Leyendo el artículo de
Ignacio Sánchez-Cuenca, https://goo.gl/VXuioj,
uno duda si el autor es el mismo que hace poco escribiera el libro La
desfachatez intelectual. En su introducción dice ocuparse de los intelectuales en general, incluyendo
a ensayistas, pensadores, periodistas y académicos que intervienen en el debate
público. En esos debates, dice, nos
encontramos con argumentos endebles, consignas que se repiten de un autor a
otro, supuestos no controlados y respeto acrítico a las opiniones de los figurones (pág.25).
La voraz lectura del mencionado librito despertó en mí una total
sintonía con el contenido del mismo. Su autor no se queja de que filósofos y
literatos expresen sus opiniones sobre asuntos públicos, sino de que sus
debates estén llenos de apelaciones
ideológicas muy genéricas, de exhibicionismo moral, de afirmación del
subjetivismo más ramplón y con poco gusto por el detalle y el rigor analítico
(págs. 23-24). Como “polisociólogo” no se considera un científico social, (y) mi
propósito, dice, no es que se quiten
los escritores y los filósofos, que aquí llegamos los científicos sociales.
No se cree con título suficiente para ello. (pág.23).
Pues bien, en el referido artículo, Una paradoja, cuya temática podemos
considerar muy adecuada a su especialidad académica, deberíamos esperar de su
autor una actitud más consecuente, y no caer en los “prejuicios” que achaca a
los demás. Vayamos por partes:
Podemos, dice, no es consecuencia directa de los estragos
de la crisis económica, y que esos estragos son la combinación letal de crisis económica, injusticias políticas y
corrupción generalizada. El significado “efecto-causa” que pudiera
atribuirse al concepto “consecuencia”,
viene rebajado por el empleo posterior del concepto “circunstancias”,
facilitadoras de la creación y crecimiento de un partido radical. Ese uso, aunque
poco claro, de ambos conceptos, consecuencia
y circunstancias, le evita al profesor caer en los mismos vicios achacados
a los figurones, que en el debate
político, atribuyendo a sucesos que ocurren en un mismo espacio temporal, un contenido
causal, que es una de las tareas
más exigentes y difíciles en las ciencias sociales (pág.213). Sin embargo,
Sánchez-Cuenca no se libra de caer en los “lugares
comunes”, que, por falta de estudio e investigación previa, atribuye a
tales figurones. Y tal caída en esos lugares comunes no la puede resistir
nuestro autor, cuando atribuye a ese nuevo partido el muy equívoco calificativo
de radical,
que, como tal, le resultaría muy difícil cambiar el status quo, o sea, las circunstancias en las que tiene origen su
nacimiento. La carga peyorativa del adjetivo radical viene dada por el contexto
creado por los comentaristas aludidos que, en el caso de PODEMOS, hacen de
“portavoces” de otros poderes y de intereses más ocultos, a los que sus
dirigentes llamaron casta.
Nos vemos obligados, pues, a concluir, dado el conjunto del argumentario
de Sánchez-Cuenca, que esa radicalidad la define por el conflicto
(que puede generar una opción política tendente a disminuir la
desigualdad en la distribución de la riqueza) entre los sectores más
desfavorecidos y las clases medias, que creen que tendrán que hacer un
sacrificio demasiado grande. Es en este punto donde veo la debilidad
del análisis de nuestro “polisociólogo”. Pues la línea divisoria entre los más desfavorecidos y las clases medias
es muy volátil, sobre todo, si tenemos en cuenta que ese sector social llamado
antes de la crisis “clase media”, ha descendido al de “los más desfavorecidos,
no dándose el tránsito inverso. En cambio, los que no han variado de estatus,
sino que incluso algunos han ascendido en el ranking de los ricos de siempre. Pero de esto último no dice nada
nuestro analista, siendo precisamente donde más insiste PODEMOS en sus exigencias
y reivindicaciones para “el cambio” en lo económico. No sé de dónde se saca
Sánchez-Cuenca que PODEMOS pretenda solucionar el problema de la injusta
desigualdad económica, repartiendo lo poco que, hoy por hoy, tienen ambas
clases que repartir. ¿Acaso cree el profesor que nuestra Constitución es radical cuando en su artículo 128 habla
de la “función pública de la riqueza”, o que su artículo 129 hable de la
“participación de los organismos públicos en las empresas? ¿No es más radical
desahuciar a familias de sus viviendas sin solución alternativa? ¿No lo es
dejar morir a ciudadanos/as por no poder pagar el recibo de la luz, mientras
las eléctricas no cesan de acumular beneficios? ¿Es ser más moderado y patriota
eludir el pago de impuestos, ocultando beneficios en los llamados “paraísos
fiscales? Pues, a todas esas injusticias, y a otras más se viene refiriendo P.
Iglesias y otros dirigentes de PODEMOS, tanto en el Parlamento, como en la
calle. ¿Cree de verdad el articulista que la puesta en práctica de ese mandato
de la Constitución torna imposible una alianza entre las clases más desfavorecidas y las
clases medias, (como) condición
indispensable en las sociedades avanzadas de nuestro tiempo para que se
consolide una mayoría efectiva a favor de mayor justicia social? Porque, si
es así, ¡apaga y vámonos!
Cuando, además, Sánchez-Cuenca afirma que en España esa alianza de clases tiene un tinte generacional, (porque)
los mayores están dispuestos a ayudar en
el seno de la familia a sus miembros más jóvenes, pero se resisten a apoyar una
solución política radical a las malas circunstancias en las que se encuentran
las nuevas generaciones, no puedo por menos que mostrar mi más absoluta
discrepancia con lo que entiendo ignorancia de la historia, cayendo en propia
contradicción con lo que afirma en la página 215 de su libro: Cuando
un autor no tiene una contribución propia que hacer, ya sea porque otros se le
hayan adelantado, ya sea porque no se le ocurra nada de su propia cosecha, lo
mejor callarse. Los que son radicales, aunque oculten esa radicalidad
en un lenguaje “políticamente correcto”, en el que las palabras constitución,
constitucionalidad, etc. no faltan en sus hipócritas discursos, son los
primeros y más contumaces incumplidores de las leyes, cuando éstas le reclaman
uno de los más elementales actos de patriotismo: no eludir el pago de impuestos para que el Estado pueda sostener el
bienestar de todos los ciudadanos. Esta sí que es la clase-casta que
siempre ha tratado de hacer imposible la alianza entre la clase de los más
desfavorecidos y la clase media.
Finalmente, el profesor se autocuestiona la falta de autoridad que echa
de menos al comprobar que muchas de las
cosas que dicen algunos de nuestros intelectuales mejor valorados por el
establishment son ocurrencias malamente construidas. Y eso es precisamente
lo que nuestro analista hace cuando, sin dato empírico alguno, profetiza que es
muy difícil imaginar (que PODEMOS)
pueda crecer mucho más (del 20% del apoyo electoral obtenido), salvo que llegara una nueva catástrofe
económica en forma de crisis del euro o similar. ¡De traca!..., se conoce
que a él no le ha afectado bastante la que estamos sufriendo… Y, como dirían en
Valencia, su lugar de nacimiento, ¡de maskle´ta!,
las conclusiones que saca de la celebración de Vistalegre II. Por no alargar
más este escrito y porque se comentan por sí solas, me conformaré con sólo
transcribirlas: como se ha visto en
Vistalegre II (PODEMOS) opte por
configurarse como el partido que da voz a todos aquellos desengañados con el
funcionamiento de nuestro sistema político y económico. Se transforma de este modo en una opción expresiva más que en una
opción de cambio. Su denuncia de los abusos del sistema será fundamental,
pero no se traducirá en ejercicio del poder político… introducirá temas nuevos
en el debate político, pero se quedará sin margen para poner en práctica sus
propuestas… De Vistalegre II sale un partido quizá no más extremo
ideológicamente, pero sí orientado a ser
ante todo la representación del descontento. Solamente unas preguntas
al analista “científico”, profesor de la Carlos III: ¿Sabe que para ese viaje
hubiera bastado a los que recogieron el sentir del 15M esperar a que el
descontento, mostrado en plazas y calles, se hubiera ido apagando por sí solo,
sin el esfuerzo de configurar un Partido? ¿Realmente el profesor Sánchez-Cuenca
estuvo en Vistalegre, ha analizado sus resultados atentamente? ¿o va a seguir
aferrándose a los prejuicios y sinrazones que ya manifestaban ciertos “voceros”
desde que PODEMOS, sorprendidos ellos mismos, sacaron cinco eurodiputados en su
primera contienda electoral? Y, por último, ¿está verdaderamente convencido el
profesor de que el PP, mientras exista un
Podemos resistencialista será improbable que cuaje una alternativa de
izquierdas que consiga desplazarle del poder? ¿Cómo es posible que este
señor que se considera “progre” se avenga con su tesis al dogmatismo
inmovilista “pepero”, convirtiendo supuestos tremendamente volátiles en axiomas
permanentes? Me estoy refiriendo a la creencia generalizada en que el PP con el
30-33% de los votos, se mantendrá en el poder eternamente, aunque la dinámica
parlamentaria y el sistema electoral no cambien. Pues la realidad ha demostrado
lo contrario. Hubiera bastado con que el Psoe hubiera renunciado a los
privilegios obtenidos durante el “bipartidismo”, para que, en vez de que Pedro
Sánchez se viera destronado de la Secretaría general de su partido por una
gestora golpista, hoy el destronado sería el sr. Rajoy. ¿Tan complicado le es a
nuestro sociólogo construir otra teoría, basada en la hipótesis de un simple
cambio en la Ley electoral, propugnado por todos los que, hasta ahora, no se
han beneficiado de ella?.
En fin, sr. Sánchez-Cuenca, usted debe saber muy bien que en este país existen
factores que mientras que persistan, el PP actual no bajará del suelo del
porcentaje indicado arriba, y que, cuando ese suelo de votantes cambie, el
propio PP ya será otro partido distinto. Pero mientras ese proceso no culmine,
no podrá negar que, sin que PODEMOS haya llegado al Poder, hay muchísimas cosas
que han cambiado, y que, difícilmente, volverán a ser lo que fueron antes de la
existencia de PODEMOS.
Manuel Vega Marín. Madrid, 20, Febrero, 2017 www.solicitoopinar.blogspot.com.es
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