En Mayo de 2011 estalló en la
sociedad española lo que se llamó “Movimiento 15M”. Sus objetivos de cambio y
de renovación en el ámbito socio-político fueron vistos y apoyados con enorme
ilusión y esperanza tanto por jóvenes, como por mayores, aunque jóvenes en su
actitud intelectual. Sus primeros efectos fueron las “mareas” de todos los
colores que llenaron las calles y plazas del País, en protesta por las
políticas de recortes impuestas por la Unión Europea, dócilmente aceptadas por
los sucesivos gobiernos del PSOE y del PP. Con el pretexto de una crisis
provocada por los “poderes financieros” se nos impuso el modelo económico
ultraliberal llevado a cabo años antes por D. Reegan y M. Thatcher o Pinochet.
Pocos historiadores de la economía dudan ya de su fracaso. En algunos países
europeos, como España, se nos quiere hacer ver que dicho modelo económico es la
salida única a la recesión provocada por el estallido de la burbuja
inmobiliaria o por los estragos de la caída del Lehman Brothers…, pero me
resisto a creer que los grandes poderes
financieros no se hubieran inventado otro pretexto para la imposición de esa
política ultraliberal, que tanto les beneficia. Más bien tiendo a creer que fue
el agotamiento de los beneficios obtenidos durante la “guerra Fría”, el
derrumbe largamente preparado del régimen soviético por Occidente, con la
colaboración de un papa, Juan Pablo II, joven, pero un polaco profundamente
resentido con la Europa “socialista”. La caída del muro de Berlín fue el
cornetín de enganche y la señal de arrebato. Si a ello unimos el vocerío
propagandístico de los “medios”, controlados por tales poderes, no es de
extrañar que se creara en la sociedad una especie de sopor conformista, que le
incapacitara para una reacción civil, amuermada por la pérdida de confianza en
las instituciones “democráticas”.
Pero todos esos
elementos también sirvieron para que una parte de la sociedad menos aletargada,
reaccionara en cuanto los efectos se
hicieron sentir en las vidas y en sus bolsillos de los ciudadanos,
materializados en los recortes en todos los sectores de los servicios públicos
fundamentales, con la codicia de transferir a sus empresas privadas los
beneficios que de aquellos servicios pudieran obtener.
Ante tales movimientos
reactivos, quizá inesperados por políticos y empresarios “acomodados”, unos y
otros, dándose cuenta de que “la cosa” iba en serio, temiendo la pérdida de sus
privilegios y poltronas, unos se atrincheraron en sus Ministerios o
“bunkerizaron” el Parlamento, sede de la Soberanía popular, aprobando una Ley
“mordaza” para coartar las libertades, y otros movieron todos sus canales de
influencia…
Luego aparecieron cual
oráculos los “sesudos” analistas políticos e intelectuales, largo tiempo
callados y conniventes, los que se atrincheraron en sus envejecidas cátedras,
recelosos de perder los privilegios que les proporcionó la “kakareada”
Transición del 77-78, escasamente criticada por sus envejecidos parámetros.
Olvidaron, a pesar de la lucha de muchos de ellos contra la dictadura, que
aquella “idílica” Transición fue un cup de forcé, un lo tomas o lo dejas,
transigido por los llamados e intactos “poderes fácticos”, bien atrincherados
en el bunker, cimentado durante la larga noche del franquismo…
Desde sus cátedras y
engreídas atalayas observaban, displicentes, tales “movidas” como una moda
pasajera, algo así como una reedición del movimiento hippie, cuyos líderes, intelectuales y profesores jóvenes y bien
preparados, serían incapaces de encausar y cristalizar en partidos con nuevas
formas de hacer política. Estos sesudos analistas estaban demasiado confiados
en sus esquemas mentales y en sus envejecidos instrumentos de análisis. Esta
visión inmovilista y cuasi dogmática en lo racional, unida en lo psicológico a
una especie de envidia revanchista, y en lo biológico, a una natural
decrepitud, les hizo creer que no había vida más allá de las de ellos. Es la
lógica dialéctica entre lo viejo que no acaba de irse y lo nuevo que no termina
de llegar. (Para no repetir, aburriendo al lector, lo que ya escribí, con el
título Contribución crítica al debate
sobre “los populismos” de la revista “Temas”, Noviembre de 2014, remito al interesado a mi blog,
solicitoopinar.blogspot.com.es
Reaccionaron en serio
cuando un nuevo partido, PODEMOS, contra todo pronóstico demoscópico,
accedieron al Parlamento Europeo con cinco escaños. Es entonces cuando ese
“claustro”, junto con los poderes fácticos y del Ibex 35, comenzaron a lanzar
“pepinazos” desde una especie de NUEVO BUNKER, movilizando, además, a toda su
artillería ligera, que son los “voceros mediáticos”. PODEMOS se convirtió en el
“blanco” de todos los disparos, llegando algunos de ellos a impactar en algunos
de sus flancos, sin conseguir atinar en el centro de la “diana”, que no es otro
que su proyecto radical (de raíz) de “CAMBIO”, y que conlleva una
profundización de la Democracia, excesivamente institucionalizada y separada de
la gente. Tal diana está aureolada por una gran ilusión esperanzada bajo el
grito de ¡¡¡SÍ SE PUEDE!!!...
Los proyectiles
funcionaron con efecto “bumerán”; de tal manera que, tanto los partidos
tradicionales, principalmente el bipartidismo rampante, como otros
“emergentes”, comenzaron a cambiar, al menos en su atuendo externo. Sus
líderes, casi improvisados, unos más descamisados que otros, sin por ello poder ocultar su procedencia, a
juzgar por la blancura y el planchado de sus camisas… Se entabló la guerra por
arrumbar las corbatas y por hacerse selfies con cualquiera que se les
acercara… Pero siguen sin ser conscientes de los cambios más profundos que PODEMOS ha propiciado en ellos. Todas las
iniciales propuestas de este EMERGENTE eran consideradas como “utópicas”,
“populistas”, “antisistema” e imposibles de llevar a la práctica. Pero tales
acusaciones no eran más que el humo que tapaba el miedo a la pérdida de
castizos privilegios. ¡Cuánto les molestaba la palabra “casta”! Sólo han
empezado a olvidarla cuando ven en los nuevos líderes algún tic que les pueda
asimilar en su estatus…
Una de las primeras
propuestas concretas de PODEMOS fue, por ejemplo, la de la “renta básica universal”,
en la que subyace un primer paso de “emergencia” para una más justa
distribución de las rentas. Inmediatamente esta propuesta fue tergiversada y
tachada de populista, dada la imposibilidad de su financiación. Con estas
acusaciones no hacían más que ignorar el fondo del asunto, pues tal
imposibilidad de financiación no era más que un “tapujo” para ocultar
irregularidades fiscales, evasión de capitales y la monumental corrupción que
tales prácticas encubrían. Pretendían que todo siguiera igual. Con esta
estrategia se pretendía ganar tiempo para poner en práctica instrumentos como
la amnistía fiscal de Montoro, la dilación intencionada de los procesos
judiciales, el escarmiento ejemplarizante de jueces y fiscales, separándolos de
la investigación de los paraderos ocultos de capitales, falsas medidas en favor
de la transparencia, etc., etc. Medidas todas encaminadas a enjugar y compensar
las posibles pérdidas de capitales, una vez que éstos hubieran sido
“reflotados” y “blanqueados”. La prueba evidente de que había capital para financiar la popular
propuesta, es que, cercanas las elecciones, el resto de partidos llevan en sus
programas propuestas similares. Algunos, como el PSOE, sólo tuvieron que
desempolvar sus primeros programas. Es la táctica “lampedusiana” de simular un
cambio, para que todo siga igual… Hasta un partido “emergente” como Ciudadanos,
siendo liberal en lo económico, la lleva en su programa, aunque disimulada en
ambiguos tecnicismos, para no amedrentar a sus patrocinadores del Ibex-35…
Otros cambios de más
calado político que PODEMOS ha hecho calar en los demás es el de las
Instituciones, fundamentalmente, el de la reforma de la Constitución. Hasta el
inmovilismo dogmático que el PP lleva en su ADN se ofrece a aceptar, aunque cosméticamente.
Pero me interesa más resaltar la actitud del PSOE. Un partido que siempre ha
presumido de su estructura federal y de su proyecto “federalista” para una
España “plural” y “multinacional”, cuando llega un momento crucial como es el
de Cataluña, se acobarda y corre “a rebufo” de la rueda del PP. Tanto como ha
criticado al partido de Pablo Iglesias, el coletas, de veleidoso y trivial en
este tema, ante la “cuestión catalana” estas críticas se le vuelven en su
contra. Claro que esta ambigua actitud socialista tiene cierta coherencia;
porque la vacilación manifestada en pocos meses de Pedro Sánchez en aclararse a
sí mismo y a su partido, de si Cataluña es una “nación”, “nacionalidad”, de
cómo ha de figurar en la “reformada”
Constitución, etc, le
incapacita a él y a su PSOE, para ahondar y poner en práctica su “aireado”
proyecto federalista. Pone muy difícil que los ciudadanos, sobre todo los
catalanes, crean esa propuesta federal cuando no se tiene claro el encaje de la
“nación” catalana en una federación de ¿qué?, y menos si se duda de quienes son
los sujetos que tienen que decidir. Unirse a toda prisa al otro nacionalismo
del PP y Ciudadanos y al inmovilismo dogmático de la Ley es perder la
iniciativa política, enganchándose al vagón de cola de uno de los trenes en
choque frontal. Levanta la sospecha de que, si se pierde el “bipartidismo”,
quedará un “seudotripartidismo”… El PSOE y su Secretario General no quieren ver
la sangría de votos que viene sufriendo en un feudo que siempre les ha sido decisivo
para llegar al Gobierno de España. Su oportunismo electoralista les está
volviendo miopes. Su política de derechas les impedirá aglutinar, como
pretenden, a otros partidos de izquierda. Y es que con la caída de la variante
comunista, la misma idea de socialismo ha quedado muy tocada. Lejos de
revitalizarse, la socialdemocracia como tal, no solo la española, viene
sufriendo una gran confusión. Desde el abandono del marxismo y el “invento” de
la “tercera vía”, el proyecto socialista no sólo no ha logrado reestructurarse,
sino que ha sido atrapado en las garras del neoliberalismo triunfante, con el
consiguiente efecto en la identidad de la izquierda. Con el pretexto de una
“modernización” en pro de una llegada al poder, un gran número de partidos
socialdemócratas han renegado de su identidad de izquierda, redefiniéndose
eufemísticamente como de centro izquierda.
Finalmente, por su
actualidad, me referiré a lo que se viene llamando, en lenguaje deportivo, a
uno de los últimos “fichajes”, el del Tte. General Julio Rodríguez, ex-alto
jefe de la cúpula militar. Su opción por PODEMOS y su inclusión en la lista por
Zaragoza ha sido sentido en el PSOE como un verdadero “ataque de cuernos”. Se
olvidan de su fichaje, no exento de cierto morbo, de la Comandante Zaída
Cantero, cuyo mérito, dicho sea con todo respeto, es haber sido acosada sexual
y laboralmente por un superior, habiéndose visto obligada a abandonar su
vocación militar. Ningún reparo por mi parte. La normalidad con la que se ha
admitido este nombramiento, no ha sido la misma, ni de lejos, que con la que se
han manifestado diferentes ejecutivos socialistas, algunos de la relevancia de
Alfonso Guerra, que, además de su fina y destemplada ironía en su referencia al
nombramiento del General, en el mismo acto mintió, creo que a sabiendas, de lo
bien que lo hizo el gobierno de la República, suspendiendo la declaración de
soberanía, que no de independencia que en 1934, hecha por el Presidente Companys
y su gobierno, olvidando que entonces el Gobierno republicano estaba en manos
de la C.E.D.A.; el mismo gobierno que hizo pasar por las armas al President y a
casi todo su gobierno, provocó el golpe de Franco, la horrible guerra civil y
la larga noche de la dictadura franquista… Me sorprende que un simple ataque de celos haya convertido al
señor Guerra en “lerrouxista”; porque fue Alejandro Lerroux quien el 2 de Enero
de 1935 hizo aprobar una ley, que sustituye al poder autónomo catalán por un
gobernador general nombrado por Madrid. Ley que, por cierto, poco tiempo
después fue declarada inconstitucional por el Tribunal de Garantías. Me permito
aconsejarle al sr. Guerra la lectura del discurso pronunciado por Companys
desde el balcón de la Generalitat el 6 de Octubre, además del libro Vida y sacrificio de Companys, de Ángel
Ossorio y Gallardo, amigo y abogado defensor del President, nada sospechoso de
izquierdista ni bolchevique; especialmente el cap. XVIII, pgs. 145-70. Edit. en
2010 por Memorial democràtic de la Generalitat de Catalunya.
Y, por último, lo que
detenta una actitud franquista es pensar que la milicia imprime carácter para
toda la vida, como el sacramento cristiano del Bautismo. Que un militar de tal
alta graduación, de tan elevada cualificación técnica, con una hoja de
servicios de contrastada profesionalidad y de demostradas y profundas
convicciones democráticas, sea motivo de agrias y envidiosas críticas de
quienes lo elevaron a la cúpula, no revela más que la miopía y envidiosa
desconfianza de quienes auparon a la cúspide militar al General Julio
Rodríguez. Prometió, que no juró, lealtad a España y a sus Instituciones
democráticas. A un gobierno socialista que no tuvo la valentía de restablecer
en su carrera militar a los jefes y oficiales demócrata de la UMD, siendo el
General, en una de sus funciones, quien los condecorara, restituyéndoles su
honor… Este insigne “soldado”, que podría haber gozado en su retiro privado de
todos los honores y prebendas acumulados durante su vida activa, decide
voluntariamente en un gesto que le honra, enrolarse en el arduo trabajo de la
política con la voluntad de mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos.
Lo hace en las filas de PODEMOS. Si lo hubiera hecho en las filas de cualquier
otro partido, las procaces críticas se hubieran convertido en un sonoro
“peloteo” laudatorio…
Todo este “revuelo”, es
una prueba evidente de lo que anteriormente decía: los viejos catedráticos,
analistas y políticos siguen pensando con categorías y esquemas mentales
anticuados. Analizar los hechos sociales y políticos de una sociedad tan
cambiante y volátil, como la que vivimos, con esquemas envejecidos, es como
haberse quedado estancado en el posfranquismo, y entender que los avances
democráticos proporcionados por la Transición, quedaron petrificados, cual
“tabla de Ley”, en la Constitución de 1978. Oponerse, como lo hacen PP,
Ciudadanos y PSOE, a una reforma radical de la misma, movilizando a sus huestes
ideológicas y económicas, es como reproducir o reeditar un nuevo BUNKER,
similar al que crearon en aquellos tiempos los llamados “poderes fácticos”… Y
así podríamos seguir…
Manuel Vega Marín.
Madrid, 11 de Noviembre de 2015
solicitoopinar.blogspot.com.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario