martes, 6 de agosto de 2019

EL VETO NO ES A PABLO IGLESIAS, SINO A PODEMOS


   No le gusta al Presidente en funciones, utilizar el verbo vetar. Está mucho más de actualidad en la política usar perífrasis o circunloquios para referirse a la realidad de determinados hechos, sobre todo, cuando éstos se quieren disimular. Para Sánchez es “políticamente más correcto” referirse a Iglesias diciendo que es el principal escollo para poder formar un gobierno de coalición entre el Partido Socialista y Unidas Podemos. O y es que no se dan las condiciones para que el señor Iglesias sea miembro de ese Gobierno. Primero, dudo de que sea sólo Pedro Sánchez quien así lo considere. Segundo, ¿cuáles serían las condiciones para que ese Gobierno pudiera darse? Seguiremos a Sánchez en sus argumentos, si es que se puede llamar así a razonamientos tan ambiguos.

   En la entrevista con Ferreras el jueves 18-7-19 en Moncloa, señalándole el entrevistador la sala del Consejo de ministros, Pedro afirma que buena parte de las conversaciones que he tenido con el señor Iglesias han versado sobre la participación de Unidas Podemos en el Gobierno, y en particular su presencia en el gobierno. Sin embargo, Ferreras recuerda a Sánchez que el lunes anterior en una entrevista en LA SER, usted le dijo a Aimar Bretos que no lo había pedido, que no lo había explicitado de esa manera. Más adelante, cuando Ferreras le dice que Iglesias, en su entrevista del martes anterior, 16-7-19, le había dicho que más del 90% de las horas las han dedicado a hablar de la posibilidad o no de estar en el Consejo de Ministros, Pedro Sánchez balbuceando y achacando otros pretextos, como la cuestión catalana, dice que lo mejor que podría hacer el señor Iglesias, es entender que, para que se pueda fraguar ese nuevo gobierno, con la suficiente cohesión interna, que garantice de manera eficaz la respuesta a los desafíos que vamos a tener por delante, es que dé un paso atrás y que permita la incorporación de algunos ministros y ministras de Unidas Podemos, cualificados, que podamos consensuar.
   Si de verdad el obstáculo fuese Pablo Iglesias, el problema hubiera desaparecido una vez que éste dio, generosamente, un paso al lado. Pero Sánchez no se esperaba tanta generosidad, y se quedó sin el pretexto para culpar a la fuerte personalidad de Iglesias el posible fracaso de la investidura. Desde luego, está fuera de toda duda el liderazgo de Pablo y su influencia en las políticas de Podemos. Pero en Podemos las líneas políticas se elaboran grupalmente, aunque no cabe duda de que en la organización hay individualidades y gente preparada para sustituirle cuando toque. Así que bastaría esperar un poco para comprobar que Pablo, como otros de Podemos, dejarán la política profesional. Así que el veto ni es de Pedro, ni es a Pablo. Por lo demás, cualquiera que haya indagado en los 140 años de historia, de que tanto alardean los socialistas, comprobará que gran parte de la misma la han ocupado sus purgas y luchas intestinas o su afán de destruir o tener de comparsa a cualquier grupo ajeno que le compitiera en el ámbito de la izquierda. Así ocurrió con el PCE, con IU, y actualmente, lo pretende con PODEMOS. Y, para lograr esa “hegemonía”, manteniendo sus siglas, no ha tenido escrúpulo en cambiar sus postulados, su ideología y su programa máximo, con la misma facilidad que un camaleón se adapta al medio. Su finalidad no es gobernar para establecer democráticamente el Socialismo, sino “administrar” el Capitalismo.
    El comportamiento del Psoe y Sánchez en sus ¿contactos? con su “socio preferente”, Unidas Podemos,  desde el 28-A, hace vislumbrar que son los mismos poderes que le echaron de Ferraz, cegándole el camino hacia la Moncloa, los que le están presionando. Claro está que cambiando de estrategia. Pues resultaría muy escandaloso que aquéllos osen redundar en la misma “fechoría”, después de que, apoyado por los militantes y aupado a la Presidencia en la moción de censura trabajada por Podemos, haya podido ganar las elecciones de Abril. Sin embargo, Sánchez debiera tener presente que vuelve a jugárselas con los mismos que en octubre de 2016 le defenestraron. El tiempo lo dirá. Sospecho que ahora, dada la adicción de Pedro Sánchez por el poder, una vez instalado en él, el establishment ha dejado en sus manos la tarea de buscar la fórmula de “cargarse” a Podemos. Evitando, de entrada, durante 80 días negociar tranquilamente con su socio, y dejarlo para tres días antes de la investidura, cuando ya no queda más remedio, Sánchez ha dado a entender un escaso deseo de negociar. Asimismo, ha demostrado la casi nula importancia que le concede a su interlocutor “natural”, implorando, simultáneamente, a los adversarios de la derecha el apoyo o la abstención.
   Una retahíla de propuestas: desde un gobierno  “a la portuguesa”, “de cooperación”, incorporando en un segundo nivel a “independientes” de reconocido prestigio del entorno de UP, y, por último, una vez que Iglesias ha renunciado, dar entrada al Gobierno de “personas cualificadas” de UP, una vez negociados programas. Que estas propuestas vayan decayendo al poto tiempo de ofertarlas prueba de su vacuidad de las mismas y de lo afirmado en el párrafo anterior. Y todo ello para poder construir un relato con el que culpar a Podemos de su no aceptación, además de difuminar el principal obstáculo, que es Pablo Iglesias.
   Sánchez en la insegura y balbuciente entrevista con Ferreras aduce tres motivos que justifican la imposibilidad de un Gobierno de coalición con la presencia de Iglesias: 1) Político: Hay políticas de Estado que no son para pasado mañana, sino para mañana, por ejemplo, la sentencia del procés por parte del Tribunal Supremo que sacan a la luz las principales divergencias que tiene Unidas Podemos con el Partido Socialista en esta cuestión. Es cierto que el tema de Cataluña es el principal problema político de España, aunque no es nuevo. Lo novedoso es que por disentir sobre si los encarcelados son presos políticos o políticos presos; si por no estar de acuerdo con la judicialización del problema y por la aplicación del artº 155, o que dudar de la división de poderes en España, etc., se dude de la defensa de la democracia española por parte de Iglesias. Todos estos temas merecen una consideración más amplia. Pero me voy a conformar con unas preguntas: ¿cree Pedro Sánchez que todos los españoles, incluyendo eminentes especialistas, piensan de la misma manera? ¿Se atrevería a pedir a sus hermanos catalanes o algunos de sus ministros que levanten la mano los que no piensen igual que él? ¿A qué viene decir que  necesita un Gobierno, cuyo vicepresidente o ministros defiendan la democracia, que digan que en este país hay separación de poderes, y que no miren para otro lado o silencien únicamente por lealtad? Todo el mundo sabe la respuesta de Iglesias, de dejarle la iniciativa en el tema catalán como jefe de gobierno o en los temas internacionales. Lo que me llama la atención es la seguridad con la que afirma Sánchez que dentro de las próximas semanas o meses vamos a vivir una de las mayores crisis de Estado -¿se está refiriendo a la Sentencia?, ¿sabe algo?-, para la que no le vale que sólo por lealtad se guarde silencio o se mire para otro lado.
   Por cierto, el Presidente en funciones tiene poco claro cómo resolver el conflicto catalán. Reconoce la importancia de su existencia; pero se emplea poco en cómo empezar a resolverlo. Admite que no hay alternativa a la formación de un gobierno del Partido Socialista; que, para que éste sea progresista, tiene que sumar con UP; pero, para no depender de los independentistas, no tiene más remedio que apelar a las abstención de PP y C´s. Y sigue diciendo: ¿Esto significa que yo desprecie a los independentistas? Caro que no, yo quiero entenderme con las fuerzas independentistas dentro de la Constitución, quiero hablar con ellas porque hay una crisis de convivencia en Cataluña que tenemos que resolver…  Eso significa poner una vela a Dios y otra al Diablo. Y de esta  incongruencia surge el que interpreta a su conveniencia lo que nos dijo la ciudadanía. Esto es, ofrecer a Podemos una gobierno de coalición, y a la vez apelar a la responsabilidad de los señores Casado y Rivera para que se abstengan en su investidura. ¡Menudo lío! Encima critica a Iglesias que considere torticera la forma de negociar con la derecha. Sánchez afirma: Yo quiero gobernar desde la izquierda, yo quiero un Gobierno progresista, pero entiendo que si queremos un Gobierno progresista, que no dependa de los independentistas, la pura matemática parlamentaria lleva a mirar al partido Popular y a Ciudadanos……, y les estoy pidiendo que se abstengan, no por mí, sino por España, ese país que dicen querer tanto. ¡Aclárese, señor Sánchez! ¡No nos tome más el pelo!...
   Usted sabe muy bien que tanto a PP, como a C´s, el problema catalán sólo les interesa en cuanto les supone una fuente de votos en el resto de España; y, mientras eso sea así, poco les va a importar la convivencia de los catalanes entre sí, y con el resto de españoles. Si les importara la convivencia entre catalanes, ya hubieran hecho algo, sólo por mejorar sus resultados electorales en dicha Comunidad Autónoma. Fíjense en el PSC, que, a pesar que el Psoe estuvo con Rajoy y con el 155, al más mínimo gesto de diálogo con sus compatriotas, le ha supuesto una importante recuperación electoral… Déjese, pues, de complejos respecto de la derecha; aléjese de ella, e intente buscar fórmulas, aunque sean las del relator o relatora de la sra. Calvo, que tanto escandalizó y alborotó “al gallinero”. Porque muy difícil lo va a tener si no se sienta, sin temor a las cámaras de los paparazzi, a dialogar seriamente con los representantes de los ciudadanos que sufren los efectos de la mala convivencia.
   2) Funcional. No sé exactamente qué entiende por ello, salvo que sea para culpar a Iglesias de que Ada Colau no piense lo mismo que Carmena sobre los presos políticos, de responsabilizarlo demagógicamente de lo ocurrido en La Rioja, en Andalucía o Madrid, como si el Psoe no tuviera nada que ver en ello. Pero, cuando Ferreras le recuerda que en Valencia gobierna Ximo Puig con Compromis y Unidas Podemos, o que en el Ayuntamiento de Barcelona Ada Colau gobierna con Collboni, del PSC,  el Presidente da señales, una vez más, de la inseguridad de sus razonamientos y de haberse visto obligado a aceptar esta entrevista, una vez que le precedió la de Iglesias. Sintiéndose, pues, incómodo, se “sale por la tangente” con los peregrinos y risibles argumentos, que olvidan o ignoran la responsabilidad y competencias que cada Administración tiene en la resolución de sus problemas.
   3) Falta de confianza. Pedro Sánchez la achaca sólo a Pablo Iglesias; y cuando Ferreras le replica que tal desconfianza es mutua, el Presidente responde no, no, recurriendo a los que se ha convertido en un “cajón de sastre”: la política de Estado, en el que, al parecer, entre el Partido Socialista y Unidas Podemos, todas las diferencias son sustanciales. El mismo peso tienen para Sánchez que Podemos siga defendiendo el derecho de autodeterminación (que el Psoe defendió), que los “presos” sean políticos, que ellos estén a favor de la aplicación del 155 y que UP lo recurriera, o que, en fin, UP votó a favor del recurso de JxC a la Mesa del Congreso para que ésta reconsiderara la decisión de suspender a los presos electos. Justamente, esas diferencias de opinión sobre los temas más importantes de Estado son las que generan la pluralidad de partidos políticos. Es más, aún dentro de un mismo partido la unanimidad en el enfoque sobre variedad de temas, lo empobrece, haciendo del mismo una secta monolítica, con la tentación permanente de “uniformar” a la ciudadanía, con tal de mantener su hegemonía. Precisamente los partidos que no piensan al unísono, pero que tienen proyectos  sociopolíticos básicos muy similares, son los que tienen que construir gobiernos de mayorías en torno a la negociación y pacto de un programa común que llevar a la práctica y mejorar la vida de los ciudadanos. Con más razón, si, como es el caso, la matemática parlamentaria juega a favor. El Psoe debiera olvidar, pues, su histórica actitud “cainita”, y desechar la idea de considerar a Unidas Podemos como su antagonista, aunque compitan electoralmente.
   El Psoe sólo tiene dos opciones, independiente de lo que resulte en unas nuevas elecciones: o bien intenta una coalición mayoritaria con PP y C´s, a los que continuamente les “está tirando los tejos”, o bien busca esa mayoría con Podemos y los nacionalistas (incluidos los independentistas). La “nueva política plurinacional” se impone. Por ello, el Psoe debería desistir del afán de resucitar el viejo bipartidismo, en el que se sintió cómodo, y, en su lugar, esforzarse, junto a Unidas Podemos, en robustecer y revitalizar la “ideología” de la socialdemocracia, frente a un capitalismo cada día más salvaje. Lo que no puede es esperar, como ocurrió en la moción de censura, que los apoyos  a un ilusionante gobierno de coalición, les lluevan del cielo como el “maná”. Mucho menos persistir en la indefinición y en la ambigüedad sometiendo a los españoles a un ciclo de inestabilidad.
   Con su experiencia el Psoe debiera saber que, independiente de las siglas, un partido político sobrevivirá si es útil para resolver los problemas cotidianos de la ciudadanía. Esos problemas ya no los puede resolver un bipartidismo zombi. Contra las políticas destructivas de la convivencia humana y del media ambiente, impuestas por el capitalismo miope y egoísta  dominante, los partidos de progresistas sólo sobrevivirán, si son capaces de olvidarse de sus siglas y elaborar y de llevar a la práctica  políticas auténticamente de izquierdas, que posibiliten también a la ciudadanía una supervivencia digna del ser humano.
   Pero, a estas alturas, -cito a Rosa María Artal-, al menos debe quedar claro algo: la supervivencia del PSOE no está en un bipartidismo muerto, la tienen… a la izquierda. Por justicia. Por decencia. Por coherencia (“La supervivencia del Psoe…”, eldiario.es, 30-7-19).


   Manuel Vega Marín. Madrid, 6, Agosto, 2019   www.solicitoopinar.blogspot.com.es

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