jueves, 27 de noviembre de 2014

RESPUESTA A LOS ARTÍCULOS DE ANTº ELORZA Y SANTOS JULIÁ (El País 22 y 24-XI-2º14 respectivamente).




   El sr. Elorza me confirma en la idea poco resaltada en las muchísimas críticas a PODEMOS, que he destacado en un anterior escrito mío contestando a las críticas que varios políticos y politólogos, de las que se hace eco monográficamente la revista TEMAS en su número de Noviembre, sobre “Los Populismos”. En ese trabajo reseño la sensación que tengo de que gran parte de sus argumentos parecen fundarse en un “resentimiento” no explícito de un grupo de “viejos” profesores contra otro de “jóvenes”, todos ellos de las Facultades de Historia o de Ciencias Políticas y Sociales. Aquéllos, catedráticos jubilados o eméritos, éstos, titulares, contratados o interinos, aunque no de menos méritos académicos a pesar de su juventud. Es la dialéctica de lo “viejo” que no acaba de irse y lo “nuevo”, que no acaba de llegar.

   El catedrático Elorza tacha de “liderazgo dictatorial” el de Pablo Iglesias, considerándolo incluso más duro que el organigrama clásico del leninismo”, justificando su opinión en “la sabia (¿ironía?) distribución de los temas de la conferencia ciudadana”. Ahora va a resultar que en una discusión asamblearia, en este caso con carácter constituyente, la separación por “cuestiones sectoriales” no es más que una estrategia manipuladora del “núcleo duro”, para conseguir que “todo quedase reservado para la decisión única del líder” (sic).
   Es insólita, por otra parte, su interpretación de la famosa frase marxiana, “el cielo se toma por asalto, no por consenso”, pronunciada por Iglesias. Éste, según Elorza, “quería decir no desde la democracia, que es lo que solicitaron sin éxito los disconformes”. Ojo, no dice los discrepantes o los que opinaban de otro modo… ¿De verdad cree el “viejo” profesor que esa es la interpretación de los de Echenique? A éste y a su grupo de discrepantes, normal en todo debate pluralista, no hace falta que Elorza los interprete. Basta con oír o leer sus declaraciones, y, sobre todo, la actitud positiva respecto del grupo mayoritario ganador. ¿Es que ahora va a resultar que el sr. Elorza, con su interpretación, es de PODEMOS, aunque del grupo de “los disconformes”? Todo esto me recuerda, y Elorza sabe mucho del tema por su militancia de entonces, aquellas famosas e interminables discusiones sobre el “centralismo democrático”. No es cuestión de entrar ahora en ello. Pero estoy seguro de que el profesor tiene en la recámara de su mente esta cuestión. Prueba de ello es el empleo de un nuevo vocablo, “cibercrático”, adjetivando al sustantivo “centralismo”, al servicio de un mesianismo”. ¿Nos quiere decir el sr. Elorza que, a estas alturas, el uso inteligente de los modernos medios cibernéticos y telemáticos no es democrático? ¡Ay, si Lenin, qué digo Lenin, si el mismísimo Mesías hubieran podido emplearlos!... Seguro que los “mensajes” de uno y otro no hubieran podido ser tan antidemocráticamente tergiversados y manipulados a lo largo de la Historia…
   En este punto Santos Juliá es más explícito, pero creo que se pasa de frenada. Afirmar que la asamblea de PODEMOS es “en definitiva, una mezcla de asambleas, consejos y vanguardia que recuerdan por igual el asambleísmo universitario, los sóviets o consejos de soldados, obreros y campesinos, y el centralismo democrático del socialismo real”, es hacer un totum revolutum, que, aparte de no explicar nada, demuestra un análisis demasiado interesado de la realidad. No es la ocasión de dar una lección sincrónica de lo que fueron y representaron aquellos soviets para la transformación de aquella atrasada sociedad zarista. Pero, de todas maneras, si mi estimado Santos Juliá estuvo en Vista alegre y allí vio reunidos a soldados, obreros y campesinos, no estaría demás que fuera al oculista. Y si no estuvo, que es lo que se deduce de esto y de lo que sigue en su artículo, mejor es callarse y no confundir a sus lectores…
   Continuamente se nos está diciendo que, entre otras cosas, la democracia consiste en un sistema en el que el juego de “mayorías” y “minorías” es fundamental. No comprendo, pues, que esa idea y las palabras castellanas en su versión rusa, “bolchevique”-“menchevique”, tengan que “empañar” lo mantenido por políticamente normal, si no es porque subyace en la interpretación una intención espuria. Tanto el politólogo Elorza, como el historiador Juliá, deben saber que Lenin y su grupo también estuvieron en minoría en los soviets democráticos, aún no “maleados” por el stalinismo, y sólo cuando por elección democrática alcanzaron la mayoría, se lanzaron a la ejecución de su proyecto revolucionario. No entiendo qué quiere decir cuando el profesor Juliá describe y cataloga al grupo mayoritario de P. Iglesias como “una vanguardia sólidamente establecida al más puro estilo bolchevique”. Los movimientos y los hechos históricos hay que analizarlos y juzgarlos en su contexto, y no desde criterios y tópicos, más que manidos, interesados. Creo, humildemente, que esa forma de analizar, lleva al inmovilismo, y el historiador-analista pretende desde su cátedra “fijar” los momentos históricos y la realidad socio-política, siendo éstos eminentemente cambiantes, por no decir “dialecticos”. Los analistas que así actúan, en vez de observar una realidad que les trasciende, pretenden que esa realidad no sea lo que es, sino según ellos la interpretan. Y, ya lo decía Marx, más que interpretar la realidad, hay que transformarla…
   Por otra parte, ya lo decía en mi artículo citado al comienzo, para analizar realidades nuevas es necesario utilizar métodos y herramientas nuevos y adecuados. Utilizar métodos y prejuicios “viejos” para diagnosticar/ pronosticar fenómenos sociopolíticos “nuevos” puede llevar a errar en el resultado. En esto tenemos que reconocer que nuestros intelectuales y Universidades siempre han  ido a la saga de los acontecimientos.
   Más adelante, Santos Juliá pasa a criticar el discurso de Iglesias. En la transcripción que sigue, dejo al lector que juzgue. Fue “¿un discurso populista, al modo de Chávez o Maduro? ¿Un discurso bolchevique, en las variedades de Lenin o de Trotski? ¿Un discurso republicano, al estilo de Azaña o de Prieto? Nada de eso. Ni populista, ni bolchevique, ni republicano, por no ser, el discurso no fue siquiera discurso, sino yuxtaposición desordenada de frases, leídas de carrerilla con la entonación y pausas bien medidas tras repetidas aceleraciones”, que inequívocamente buscaba la ovación de los asistentes. ¿Es que el sr. Juliá no sabe distinguir un mitin de una exposición “ex cátedra”? Según el profesor, el nuevo secretario general “ha subvertido la oratoria política, a la espera de asaltar los cielos para conquistar la tierra”. ¿No será más bien que son los académicos los que, una vez conseguido el cielo de sus cátedras, se olvidan de los problemas de los “terrícolas”? Pero S. Juliá insiste en que “la palabra (del discurso), más que suscitar la adhesión de la voluntad como resultado de una iluminación de la razón”, el discurso sólo fueron frases “con el único propósito de cosechar el aplauso, suprema manifestación de una ciudadanía participativa”. Es curioso que, al finalizar el párrafo de la cita anterior, a esa ciudadanía la denomine “una asamblea presuntamente participativa”. ¿En qué quedamos?
   Y lo que es más grave, que no quiero dejar de destacar; no ya sólo en el escrito de Juliá, sino en la mayoría de los que critican a PODEMOS. Para estos “seudoanalistas”, el grupo dirigente de ese nuevo fenómeno político no es más que una “panda” de sofistas y de trileros que pretenden “engatusar” al resto de los mortales, tomándolos por tontos. Cuando son estos “oráculos ex cátedra” los que nos tratan de “zombis”. Para ellos son ignorantes los más de siete mil ciudadanos que asistieron a la asamblea de Vista alegre, los no sé cuantos cientos de miles que les siguen y debaten; los que les votan, los que, según las encuestas, tienen intención de votarles en las próximas elecciones. Son ingenuos los programadores de las cadenas de radio y televisión. Son también imbéciles los tertulianos que gritan y “ponen de los nervios a sus contrincantes”. Cómo no, los periodistas, que se dejan embaucar con tal de conseguir buenos titulares… Y tantos y tantos “topicazos” que ya no merece la pena comentar… Y ¿qué de la “memez” de los parados, de los jóvenes sin futuro, de los que aun trabajando no llegan a final de mes, de los niños infraalimentados, de  los viejos jubilados desahuciados  por avalar a sus hijos, etc., etc. Todos se dejan embaucar, oyendo sólo lo que quieren oír… En vez de alimentarse de la Constitución y de confiar en los viejos, honorables e instalados partidos…Se lo tienen merecido… ¡QUE COMAN REPÚBLICA!... ¿Qué les recuerda esto a esos intelectuales “de pro”?...
    Se ha echado de menos a esos intelectuales que ahora salen en tromba como voceros de lo establecido. ¿Por qué no utilizan su capacidad crítica para “denunciar” todos esos problemas que sufren los ciudadanos reales, y proponen cambios y soluciones? ¡Ah!, es mucho más cómodo entretenerse en seguir con los topicazos que comprometer sus puestos de privilegio. Es mucho más “académico” defender el consenso gaseoso e informe, en palabras de Almudena Grande, y el pacto tácitamente impuesto de no molestarnos, que ha sido la tan cacareada Transición, que entrar a analizar seriamente en las conversaciones entre bambalinas. Es necesario poner de manifiesto los errores que se cometieron, los problemas eternos, como la configuración federal del Estado, que vuelven a resurgir más virulentamente. Hay que atreverse de una vez a compensar las renuncias que tuvieron que hacer, por miedo a los “poderes fácticos”, los ciudadanos y organizaciones que más comprometidamente lucharon por la restauración de la Democracia, y de sus familiares, cuyos cuerpos, vergonzosamente, yacen aun en el silencio de cunetas y fosas comunes. Sí, estoy con Almudena y con los que ya no nos conformamos con una tímida reforma de la Constitución. Desconfiamos de que los mismos vuelvan a repetir la misma historia. Urge un nuevo proceso constituyente, en el que tengan voz y voto los españoles, hoy mayoría, que entonces estuvieron ausentes. Y, ante esta propuesta, mejor que escandalizarse farisaicamente, cito de nuevo a Almudena, “el mejor servicio que podrían hacerle a la Transición sus defensores más fervientes es terminarla de una vez. Asumir que los españoles somos demasiado mayores para que nos sigan llevando de la mano” (El País, 24.XI.2014). Seguirá…

Manuel Vega Marín. Madrid, Noviembre, 2014.
  





No hay comentarios:

Publicar un comentario