En los últimos escritos del profesor Pérez Royo vengo detectando cierta
ambigüedad, yo diría que “calculada”. En
este, http://www.eldiario.es/zonacritica/presos-politicos-parecen_6_705939412.html
, el “lo parecen”, ocultaba una realidad: la existencia de presos políticos en
nuestra democracia. Ya tuve ocasión de comentarlo, http://solicitoopinar.blogspot.com.es/2017/11/lo-parecen-y-son-presos-politicos.html
En el que ahora quiero comentar, http://www.eldiario.es/zonacritica/primer-excepcion-democracia_6_711538860.htm,
bajo la frase “coacción federal” el profesor da la sensación de querer “descafeinar”
la realidad expresada en el título.
La aplicación del art. 155 CE a la “Nacionalidad histórica” de Cataluña,
primero de facto, y, después de iure, el mismo Pérez Royo escribe que es una suerte de estado de excepción
autonómico. Mucho más explícito al respecto se muestra el abogado Gonzalo
Boye Tuset, al afirmar, http://www.eldiario.es/contrapoder/Hoy-ido-catalanes_6_711538870.html,
que se ha utilizado un instrumento
previsto en la Constitución (art. 155), para
dotar de pseudo legitimidad a una
actuación judicial que, para nada,
se compadece ni con la Constitución, ni con el resto del ordenamiento jurídico
nacional… tampoco con el europeo. Esta medida que, según Pérez Royo, Rajoy se resistió activar hasta el último momento,
no hace más que colar por la ventana, como así lo recuerda Boye y también Pablo
Iglesias, la enmienda de Fraga Iribarne durante los trabajos constituyentes,
proponiendo que el Gobierno del Estado pudiera
intervenir y destituir a un Gobierno autonómico, que, con su rechazo, el
resto de representantes, echó por la puerta principal..
Y es que el problema, arrastrado históricamente, no es el de más o menos
competencias de las Autonomías, sino que, junto al de la Monarquía, es el del
reconocimiento constitucional de la realidad plurinacional de lo que llamamos las Españas. En la historia del constitucionalismo español siempre
ha existido un pretexto para ir retrasando, sine
die, tal encaje o reconocimiento jurídico-constitucional de lo que es una
realidad. Y así, por temor a los “poderes fácticos” (el ejército y la gran
burguesía), los padres constituyentes no tuvieron más remedio que conformarse
con la ambigüedad de los términos con los que está redactado del artº 2 de la
CE: La Constitución se fundamenta….., y
reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran…
Esa ambigüedad es la herencia que el PP lleva en sus genes, y la que hizo
que Rajoy, entonces en la oposición, recurriera al Tribunal Constitucional el Statut,
porque en éste, aunque en su preámbulo, figuraba el término Nación, después de que así fuese
aprobado fuera aprobado con todos los requisitos legales.
Según explica Gonzalo Boye, el gobierno de Rajoy adoptó aplicar, por
primera vez, el ya muy manido artículo 155, careciendo
de sustento constitucional y desarrollo legal. En el fondo, como explicita
el propio Boye, no era reconducir al
Parlament ni al Govern a un cauce
constitucional, sino a cercenar cualquier posibilidad de debatir
políticamente la independencia catalana, destituir a las instituciones
autonómicas para privarles de su inmunidad e inviolabilidad y crear un marco
jurídico (ficticio) impunidad para las medidas que el Gobierno y la Fiscalía (a
sus órdenes) tomasen las medidas, que, al final, se han tomado.
Otra cosa será –eso lo veremos después del 21D- si con dichas medidas y,
sobre todo, con las elecciones convocadas por Rajoy, se conseguirá la “normalidad”
de lo que real e históricamente viene siendo una “anormalidad silenciada”. De
momento, ya desde la precampaña, se viene practicando el “frentismo” entre las
dos Españas de que hablaba don Antonio
Machado, y en el que cada bloque contendiente intenta recabar cuanto más votos
mejor, como si eso fuera el bálsamo de Fierabrás que todo lo cura. Aunque todo
vale para los “portavoces mediáticos”, con tal de tergiversar las propuestas más sensatas de PODEMOS. Hay que
recordar que, aún en ese terreno electoral, las candidaturas –con diversos
nombres- viene ganando en anteriores elecciones municipales a los
independentistas, y, en generales, a los autodenominados “constitucionalistas.
El problema, pues, de la autonomía catalana hoy, o el que en un futuro
pueda aparecer con otras nacionalidades o regiones, no se solventa con la
actitud mostrada por Rajoy en el procés
catalá. Como anticipa Pérez Royo, la normalidad no vendrá por unas elecciones convocadas por
imposición del Estado. Y el hecho de que en ellas vayan a participar todos
los partidos, no puede subsanar lo que viene viciado de origen. Una anomalía no
se puede “normalizar” con otra. No es como dice el refrán: que una mancha de
mora con otra verde se quita… Con los
dirigentes políticos o sociales (que conforman las diferentes candidaturas) en prisión o bajo la amenaza de un proceso
penal…, no parece probable que se pueda volver a la normalidad.
Ni siquiera nuestra Guerra civil pudo solucionar el esfuerzo
desarrollado por la IIª República y la Constitución de 1931. Por todos ello,
termino esta glosa participando de la opinión de los autores de los textos
glosados. Los españoles, unos porque lo vivimos y otros porque lo estudiaron,
sabemos cómo entramos en la democracia que “instauró” la Transición. Hoy todos
sabemos cómo esa democracia está
estrenando su primer estado de excepción, sabemos cómo hemos entrado (en
él). Nos queda por ver cómo salimos de él.
¡öjalá que no sea repitiendo los acontecimientos de 1936! Y no vale con
resignarse de que estamos en la UE, pues Países, que hoy la conforman,
entonces, como hoy, están mirando para otro lado…
Manuel Vega Marín. Madrid, 27, Novbre. 2017. www.solicitoopinar.blogspot.com.es
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