jueves, 30 de agosto de 2018

LAS ZANAHORIAS CON LAS QUE LESMES GOBIERNA EL CGPJ


   El título hace referencia a las declaraciones a El Confidencial (18-3-14) de Carlos Lesmes recién nombrado Presidente del órgano de gobierno de los jueces. En aquellas desafortunadas declaraciones aseguraba que a los jueces se les controla con un palo y una zanahoria. Con razón las asociaciones de jueces, conservadoras y progresistas, tacharon aquellas palabras de torpes y denigrantes, de grosería inaceptable, de desconsideradas y de menosprecio hacia los que forman parte de la carrera judicial. Pero con la actitud corporativista y de adhesión a la concesión de amparo promovida por la CP del Consejo, han perdido la razón que fundamentaban el rechazo hacia su presidente. Ahora, con su sumisa actitud, ponen de manifiesto el significado más duro del verbo controlar, no el de premiar o castigar la conducta profesional de los jueces, sino el de imponer, dirigir o determinar e interferir en la independencia del juez. La salida en tromba y el “prietas la filas” en solidaridad con Llarena y el ampliar el objeto de la demanda civil contra él a todo el sistema jurídico español, más bien evidencia un toque de control y “arrebato” por parte de Carlos Lesmes, y un reconocimiento de que es el “presi” el que reparte las zanahorias. Sin embargo, tan fanática solidaridad no fue suscitada cuando los compañeros Baltazar Garzón y Epidio Silva fueron “inquietados” y “perturbados” en su independencia judicial. En este caso no fue el reparto de zanahorias lo que estaba en juego, sino el palo que se llevó por delante a los jueces citados, sirviendo de aviso a navegantes.

   El “amparo” al que hace referencia el artº 14 de la Ley del Poder Judicial, si bien no tiene capacidad coercitiva, no deja de ser un apoyo moral y profesional para el juez “amparado”. Pero, a juzgar por el comunicado de la Comisión Permanente y su puesta en conocimiento de los ministerios de Justicia y Exteriores y otras instancias, ese apoyo rebasa el ámbito individual privado y profesional del magistrado instructor, para hacer creer al incauto ciudadano que lo puesto en solfa no es la incontinencia verbal del juez al margen de la instrucción, sino todo un ataque al sistema judicial español. Pero no  se explica que señores tan circunspectos y serios, acostumbrados a leer e interpretar las alegaciones y razonamientos de las partes litigantes, en este caso no se hayan molestado en leerse la demanda admitida por el tribunal belga, a pesar de los problemas que tal omisión puede ocasionar entre los Estados español y belga y sus respectivos sistemas judiciales y procesales. La demanda es reiterativa en afirmar que Pablo Llarena, instructor del procès, en declaraciones en unas conferencias en Oviedo el 23 de Febrero, al margen de la instrucción, según los demandantes, denotan prejuicios y escasa imparcialidad en el magistrado (ver mi artº anterior).  No siendo motivo del procedimiento civil la vulneración de derechos durante la instrucción, sustanciables en otras instancias. No son tan torpes los abogados defensores de los políticos catalanes, que ya han anunciado semejantes querellas en el momento y las instancias oportunas. Y, como bien dice el voto discordante de Sáez Rodríguez, no se debe enmarañar y confundir el amparo, como medio de afirmar la independencia judicial y como medio de garantizar que otros poderes no obstruyan o descompongan la división de poderes,  con el legítimo y fundamental derecho a la acción de los demandantes. Más interesante que este amparo “protocolario” ha sido el continuo apoyo por parte de la Sala o Tribunal que tendrá que enjuiciar, a pesar de las irregularidades, algunas rayanas en la prevaricación, detectadas por eminentes juristas y otros magistrados en los sucesivos autos de la instrucción. Tan confiado estaba Llarena en ese continuo y constante apoyo de sus colegas, que pasó por alto el plazo de diez días, que el Reglamento de la Carrera Judicial, en su artículo 321.1, establece para que la solicitud de amparo sea admitida. Quizá esa “chulesca” extemporaneidad de Llarena en su solicitud de amparo, motivo suficiente para su inadmisión, defendida por la vocal Sáez en su voto, al que se suma el vocal del Consejo Enrique Lucas, sea la causa para que el resto de los vocales otorgaran el amparo, fundamentando éste en que los demandantes catalanes planificaban un ataque, no a la torpeza de Llarena en sus declaraciones privadas, ni para condicionar su independencia en una instrucción ya concluida,  sino con el único fin de condicionar y de influir en futuras resoluciones judiciales que puedan adoptarse en la causa especial nº 20907/2017 y en otros procedimientos que puedan sustanciarse ante la jurisdicción española. O dicho en “cristiano viejo”, una forma de mantener vivo el “problema catalán” a la vez que seguir ocultando las aberraciones jurídicas cometidas durante toda la instrucción, y encima garantizar al funcionario Llarena que las costas de su defensa no se sufragarán con su dinero, sino con el dinero de todos los contribuyentes. ¡El erario público no tendría fondos suficientes para costear los gastos que le supondrían los fallos cometidos en la vida privada de los funcionarios de la administración!...
   Pero hay una cuestión más de fondo por la que la solicitud de amparo no debiera haber sido admitida, en la que también coinciden los vocales “rebeldes”. Ambos critican que en la resolución de la Comisión Permanente, ésta inste, excite, la actuación del Gobierno español ante el belga para que, a su vez, éste inste a uno de sus órganos judiciales a respetar la independencia de un juez español. Es lo que hace Carlos Lesmes al poner en conocimiento de los ministros españoles respectivos el asunto de la demanda civil, si bien casi un mes después de producido el hecho, pero antes de la decisión de la CP. Nuestro ministro Borrell envía una nota a su colega belga, sr. Reyders, a la que éste contesta: Intentamos trabajar respetando la independencia de los jueces. Seguro que nuestro ministro no se sonrojaría con tal respuesta, acostumbrado a la continua interferencia, en el caso catalán aún más, entre los poderes judicial y ejecutivo en España. Para nuestros vocales “antiamparo” esa manera de actuar no es lo más respetuosa que pueda imaginarse para la independencia del Poder Judicial belga. Esa manera de argumentar es incompatible con la idea misma del Estado de Derecho que, también Bélgica y desde hace mucho tiempo, tiene en la separación de poderes uno de los pilares esenciales.
   Lo cierto es que ante ese inquietante y engañoso mensaje del órgano de gobierno de los jueces,  la reacción de las asociaciones de jueces y fiscales, conservadoras o progresistas, no se ha hecho esperar, faltándoles tiempo para mostrar al “repartidor de palos o zanahorias” su más corporativista adhesión. Esta respuesta del “mundillo judicial” ha alentado, pues contra Catalunya todo vale, y ha servido de pretexto y justificación al Partido Popular y Ciudadanos para atacar a un endeble y dubitativo Pedro Sánchez (Psoe) en el Gobierno, hasta el punto de haber tenido que oír al nuevo Secretario del PP, T. García Egea, que Pedro Sánchez es el mejor abogado de Puigdemont contra el juez, y decir que su partido promoverá acciones en apoyo de Llarena en el Congreso, en el Senado y en la calle. Tanto uno como otro de estos estamentos, cada uno a su manera, se vienen comportando como las masas fanáticas al grito de ¡A por ellos, oé…, a por ellos, oé, oé, oé!...
Tan presionado y amenazado se ha debido sentir el Gobierno, que la ministra de Justicia, Dolores Delgado y la propia Visepresidenta, Sra. Calvo, aceptando que se pondrían los medios en defensa de las acusaciones contra la jurisdicción española, pero no contra los actos o declaraciones privadas de ningún juez o funcionario público, han tenido que ceder ante la indignada judicatura, que no acepta una defensa con tales límites. Ante tal avalancha de críticas, el Gobierno, a media tarde del domingo 26 de Agosto, ha tenido que emitir un comunicado en el que manifiesta haber actuado con total diligencia y haber puesto en marcha todos los mecanismos para la defensa de nuestra soberanía jurisdiccional, de haber contratado un despacho de abogados en Bélgica o de haber seguido todas las indicaciones del CGPJ. Por fin, el propio Presidente del Gobierno, desde Chile, pretende zanjar la cuestión, desautorizando a sus ministras, con unas frases, que, por abstractas, resultan de “Perogrullo”: El Estado tiene que atender su soberanía jurisdiccional cuando ésta se ve puesta en cuestión. Desde el primer momento, el Gobierno ha tenido claro -¿seguro?- que no es una cuestión privada, sino que es una cuestión de Estado. Declaración que no ha servido para “bajarles los humos” al Pp o C´s. Pues en el poco tiempo transcurrido, aún le ha sobrado alguno a la portavoz del PP, Dolors Montserrat, para pedir la reprobación de la ministra de Justicia, sin ahorrar calificativos como prepotente o chavistas a sus socios independentistas, con los que –dice sin pruebas- el Gobierno tiene un pacto oculto, para que nunca más se aplique en Cataluña el artº 155. Vamos, que las declaraciones de Sánchez han tenido el mismo efecto que si hubiera dicho L´Etat, c´est moi. Pero Sánchez tiene más miedo a sus adversarios políticos, que confianza en los aliados parlamentarios (Unidos Podemos, ERC, PCeCAT o PNV) que le llevaron a la Moncloa. ¡Mal camino es ese!...
   El Lehendakari Urkullo, todo un “chavista” para la derechona, a sabiendas de que sus palabras crearán polémica, ha afirmado no entender que el Gobierno de Pedro Sánchez apoye al magistrado Llarena ante la demanda presentada en Bélgica por Puigdemont y el resto de exconsellers, y ha apelando para ello a la separación de poderes, recordando, además el cariz político que el juez Llarena está dando en sus manifestaciones privadas a los asuntos jurídicos. Personalmente –dice Urkullo- no entendería, desde la reivindicación permanente de la independencia de la Justicia y el respeto a las soberanías jurisdiccionales del Estado belga y del propio Estado español, una actuación de apoyo del Gobierno español en ningún caso. Y en cuanto a la repercusión que todo este embrollo pueda tener para la convivencia entre los catalanes y la de éstos con el resto de los españoles, el Lehendakari no cree que en algo o en nada contribuya a facilitarla. Creo, dice, que en Cataluña y en el conjunto del Estado estamos necesitados de rebajar la tensión, de facilitar las decisiones que rebajen esa tensión…, que todos hagamos lo posible por rebajar la tensión con un objetivo final, que es el bien común, la cohesión social u la convivencia (eldiario.es, 28-8-18).
   En suma, que con la actitud corporativa de jueces y fiscales en seguir manteniendo en la vía judicial el asunto catalán por un lado, y por otro, el aprovechamiento torticero del asunto por los autollamados partidos constitucionalistas, el conflicto territorial de Cataluña va para largo. Y ya no es que el debate catalán pueda acabar con este Gobierno –o cualquier otro-, sino que los problemas cotidianos que afectan a los ciudadanos seguirán pendientes de resolver. A veces dudo si no es eso lo que quieren algunos dirigentes políticos; unos porque, estando en el poder, desean conservarlo; y otros porque pretenden alcanzarlo a toda costa. ¡Aunque sea jugando sucio! ¡Luego, hipócritamente, defienden la dignidad de la Política, el Estado de Derecho y sus Leyes! ¡Son ellos los más incumplidores!...
   Pero, naturalmente, todo este “embrollo” catalán, igual que otros tantos conflictos políticos, sociales o religiosos, no se podrían propagar sin la intervención decisiva de los medios de comunicación y del aparato propagandístico-financiero e ideológico que los respaldan y controlan. Pero entrar ahora en ese tema prolongaría este artículo más de lo acotado para la cuestión Puigdemont-Llarena. Así que lo dejaremos para el próximo. Lo que sí voy a adelantar es mi opinión sobre el tratamiento “amarillo” y partidista, que hasta la prensa, en otro tiempo “seria”, está haciendo de este gravísimo problema. Es una pena que con la capacidad de influir en la ciudadanía y los instrumentos de largo alcance de que disponen las empresas de la información, no contribuyan, al menos, a evitar el enfrentamiento y deterioro que este pugilato está causando entre los españoles.
   Y nada mejor para acabar que transcribir las propias palabras de la vocal Sáez Rodríguez en su voto particular: Por todos estos motivos entiendo que la solicitud del magistrado Pablo Llarena debió haber sido inadmitida a trámite por extemporánea y en ningún caso debió haberle sido otorgado el amparo instado, ni a título personal, ni –menos aún, si cabe- alcanzar a toda la jurisdicción española.


   Manuel Vega Marín. Madrid, 30, Agosto, 2018  www.solicitoopinar.blogspot.com.es


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario