jueves, 15 de septiembre de 2016

RÉPLICA-CONTRARRÉPLICA DE VAROUFAKIS VS. V. NAVARRO



   De la lectura de los escritos del profesor Navarro no parece deducirse claramente que no esté por enfrentarse a la Unión Europea desde el Estado-nación, el lexit, (abandonar la UE). Es la segunda de las tres opciones que plantea Varoufakis, y que éste rechaza por falta de realismo y probidad. El exministro griego no tiene la menor duda de que hay que enfrentarse a la UE y a su establishment y a sus prácticas actuales. Tiene claro que, para la izquierda, e incluso, hasta para los conservadores progresistas, esa es la solución más adecuada. Pero esa no es la pregunta, sino en qué contexto, y dentro de qué narrativa política inclusiva, debe tener lugar esta confrontación. Y plantea tres opciones:

a)      La que defienden los socialdemócratas: “más democracia”, “más Europa”, “reformar las instituciones de la UE, etc. Varoufakis la rechaza, porque es como si un astronauta se lamentara por el déficit de oxígeno en dicho satélite (la Luna). Es decir, la UE nació intencionadamente con este déficit de democracia, -se construyó para mantener al “demos” alejado de la toma de decisiones y dejar a ésta en manos de un cártel de grandes empresas europeas (la CECA) y del sector financiero-. Dando este hecho como cierto, los demócratas no tienen otra alternativa que encabezar un enfrentamiento directo con el establishment de la UE. Aceptado ese enfrentamiento, que luego ampliaremos con su propuesta de DiEM25, se abren las otras dos opciones.
b)      El lexit. Como hemos adelantado, Varoufakis la rechaza, porque duda de que la izquierda gane la hegemonía en los referéndums a los nacionalistas de derechas y xenófobos. Una vez establecido el libre movimiento de trabajadores y capitales, y el desmantelamiento de fronteras, se volvería al restablecimiento de controles fronterizos con alambradas y ejércitos defendiéndolos. La izquierda correría el riesgo de acabar en los brazos de la hegemonía xenófoba, apoyando la llamada de ésta a la construcción de nuevas vallas, que terminaran con el libre movimiento. Esto lo estamos viendo hoy hasta en Francia, donde gobiernan los socialdemócratas…
c)       Frente a las dos opciones anteriores, Varoufakis propone el DiEM25, esto es, un movimiento paneuropeo de desobediencia civil y gubernamental con el que provocar un auge de opciones democráticas contra la manera en que las élites europeas operan en los niveles local, nacional y de la UE. Este movimiento paneuropeo no cree que la UE pueda ser reformada por los canales habituales de la política, mucho menos que los Estados-nación puedan derogar las normas ya existentes en la UE, como cree el profesor Navarro. Todo lo más que los Parlamentos nacionales podrán hacer será oponerse, como hizo en Gracia el Gobierno de Syriza. Pero no podrá con el BCE y sus represalias. Un Gobierno progresista nacional sólo puede usar ese poder si está preparado para una ruptura con la troika de la UE.
En esa lucha contra el establishment de la UE, el DiEM25 está con los partidarios del lexit, pero discrepa de éstos en suponer que este enfrentamiento sólo puede hacerse a través de referéndums nacionales en pro de abandonar la UE; el enfrentamiento con el establishment debe basarse en una persistente campaña de desobediencia a las normas inaplicables de la UE, desde el nivel local hasta el nacional, pero sin hacer ningún movimiento de abandono. Y, ante la amenaza de expulsión de los gobiernos rebeldes, como pasó en Grecia, no sucumbir al miedo de la “salida”, sino mantenernos fuertes y unidos ante su única oferta, que no es otra que la perpetuación de la espiral deuda-deflación. Y esta fortaleza en la resistencia conllevaría que sea el propio establishment (la Comisión, el BCE, Berlín y París) el que se rinda y desmembre la UE por castigar a los gobiernos progresistas que rechazan sus ineficaces políticas, o será la UE la que se transforme para no ser desmembrada por sus propias instituciones. Esto no lo podrá conseguir el lexit.
   Se dan, pues, dos situaciones: la del lexit con referéndums convocados por gobiernos progresistas, a los que, oportunistamente, se unirían las derechas nacionalistas y xenófobas, o enfrentarse al establishment desde el espíritu del internacionalismo de izquierdas. El proyecto paneuropeo de Varoufakis conjuga la lucha contra esas élites a todos los niveles de los Estados-nación, cuando la UE amenace con la expulsión, incluyendo planes alternativos en caso de desintegración de la UE por causa del incremento estúpido de la amenaza contra los gobiernos nacionales desobedientes. Hubiera sido el caso de Grecia. En pocas palabras, resume Varoufakis, DiEM25 rechaza apoyar la “salida” como fin en sí mismo, o incluso utilizarlo como amenaza. Pero no debe detenernos de la desobediencia gubernamental cuando nos enfrentemos ante la amenaza de “expulsión” o “salida forzada”.
   Sigo pensando, no obstante, como expuse en mi anterior artículo, a la vista de la réplica y contrarréplica, que la discusión entre ambos profesores es puramente académica, por no decir “nominal”, admitiendo que siempre viene bien un ejercicio de Retórica tal como la entendían los clásicos.
   Puede que lleve razón Navarro cuando atribuye a su colega cierto desprecio por el Estado-nación, por la experiencia sufrida por éste tanto en sus negociaciones con el establishment, como por las desgracias vividas con su pueblo. Pero los hechos están ahí. Y, cuando Navarro recuerda a Varoufakis el nuevo Gobierno portugués, éste le dice que entes de recibir el mandato de formar gobierno de manos de un presidente de derechas y favorable a la troika, los partidos de la izquierda portuguesa tuvieron que firmar los “compromisos con el Eurogrupo” de los gobiernos anteriores; es decir, se rindieron al programa existente de la troika desde el primer día, y se limitaron a retrasar, durante un año más, la introducción de nuevas medidas de austeridad. Precisamente en El País de hoy, 14-9-16, podemos leer el siguiente titular: El fantasma de un segundo rescate planea sobre Portugal.
   Varoufakis cree que su DiEM25 encaja mejor con el tradicional internacionalismo de izquierda, claro está, junto a otras tradiciones constituyentes democráticas de diversos proyectos políticos (incluyendo el liberalismo progresista, los movimientos feministas y ecologistas, los partidos “piratas”, etc.). Me permito recordar al profesor Navarro, mejor, se lo recuerda el propio Varoufakis, que cuando Marx y Engels estaban adoptando el eslogan “proletarios del mundo, uníos”, no rechazaba la idea de cultura nacional o de Estado-nación. Estaban rechazando la idea de un “interés nacional”, y opinaban que las luchas deben ser prioritarias al ámbito del Estado-nación. Así  lo reconoce el propio Navarro cuando dice que frente a esta alianza de las clases dominantes, se necesita una alianza de las clases dominadas, tanto a nivel estatal, como a nivel europeo, mostrando, por ejemplo, que el trabajador alemán tiene más en común, en cuanto a sus intereses, con el obrero español o griego, que con el establishment financiero, político y mediático de su país. Lo cual, pienso, no deja de ser cierto a nivel objetivo; pero creo que no es menos cierto que, desgraciadamente, a nivel subjetivo, de conciencia de clase, que diría Marx, tal coincidencia de intereses no se da en la realidad. Mucho menos, en esta Europa capitalista-consumista. Bien lo explica Varoufakis con la fábula de Esopo de “las cigarras y las hormigas”. Ya se encarga el establishment alemán o nórdico de inculcar a sus trabajadores que ellos son las hormigas ahorradoras y trabajadoras, mientras los trabajadores del Sur somos las cigarras que nos pasamos el día de “jarana”.
   La Historia nos muestra cómo el internacionalismo marxista viene fracasando frente al otro internacionalismo de derechas ultraliberal, que siempre impone sus intereses, aunque sea por la fuerza de las armas.
   En cualquier caso, plantear este tema de manera exclusivista, de qué debe ser antes, si articular esa lucha a nivel de Estado-nación o a otros niveles, es como plantearse qué es antes, ¿el huevo o la gallina? Y en esto creo que no hay discrepancia entre estos dos eminentes economistas comprometidos. Así lo reconoce Vicenc Navarro, al estar muy de acuerdo con el DiEM25, que en manera alguna plantea el problema excluyentemente. Estas ideas ya las venía promulgando Varoufakis desde su famosa Conferencia de 2013, Confesiones de un marxista errático en medio de una crisis europea repugnante. Sobre tales Confesiones remito al lector a mi www.solicitoopinar.blogspot.com.es
   Más reciente es su discusión con el ministro alemán W. SCHÄUBLE,  en la que éste defiende la no diferencia entre una “federación” y una “alianza de Estados”. Es en este punto donde veo más desacuerdo entre Navarro y Varoufakis, pues el catalán parece tener dudas de la posibilidad de un auténtico Parlamento Europeo, que recoja el sentir de un demos soberano europeo. Lleva razón Navarro si parte del estatus de la Europa actual, muy lejos y en sentido contrario del proyecto de una Europa federal. Varoufakis, ante esta situación real, sin visos de cambiar, prefiere dejar la cómoda actitud academicista, y con su DiEM25, se plantea QUÉ HACER (me recuerda un título de Lenin): ¿quedarse en la duda y aceptar tancredianamente la imposibilidad de crear un “demos” europeo, o conformarse en el Estado burgués en el que existe una relación unívoca entre la nación y el parlamento soberano, por miedo a que éste perdiera soberanía?. Ante esta segunda actitud, Varoufakis es contundente: ¡Puedo imaginar la ira de Marx al oír esto!.
   Y aquí lo dejo, no sin antes invitar al lector a “meterse en esta interesante discusión.


   Manuel Vega Marín. Madrid, 14 de Sptbre. De 2016. www.solicitoopinar.blogspot.com.es



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