La letra con sangre entra… Este refrán puede resumir el concepto
que en España se ha tenido y se sigue teniendo de la formación y el estudio.
Todo el proceso se concibe como una carrera de esfuerzos y méritos en orden a
conseguir una “buena vida”. El aula se tiene más por un espacio de
“adiestramiento”, que por un lugar de convivencia agradable, donde nos
convertimos de animales indefensos, en humanos racionales y civilizados. Así,
el resultado no puede ser otro que una Era
de la Ignorancia, de la que se queja Rosa Mª Artal en su estupendo artículo
(eldiario.es, 1-9-16). Utilizar el proceso formativo como instrumento de
domesticación sólo conseguirá lo que consigue el domador de fieras en un circo:
unos seres que, tanto individual, como colectivamente se comportan, salvo
excepciones, como un rebaño ante la voz del pastor. Sus mentes estarán
saturadas de conocimientos muy aptos, para que sus conductas se dobleguen, de
manera “acrítica”, a “los vientos que más soplen”. Más que formación, estos
“conversos” ciudadanos lo que tienen es información, que, en una sociedad
mercantilizada se convierte en materia prima dúctil, para ser utilizada por
intereses, además de comerciales, ideológicos. No es extraño, pues, que fuera
del mundillo académico o profesional, la información periodística sea
trascendental para fomentar el interés por la “cosa pública”. Pero, cuando la
información periodística está mediatizada y controlada por empresas o grupos
oligopólicos, que “venden” todo tipo de productos, la buena prensa se
convierte, al decir de Valle-Inclán, en prensa
canalla.
Todos sabemos, no sólo los profesionales, lo importante y necesaria que
es una prensa –en todos sus soportes- libre e independiente en una sociedad que
deseamos democrática. Una prensa así es la única garantía de que los poderes no
democráticos, elegidos sólo por intereses económicos, no se apoderen ni
manipulen lo que es de todos, haciéndolo pasar por el filtro interesado de un
consejo de administración, aunque éstos sean de empresas periodísticas. Sabemos
también que estos trust –en España,
Prisa, Unidad Editorial, Vocento, etc.-, no sólo están presentes en la prensa
de papel, sino también en el editorial-literario y académico, y no digamos cómo
dominan los medios radio-televisivos. Y, aunque solo aparentemente predican la
libre competencia entre ellos, tal competencia no existe, al menos en el
terreno ideológico y económico-político. No hay más que asomarse a las portadas
de los periódicos de estos días, que, con motivo de la investidura del
Presidente de Gobierno, todos, desde El
País de Cebrián y Felipe, El Mundo,
hasta La Razón de Marhuenda,
presionan en una única dirección; que repita el Gobierno del PP, el más corrupto
e ineficaz de la historia de la democracia. Y lo hacen con toda la desfachatez;
abriendo sus portadas con casi idénticos titulares.
Estoy de acuerdo con Miguel Mora (ctxt de 1-9-16), cuando afirma que lo que estos medios y sus acreedores… han
configurado desde el 15M es una nueva Prensa del Movimiento, que también
podríamos llamar el sindicato vertical de editores del Régimen del 78. Y su
tarea principal ha estribado, 1) en construir el cordón sanitario llamada a
frenar la llegada de Podemos y sus confluencias a las instituciones
democráticas, y 2) en asumir su fracaso bombardeando cualquier decisión o
acción política tomada por los “populistas radicales”. Y el mismo periodista da la razón de tal
conducta. Y es que, añado yo, por encima de su escasa estima que tienen de su
pluralismo ideológico, está, como sigue diciendo Mora, su subsistencia se apoya en pilares suicidas: endeudamiento
impagable, salarios de oro a unos directivos incapaces, explotación de los
nativos digitales, intercambio de favores y prebendas con políticos,
constructores, banqueros, saqueo de lo público. ¡Es el modelo ultraliberal
capitalista que se ha impuesto en Europa!
Pero querer ir contra la historia es como “dar pedos en una lata”.
Conseguirán, momentáneamente, amplificar el sonido; pero los jóvenes, que son
los sujetos más activos del presente y el futuro, harán que el mal olor le
revoque en sus narices… Que toda una “rebelión” encabezada a mitad de los
noventa por el ABC de Luís Mª Ansón o El mundo de P.J. Ramírez, de la que
alardeaban impunemente, y sin ningún tipo de rubor, para tumbar el Gobierno de
Felipe Gonzáles por considerarlo prolongado y dando señales de corruptelas, no
fue óbice para que el Gobierno entrante de Aznar, no fuera, esta vez en menos
tiempo, el comienzo de una corrupción sistémica que todavía perdura. No
obstante, aquella extraña confabulación no ha podido impedir que, algún tiempo
después, surgiera el 15M y PODEMOS, para hacer justicia a la historia. Y por
más que lo sigan intentando, hoy también con la adhesión del grupo Prisa,
distinto del que entonces apoyaba, como hoy, a un distinto Felipe, a lo sumo,
conseguirán una legislatura más, en la que el chanchullo y la corrupción
justifiquen la desaparición del bipartidismo. Y en la medida que la ciudadanía
vaya aprendiendo de la experiencia, y esta nueva generación de jóvenes, mejor
formados, vayan entrenándose en cómo se “manejan” las instituciones desde
dentro de las mismas, acabarán imponiendo nuevos valores y nuevas formas de
hacer política. De esto son conscientes esos grupos que presionan a través de
todos los medios y “voceros” de que disponen, para seguir obstaculizando que
una “nueva” izquierda, no contaminada como la que representa PODEMOS o un Psoe,
con “recobrados” principios, llegue a gobernar.
Por mucho que sigan metiendo miedo, o estén construyendo una nueva
mentira, como es lo pésimo que sería repetir elecciones, éstas serán algo menos
malo que seguir con un Gobierno que ha utilizado las instituciones al servicio
de su sistémica corrupción. Pretender
seguir manipulando, que no gobernando, con la nueva técnica demoscópica de
propiciar la abstención, es una forma de mantener una democracia de baja
calidad. La ciudadanía debe ser responsable y no temer a votar cuantas veces
sea necesario, antes que consentir un Gobierno corrupto por muy apoyado que
esté por intereses bastardos.
Pero, para que esa nueva democracia no se trunque, la sociedad necesita
de una prensa libre, que aunque se organice de forma empresarial, sus
profesionales no deberán consentir ser obligados a escribir al dictado del
“Consejo”. Si no la verdad absoluta, sí que transmitan al lector los
acontecimientos realmente importantes, con la máxima objetividad posible.
Periodistas que se atrevan a dejar con la mentira en la boca al político de
turno, que repregunten sin sonrojo o que vacíen las salas de prensa, sin miedo
a ser represaliados por sus jefes. Profesionales de la información que se
solidaricen con el colega difamado en falsos debates y tertulias, aunque sean
de la “competencia”… Periodistas, en fin, que sean beligerantes con la verdad
informativa, y pongan en evidencia, democráticamente, a tantos Marhuendas,
Indas y tantos “gatoahogaos” que pululan por los “medios”…
No hay comentarios:
Publicar un comentario