lunes, 29 de octubre de 2018

¡NO ES SUFICIENTE CON PEDIR PERDÓN!


   Ni siquiera ese gesto de buena educación les bastaría a las conciencias “atribuladas” que se acercan al confesionario; porque, si los daños causados por los que se pide esa gracia pueden repararse, ni las tres Avemarías penitenciarias, ni el propósito de enmienda redimirán del “remordimiento”,  si no se desagravia al ofendido o se restituye al prójimo lo robado. Sólo los beatos hipócritas confundirán un simple empujón en el Metro con el injusto pago de un impuesto, con un desahucio a un “parao”, un “ere” injustificado, o…, o…, o….. Solamente el “robagallinas”, en expresión del Presidente del T. Supremo, estaría dispensado de ese requisito, ya que su hambrienta familia habría “devorado” a la presa de corral antes de desplumarla. Pero no por eso el pobre ladronzuelo evitaría la cárcel.

   No es casualidad que el mismo día, 25-X-18, en que el Supremo publica el auto de apertura del juicio oral a los políticos catalanes, el artífice del milagro económico español, Rodrigo Rato, y el máximo responsable, Carlos Lesmes, del Tribunal que, con su sentencia ha causado tanto estropicio social y económico, tengan el mismo gesto protocolario. El primero, a las puertas de la prisión, donde cumplirá pena de 4,5 años; el segundo, sin dimitir él ni exigir la dimisión de su subordinado, Diez-Picazo. Pero, para estos señores jueces, que se creen por encima del bien y del mal, y que pueden disponer de la vida y hacienda de los ciudadanos cuando han obrado, no pueden conformarse con sólo pedir perdón cuando han sido ellos los que han perjudicado a los ciudadanos. Esa disculpa, como dice Antón Losada, tiene algo de displicente y paternalista y, definitivamente, no exime al tan alto tribunal de la obligación de que alguien asuma la responsabilidad y se vaya a su casa a defender el estado de derecho, antes de que acabe de romperlo gambeteando el alguna sala del Supremo (“¿A dónde va el Supremo?”, El Nacional cat, 27-X-18). ¡A ver quién es el guapo que osa penalizarlos siquiera con un “padrenuestro”! Hasta ahora, sólo PODEMOS se ha atrevido a querellarlos; pero ya los padres “penitenciarios” andan peloteándose la responsabilidad y competencia de tener que absolver de tan escandaloso pecado. Con esto último no pretendo desviarme del tema, sino resaltar que con esa aparente coincidencia, fomentada por los medios afines, se pretende evitar que se hable del desprestigio sufrido de la justicia española en todo el procés catalá, intentando con esos hipócritas perdones desagraviarla.
   El gesto de pedir perdón que se ha puesto de moda, en vez de dimitir o ser dimitido, no ha cambiado nada en el continuo deterioro de nuestra democracia. Pidió perdón el Rey Juan Carlos, y, aunque no tuvo más remedio que abdicar por interés de la monarquía, no sólo sus “pecados” fueron ignorados, sino que su persona reforzó su impunidad. Está claro que, para la Monarquía y sus defensores, la Jefatura del Estado es un tema de familia. Imploró perdón el Presidente Rajoy por proteger a su tesorero Bárcenas, pero siguió gobernando, y, después de haber sido forzado a declarar como testigo en el tribunal que pronunció la primera sentencia sobre la Gürtel, condenando y declarando al PP como un partido corrupto, ni él, ni su partido lo aceptaron, siendo forzado a dejar el Gobierno por una moción de censura. Tuvo que dimitir la Presidenta Cifuentes en un escueto comunicado, no por la obtención corrupta de su inexistente máster universitario, sino por “presión amiga”, al publicarse un vídeo robando cremas maquilladoras en un supermercado. Pero lo más escandaloso es que no sólo no se haya disculpado o esté en la cárcel quien fue corresponsable de una guerra injusta, mintiera a los españoles en los atentados del 11-M, y que, por ello, su partido no aceptara la derrota electoral  frente a Zapatero; que de uno de sus gobiernos, un 75% de sus ministros estén en la cárcel o imputados. Este sujeto, que el lector ya ha identificado como José M. Aznar, no sólo no tiene la menor intención de aceptar errores y disculparse por ellos, sino que, después distanciarse y criticar chulescamente a quien él mismo designó como su sucesor al frente del PP, su política retrógrada y sus ideas cuasi fascistas vuelven a florecer de la mano del que otrora fuera su pupilo, Pablo Casado, presidente hoy del Partido Popular. Por cierto, que a este señor, sólo por estar aforado, y por “ser vos quien sois”, a instancia del fiscal se evitó su investigación como lo venía haciendo la jueza de la instancia inferior  sobre otros alumnos en casos similares. El Tribunal Supremo le ha dispensado de tener que pedir perdón por su fantasmal máster universitario y condenarlo por corrupto mentiroso.
   En absoluto estamos exigiendo el don de la “infalibilidad” a nuestros gestores de lo público; son humanos y pueden cometer errores. Y no de todos los desaciertos se deben exigir las mismas responsabilidades; pero, puesto que su gama es muy amplia y variada, obviaremos aquí una extensa clasificación de los mismos. Nos referiremos a aquellos errores que, o bien ocultan una intencionalidad dolosa, o bien son ocasionados por una ignorancia no esperable en un profesional de alta cualificación. Los primeros, por ser delitos, sus autores no sólo deben ser cesados en sus cargos, sino juzgados sin privilegios de aforamientos, y, si así los dispone la Ley, encarcelados y privados de sus pingües salarios. En los segundos, si además de funcionarios públicos sus autores ocupan cargos políticos o son ascendidos a ellos por políticos afines, como puede ser el caso de ministros, directores generales, etc.; asimismo la cúpula del CGPJ y muchos magistrados de altos tribunales de justicia, como mínimo deberían ser rebajados en sus empleos, si no despedidos de los mismos si hay indicios de prevaricación o el daño causado adquiere especial relevancia social. Nadie podrá creerse que la Justicia es igual para todos, mientras en plena crisis unos cazan elefantes, otros pagan caros bufetes de abogados para que intenten su absolución habiendo sido responsables de la caída de sus empresas, que tantos miles de millones nos ha costado “rescatar”, o que, finalmente, otros vengan a “afinarles” el impuesto de hipotecas que es con el que “aligeran” los desahucios de quienes no la pueden pagar…
   Distinción aparte merecen aquellos gestores de lo público que acceden al cargo por vocación de servicio a la polis y son elegidos por los ciudadanos, después de que sus respectivos partidos políticos los haya propuesto en sus listas. De los errores de estos voluntariosos altruistas deberán dar cuenta sus partidos, sin tener que consumir la legislatura o esperar a que los electores los “castiguen”. Los partidos políticos, por su propio prestigio, deberán componer sus listas electorales con los “mejores”, rehuyendo todo nepotismo y procurando el máximo de transparencia democrática interna. Las leyes, por otra parte, articularán la forma más eficaz de evitar que el gestor político y la Política devengan en profesiones bien remuneradas y con perspectivas de “puertas giratorias”. Una medida importante sería limitar el tiempo de los mandatos políticos. Por supuesto, que cualquier medida tiene sus pros y sus contras; pero pienso que entre estos segundos no incluyo la limitación de mandato. Una primera razón sería que los proyectos políticos los realizan los partidos a medio y largo plazo y no individualmente los elegidos;  una segunda, que la sabiduría que la experiencia aporta al éxito de aquéllos, estaría garantizada por la eficaz y honesta solvencia de los técnicos del Estado. Sobrarían, además, los ejércitos de asesores designados “a dedo”, pero cobrando del erario público.
   Y, por supuesto, que debemos destacar la irresponsabilidad con que cierto electorado, con su voto, permite que estos delincuentes y prevaricadores de cuello blanco, con un hipócrita acto de contrición, se vayan “de rosita”, o, como mucho, que un patrimonio escondido les compense con creces una corta estancia en la cárcel. ¡El fanatismo y la ignorancia que elige o reelige a estos delincuentes, no debería absolverles de sus responsabilidades políticas y, mucho menos, penales!...
   Es enorme la merma de confianza en la Democracia causada por las malévolas acciones de estos “administradores” de lo público; pero más grande es aún el daño y la frustración que sufren cientos de miles de familias por culpa de aquéllos, teniendo que ver, además, que con un mero gesto hipócrita de solicitud de perdón, estos “desalmados” ni siquiera son bajados de sus pedestales, gracias en gran medida, al apoyo publicitario que les brindan los medios de difusión afines…


   Manuel Vega Marín. Madrid, 29, Octubre, 2018  www.solicitoopinar.blogspot.com.es 
  
  

No hay comentarios:

Publicar un comentario