Me estoy refiriendo al artículo del profesor Navarro, publicado en
público.es el 8-8-2016 con el título ¿Está
el Estado del Bienestar muerto? Crítica a Yanis Varoufakis.
El ilustre profesor
catalán, al que profeso mi admiración leyendo con asiduidad y regocijo sus libros
y artículos, creo que en el artículo mencionado atribuye a su colega griego
varias premisas, a mi parecer, si no falsas, no del todo ciertas, de las que “pretende”
extraer conclusiones que fundamenten sus desavenencias. ¡Ganas de discutir, que
diría el castizo!...
No pienso que de los escritos de Varuofakis y, sobre todo de su talante
de activista comprometido en la defensa, ante la Eurozona, de la autonomía
política de su pequeño Estado griego, y, como marxista “errático”, entregado a
la causa de los más débiles, se le pueda atribuir, si no es en abstracto o
sacadas de su contexto real, las frases el
Estado de Bienestar en los países capitalistas desarrollados está muerto, junto
con los partidos socialdemócratas que lo establecieron, o que los Estados-nación ya no pintan nada. El
propio Navarro reconoce que no hay duda
de que la socialdemocracia en Europa está en declive. Por tanto, no creo
que, como dice, ahí está la raíz de
nuestro desacuerdo.
Varoufakis, en su discusión con Wolfgang Schäuble (pag.323), ministro de
Finanzas alemán, éste defiende que no hay diferencia entre una federación y una
“alianza de Estados. El griego considera que el craso error tal defensa ha
sido confundir la autoridad política con el poder. Porque, para Varoufakis,
un parlamento es soberano, aunque no sea
particularmente poderoso (pg.326).
Es más, discutiendo con otro ministro de finanzas, que le decía “en este mundo
globalizado no hay lugar para pequeños estados soberanos”, refiriéndose a
Islandia, el también ministros de finanzas griego, le espetó lo absurda de su
postura: afirmar que la soberanía de
Islandia es obsoleta porque es demasiado pequeño para tener tanto poder, es
como defender que una persona pobre con casi ninguna influencia política podría
renunciar directamente a sus derechos políticos (pg.327)…; los pequeños Estados soberanos, como
Islandia, tienen decisiones que tomar dentro de las restricciones más amplias creadas
para ellos por la naturaleza y por el resto de la humanidad. Por muy limitadas
que sean estas decisiones, el cuerpo político de Islandia conserva autoridad
absoluta para pedir cuenta a sus representantes elegidos, de las decisiones que
tomen dentro de las limitaciones exógenas de la nación, y para derogar
cualquier ley que haya promulgado en el pasado (pgs.327-28). Que esa
capacidad de decisión de los Estados pequeños, de facto, esté casi anulada, no
contradice el pensamiento de Varoufakis reproducido en el libro que cita
Navarro (que no he tenido ocasión de leer).
El propio Navarro, más que contradecir a su colega, coincide con él,
cuando afirma que los Estados-nación
continúan jugando un papel clave, poniendo como ejemplo el papel determinante y dominante que desempeña el Estado-nación
alemán. El matiz del tamaño es decisivo, pues, para deshacer la aparente
controversia.
Otro punto en el que el profesor Navarro ve una discordancia con el
profesor Varoufakis es el papel que el Estado puede desempeñar en los
conflictos, que, en su interior, tienen las clases sociales. Yo creo que aquí
quien se contradice a sí mismo es el propio profesor Navarro. Él mismo no está
muy convencido –pues utiliza la palabra parece-
de lo que a este respecto piensa el exministro griego. Nunca he leído u oído
decir al heleno que no haya alternativas a las que imponen (o tratan de
imponer) las clases dominantes –la burguesía industrial-, no sólo en un país,
sino en países distintos, donde los intereses capitalista-burgueses no
entienden de fronteras. ¡Claro que hay alternativas! Los marxistas lo venimos
propugnando desde hace más de dos siglos. El
Estado siempre aplica políticas de clase, afirma Navarro. Y tiene que
reconocer, como así lo hace, que fue el socialista Zapatero quien comenzó a
aplicar las directrices que venían de Europa, modificando con “nocturnidad y
alevosía” el artículo 135 de la Constitución. Una alternativa “soberana”
hubiera sido dimitir, y convocar al pueblo.
Cuando los marxistas hablaban de “internacionalismo proletario”, estaban
reconociendo que, si el proletariado de un solo país no tenía la fuerza
suficiente para imponerse a su burguesía, mucho más difícil que ésta lo
tendría, aun utilizando la guerra, para imponer lo que hoy conocemos por
“globalización”. No creo que el profesor Navarro tenga dudas del talante
marxista de Varoufakis. Por eso no veo el desacuerdo con el pensador griego,
cuando aquél atribuye a este que ningunear
el Estado-nación lleva a abandonar una lucha a nivel de dicho Estado-nación,
creando un vacío que lo están aprovechando movimientos nacionalistas de
ultraderecha… y ese vacío (desatendido por las izquierdas clásicas) es el que ha venido a rellenar las
movilizaciones populares (PODEMOS en España). El mismo Navarro reconoce, no
sólo en este artículo, sino a lo largo de todos sus escritos, que no sólo los partidos conservadores y
liberales, sino también los partidos socialdemócratas, justifican las políticas
y las reformas reaccionarias de los mercados de trabajo…, echándole las culpas
a factores exógenos. Es lo que llama externalización
de responsabilidades. Precisamente, por no estar de acuerdo con esa
“irresponsabilidad”, que pretende sustituir la “soberanía nacional” por la
“solidaridad europea” (según Delors), fue por lo que Varoufakis, el 6 de Julio
de 2015, con el regocijo de los poderes fácticos de Bruselas y de Fráncfort,
presentó su dimisión, POR MI PECULIAR
COMPROMISO DE NO FIRMAR NUNCA
ACUERDOS QUE NO PUDIERA DEFENDER (ante su parlamento) COMO ECONOMISTA, COMO POLÍTICO, COMO INTELECTUAL, COMO GRIEGO
(pg.328).
Sr. Navarro, desde el respeto y la admiración que le profeso, déjeme que
le diga que cuando se parte de premisas falsas, todas las conclusiones que se
quieran derivar de ellas, a fortiori,
también lo serán, contraviniendo, además, cualquier otro argumento. Usted a esa
forma de razonar de Varoufakis le llama provocación.
¡Epítetos mucho más duros se le han atribuido!
Usted, como el sr. Martín Seco, y otros muchos destacados economistas,
estuvieron en contra de cómo se diseñó la Unión Europea y la Unión Monetaria.
Desde entonces vienen sosteniendo que con esas políticas llevadas a cabo por
Bruselas o Fráncfort, es imposible mantener el Estado de Bienestar. A las
pruebas que usted no se harta de denunciar en sus escritos, me remito.
Utilizar frases, como las
mencionadas al principio, sacadas de su contexto real, o extraer de una simple
percepción, para ponerlas como premisas, de que el Estado-nación carece de capacidad de decisión no son buenas
“inferencias”, atribúyanse a Platón o a su porquero… Y mucho menos lo serán si
se extrae de la premisa, atribuida por usted a su colega, de que el Estado de Bienestar no puede financiarse y
mantenerse, al estar financiado con las rentas del trabajo (con las
cotizaciones sociales derivadas del salario). Y que, por la tanto, al
desaparecer tales puestos de trabajo por causa de las revoluciones o
innovaciones digitales, tecnológicas o robóticas…; Ergo, el Estado de Bienestar
se hace insostenible. A este silogismo
en barbara, que diría un clásico, le falta el “término medio” con el que
comparar. Pero, como esta discusión nos llevaría muy lejos de lo que
pretendemos, lo dejamos ahí. Pero decir que de este argumento Varoufakis deduce
y propone la “Renta Básica Universal” (RBU) como único instrumento para la
distribución, en forma de servicios sociales, de la riqueza de un país… Hay un
salto muy arriesgado… Pero, muchas veces, aunque en teoría se respeten las
leyes de la “lógica formal”, la realidad nos puede desmentir. Por eso los
marxistas decimos que la “prueba del algodón” de la teoría es la praxis. De
esto, seguro, el profesor Navarro sabe mucho…
El mismo profesor Navarro reconoce que
el fracaso de los partidos socialdemócratas no se debe a la socialdemocracia
“en sí” (el entrecomillado es mío),
sino más bien lo contrario, es decir, a su abandono…; y ya desde Mitterrand
comenzó el abandono del proyecto socialdemócrata. ¿Cómo, pues, atribuir al
sr. Varoufakis este mal construido argumento, cuando el conjunto de sus
escritos, y, sobre todo, su lucha en todas las instituciones políticas y
docentes, dicen lo contrario?
El mismo V. Navarro da una definición de socialismo y de sus objetivos,
que no son otros que establecer una
sociedad, cuyo objetivo es distribuir los recursos según la necesidad de los
ciudadanos, financiados según la habilidad y capacidad definidas
democráticamente; y continua con que casi
el 78% de la ciudadanía de los países de la UE está de acuerdo con el principio
“a cada uno según su necesidad, y de cada uno según su habilidad y capacidad.
La verdad, que podría haberse ahorrado esa definición, con sólo repetir lo
expresado en el Manifiesto Comunista de 1848. Pero no está de moda. Pero, como
no dudo de sus profundas convicciones marxistas, no entraré en un debate
académico.
Pienso humildemente que el profesor Navarro vuelve a no ser exacto,
cuando para justificar el discurso de Varoufakis, le atribuye que su concepto
de Estado de Bienestar no es el que tiene su enraizamiento en la tradición
socialdemócrata, sino en el democratacristiano de Bismarck, que no es el modelo
de los países escandinavos, de tradición socialdemócrata. Creo sinceramente que
es buscar la discordia (academicista) gratuitamente. Me bastará con remitir al
profesor, además de al conjunto de escritos de Varoufakis y de su acción, a
repasar una Conferencia dada por éste el 14-5-2013 en el Festival Subversivo de
Zagreb, titulada Confesiones de un
marxista errático en medio de una crisis europea repugnante. Y ya, de paso,
le someto a su examen la glosa que de la misma hice el 20-5-2015, “colgada” en
mi blog www.solicitoopinar.blogspot.com.es
Afirmar que el modelo de Bismarck se financia con las cotizaciones
procedentes del mundo del trabajo, y el de los países nórdicos, con los fondos generales del Estado, y, por
tanto, de la voluntad popular, cuando menos me parece que es simplificar
las cosas demasiado. Pero este es otro debate que no viene al caso. No
obstante, convendremos en que el objetivo del Estado de Bienestar es mejorar
las condiciones de vida de las clases sociales menos protegidas en comparación
con las capas minoritarias poseedoras del capital, que ya disfrutan de dicho
objetivo con sus propios medios privados. Cómo conseguir dicho objetivo y,
sobre todo, cómo financiarlo, tiene una larga historia de luchas y de
discusiones técnico-teóricas, que no sólo se plantea en el mundo socialista.
Desde el Cristianismo y su “doctrina social”, pasando por todas las corrientes
socialistas y comunistas, también se plantea la cuestión en las sociedades de
tradición liberal-capitalistas. Hoy día la cuestión está planteada tanto en
EE.UU., como en la UE, a la que pertenecen países nórdicos y del Sur, más ricos
o más pobres. Se discute, y se seguirá discutiendo “eso” de financiar las
conquistas sociales, que, por otra parte, no significan, ni mucho menos, todo
el contenido del “utópico” proyecto social-comunista…
Lo que está claro es que la financiación de esos servicios sociales,
según se mire, son un gasto a corto o una inversión a medio/largo plazo, y que
requiere que el Estado tenga ingresos suficientes. De dónde obtenerlos y cómo
redistribuirlos proporcional y equitativamente, es un tema técnico,
demográfico, laboral, etc., sin por ello, obviar las decisiones políticas que
estarán siempre en el fondo. No creo que Varoufakis pretenda, como cree
Navarro, que con una sola medida de urgencia, cual es la RBU, para reducir la
pobreza, solucionar todos los problemas que el capitalismo salvaje ha
instaurado con su ideología ultraliberal en Europa y en el mundo.
Por último, extraer una (la 4ª) de The Modest Proposal for Resolving the Euro
Crisis, de Y. Varoufakis, Stuart Holland y J.K.Galbraith, de Junio de
2013 (pg.368): es un programa de urgencia
de solidaridad social para luchar contra el incremento de la pobreza.
Programa urgente que deberá garantizar el ACCESO A LA ALIMENTACIÓN Y A LAS
NECESIDADES ENERGÉTICAS BÁSICAS…
Y termino preguntándole al profesor Navarro, ¿la RBU de Varoufakis no
sería equivalente a la “Renta básica” propuesta por PODEMOS, de cuyo programa
socioeconómico es asesor?...
NOTA.- Las páginas que cito
corresponden al libro de Varoufakis, titulado ¿Y los pobres sufren lo que
deben? Ediciones Deusto. Barna. 2016.
Manuel Vega Marín. Madrid, 20 de Agosto, 2016. www.solicitoopinar.blogspot.com.es
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