Entre las muchas leyendas
que pululan sobre este mítico personaje, circula la de haber ganado la batalla
al caudillo árabe Ben Jusuf, embalsamado y encabalgado por orden suya en su
Babieca antes de que una flecha proveniente de las tropas moras atravesara su
pecho, cuando éstas rodeaban la
ciudadela de Valencia. Del caudillo Franco también oí en mi infancia algunas
victorias épicas, algunas, seguro, que legendarias. La gran diferencia está en
que las del noble y fiel Campeador ocurrieron en la oscuridad del Alto Medioevo
y las del desleal y mediocre militar
“gallego” en la luminosidad de los siglos XX y XXI. La última de esas batallas
ganadas transcurre un 24-X-2019. No recuerdo a ningún dictador que, después de
derribar un Gobierno legítimo, provocar una guerra y cometer genocidio durante
40 años, no sólo muera en la cama y sea enterrado con los máximos honores de
Estado en un monstruoso mausoleo, construido por él para eternizar su victoria,
sino que, más de 43 años después, vuelva a recibir similares honores, esta vez retransmitidos en
color a todo el mundo. Estoy pensando en Hitler, Mussolini, Stalin o Ceaucescu,
por citar algunos de sus coetáneos. Parece que Franco, desde el pasado, proyectara
a un largo futuro su famoso atado y bien atado ...
Por mucho que el Presidente en funciones intente quitar solemnidad,
pretendiendo resaltar el silencio y la austeridad, las televisiones emitieron
minuto a minuto todo el serial, en el que, como hace casi 44 años, no faltaron
saludos nazi, cánticos, banderas con el aguilucho, los vivas a Franco y a
España, etc. Quizá, la ausencia desagradecida de algún miembro de la Casa Real,
pero sustituida por la presencia agradecida del golpista Tejero, cuyo hijo
sacerdote, junto con el prior falangista, se encargaron de la parafernalia
religiosa. En fin, que la exhumación y la inhumación de Franco se convirtió en
un funeral de Estado, que, lejos de adecentar nuestra democracia, supuso un
bochorno de la misma, si consideramos los miles de cadáveres que el victimario
forzó a ser enterrados con él y los miles de ciudadanos que murieron en pro de
la democracia, y que aún siguen en cunetas o fosas comunes. Tal como se han
hecho las cosas, el espectáculo dado en Cuelgamuros pudiera considerarse como
“apología del franquismo”, dado el aprovechamiento que del mismo hicieron sus
nostálgicos.
Sinceramente creo que el Gobierno socialista se equivocó ofreciendo
democracia a quienes se valen de ella para todo lo contrario. Empezando por la
familia de los Francos, que, enriquecida por las expropiaciones y decomisos
efectuados por su abuelo, ni en los momentos más privados del obituario se
comportó educadamente. Por no entrar en los obstáculos que durante todo el
proceso ha puesto a los tribunales de justicia.
¿De verdad que el Gobierno no disponía, una vez recorrido todos los
trámites con excesiva exquisitez democrática, de otros instrumentos para hacer
más discreto y reservado el traslado de los restos del dictador? Se escatima el
presupuesto para hacer efectiva la Ley de Memoria Histórica y ayudar a las
familias a recuperar los restos de sus familiares, pero ¡manga ancha para
sufragar con lo que es de todos los pomposos actos de la exhumación de la
momia!...¿No es eso malversación de fondos públicos, o sólo lo son los del
Govern catalán?
Que Pedro Sánchez no se confunda; que lo único que ha hecho, gracias a
la presión de las asociaciones memorialistas, es exhumar a la momia del
dictador. Si quiere hacer méritos y sacar pecho electoralista con una
declaración institucional, yendo a poner flores a la lápida de las 13 Rosas o
invitando repetitivamente a la Moncloa a
su amiguísimo García Ferreras de La Sexta,
lo que tiene que hacer es acabar con el espíritu y el autoritarismo
franquista que sigue impregnando las Instituciones y los “poderes fácticos”. Es
mentira decir que la fecha de la exhumación ha dependido de todo el proceso
jurídico. La fecha límite del 25 de octubre la fijó el Gobierno igual que lo
hizo con otras anteriores. Bien podría haberla aplazado para después del 10-N.
Pedro Sánchez, como Presidente del Gobierno deberá abandonar su obsesión
por el President Torra y ponerse al teléfono. Si quiere diálogo, ya sabe por
dónde tiene que empezar en vez de tener en cuenta el qué dirán las derechas.
¿Por qué se enfada al no ser recibido por la dirección del Hospital de Sant Pau
de Barcelona, si, para evitar ser abucheado, entra por “Urgencias”, atascando el
servicio? ¿Es que tiene mala conciencia al interesarse sólo por el policía
nacional allí ingresado, y no por los otros ciudadanos que han sufrido la actuación violenta de los antidisturbios? ¿Es que el Presidente sólo ve a una minoría
radical y provocadora, ignorando a los cientos de miles de ciudadanos,
independentistas y no independentistas, que cada día se manifiestan
pacíficamente en decenas de marchas en Cataluña y en otras ciudades de España,
en protesta por La Sentencia injusta? Si Sánchez le echa en cara a Torra no
comportarse como el President de todos los catalanes, debe saber que la misma
conducta está adoptando él, como Presidente de España, con una gran parte de
los ciudadanos que viven y trabajan en Cataluña. Todos los españoles, incluidos
los catalanes, esperamos que el conflicto catalán deje de monopolizar la
campaña electoral, y que los diferentes partidos políticos se empleen en
debatir y solventar los problemas cotidianos que, cada día, atosiga a más
españolitos.
Lo que debe hacer Pedro Sánchez, que para ello no hace falta ser
socialista, es dejar de mirar a las encuestas y a la derecha para seguir en
Moncloa, y ponerse manos a la obra para cumplir con lo tantas veces prometido: abolir las reformas laborales, acabar con
la Ley “mordaza” aumentar las pensiones según el IPC, aumentar los presupuestos
en sanidad, educación y dependencia; presupuestar la Ley de “memoria histórica”
y recuperar los restos de las fosas comunes, trazar objetivo que industrialice
España y que los jóvenes no tengan que emigrar o servir copas al turismo;
acabar con las “puertas giratorias”, establecer una banca y una empresa
energética públicas, que, compitiendo con las privadas, faciliten la bajada de
la luz y el precio de los alquileres, etc., etc., etc., ¡ES LA CONSTITUCIÓN, AMIGOS...! ¡NO SON SÓLO LOS ARTÍCULOS 135 Y
155!...
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