domingo, 5 de mayo de 2019

EL VOTO INTRANSIGENTE NO LOGRA IMPONERSE AL SOBERANISTA


   En mi anterior artículo, por falta de espacio, sólo hice escueta alusión a la victoria de los que optan en Cataluña por el soberanismo. Los partidos “unionistas” o “españolistas”, PP, C´s y Vox, así como sus altavoces mediáticos, no han escatimado el uso de infundios o palabras gruesas, que no hacen más que distorsionar el problema catalán. No sé en qué consiste su patriotismo o su interés por Cataluña, cuando con tal de arañar votos en el resto de España, no sienten el más mínimo dolor, tanto como les “duele” España, en ver cómo tal conducta sólo siembra resentimiento y odio entre catalanes y españoles. Y a la vista del resultado electoral, no sólo no se arrepienten, sino que ni siquiera reconocen su fracaso ante la victoria de la opción soberanista. Tomo el término soberanista en su significado de “derecho a decidir”. Es  raro, además, que todas las tertulias en que tanto, “rajaron” sobre el tema, ahora callen vergonzantemente. Por ello vale la pena que dediquemos unas reflexiones a lo que ha resultado en las elecciones del 28-A.

   Las fuerzas antisoberanistas, en las que habría que incluir una parte del establishment empresarial y financiero catalán, han actuado tan ofensivamente, que lo único que han conseguido ha sido un movimiento de reacción, que se ha traducido en un incremento considerable de las fuerzas independentistas. Tampoco debemos pasar por alto el efecto que está teniendo en ese avance del soberanismo y del independentismo el juicio en el Supremo, la permanencia en prisión de los políticos catalanes, algunos de los cuales han sido elegidos, y la notoriedad de “árbitro malo” con que viene actuando la Junta Electoral Central (JEC).
    Por no atiborrar al lector de números obviaré los votos populares y sus respectivos porcentajes, para centrarme sólo en el número de escaños. En Cataluña, ERC, 15; JxCat, 7; En C. Podem, 7 = 29 escaños. PSC, 12; C ´s, 5; PP, 1; Vox, 1 = 19. La diferencia es clara. Más aún si añadimos otras fuerzas con mentalidad independentista, habría que sumar 6 escaños del PNV y 4 de EH Bildu. Si abrimos el campo a nivel estatal, sólo considerando los 147 escaños de PP, C´s y Vox, a la hora de la investidura, se enfrentaría a los 165 que suman Psoe y Podemos. Para completar los 176 que dan la mayoría absoluta que libra de pactar, el Psoe, salvo que vergonzosamente pacte con Ciudadanos, para poder gobernar tendría que buscar un “caladero” donde pescar los 11 escaños que faltan, o ser investido en mayoría simple, para lo que también tendría que negociar con los partidos no españolistas. Y, si no es ahora, será en otro momento que el Psoe tenga que, si no directamente, tenga que utilizar la figura que tanto escandalizó a su caverna de un “relator”, que toque la puerta de algunos despachos, o que Pablo Iglesias vuelva a ofrecerse para ir a la cárcel a dialogar con los diputados electos que allí siguen. Aunque haya provocado risa en los sectores consabidos, no es ninguna tontería la propuesta del President del Parlament, Roger Torrent a Pedro Sánchez invitándole a hablar con Oriol Junquera, cabeza de lista y líder de ERC, ganador en Cataluña de las elecciones.
   El Psoe, por otra parte, debiera tener presente que muchos de sus militantes de base defienden el derecho a decidir, y que  muchos de los votos que le han facilitado la victoria son volátiles, sobre todo en Cataluña, donde los ciudadanos necesitarán tiempo para digerir el apoyo del Psoe y del PSC a la aplicación del artº 155. Pedro Sánchez no debiera olvidar nunca de que el “voto útil”, tanto en Cataluña, como en el resto de España, se ha ejercido en evitación de que triunfaran los partidarios de la involución, y que, por tanto, su volatilidad puede fluctuar a la menor “racha de viento”.
   Estoy de acuerdo con algunos analistas catalanes, sobre todo con Jordi Barbeta, cuando dice que queda claro que la erradicación del soberanismo como pretendían algunos no es una solución viable al conflicto catalán. Sólo un entendimiento entre los partidarios del diálogo de España y de Cataluña, sean unionistas o independentistas, podrán encauzar el asunto y situarlo en un terreno más propicio que el combate a todo o nada (“Los empresarios catalanes deberán hablar con el Rey”, El Nacional cat., 30-4-19). Todos los ataques dirigidos a la rendición del soberanismo desde la Zarzuela o la Moncloa, al que se han enganchado determinados sectores del mundo empresarial, mediático y financiero, por el bien político de la convivencia y de la dignidad del País, debieran cambiar de estrategia. Incluso, algún estamento, individual o colectivo, que bien pudiera ser un renovado Gobierno del Psoe, que, dada la oportunidad que se le ofrece, sin complejos y sin miedos oportunistas,  empezara a buscar alguna salida digna del laberinto absurdo en que nos encontramos todos los españoles. Hoy tenemos clarísimo que  el proceso soberanista catalán es el principal conflicto jurídico-territorial español. Pero que, a pesar de ello, en términos económicos, ni siquiera el R. Decreto de 6-X-17, aprobado por el Gobierno de Rajoy y no derogado por el Psoe, para facilitar el traslado de sedes de empresas y bancos fuera de Cataluña, ha conseguido evitar el crecimiento en un 2,3 % y cerrar su PIB de 2018 en un 19,14 %, el más elevado del conjunto español. (Datos tomados de La independencia será inevitable, Agustí Colomines, El Nacional cat., 2-5-19). Que, a pesar de las divergencias ideológicas entre ERC y JxCAT  y de los intentos de fomentar la hegemonía de ERC para destruir a Puigdemont por parte de las instancias mencionadas; que a pesar de los votos de los partidos del 155 (1.784129) frente a los obtenidos el domingo  por los independentistas, esa ventaja es irrelevante, pues si sumamos votos provenientes de los comunes y de la CUP, el voto independentista alcanzaría el 40 %, que aumentaría, dada la oportunidad, con un entendimiento entre los de ERC y JxCAT. Lo que está claro es que difícilmente, por más que se intente reducir a Puigdemont y el “nacionalismo” que él representa, ERC se va a conformar con el 15 % del electorado catalán, como lo hizo en los años anteriores a que los gobiernos de Rajoy con su plan de choque, reactivamente, provocara su crecimiento.
   Con los sectores independentistas, sintiéndose fuertes política y económicamente, si sus dirigentes son capaces de no cometer errores de bulto que puedan provocar una reacción dañina del unionismo, el soberanismo seguirá fortaleciéndose e incrementando la convicción de que la independencia de Cataluña sólo depende de su buen hacer; y, como vaticina Agustí Colomines, la independencia de Cataluña será inevitable, si los independentistas lo desean.
   En cuestiones de alta política es difícil profetizar soluciones y acertar. Pero lo que está claro es que el conflicto territorial existe; que la Constitución vigente sólo esbozó un “apaño” para salir del paso, hasta que ha vuelto a surgir vigoroso, aunque pacíficamente, en Cataluña, después de haber “acallado” el violento proceso de Euskadi. Es evidente también que este tipo de problemas no los resuelve, como pretendía Rajoy, el paso del tiempo. O se buscan soluciones haciendo uso de la flexibilidad que ofrece la democracia, o la “ulceración” del conflicto terminará por supurar, llevándose por delante la propia forma de Estado.
   Si es difícil un pronóstico acertado, más fácil es, sin embargo, intuir que el remedio al conflicto no vendrá ni de unas elecciones generales o autonómicas, en las que la persistencia del problema sólo sirve para que señalados partidos lo utilicen como arma arrojadiza contra el adversario, ocultando los verdaderos problemas que los ciudadanos sufren cada día. La postergación sine die,  a veces de manera consciente, de las soluciones a sus vitales problemas cotidianos provocará el abstencionismo o el “pasotismo político”, si salvo, como ha ocurrido el 28-A, un factor extra pueda suponer un intento de involución en el sistema democrático.
   El tema de la integración de Cataluña es tan importante, que por sí solo bien merece una amplia consulta refrendaria, en la que los principales y más directamente afectados, los catalanes, puedan expresar sus sentimientos y razones en la búsqueda de un resultado válido para todos los españoles. Algo así ya tuvo lugar en el proceso que culminó, con todos los requisitos legales establecidos, en el Estatuto refrendado por los catalanes el 18-6-2006, y que un Tribunal Constitucional ad hoc hizo fracasar cuatro años después (Sent. 28-6-2010) en respuesta al recurso de inconstitucionalidad de julio de 2006 presentado por un PP inmovilista a anticatalanista. Se podrá discutir todo lo que se quiera; pero está claro de “de aquellos polvos, estos lodos”… Más temprano que tarde se impondrá la propuesta de PODEMOS de un referéndum pactado y vinculante.
   El resultado electoral ha puesto de manifiesto la victoria independentista y nacionalista en Cataluña y el triunfo también a nivel nacional de las fuerzas de izquierdas y moderadas frente a la fragmentación de la derecha intransigente. La Historia, pues, no perdonaría a un Gobierno presidido por el Psoe, que, dejando a un lado los complejos y las presiones provenientes tanto de fuera, como de sus cavernas interiores, y, teniendo como horizonte una amplia reforma de la Constitución, abandone su repetitiva y ficticia excusa de “reforma federal”, aproveche la ocasión y se ponga manos a la obra con discreción e inteligencia, dialogando con todas las fuerzas políticas y sociales que reconocen como hecho real e histórico la pluralidad nacional, y abandone la fatídica dialéctica constitución versus anticonstitución, patriotas/antipatriotas, sólo conducente a fomentar el nacionalismo excluyente, dispuesto a hacer su aparición en cada contienda electoral.
   Esperar reformar la Constitución para solucionar el conflicto catalán es como confiar en los Reyes Magos. Los requisitos que la propia Constitución exige para su reforma, en las actuales circunstancias, la hacen casi imposible. La reforma que la actual Constitución necesita para ponerse al día tendría que ser constituyente, y, por ahora, “el horno no está para bollos”…


   Manuel Vega Marín. Madrid, 5, Mayo, 2019.  www.solicitoopinar.blogspot.com.es

    




No hay comentarios:

Publicar un comentario