lunes, 16 de julio de 2018

MUCHO ESPAÑOLES, MUY ESPAÑOLES SE CONCENTRAN EN LA PLAZA DE ORIENTE



   Parece una broma; pero si alguien con sentido común no lo remedia, veremos a multitud de españolitos reunidos ante el palacio real, si no quejándose del “contubernio europeo judío-masónico-comunista” contra Europa, sí gritando a por ellos, oé… o cantando el ¡Que vive España! de Manolo Escobar… Y por las declaraciones que le hemos oído a Pons y Casado del PP y a A. Rivera de C´s en contra del Tratado de Schengen, deducimos que este “trío” estaría dispuesto, brazo en alto, a  ocupar el balcón central del Palacio, y desde él pronunciar los gritos de rigor con que finalizaban aquellos jolgorios franquistas.

   Sólo los medios de comunicación, obedientes a sus respectivos “patrones”, tergiversaron, manipularon o quitaron importancia al comportamiento del Gobierno de Rajoy, que, abusando de Fiscalía y Tribunales, provocaron el “laberíntico procés”. Solamente esos mismos medios casi hicieron oídos sordos a las opiniones de ilustres penalistas y constitucionalistas sobre el fantasioso relato que el magistrado del Supremo, Pablo Llarena, venía haciendo en su instrucción de personas y hechos, para adaptarlos al tipo penal de rebelión, pudiendo así conseguir el objetivo de encarcelar a los políticos catalanes. Los mismos especialistas en Derecho venían advirtiendo de la actitud anticonstitucionalista y cuasi prevaricadora del juez instructor y de “las Salas” que confirmaban sus autos. No debería extrañar, pues era ya algo anunciado, el “sopapo” que la Justicia europea/alemana ha propinado a la española. Pero a los “españoliStos” les da igual. Por algo tuvimos un Siglo de Oro en la literatura, del que formaban parte las novelas del Lazarillo de Tormes o El Buscón… Y por algo casi seis siglos después de la derrota de La Invencible, seguimos echándole la culpa a “los elementos”… Y que lo mismo que somos capaces de cantar ¡que viva España!, gritamos ¡vivan las caenas!...
   Pero, como españoles serios, se nos debería caer la cara de vergüenza al ver que la Justicia de Alemania, cuna del nazismo, y tanto tiempo gobernada por la derecha política, haya construido una democracia madura y renovado a sus jueces y tribunales, mientras en este País, después de soportar la dictadura franquista, ni siquiera la “ejemplar Transición” haya sido capaz de renovar a los jueces franquistas o a sus herederos.
   Yo mismo –perdón por la autocita-, sin ser especialista, pero usando el sentido común y apoyado en la lectura de los especialistas citados arriba, en uno de los varios artículos que sobre el tema tengo “colgados” en mi blog (www.solicitoopinar.blogspot.com.es), titulado El Régimen de 1978 está agotado. Escribí en Abril de 1918 lo siguiente: Basta leer los autos del magistrado Llarena y, sobre todo, los recursos contra ellos de los abogados defensores, para darse cuenta del enorme atropello a la democracia y a los derechos humanos, políticos y sociales, que se están cometiendo contra los líderes políticos en prisión preventiva por imputación de delitos, rebelión y sedición, de muy dudosa realidad. Los Tribunales internacionales pondrán las cosas en su sitio, dejando a los jueces y fiscales españoles en el más absoluto de los servilismos. Pues bien, la Justicia europea ya está actuando, y muchos españoles, en vez de hacer la autocrítica correspondiente, siguen con su actitud chulesca… Y no es este el momento más oportuno en el que toda la prensa europea, con la publicación de las grabaciones de Corinna, exmante del rey emérito, sobre las fechorías de éste, pone en entredicho nuestra institución monárquica, mirando con cierta sorna la “marca España”.
    Unos de los efectos más inmediatos que debe producir el comunicado de la Justicia alemana es la puesta en libertad de los presos políticos, cuya situación obedece a haberlos calificado como cabecillas e instigadores de rebelión y sedición. Sobre el delito de “malversación de fondos públicos”, por el que los jueces alemanes acceden la extradición de Puigdemont, los medios informativos que han venido actuando de voceros de los tribunales españoles, sin molestarse en cotejar las razones jurídicas de los abogados defensores, debieran haber aprendido algo y ser más objetivos y comedidos en sus  manifestaciones. De momento están dejando en la ambigüedad que la extradición por malversación supone el ingreso en las prisiones españolas para cumplir en ellas hasta un máximo de doce años. Lo cual es rotundamente falso. La extradición por ese motivo sólo significa que el delito de malversación también está tipificado como delito en el Código Penal alemán. Sólo Puigdemont puede recurrir en amparo, ya ha anunciado que lo hará, ante el Constitucional alemán. Para el resto de las partes, según Pérez Royo, la Fiscalía alemana, los tribunales españoles y otras acusaciones implicadas, la decisión del Tribunal Superior de Schleswig-Holstein es firme y de obligado cumplimiento. Pero además, como no confiando mucho en que así sea, dicho Tribunal asume que los tribunales españoles respetarán el principio de especialidad, de acuerdo con el cual el enjuiciamiento en España se limita ahora a la extradición declarada admisible por malversación, y que no procesarán al perseguido Puigdemont tras su extradición, por cargos de corrupción o rebelión (citado en negrilla por Pérez Royo en su artículo ¡Hay jueces en Berlín!, eldiario.es de 12-7-18). Mientras, pues, Puigdemont no sea juzgado por tal delito, puede entrar y salir de España, según el artº 19 CE.
   Y, desde luego, muy difícil lo van a tener los tribunales españoles para probar, si es que la hubo, que la financiación por las arcas públicas catalanas de los gastos ocasionados por la puesta en práctica del referéndum del 1-O, decidida por las autoridades e instituciones legítimas de la Generalitat, fuera ilegal o delictiva. Las declaraciones del ministro de Hacienda, Montoro, en el Congreso se lo ha puesto tan difícil al juez Llarena, que incluso el martes pasado ha renunciado al informe solicitado al Ministerio de Hacienda, que tenía intervenidas las cuentas de la Generalitat durante 1017-18, por ver si se había hecho utilización de dinero público para financiar el proceso independentista. Ahora el instructor, bajo el pretexto de dar celeridad a la tramitación en pro de los procesados, lo que realmente oculta es el haber tenido que demorar la suspensión de los procesados, diputados en el Parlament catalán. Mejor hubiera sido esperar el informe de Hacienda, dando tiempo a conocer la decisión del tribunal alemán, con la que Llarena hubiera podido ahorrar el complicado auto de suspensión de las funciones parlamentarias de los procesados, en una más que interpretable aplicación del artículo 384 bis de la LECrim. Pues con la desimputación del delito de rebelión la Fiscalía española, en sus conclusiones provisionales, bien podría retirar tal delito, y, con ello eliminar la causa justificativa de la suspensión. Sería una salida más airosa y elegante, que seguir con “el erre que erre”…  Más difícil lo tendría el Ministerio del Interior en justificar el dispendio del gasto en el traslado y la incómoda estancia de policías nacionales y guardias civiles a Cataluña, incapaces, además, de impedir el referéndum o de encontrar las urnas.
   Más difícil aún de justificar lo tendría el tribunal que sentenciara a prisión por malversación de dinero público a Puigdemont y otros consellers, teniendo en cuenta los dineros públicos dilapidados por gobernantes y políticos de otros partidos, no ya en sobrecostes por comisiones por contratas de obras y servicios públicos, sino en copas en clubes de alterne o en “volquetes de putas”, y que siguen disfrutando de libertad.
   Por otra parte, se está sugiriendo la especie de que el Supremo puede rechazar la extradición y dejar a Puigdemont en un exilio indefinido, o, si vuelve a España, poder ser juzgado por rebelión. Además de ser mentira, como afirma nuestro constitucionalista de cabecera, Pérez Royo, es una inconstitucionalidad manifiesta (diario.es de 13-7-18).
   Pero el efecto más importante de la sentencia de la Justicia alemana es dar a la española la oportunidad de “desfacer el entuerto” creado por el Gobierno del PP, apoyado en la Fiscalía General y en magistrados del Supremo, que, como Pablo Llarena, se han prestado a disimular el inmovilismo anticatalanista de Rajoy. Claro que no ha faltado irresponsabilidad, infantilismo político y demasiada prisa por parte de los soberanistas. De esta triste experiencia los nuevos Gobiernos deberían extraer las oportunas enseñanzas, dejando lo pasado en pasado, y hacer todo lo posible para que las revueltas aguas vuelvan a su cauce. Y, para que esto suceda, la Fiscalía debería retirar a todos los querellados la imputación del delito de rebelión inexistente, evitando así la ridícula incongruencia entre la libertad de Puigdemont y el resto de presos. El camino se lo indicaban los cientos de miles de manifestantes convocados por Omnium Cultural, la Asociación Nacional Catalana y la Asociación Catalana por Derechos Civiles (ACDC): ¡Ni prisión, ni exilio, os queremos en casa!... El Tribunal Supremo debiera de desistir de su autoatribuida competencia, y dar traslado del procedimiento a los tribunales predeterminados por la Ley, que en este caso sería el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC). Si algo queda que juzgar, que sea este Tribunal el que lo haga imparcialmente, y las derivaciones y consecuencias políticas, ¡que las solucionen los políticos!...


   Manuel Vega Marín. Madrid, 16, Julio, 2018  www.solicitoopinar.blogspot.com.es  

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