Si sólo fuera por la conservadora actitud de la CEOE y por la ideología
“pepera” de su Presidente, sr. Garamendi, todo
seguiría igual, a juzgar por sus declaraciones recientes: (Los empresarios) no quieren una nueva normalidad, sino
llegar a la de siempre, con rigor presupuestario y ortodoxia presupuestaria,
según la cita del catedrático de economía aplicada de la Universidad de
Sevilla, Juan Torres López, cuyo artículo Más
despropósitos de la patronal (eldiario.es de 1-6-20) me ha sugerido las
siguientes reflexiones.
Siendo sincero, tengo que confesar mi escasa simpatía e interés por la
personalidad anodina y políticamente derechista de los sucesivos presidentes de
este gran “sindicato patronal”. A veces me trae el tufillo burocrático del
anterior sindicato vertical. Siempre he pensado que existe otro empresariado
español mucho más moderno y dinámico que no se deja representar por la CEOE,
que más bien parece un lobby o grupo de
presión a los Gobiernos progresistas, o muro de contención ante las exigencias
de los trabajadores y sus organizaciones sindicales. Si miramos el curriculum
de estos presidentes de la CEOE, veremos que todos, unos más que otros, cuentan
entre sus antepasados cierta tradición empresarial, cuyo desahogo económico les
posibilitó graduarse en la Universidad y exhibir como un lujo, junto con otros
diplomas, en sus despachos el “papiro” del título y la “orla” de los compañeros
de estudios. En lo que sí coinciden todos es en la habilidad para desenvolverse
y medrar entre las diferentes organizaciones “menores”, que, como satélites,
giran alrededor del astro mayor, hasta conseguir “aterrizar” en él. Presidir la
CEOE no sólo proporciona el mejor título de presentación, sino ser remunerado
con unos de los sueldos más elevados de España. Del actual presidente, Antonio
Garamendi Lecanda, poco más sé de lo que me dice Wikipedia; que es licenciado
en Derecho por Deusto, y, después de ir adquiriendo notoriedad en toda la red
de “suborganizaciones” empresariales, en Noviembre de 2018 sucedió a Juan
Rosell. La verdad, que por la experiencia reportada por el cargo y por los
círculos de poder que frecuenta, me gustaría leerle u oírle algo más que los
tópicos habituales sobre, p.ej., los salarios de los trabajadores o la renta
mínima universal.... Pero se conoce que sus representados, ocultos tras él, que
son los que realmente “mandan”, le obligan a obedecer sus consignas...
Como no voy a repetir los numerosos interrogantes que, obviamente, con
más capacidad y conocimiento le formula el profesor Torres López en el
mencionado artículo, me limitaré a las preguntas siguientes:
a) ¿Va a continuar prevaleciendo en el esquema industrial-productivo de
un empresariado moderno la búsqueda ciega del beneficio sin fin? Porque, si
algo nos ha debido enseñar la historia de dos guerras mundiales convencionales,
y una “tercera bacteriológica”, que aún no sabemos cómo terminará, es que lo
más importante es disfrutar de nuestra corta e incierta vida. Vulgarmente
decimos trabajar para vivir, no vivir para trabajar. El excesivo
trabajo humano acumulado en la “maquinaria y tecnología moderna” permite hoy
liberar tiempo que dedicar al ocio, a la convivencia, en definitiva, al “buen
vivir”... Un simple e invisible microbio debe hacernos olvidar de la visión
cristiano-antropocéntrica que hemos tenido del cosmos y de la Naturaleza.
Debemos ser humildes y pensar que, aunque con posibilidad de razonar, por ello
mismo, no creernos superiores a otras especies
biológicas extinguidas por la propia evolución natural... Claro, que, si
queremos alardear de torpeza, podemos seguir
“matando moscas a cañonazos”, omitiendo la advertencia del COVID-19, y
continuar preparando la cuarta guerra, que será nuclear ...
b) En el eterno debate Estado-iniciativa privada, lo público-lo privado,
el “bichito”, parece evidente, ha optado por el Estado y lo público. La
subsidiaridad del Estado respecto de la iniciativa privada, muy defendida por
el neoliberalismo, tendrá que cambiar de sentido, y será la iniciativa privada
la que complementará a la iniciativa publico-estatal. La crisis sanitaria y la
socio-económica evidencian que las políticas de recortes y privatizaciones
llevadas a cabo por los gobiernos de derechas o socialliberales en los sectores
básicos han endurecidos y dificultado una más rápida solución de los nefastos
efectos causados por la pandemia. Pero, prescindiendo de la presente crisis
causada por el coronavirus, ¿podría subsistir toda la infraestructura empresarial
e industrial si el Estado con el dinero de todos los ciudadanos no la financia?
¿Cómo crear una industria moderna y un empresariado bien formado sin una
creciente financiación de la educación
pública de buenos centros de investigación?...
Al presidente de la CEOE sólo se
le oye decir que hay que moderar los salarios y las pensiones. La
insistencia en una bajada de impuestos es coherente con su exigencia de reducir
los gastos del Estado, sobre todo, con los que se financian los derechos de las
clases medias y trabajadoras. Nunca se le ha escuchado al sr. Garamendi en los
elevados círculos en los que se mueve denunciar a sus colegas por la evasión de
capitales a “paraísos fiscales” o animarles a pagar los impuestos que les
corresponde, sin ingenios financiero-fiscales... Sí, en cambio, le oímos
frecuentemente poner pegas al ingreso mínimo vital o a una renta básica
universal, no sea que los pobres se acostumbren a “vivir del cuento” ... ¡Muy
coherente la actitud de este señor, cuyo sueldo ronda los más de 300.000 €¡... Teme
Garamendi que esas ayudas estatales a los más necesitados dispare la deuda y el
déficit del Estado; y no piensa igual
cuando los empresarios acuden a “papá Estado” en busca de ayuda y
subvenciones. ¡Ah! Pero este caso es para salvar y dinamizar la economía, como
si los que cobran las rentas mínimas se comieran los billetes directamente en
vez de comprar en el comercio la alimentación y otros bienes producidos por las
empresas...
¿De verdad piensa el presidente de los empresarios que, cuando “todo
esto” pase, volveremos a la normalidad de
siempre? Si volver a esa normalidad es retroceder a practicar “la cuenta de
la vieja”, y seguir en el dogma de la “estabilidad presupuestaria”, como si el
equilibrio ortodoxo fuera un fin en sí mismo, difícilmente los empresarios
españoles podrán competir con otros empresarios extranjeros mejor adaptados a
la nueva realidad, que terminará por imponerse. ¡Pensando sólo en el máximo
beneficio, volveremos a las andadas!..
c) Y con esa mentalidad del sr. Garamendi de volver a la “normalidad de
siempre”, no es nada raro que no se haya molestado en confeccionar un proyecto
de reindustrialización de la economía española. La “división internacional del
trabajo” que impuso el capitalismo y el ultralibaralismo, obligó a los
gobiernos de Felipe González a desmontar la gran industria pesada, que como, a
cualquier país, a España le daba independencia y soberanía. Ciertamente, el
Instituto Nacional de Industria (INI) franquista había devenido en un gran cementerio
de industrias y fábricas obsoletas presididas por enchufados del “régimen”. Con
ese pretexto y con la promesa incumplida de reindustrializar las zonas
“desmanteladas”, se acabó segando el buen trigo junto con la cizaña. Con la “ayuda” europea a la Transición y nuestro
afán de formar parte de Europa se construyó la ocasión y el pretexto propicios
para que, como Alemania y otros países del entorno, nos impusieran las
condiciones más favorables a sus intereses socio-políticos-económicos. Luego
vinieron las privatizaciones y el reparto del botín de las grandes industrias
energéticas y de telecomunicaciones, que, como Endesa o Telefónica, formaban la
“joya de la corona”... Y así, perdiendo, poquito a poquito, nuestra riqueza y
soberanía, sólo nos dejaron lo que era imposible de robar: el sol y playas. Por
supuesto, que no estoy en contra de explotar lo que la Naturaleza y nuestra
situación geográfica nos ha dado “casi” gratis. A lo que me opongo es a la
conformidad que genera sus fáciles ingresos, haciendo que nuestros estudiantes
e investigadores, si no quieren servir copas, tengan que emigrar, que la
energía solar sólo sirva para dorar la piel de los turistas, y no, p. ej., para
disminuir nuestra dependencia del
petróleo o del carbón. Lo que detesto es la destrucción por el ladrillo de
nuestro litoral y otros bellos parajes naturales. Espero una inteligente
reordenación de la hostelería y el turismo, que, además de volver a dar vida a
la España deshabitada, enseñe a nuestros conciudadanos o visitantes de una
manera sensata y equilibrada nuestra extensa red monumental y la variedad y
riqueza de nuestra historia y cultura...
d) Por último, la “nueva globalización”. ¿Tiene el presidente de los
empresarios españoles algún proyecto en marcha que proponer a sus
representados? ¿O regresar a la normalidad de siempre será mantener la actual
globalización? Sería absurdo oponerse a la globalización o mundialización
industrial, comercial, productiva, cultural, etc., etc. Lo aberrante es
confundirla con la “deslocalización” industrial. Que las factorías se
desmantelen de su lugar de origen sólo buscando el plus de beneficios reportado
por una situación sociolaboral de semiesclavitud o por mano de obra barata, es
inmoral desde el punto de vista humano; será muy beneficioso para una empresa
determinada, pero antipatriota ya que resta soberanía a la industria estatal, y
en ciertas circunstancias como las que estamos viviendo, supone depender de la
fabricación a miles de kilómetros de algo tan simple como la elaboración de
unas sencillas mascarillas y otros elementos de protección frente al
coronavirus... Y así podríamos seguir con multitud de ejemplos...
Y, por débito a Juan Torres, en cuyo artículo me he inspirado, terminaré
reproduciendo algunas de las preguntas lanzadas al sr. Garamendi: ¿Por qué no reclama a las empresas españolas
que dediquen más recursos a la investigación e innovación para ser
competitivas? ¿Por qué no es valiente y dice,..., que lo fundamental en estos
momentos es dar a las empresas toda la ayuda que necesiten y durante el tiempo
que haga falta, pactando condiciones más favorables para todos, y asumiendo el
endeudamiento que será necesario para ello como un compromiso patriótico y no
como un arma arrojadiza contra el gobierno, como si éste estuviera gastando ese
dinero en su propio beneficio?...
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