Tiempo les faltó a las
nuevas caras designadas por Rajoy para poner en práctica su nueva política de
comunicación, que, según éste, es el gran problema del PP: bajar al bar cercano
a la sede de Génova y, descamisados impolutos, hacer la “pantomima” de
“chatear” con sendos móviles, mientras toman coca-cola, con amiguetes
concertados para la representación. Si esta es la idea que tiene el PP y su
presidente, que lo es también del Gobierno, de comunicar con “la calle”, no es
de extrañar que ni siquiera en el Parlamento, que debiera ser caja de
resonancia, haya escuchado las propuestas y preocupaciones que el resto de
“representantes” le hayan manifestado. Durante toda la legislatura,
refugiándose en su mayoría absoluta, ha utilizado “el decretazo”, o bien a
sacado leyes, necesitadas de consenso, sin prestar oídos a los sectores
afectados: Educación, Sanidad, Justicia, política económica, laboral,
desahucios, etc., etc. Incluso, para amortiguar el clamor de la calle, no han
tenido inconveniente de “bunkarizar” el Congreso o silenciar el griterío de
los ciudadanos, “amordazándoles” sus
gargantas.
Para el PP y el presidente del Gobierno la causa de haber perdido las
últimas elecciones se reduce sólo a una “poquita” corrupción y, sobre todo, la
amplificación que de élla han hecho ciertas televisiones. O, como decía su
anterior “gran comunicador”, en un vídeo ridículo, presidente, nos ha faltado piel…
Que esto ocurra en el PP y en la derecha que representa, no es de
extrañar mientras sigan siendo más votados que el PSOE, aunque éste haya ganado
cuotas de poder, y aquél lo haya perdido en las elecciones del 24 de Mayo. El
PP sabe muy bien que, aun perdiendo las próximas generales, no por ello decaerá
su auténtico poder, el económico, al que nadie elige en el corto y medio plazo.
Y saben que ese mismo poder económico les llevará de nuevo al poder
político-institucional al menor “fallo” del sustituto. Para ello cuentan con la
influencia que los medios de comunicación de masa, controlados por el mismo
poder económico, tienen sobre la ciudadanía.
A estos señores del PP, me refiero a los que ocupan los aparatos y sus
cúpulas, no a los militantes de base o simpatizantes, mal informados y poco
bregados en la lucha política, les importa la democracia sólo en lo que ésta
tiene de “formal”, y porque así lo exigen los nuevos tiempos… ¿O es que la
llamada “derecha sociológica” acaso movió un dedo contra la larga noche de la
dictadura? Si algo se movió fueron ciertos sectores económicos-empresariales,
cuyos intereses asfixiaba la “autarquía” franquista.
Poco importa, pues, a estos señores actuales que nos gobiernan aquello
de ¡que
no,…que no nos representan,… que no!... Y para no oírlo, como hemos
dicho, bunkerizan el Parlamento.
Lo que no entiendo, y este es el meollo de mi artículo, es que el PSOE,
cuyo nacimiento se forjó con otros mimbres, a los que deberá fidelidad, si
pretende seguir representando y, sobre todo, defendiendo a los que hace mucho
más de un siglo, se propuso defender y representar. Pero los dirigentes de este
centenario partido deben entender que lo que se encierra en sus siglas no sólo
se preserva y se defiende con el mero transcurrir cronológico del tiempo. La
Historia auténtica, la que se forja con sangre, sudor y lágrimas, ni siquiera
es patrimonio del PSOE, ya que éste se entronca en movimientos sociales de
tiempos y de países más lejanos. Esto aumenta la responsabilidad del PSOE… La
historia del PP es otra historia, que no me voy a entretener en contar…
Y, porque me interesa esa Historia que trasciende la del propio PSOE, es
por lo que voy a exponer lo que sigue.
El PSOE, no sé si porque aún está “a rebufo” del bipartidismo, sigue sin
saber oír, no ya aquello de no, no nos
representan, sino también de aquel otro grito… PSOE,…PP,.. la misma mierda
es!... Esto es así porque, a pesar de la fuga de militantes y de
votantes que viene sufriendo desde 1996, aminorada en el 2004 por los
acontecimientos del 11 M, vuelve a caer en 2011 a pesar de los avances en
derechos civiles de la primera legislatura y parte de la segunda de Zapatero,
no porque éste fuera causante de la crisis, como ha querido hacer ver, sino por
la falta de resistencia a una política económica ultraliberal trasnochada, que
ocasionó similares crisis en otros países, impuesta desde la “troika” en
Europa, y de la que no saben, mejor, no quieren salir los liberales y
socialdemócratas europeos. Zapatero cometió el error de no dimitir antes de imponer
a los españoles ese tipo de política, y de no ver que la oposición del PP venía
preparándose para imponerla sí o sí, sin que hubiera hecho falta modificar sin
luz y taquígrafos, a toda prisa, el artículo 135 de la Constitución. Parece ser
que Zapatero, en sus memorias, reconoce su pecado, aceptó la penitencia, pero
sus seguidores en el Partido no aciertan con el propósito de enmienda. El PSOE
vuelve a caer en el mismo espejismo que le llevó no sólo a la oposición, sino a una debacle errática en su interior…
El Partido Socialista, en su autismo, no quiere darse cuenta del
“drenaje” de militantes y simpatizantes que sigue teniendo, por más que
considere como un triunfo la pírrica victoria de Susana Díaz en las
absurdamente anticipadas andaluzas de 22 de Marzo. Con una importante pérdida
de votos se encontró con que, buscando una estabilidad de gobierno que ya
tenía, con más inestabilidad. Al final, por miedo a una repetición de
elecciones, que la podrían “desahuciar” de San Telmo, se ha tenido que “entregar”
a una derecha emergente, que si bien presenta nueva cara, está por ver su
“patita”. Ese pacto con Ciudadanos, ya tiene un coste: el alejamiento de otros
sectores de la izquierda natural y el apoyo de ésta a otro “emergente” llamado
PODEMOS. Pero, además de un coste, ese pacto “anti natura” debe tener
“truco-trampa”. No se entiende, si no, que las tres exigencias “facilonas” de
PODEMOS y las de IU tengan más peso que las sesenta y tantas de C´s, similares
a las pactadas en la Comunidad de Madrid, uno de los centros importantes de la
corrupción, dejando en el poder al partido sujeto de la misma. Una de dos: o
las propuestas de Susana en su discurso de investidura no eran tan de izquierda
como para liderar el cambio que la ciudadanía reclama, o son las mismas que, en
Madrid, la señora Cifuentes ha firmado con el mismo partido. Este “juego”
supera el principio lógico de “contradicción”. O como diría mi abuela, “no se
puede estar en misa y repicando”. Tiempo al tiempo. Pero luego que no vengan
preguntando “por quién doblan las
campanas”…
El PSOE debe salir de su autismo y reconocer sin prepotencia histórica,
que por las pérdidas del PP, y a pesar de la pérdida de más de 700.000 votos
prestados, si ha ganado poder institucional en Ayuntamientos y Comunidades, es
gracias al objetivo, previamente anunciado, de echar a la derecha corrupta, en
cuyo cumplimiento no ha faltado generosidad de “las plataformas instrumentales”
y de otros pequeños partidos de izquierda, que,
sin mucha “fanfarria”, han venido trabajando por el CAMBIO durante el
tedioso bipartidismo, y que, teniéndolo al alcance de la mano, un orgulloso PSOE
no puede dejar pasar.
Un PSOE realmente renovado debe “caer del burro”, y reconocer la
realidad. Y, sobre todo, debe proveer que, si PODEMOS en las próximas Generales
obtiene una “buena minoría”, puede verse obligado a compensarle el apoyo
obtenido en las Autonómicas, o entregarse, en un pacto aún más contranatura
después de lo llovido, a la derecha en cualquiera de sus manifestaciones. Lo cual
serviría para disfrute de Felipe González y de su escudera Susana Díaz. Pero,
me atrevo a vaticinar, sería la muerte del Partido Socialista Obrero Español.
Que Pedro Sánchez en la precampaña pusiera a parir a PODEMOS, cayendo en
los mismos tópicos de que ahora es acusado por Rajoy, es de menor importancia.
Al fin y al cabo, en tales momentos todos los partidos contendientes “barren
para el convento”. No obstante, de esta experiencia Pedro debería aprender cara
al futuro. Sería bueno que los líderes de izquierda manifestaran más honradez
intelectual, consistente ésta en la búsqueda sincera de LA VERDAD. Es triste
ver en los seudodebates, de moda en las televisiones, cómo en la bancada de la
izquierda ningún tertuliano sale en defensa de su compañero cuando éste es
atacado desde la bancada de enfrente, la mayoría de las veces con argumentos
mentirosos o manipulados. En tales momentos es triste ver cómo algunos líderes
de izquierda, admitiendo omisivamente tales argucias, para “sacar tajada” en
pro de sus siglas antes que en defensa de la Verdad.
Hecho este inciso y volviendo a la cuestión, tendré que decir lo
preocupante que resulta que P. Sánchez no quiera ver que la mayoría de los que
han aupado a PODEMOS, los mayores provienen desilusionados de la actuación de
los partidos clásicos de izquierda, y los jóvenes no han visto en ellos
esperanza de futuro. Y si el PSOE, frente a la política integradora de PODEMOS,
no ha dejado de repetir que es de izquierda, siendo el único partido capacitado
para aglutinar a los ciudadanos identificados con esa opción, y el único con
posibilidades de liderar el “cambio”, tendrá que demostrarlo. No bastan los
“eslóganes” publicitarios. Y esas capacidades han de probarse con programas
auténticamente de izquierda, poniéndolos en práctica sin complejos, lo cual
significa bajar de lo “políticamente correcto”, implicándose en la solución de
los problemas que sufren los ciudadanos, especialmente los más desfavorecidos.
Y si los adversarios, como Rajoy y los suyos provocan con acusaciones
histéricas tales como “radicalismo”, “extremismo”, etc., peor para ellos. Pues
no hacen sino demostrar la escasa democracia que llevan en su ADN. En ese
terreno, Pedro, está de más la confrontación. Viene al caso aquello de
“¿ladran?, luego cabalgamos”. Responder con actos “a la americana”, o desde el
complejo adolescente de “a ver quién la saca más grande”, -la bandera,
naturalmente-, es indicar al adversario que no se tienen más “balas en la
recámara”. Y, llegado a ese caso, mejor es “sacar bandera blanca”, y retirarse
a los “campamentos de invierno” a reponer la logística para la próxima
batalla…Mira, Pedro, por el tema del uso de la “bicolor” y otros símbolos ya
pasamos otros, y créeme, que, siendo las circunstancias mucho más difíciles,
las discusiones y explicaciones justificativas, no ahorraron, y con cierta
razón, rasgamientos de vestiduras y abandono de militancia. Así, que ese tema
es agua pasada…
Querer aparentar “moderación” y “centralidad”, no es más que manifestar
la intención de pescar votos en los “caladeros” más volátiles, en los que hoy,
sí, mañana, no. Y, mientras tanto, se van perdiendo para siempre la confianza
de los militantes y otras adhesiones de simpatizantes mejor informados y más
maduros políticamente…
No hay que tener ningún tipo de complejo en confesarse de izquierda,
cuando así se piensa y se siente realmente, y se tiene la intención de poner en
práctica un proyecto auténticamente de izquierda. No vale ya escudarse en la
palabra “socialdemocracia” o en cierto “estado de bienestar”. Esto cualquier
demócrata de derecha, “políticamente correcto”, lo puede reivindicar. ¿Qué le
dice toda esa verborrea a un trabajador en paro y con sus derechos “recortados,
a los viejos y jóvenes que, aun trabajando, sus salarios semiesclavistas a los
unos no les permite llegar a fin de mes, y a los otros, proyectar su futuro?
¿Es que esas “palabrotas” van a aliviar a las familias desahuciadas o con la
amenaza de verse con los suyos y sus “chismes” en la puñetera calle, por causa
de la codicia de los llamados “fondos buitres”? ¿Qué a los… etc., etc.,…? ¡Y
así podríamos seguir!... (Y seguirá)
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