De la lectura de los
escritos del profesor Navarro no parece deducirse claramente que no esté por
enfrentarse a la Unión Europea desde el Estado-nación, el lexit, (abandonar la UE). Es la segunda de las tres opciones que
plantea Varoufakis, y que éste rechaza por falta de realismo y probidad. El exministro griego no tiene la menor duda de
que hay que enfrentarse a la UE y a su
establishment y a sus prácticas actuales. Tiene claro que, para la izquierda,
e incluso, hasta para los conservadores progresistas, esa es la solución más
adecuada. Pero esa no es la pregunta, sino en
qué contexto, y dentro de qué narrativa política inclusiva, debe tener lugar
esta confrontación. Y plantea tres opciones:
a)
La que defienden los socialdemócratas: “más
democracia”, “más Europa”, “reformar las instituciones de la UE, etc.
Varoufakis la rechaza, porque es como si
un astronauta se lamentara por el déficit de oxígeno en dicho satélite (la
Luna). Es decir, la UE nació intencionadamente con este déficit de democracia,
-se construyó para mantener al “demos”
alejado de la toma de decisiones y dejar a ésta en manos de un cártel de
grandes empresas europeas (la CECA) y
del sector financiero-. Dando este hecho como cierto, los demócratas no tienen otra alternativa que encabezar un
enfrentamiento directo con el establishment de la UE. Aceptado ese
enfrentamiento, que luego ampliaremos con su propuesta de DiEM25, se abren las
otras dos opciones.
b)
El lexit.
Como hemos adelantado, Varoufakis la rechaza, porque duda de que la izquierda
gane la hegemonía en los referéndums a los nacionalistas de derechas y
xenófobos. Una vez establecido el libre movimiento de trabajadores y capitales,
y el desmantelamiento de fronteras, se volvería al restablecimiento de
controles fronterizos con alambradas y ejércitos defendiéndolos. La izquierda
correría el riesgo de acabar en los brazos de la hegemonía xenófoba, apoyando
la llamada de ésta a la construcción de nuevas vallas, que terminaran con el
libre movimiento. Esto lo estamos viendo hoy hasta en Francia, donde gobiernan
los socialdemócratas…
c)
Frente a las dos opciones anteriores, Varoufakis
propone el DiEM25, esto es, un movimiento paneuropeo de desobediencia
civil y gubernamental con el que provocar un auge de opciones democráticas
contra la manera en que las élites europeas operan en los niveles local,
nacional y de la UE. Este movimiento paneuropeo no cree que la UE pueda
ser reformada por los canales habituales de la política, mucho menos que los Estados-nación
puedan derogar las normas ya existentes en la UE, como cree el profesor Navarro.
Todo lo más que los Parlamentos nacionales podrán hacer será oponerse, como
hizo en Gracia el Gobierno de Syriza. Pero no podrá con el BCE y sus
represalias. Un Gobierno progresista
nacional sólo puede usar ese poder si está preparado para una ruptura con la
troika de la UE.
En esa lucha
contra el establishment de la UE, el DiEM25 está con los partidarios del lexit, pero discrepa de éstos en suponer
que este enfrentamiento sólo puede hacerse a través de referéndums nacionales
en pro de abandonar la UE; el enfrentamiento con el establishment debe basarse
en una persistente campaña de desobediencia a las normas inaplicables de la UE,
desde el nivel local hasta el nacional, pero sin hacer ningún movimiento de
abandono. Y, ante la amenaza de expulsión de los gobiernos rebeldes, como pasó
en Grecia, no sucumbir al miedo de la “salida”, sino mantenernos fuertes y
unidos ante su única oferta, que no es otra que la perpetuación de la espiral
deuda-deflación. Y esta fortaleza en la resistencia conllevaría que sea el
propio establishment (la Comisión, el BCE, Berlín y París) el que se rinda y
desmembre la UE por castigar a los gobiernos progresistas que rechazan sus
ineficaces políticas, o será la UE la que se transforme para no ser desmembrada
por sus propias instituciones. Esto no lo podrá conseguir el lexit.
Se dan, pues, dos situaciones: la del lexit con referéndums convocados por
gobiernos progresistas, a los que, oportunistamente, se unirían las derechas
nacionalistas y xenófobas, o enfrentarse al establishment desde el espíritu del
internacionalismo de izquierdas. El proyecto paneuropeo de Varoufakis conjuga
la lucha contra esas élites a todos los niveles de los Estados-nación, cuando
la UE amenace con la expulsión, incluyendo planes alternativos en caso de
desintegración de la UE por causa del incremento estúpido de la amenaza contra
los gobiernos nacionales desobedientes. Hubiera sido el caso de Grecia. En pocas palabras, resume Varoufakis, DiEM25 rechaza apoyar la “salida” como fin
en sí mismo, o incluso utilizarlo como amenaza. Pero no debe detenernos de la
desobediencia gubernamental cuando nos enfrentemos ante la amenaza de
“expulsión” o “salida forzada”.
Sigo pensando, no obstante, como expuse en
mi anterior artículo, a la vista de la réplica y contrarréplica, que la
discusión entre ambos profesores es puramente académica, por no decir
“nominal”, admitiendo que siempre viene bien un ejercicio de Retórica tal como
la entendían los clásicos.
Puede que lleve razón Navarro cuando
atribuye a su colega cierto desprecio por el Estado-nación, por la experiencia
sufrida por éste tanto en sus negociaciones con el establishment, como por las
desgracias vividas con su pueblo. Pero los hechos están ahí. Y, cuando Navarro
recuerda a Varoufakis el nuevo Gobierno portugués, éste le dice que entes de recibir el mandato de formar
gobierno de manos de un presidente de derechas y favorable a la troika, los
partidos de la izquierda portuguesa tuvieron que firmar los “compromisos con el
Eurogrupo” de los gobiernos anteriores; es decir, se rindieron al programa
existente de la troika desde el primer día, y se limitaron a retrasar, durante
un año más, la introducción de nuevas medidas de austeridad. Precisamente
en El País de hoy, 14-9-16, podemos
leer el siguiente titular: El fantasma de un segundo rescate planea
sobre Portugal.
Varoufakis cree que su DiEM25 encaja mejor
con el tradicional internacionalismo de izquierda, claro está, junto a otras tradiciones constituyentes
democráticas de diversos proyectos políticos (incluyendo el liberalismo
progresista, los movimientos feministas y ecologistas, los partidos “piratas”,
etc.). Me permito recordar al profesor Navarro, mejor, se lo recuerda el
propio Varoufakis, que cuando Marx y
Engels estaban adoptando el eslogan “proletarios del mundo, uníos”, no
rechazaba la idea de cultura nacional o de Estado-nación. Estaban rechazando la
idea de un “interés nacional”, y opinaban que las luchas deben ser prioritarias
al ámbito del Estado-nación. Así lo
reconoce el propio Navarro cuando dice que
frente a esta alianza de las clases dominantes, se necesita una alianza de las
clases dominadas, tanto a nivel estatal, como a nivel europeo, mostrando, por
ejemplo, que el trabajador alemán tiene más en común, en cuanto a sus
intereses, con el obrero español o griego, que con el establishment financiero,
político y mediático de su país. Lo cual, pienso, no deja de ser cierto a
nivel objetivo; pero creo que no es menos cierto que, desgraciadamente, a nivel
subjetivo, de conciencia de clase, que diría Marx, tal coincidencia de
intereses no se da en la realidad. Mucho menos, en esta Europa
capitalista-consumista. Bien lo explica Varoufakis con la fábula de Esopo de
“las cigarras y las hormigas”. Ya se encarga el establishment alemán o nórdico
de inculcar a sus trabajadores que ellos son las hormigas ahorradoras y trabajadoras,
mientras los trabajadores del Sur somos las cigarras que nos pasamos el día de
“jarana”.
La Historia nos muestra cómo el
internacionalismo marxista viene fracasando frente al otro internacionalismo de
derechas ultraliberal, que siempre impone sus intereses, aunque sea por la
fuerza de las armas.
En cualquier caso, plantear este tema de
manera exclusivista, de qué debe ser antes, si articular esa lucha a nivel de
Estado-nación o a otros niveles, es como plantearse qué es antes, ¿el huevo o la
gallina? Y en esto creo que no hay discrepancia entre estos dos eminentes
economistas comprometidos. Así lo reconoce Vicenc Navarro, al estar muy de
acuerdo con el DiEM25, que en manera alguna plantea el problema
excluyentemente. Estas ideas ya las venía promulgando Varoufakis desde su
famosa Conferencia de 2013, Confesiones de un marxista errático en medio
de una crisis europea repugnante. Sobre tales Confesiones remito al
lector a mi www.solicitoopinar.blogspot.com.es
Más reciente es su discusión con el ministro
alemán W. SCHÄUBLE, en la que éste
defiende la no diferencia entre una “federación” y una “alianza de Estados”. Es
en este punto donde veo más desacuerdo entre Navarro y Varoufakis, pues el
catalán parece tener dudas de la posibilidad de un auténtico Parlamento
Europeo, que recoja el sentir de un demos soberano europeo. Lleva razón
Navarro si parte del estatus de la Europa actual, muy lejos y en sentido
contrario del proyecto de una Europa federal. Varoufakis, ante esta situación
real, sin visos de cambiar, prefiere dejar la cómoda actitud academicista, y
con su DiEM25, se plantea QUÉ HACER (me recuerda un título de Lenin): ¿quedarse
en la duda y aceptar tancredianamente la imposibilidad de crear un “demos”
europeo, o conformarse en el Estado burgués en el que existe una relación
unívoca entre la nación y el parlamento soberano, por miedo a que éste perdiera
soberanía?. Ante esta segunda actitud, Varoufakis es contundente: ¡Puedo
imaginar la ira de Marx al oír esto!.
Y aquí lo dejo, no sin antes invitar al
lector a “meterse en esta interesante discusión.
Manuel Vega Marín. Madrid, 14 de Sptbre. De
2016. www.solicitoopinar.blogspot.com.es
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