viernes, 9 de noviembre de 2018

SÓLO CON LA DIMISIÓN DE LOS PRESIDENTES LESMES Y DIEZ-PICAZO EL SUPREMO RECUPERARÁ ALGO DE LA CONFIANZA PERDIDA.


   En un artículo inmediatamente anterior a este defendía que No es suficiente con pedir perdón, para reparar el daño causado a la ciudadanía por la mala conducta de políticos o de otros cargos relevantes de nuestro sistema democrático. De los señores citados decía: estos señores jueces, que se creen por encima del bien y del mal, y que pueden disponer de la vida y hacienda de los ciudadanos cuando éstos han obrado mal, no pueden conformarse con sólo pedir perdón cuando han sido ellos los que han perjudicado a los ciudadanos. Ahora, además, el sr. Lesmes, Presidente del Supremo, debería dimitir por mentiroso; pues después de que la Sección II de la Sala III el 16 de octubre sentenciara que era la banca quien debería hacerse cargo del impuesto por AJD de las hipotecas, a requerimiento de la prensa declaró a los pocos días, que tal sentencia era firme y no susceptible de revisión, produciendo plenos efectos en relación con las partes en litigio… Asímismo recordó que tanto los magistrados de dicha sección y sala, como su presidente, Díez-Picazo, han actuado con plena lealtad al Alto Tribunal, así como con independencia, profesionalidad y competencia técnica en la interpretación y aplicación de la ley, y con escrupuloso respeto a las normas procesales aplicables al presente caso. Este miércoles, 7-oct.-18, después de saberse el resultado vergonzoso del pleno de la Sala, manipulada por su presidente, Díez-Picazo,  el Presidente del Supremo y del CGPJ vuelve a declarar a la prensa sin asumir ninguna responsabilidad. Después de eximirse y de eximir a su subalterno de toda responsabilidad, cínicamente dice: Aceptamos las críticas, pero esta situación se ha producido por una falta de claridad de la ley. E, hipócritamente, afirma que la decisión del pleno de la Sala se tomó con libertar e independencia de criterio… Y, cuando los periodistas le preguntan por su dimisión, cobardemente, hace mutis por el foro… (Los textos de las declaraciones están tomados del diariopúblico.es).

   Hay que tener mucha caradura y mucho cinismo para, cobrando los sueldos que cobran del erario público y mantener el estatus de máximos intérpretes de las leyes, en este caso aleguen incapacidad de interpretación, responsabilizando al “legislador” de falta de claridad en la ley. Sólo ahora, cuando su decisión puede afectar a la cuenta de resultado de la Banca, se dan cuenta de que su “jurisprudencia” ha estado equivocada durante tanto tiempo, ¡qué casualidad!... Si esto de no una gran prevaricación… Lo que ocurre es que es tan grande, que su sombra impide verla con mejor perspectiva… Pero ¡no pasa ná! No sólo no dimiten, sino que ni siquiera piden perdón. ¿Estaremos los ciudadanos seguros de que la jurisprudencia con que, en parte, nos gobierna es la correcta? ¿No estaremos gobernados por un sistema democrático virtual de leyes ambiguas? ¿Es posible tanto “borreguismo” en tan Alta institución? ¿No hay un contrapoder que controle y saque al órgano máximo del Poder judicial de su “endogamia”? Luego, estos privilegiados de la sociedad taparán sus torpezas fomentando y azuzando a la jauría patriotera contra la Justicia europea, cuando ésta, una y otra vez, nos tira de las orejas. Analizando tanto la presente, como otras actuaciones del Tribunal Supremo, su Sala 61 no necesita de demandas venidas de afuera o tramitadas por tribunales extranjeros, para tacharlos de intentar empañar la honorabilidad de la justicia española. ¡Ellos solitos se deshonran y la deshonran! Así acababa, perdonen la autocita, un artículo mío el 2 de Oct.-18.
   Estos jueces del Supremo, a fuer de una posición de privilegio y poder, confunden su inmunidad e independencia profesionales con una especie de licencia para decidir y hacer lo que les da la gana. Es lo que se llama impunidad. Parece como si sus atavíos e indumentarias les instaran a creer que viven en otro mundo. No se dan cuenta que los ciudadanos ya no nos conformamos con aquello de: ¡oiga!, usted no sabe con quién habla… Como dice Raquel Ejerique en un sencillo, pero profundo articulo (“El Supremo deja un cadáver exquisito”, eldiari.es 7-11-18), Ya no somos aquellos sujetos pasivos que deglutían la idea de que todo se hacía por nuestro bien sin preguntar, o que repetían la cantinela de que todos somos iguales ante la ley.
   Pero, como dice el refrán, no hay mal que por bien no venga. Igual que el tema de los famosos másteres a políticos influyentes desveló la corrupción en la Universidad y bajó de sus pedestales a los catedráticos, ahora le toca el turno a la justicia. Mejor; a ciertos tribunales o jueces. Sentencias como la de la “manada”, la de los tuiteros, la del máster de Casado, la que condenó a Otegui injustamente, etc. y, ahora, la resolución tomada por el pleno de la Sala de lo Contencioso del Supremo y su nefasta gestión sobre el impuesto de las hipotecas, provoca un punto de inflexión en el que se desmitifica o se licúa la confianza y credibilidad ciudadana en la que ha descansado esta justicia. En adelante –y me hago eco de algunas ideas expresadas por la periodista Ejerique-, a la justicia le va a ser difícil permanecer en sus salas blindadas, y a sus sirvientes escondidos tras sus barrocas togas o su intrincado lenguaje. Las “reglas de juego” de las que habla Lesmes ya no serán las de todos. Son ellos los que se han encargado de irlas “demoliendo” según las “manoseaban”. La presión y la desconfianza van obligar a escribir otras (normas) en las que, por primera vez, y si quieren sobrevivir como ha hecho otras instituciones, vamos (los ciudadanos) a escribir algunas líneas con lenguaje llano. Para impartir su justicia, van a tener que tenernos en cuenta. (ibid.).
   Pero no basta con que los señores referidos y otros que tengan cargos administrativos o de gobierno en la judicatura dimitan, demostrada su incapacidad profesional. Esto debiera ser obvio.  Ya resulta raro que en los más de 200 años de historia del Tribunal Supremo sólo haya dimitido uno de sus presidentes. Fue Carlos Divar, en 2012, después de haber gastado con cargo al erario público en restaurantes, hoteles y viajes privados. Algo más difícil es que un juez o magistrado pierda su condición de tal. Parece que una vez adquirida esa condición por las vías establecidas, éstas “imprimieran carácter” casi de por vida como si fueran sacramentos de fe. No voy a entrar a comentar el artº 379 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, que regula la pérdida de ese “don vitalicio”. Creo, sin embargo, que la línea divisoria que separa la capacidad/incapacidad para desempeñar un cargo de administración o gobierno es muy poco clara respecto de la de juzgar. No siempre esa “difuminación” tiene por qué confundirlas. Pero es evidente que la coincidencia de ambas incapacidades se dio en la persona de Díez-Picazo, actuando como Presidente de Sala y como juez, cuya opinión provocó la nefasta sentencia. Por ello, no sólo él debe dimitir, sino también su protector y responsable de su cargo, el sr. Lesmes, quien ostenta la presidencia del Consejo y del Tribunal Supremo. Está fuera del sentido común que un juez o magistrado sólo deba dimitir o ser cesado si es pillado cometiendo delito, lo cual resulta harto difícil dado el corporativismo existente en la magistratura. Es ridículo que ni siquiera exista un mecanismo interno para pedir formalmente la dimisión del presidente del Supremo o la del presidente de la Sala de lo Contencioso. Lo único que podemos hacer son estas manifestaciones públicas, dice Ignacio Vega, portavoz de Juezas y Jueces para la Democracia, que se han tenido que conformar con un comunicado para solicitar la dimisión de los presidentes citados.
   La resolución del Tribunal Supremo no sólo pone de manifiesto quién “manda”, sino que,  además, pone en claro que la corrupción llega a las más altas instituciones estatales. El asunto no es nuevo, pues ya la UE obligó a España a modificar el artículo 135 de la Constitución, lo que convierte a los bancos en acreedores preferentes en el pago de la deuda pública, por encima de otras prioridades de los ciudadanos. Pero lo que ocurre en la Unión Europea y en España ocurre en todo el mundo donde impera el capitalismo. Sólo que en nuestra “España diferente”, en este tema, como en otros, las cosas suceden de manera más burda y chulesca, sin que haya que guardar siquiera las apariencias, por mucho que seamos advertidos por las propias instituciones comunitarias. Sin ir más lejos, ante la próxima renovación del Órgano de Gobierno de los jueces, como si no hubiera pasado nada, ahí tenemos a los dos “cancerberos” de la Transición y del “bipartidismo”, PSOE y PP, negociando el reparto de quiénes ocuparán sus poltronas. Es elogiable, por otra parte, el esfuerzo que hace PODEMOS para sacar al Psoe en el gobierno un proyecto de Presupuestos Generales más beneficiosos para los ciudadanos; pero deberán explicarles a éstos, al mismo tiempo, que tanto ese proyecto, como sus propios programas lectorales son “papel mojado” sin el Vº Bº de la UE y de su moneda. Las reformas del sistema y la dimisión de los que lo corrompen no es, pues, más que un paso no contradictorio con ir realizando al mismo tiempo, la labor pedagógica, para muchos, revolucionaria, de enseñar el funcionamiento de la dominación capitalista actual, si se pretende cambiarlo….
   Los efectos de la seudocrisis, a la vez que han causados verdaderos destrozos en la mayor parte de la ciudadanía, también ha abierto los ojos y las conciencias de muchos. Y que, como en toda crisis, el que la ha padecido sale fortalecido por  la realidad que se impone a pesar de todas las artimañas disponibles por los poderosos para ocultarla. Los partidos políticos de izquierda y los movimientos sociales progresistas deben, pues, aprovechar esa nueva toma de conciencia de las gentes, para plantearles nuevos y exigentes objetivos político-sociales.
   Para terminar, lanzaré al lector algunos interrogantes, nada bolcheviques revolucionarios: ¿es mucho pedir, si no la expropiación de la banca privada, sí al menos la creación de un banco público que compita con aquélla?; ¿es descabellado no dar preferencia al pago de la deuda, revertiendo el 135 a como estaba en CE antes del Tratado de Estabilidad?; ¿es de locos no querer que este modelo de UE con su Euro se perpetúe como única y última alternativa de convivencia?....


   Manuel Vega Marín. Madrid, 9, Nov. 2018.  www.solicitoopinar.blogspot.com.es

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