nuestros estudiantes e investigadores, si no quieren servir copas, tengan que emigrar, que la energía solar sólo sirva para dorar la piel de los turistas, y no, p. ej., para disminuir  nuestra dependencia del petróleo o del carbón. Lo que detesto es la destrucción por el ladrillo de nuestro litoral y otros bellos parajes naturales. Espero una inteligente reordenación de la hostelería y el turismo, que, además de volver a dar vida a la España deshabitada, enseñe a nuestros conciudadanos o visitantes de una manera sensata y equilibrada nuestra extensa red monumental y la variedad y riqueza de nuestra historia y cultura...
   d) Por último, la “nueva globalización”. ¿Tiene el presidente de los empresarios españoles algún proyecto en marcha que proponer a sus representados? ¿O regresar a la normalidad de siempre será mantener la actual globalización? Sería absurdo oponerse a la globalización o mundialización industrial, comercial, productiva, cultural, etc., etc. Lo aberrante es confundirla con la “deslocalización” industrial. Que las factorías se desmantelen de su lugar de origen sólo buscando el plus de beneficios reportado por una situación sociolaboral de semiesclavitud o por mano de obra barata, es inmoral desde el punto de vista humano; será muy beneficioso para una empresa determinada, pero antipatriota ya que resta soberanía a la industria estatal, y en ciertas circunstancias como las que estamos viviendo, supone depender de la fabricación a miles de kilómetros de algo tan simple como la elaboración de unas sencillas mascarillas y otros elementos de protección frente al coronavirus... Y así podríamos seguir con multitud de ejemplos...
   Y, por débito a Juan Torres, en cuyo artículo me he inspirado, terminaré reproduciendo algunas de las preguntas lanzadas al sr. Garamendi: ¿Por qué no reclama a las empresas españolas que dediquen más recursos a la investigación e innovación para ser competitivas? ¿Por qué no es valiente y dice,..., que lo fundamental en estos momentos es dar a las empresas toda la ayuda que necesiten y durante el tiempo que haga falta, pactando condiciones más favorables para todos, y asumiendo el endeudamiento que será necesario para ello como un compromiso patriótico y no como un arma arrojadiza contra el gobierno, como si éste estuviera gastando ese dinero en su propio beneficio?...


   Manuel Vega Marín. Madrid, 5, Junio, 2020     www.solicitoopinar.blogspot.com.es

No hay comentarios:

Publicar un comentario