Yo contestaría que ambas cosas a la vez. Igual que hay profesionales y
empresas dedicados al montaje de fiestas, sin cuya contribución difícilmente
dichos festejos serían posibles, lo mismo ocurriría respecto de la “jornada
electoral”, si los profesionales de las empresas demoscópicas no la “vistieran
de flamenca y la jalearan”. Es saludable que los eventos que haya que hacer, se
hagan, si ello es posible, festivamente. Así lo demanda el carácter de los
españoles…
Lo malo es que detrás de ese aparente “jolgorio” existe toda una
“tramoya” controlada y dirigida por los poderes económicos y financieros de
siempre, que lo único que pretenden es que todo siga como a ellos les interesa,
aunque alguien crea que puede cambiar algo. Pero, como diría Benavente, este tinglado de la antigua farsa es capaz de
reunir a Gente de toda condición, que en
ningún otro lugar se hubiera reunido, (y) comunicábase allí su
regocijo, que muchas veces, más que de la farsa, reía el grave de ver reír al
risueño, y el sabio al bobo, y los pobretes de ver reír a los grandes señores,
ceñudos de ordinario, y los grandes de ver reír a los pobretes, tranquilizada
la conciencia con pensar: ¡también los
pobres ríen! (Prólogo a los Intereses
creados). Y todos tan felices hasta que ocurre lo que esos tramoyistas no
quieren que ocurra. Es entonces cuando hacen uso de todas sus influencias
ilegales o aparentemente legales, para cambiar la “voluntad popular” salida de
los comicios. Y así, ante las diferentes posibilidades de transformar en
Gobierno esa voluntad popular que la victoria en éstos le brinda al ganador, en este caso el Psoe, aquellos
chantajistas salen de detrás de las bambalinas, unos más descarados que otros,
para “indicarle” cómo tiene que ser ese Gobierno. Sin perder un segundo los
editoriales o columnas de opinión de la prensa de papel, El País, El Mundo, ABC, La Razón, etc., reclaman pacto Psoe-C´s;
el digital Público titula que El Ibex
apuesta sin tapujo por un pacto entre Psoe-C´s, y leo en infolibre.es a la
descarada Ana Botín decir que la
coalición Psoe-C´s complacería a los mercados financieros… y sería mejor
recibida que el populismo de Unidas-Podemos.
El resultado final será, con pequeña variante, el que ya desde mucho
antes de la convocatoria electoral, tenían previsto. Pero, claro, ni se puede
ser tan descarado, ni, sobre todo, perder el negocio que las encuestas reportan
a las empresas demoscópicas y a los diferentes medios de comunicación,
especialmente los televisivos. Pero, como en cualquiera de las representaciones
escénicas, el suspense hay que mantenerlo hasta que se agoten las “palomitas de
maíz”… Primero, y como el que no quiere la cosa, emerge un partido fascista,
Vox, al que todos los medios le hacen la propaganda de promoción, con tal de
destruir al PP, y que su lugar sea ocupado por el partido Ciudadanos (C´s),
creado y promocionado por el Ibex-35 para obstaculizar el crecimiento de
PODEMOS. Después, ante el impacto social y político que supone este partido
ante la insatisfacción ciudadana provocada por las corruptelas del
“bipartidismo” de la “decadente” Transición, hay que buscar las mil maneras de
frenar su rápido crecimiento. Para ello no hay escrúpulos que valgan, aunque
sea a costa de la propia democracia, para utilizar a la propia policía y las
cloacas del Estado en el empeño. Ante el aparente fracaso de su moción de
censura, parece que el acoso se suaviza; no así se paraliza la gestión de un
“crecido” PODEMOS, hasta obligar al Psoe, que se resistía por aquello de los
números, a presentar otra moción contra un Gobierno que atufaba por la
corrupción. El trabajo negociador de Pablo Iglesias y la euforia de Pedro Sánchez
por su vuelta a Ferraz hace que esta vez se logre echar al PP de la Moncloa, e
instalarse en ella el Psoe. Ante este hecho insólito e inesperado la derecha se
“tira al monte” sin otro objetivo que desalojar a Pedro Sánchez y a su Gobierno
del complejo presidencial. Albert Rivera que, ante el fracaso de su pacto con
el Psoe, había apostado por el PP, se desequilibra, y sigue por el mismo
sendero hacia el monte al nuevo jefe del PP, Pablo Casado, recién posgraduado
en Harvard-Majadahonda. Con la experiencia de las elecciones andaluzas del 2 de
diciembre (2018) y la falta de lealtad de C´S al gastado gobierno de Susanita,
se alía para formar la nueva Junta con el partido de Casado que siempre había
mantenido la tesis, hasta su propia elevación a la jefatura del PP, de que debía de formar gobierno el partido
vencedor. Pero no debe de olvidar este chaquetero “liberal”, por mucho que lo
disimule, que su partido forma el Gobierno de Andalucía gracias al apoyo
parlamentario de VOX. Circunstancia esta a la que no hubiera renunciado si los
escaños conseguidos ayer hubieran sumado. Pero el ansia de sillones, que tanto
critica a otros partidos, es capaz, si así se lo ordenan sus mandatarios, de hacer pacto con el Psoe, si Pedro Sánchez,
por oír a su “caverna”, desoye los
gritos de sus bases, ¡con Rivera no! ¡Sí
se puede! en la celebración de su victoria. Esta victoria me recuerda la
anterior de Zapatero en 2004, en la que los votantes le pedían que no les
fallara…
Pero, después de todo, viendo la debacle del PP, el incremento en
porcentaje de votos respecto de elecciones de 2016 de Ciudadanos es sólo de 2,7
%. Aumento no tan elevado si se tiene en cuenta la asignación de escaños que la
ley electoral hace en los distritos de poca densidad de población, y el alto
número votantes conservadores, que, huyendo de la corrupción del PP y temiendo
por la involución de Vox, han tenido que “prestar” su voto al voluble partido
naranja. De todas maneras, el “chaqueretismo” de este “vendedor de productos
bancarios” que es Rivera sólo hace un uso positivo de sus votos, cuando la suma
de éstos con los de otros partidos le reporta el acceso a una poltrona de
gobierno. Véase lo ocurrido en Andalucía. Sin embargo, cuando eso no es posible,
aún siendo la fuerza política de la oposición más votada, como ocurre en
Cataluña, su mayoría no sólo no es empleada para conseguir algo positivo, sino
para embarrar la cancha, provocar tensiones y fobias, sin el más mínimo
escrúpulo en usar palabras gruesas (golpistas, etc.) o en acudir a la mentira.
La señora Arrimadas es una muestra fidedigna. Jamás he visto a algún dirigente
de Ciudadanos proponer soluciones concretas en ningún debate, mitin o campaña
electoral.
Justamente esa es la táctica que le va bien tanto a la industria
demoscópica, como al oligopolio televisivo: que en las tertulias de las
televisiones, antes que interesarse porque sean tertulianos especialistas, amenos
pero serios, en cada uno de los temas concretos que afectan a la mayoría de los
ciudadanos, (educación, vivienda, sanidad, etc.), prefieren la exhibición de
seudoperiodistas enzarzándose en inútiles discusiones. Y es que esta manera de
debatir, mejor dicho, de especular, sobre lo que pronostican las encuestas en
función de qué líder haya dicho la gilipollez más ridícula o el embuste más
gordo, forma parte esencial de eso que, en vez de llamarse fiesta de la democracia, más bien lo deberíamos llamar esperpento.
Y no voy a rehuir de hacer una reflexión sobre el resultado electoral de
la “izquierda”. Me parece muy meritoria la remontada de PODEMOS, que, a pesar
de todas las adversidades en los últimos meses, y de la relevancia que los medios le atribuyen como
si las mismas no ocurrieran en otras organizaciones, esa remontada, vista en el
contexto político en que se ha producido, más que un avance del partido de
Pablo Iglesias, ha supuesto una victoria de la Democracia. PODEMOS, ya lo dijo
P.Iglesias, además de hacer la debida autocrítica, ha conseguido dos objetivos
principales: frenar la involución de la derecha “trifálica”, y estar en
condiciones de poder ofrecerse al Psoe para formar un Gobierno de coalición,
garante de la estabilidad, y fomentar políticas progresistas. Y ese “subidón”
ha sido consecuencia de la tenacidad con que los líderes de PODEMOS,
especialmente su Secretario General, han venido exponiendo en mítines y debates
los problemas concretos que padecen la mayoría de los ciudadanos, cuáles son
sus culpables/causantes –los oligopolios energéticos y financieros-, y las
soluciones que la Constitución, muy citadas por algunos, pero poco leída,
establece. Y todo ello, como Iglesias demostró en los dos debates televisados,
con ejemplar educación, solvencia pedagógica y contundente veracidad. Sin
embargo, esos “mercenarios” tertulianos resaltaron más los gestos impertinentes
de Rivera, el ensalzamiento de éste con Casado, o el bochornoso ataque de ambos
al Presidente Sánchez. Ningún medio, escrito o televisivo, se ha atrevido a
destacar la rotunda victoria de Pablo Iglesias.
Me permito aconsejarle a Pedro Sánchez que no se les “suban a la cabeza
los humos” de la victoria; que la misma obedece a muchos votos prestados al
Psoe, provenientes del miedo a un triunfo del “trifachito”. Es el llamado “voto
útil” que tiene la misma volatilidad que una pluma al viento. Que Pedro tenga
siempre presente los gritos de ¡sí se puede! ¡con Rivera, no! Que recuerde lo que le paso a Zapatero,
cuando olvidó el ¡no nos falles!
La fragmentación del Parlamento hace casi imposible gobernar aún
contando con el apoyo de otras minorías progresistas. Difícilmente puede
llevarse a cabo una gobernanza progresista sin una coalición de gobierno o un
sólido pacto de legislatura fundamentado en un programa concreto. Y la lealtad
que ello implica, hoy por hoy, sólo se la ha demostrado al Psoe de Sánchez
PODEMOS. Ello lo saben muy bien todos
esos “poderes fácticos” que, desde la oscuridad de la tramoya y sin presentarse
a las elecciones a cara descubierta, cuando todavía no hay resultado oficial de
las elecciones, ya, directamente o por los medios que controlan, le están casi
dictando a Sánchez el gobierno que debe constituir dentro de la variedad de fórmulas posibles. Cualquiera de
ellas, menos pactar con el grupo de Pablo Iglesia que lo ha mantenido estos
nueve meses de recuperación del Psoe, a costa, posiblemente, de desgaste.
La formula más tramposa por lo que tiene de “aduladora”, y a la que
rápidamente se ha acogido la Vicepresidenta Calvo, es la propuesta por A.
Garamendi, Presidente de la Patronal (CEOE). Según él lo más adecuado sería un
Gobierno monocolor del Psoe. Pero Pedro Sánchez ya debe acumular experiencia
suficiente para no prestar oídos a esos “cantos de sirenas”. Si vuelve a caer
en esa tentación y se separa de PODEMOS sin tener otra opción a formar una
mayoría sólida y con un inequívoco programa social, difícilmente el Psoe solo
podrá hacer frente a la poco disimulada amenaza que representan en España y en
Europa las fuerzas ultraliberales y nacionalpopulistas de ultraderecha. Sólo citar
que el problema constitucional de Cataluña que tanto ha condicionado estas
elecciones, está por resolver, y recordarle al Psoe que los catalanes han
vuelto a optar por el derecho a decidir.
Por último, exigir al Gobierno socialista que no deje pasar la ocasión
de reconducir la amenaza antidemocrática de la “derechona”, y aprovechar la
confianza que la progresía social ha puesto en sus manos, para que no olvide,
como le recuerda Pérez Tapia, su responsabilidad federalista y republicana (El PSOE y su resp. Feder. Y republ.
Público.es 30-4-2019).
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