martes, 12 de septiembre de 2017

REFLEXIONES SOBRE LA DECLARACIÓN DEL PRESIDENTE SOBRE EL PROCÉS CATALÁN



   Todo ciudadano que hubiera tenido la santa paciencia de escuchar el discurso de Rajoy, preparado de antemano, pudo tener la sensación de que, al menos en abstracto, estaba cargado de coherencia y de “verdad jurídica”. Sin embargo, estaba totalmente carente de la “verdad política”. Rajoy, como viene siendo habitual en él, se comportó como un opositor a Registrador de la Propiedad, que, para asegurarse la plaza, tiene que repetir ante el tribunal memorísticamente los temas que el sistema ha preparado, sin tener en cuenta si éstos son de actualidad o van a ser útiles para el desempeño de su cometido en la realidad presente y futura. El cometido actual de Rajoy, como Presidente de Gobierno, es eminentemente político, y la Política es una actividad práctica que pretende hacer realizable lo posible, aunque en el corto plazo y dentro de ciertos límites, pueda parecer “utópico”.

   Precisamente la Constitución a la que tanto alude Rajoy, y en la que tanto se parapeta cuando le conviene, en su artículo 97 dice escuetamente: El Gobierno dirige la política interior y exterior, la administración civil y militar y la defensa del Estado. Ejerce la función ejecutiva y la potestad reglamentaria de acuerdo con la Constitución y las leyes. Y la misma Constitución, en su art. 117,1 dice que la Justicia emana del pueblo…, y en el apdo. 3 atribuye el ejercicio de la potestad jurisdiccional en todo tipo de procesos, juzgando y haciendo ejecutar lo juzgado, corresponde exclusivamente a los Juzgados y Tribunales determinados por las leyes, según las normas de competencia y procedimiento que las mismas establezcan. Pongo en correlación ambos artículos, porque distando mucho de considerarme un experto en Derecho, intuyo por sentido común que, no ahora, sino desde hace mucho tiempo, el Sr. Presidente del Ejecutivo se inmiscuye indebidamente, poniendo y quitando a jueces y fiscales, a los que, posteriormente les anticipará lo que éstos deben hacer, en función de los intereses del Gobierno y del partido, PP, que lo sustenta. Incluso en esta comparecencia institucional creo que abusó del pronombre de primera persona: he pedido, he dado orden…
   Pero, sinceramente creo que, bajo el hieratismo y bajo las solemnes palabras de Rajoy se esconden, si no mentiras, sí medias verdades o verdades no totalmente evidentes ni contrastadas. Esta actitud no es nueva en nuestro Presidente. Del alegato de razones en pro de la actuación del Gobierno en el conflicto catalán extraeré y comentaré algunas que, humildemente, considero menos acertadas. Como primera razón (no sé por qué primera si luego no enumera ninguna más) dice hacer, indiscutiblemente, honor a nuestro mandato de cumplir y hacer cumplir la Ley. Hombre, sr. Rajoy, aun concediéndole mucho que eso sea así, tengo el derecho a dudar de un honor poco ejercido desde que viene gobernando este País. Todos los españoles sabemos, y muchos, han sufrido su incumplimiento de las leyes, no ya cuando gozó de mayoría absoluta, sino que ahora que no goza de ella, se busca las triquiñuelas legales o recovecos procedimentales para no cumplirás. Sólo dos ejemplos: la Ley de Memoria Histórica y haber pasado por alto, no cesando a su ministro de hacienda después de ser recusado por el Órgano de la soberanía nacional, una vez que el Tribunal Constitucional, el mismo que usted tanto defiende y al que tanto acude, declarara no conforme al mandato constitucional la famosa “amnistía fiscal”. Claro, que, si esa es la legalidad que usted considera cuando dice que  el principio de legalidad es un presupuesto fundamental de cualquier sociedad civilizada, se explica claramente la idea de democracia que usted y su partido tienen.
   Hay que recordar que ya en Grecia clásica, cuna de la democracia, la esclavitud era legal. En Naciones tan civilizadas y colonialistas, como Inglaterra, el tráfico de negros también lo era. Y en nuestro País, después del “golpe militar” que “desbancó” a un Régimen democrático y provocó una Guerra Civil, no contento con ello, se dotó de un sistema “legal” (¿?) bajo el cual incluso los tribunales de justicia (¿?) siguieron persiguiendo y fusilando a ciudadanos que lucharon para que hoy el propio Rajoy pueda ser Presidente de un Gobierno democrático, aunque manifiestamente mejorable. Rajoy debe saber que los Principios Fundamentales del Movimiento, por su dogmatismo cerraban cualquier salida a un sistema distinto que previera la reforma de los mismos. La Constitución del 78 sí prevé tales mecanismos, pero Rajoy, sin embargo, sólo se refiere a ellos in extremis y de “boquillas”. Algo similar le ocurre a su compañero de la Transición, el Psoe, con su kakareado “federalismo”.
   Sin embargo, a pesar del “todo atado y bien atado”, y de unos Procuradores a Cortes que se resistían a morir, terminaron haciéndose el “harakiri”, gracias a la visión política de su Presidente, Torcuato Fernández Miranda y un Presidente de Gobierno, Adolfo Suárez, ambos pertenecientes al “régimen”, que, obviando imaginativamente el muro de contención jurídico, con la famosa estratagema de la Ley a la Ley lograron saltar a la no menos famosa Transición, que, por mor del conformismo del “bipartidismo”, ha devenido en un nuevo inmovilismo, dejando sin contenido lo que de movimiento tiene la idea de tránsito. Ello, sin olvidar el efecto revolucionario que tuvo aún en vida del dictador el asesinato el 20-12-1973 de Carrero Blanco, el hombre elegido para vigilar que “lo atado” siguiera “bien atado”. Aprovechando la vía armada de ETA por la independencia de Euskalerría, muy contraria al pacifismo de los catalanes, dicho dicho acto revolucionario fue “instigado” desde arriba, del poco se ha investigado. Y no viene, pues, al caso ahora que hablemos de ello. De aquel hecho “ejemplar” y cercano,  protagonizado por las Cortes franquistas podemos deducir, sin necesidad de citar hechos similares en la Historia de los Estados, que las ideas de frente a la ley y a la Constitución no existe ningún poder que pueda menoscabarla y ningún tipo de legitimidad alternativa, o de lo que no es legal no es democrático son, cuando menos, discutibles. Si no me enseñaron mal, cuando un “poder o una legalidad constituidos no funcionan o crean más problemas de los que resuelve, queda el “poder constituyente” que reside, como la propia Constitución reconoce, en el pueblo soberano.
   Es cierto que la Constitución actual no recoge el derecho de autodeterminación para la independencia; pero cuando los constituyentes tuvieron que encarar el histórico problema de la integración en el Estado de las llamadas “nacionalidades históricas” (Cataluña, Euskadi y Galicia), con todas las reticencias del PP, entonces AP, y los arduos obstáculos de los “poderes fácticos”, mal que bien, lograron hilvanar el Título VIII de la Carta Magna. El hallazgo del eufemismo “Comunidades Autónomas” recogido en el art. 137, y la confianza de que en mejores circunstancias pudiera retomarse el tema, hizo que los “redactores constituyentes” pensaran que nunca se plantearía la necesidad de una convocatoria de un referéndum de tales características. Pero las fuerzas reaccionarias no cejaron en su empeño centralista hasta que forzaron al TC a emitir la STC 31/2010, que acabó con lo que algún constitucionalista ha llamado “Constitución Territorial”. Y desde entonces, lo que sólo era un anhelo minoritario de independencia (ERC) o simplemente un sentimiento nacionalista identitario (CiU), ha devenido en un afán de independencia política, que, unido al deseo de “decidir”, afecta al 80% de los ciudadanos catalanes. Y lo más curioso es que, como dice el catedrático Pérez Royo, mientras no se acuerde la celebración de un referéndum, los no independentistas estarán prácticamente privados de la palabra y condenados, por tanto, a la esterilidad (“Condición sine qua non”, diario.es, de 11-9-17). La tozudez del Gobierno de Rajoy y sus adláteres, que tanto defienden el silencio de las mayorías, ha provocado y sigue provocando el efecto contrario.
   Rebasa las intenciones de este artículo entrar en una discusión de Historia, para desmentir lo de que nuestra Nación no es un producto de ninguna imposición, ni una ocurrencia de última hora. Lo que sí es claro es que, si  esa consulta, por más que se pretenda imponer de forma atropellada, chapucera e ilegal, devenida en una ocurrencia de última hora, es responsabilidad del Gobierno de la Nación, cuya actuación inmovilista, comprometiendo a otras instituciones y “aparatos” del Estado, también participa del significado de los calificativos empleados por el Sr. Rajoy. Pero, además, ¿no le resultó al PP “chabacana” la “movida” de recogida de firmas en busca de un referéndum contra el Estatuto catalán o el boicot al cava u otros productos catalanes? ¿Cómo calificaría la reforma del art. 135, que junto con el Psoe, se llevó a cabo, y que supuso una cesión a acreedores financieros de soberanía, que ahora usa de parapeto?
   Dice Rajoy muy solemnemente que, al recurrir ante el Tribunal Constitucional las leyes de convocatoria del referéndum de autodeterminación, el Gobierno también está defendiendo el autogobierno de Cataluña, la dignidad de sus instituciones y los derechos de sus ciudadanos. Sr. Rajoy, ¿también se mostró igual de “legalista” cuando su partido recurrió el 31 de Julio de 2006 ante un Tribunal  Constitucional “apañado” el Estatuto de Autonomía de Cataluña, cumplidos todos los requisitos legales y refrendado por los catalanes un mes antes? ¡De aquellos polvos, estos lodos! Resulta, pues, extraño que diga ahora que nadie pudo imaginar jamás que asistiríamos a un espectáculo tan democráticamente deplorable como el vivido en el Parlament; ¿de verdad, sr. Rajoy, se cree usted que todo el cúmulo de ilegalidades y arbitrariedades que allí se produjo es producto de sólo un hecho: de la obstinación de unos políticos por imponer a la fuerza su proyecto de ruptura a la sociedad? ¿No sería más exacto que usted, Sr. Rajoy, se incluyera en esos políticos obstinados? ¿De verdad su Vicepresidenta puede decir que nunca se ha sentido mayor vergüenza por lo contemplado en el Parlament,  cuando ya desde antes de retomar el Gobierno, su actuación política no ha dejado de ser un “rosario” de reformas injustas y de corrupción manifiesta? Rajoy, como de costumbre, no se entera o simula no enterarse de nada que le competa…
   Lo de decir que en España se puede ser independentista, defender la ruptura de la soberanía nacional, etc., etc…., por muy serio que lo diga, a la hora de los hechos, es como declarar, todo lo hierático que se pueda, que en este País se puede ser der Beti o del Sevilla… Cuando seguidamente declara que lo que estamos viendo en los últimos tiempos tiene menos que ver con una demanda soberanista…, el mismo Rajoy está reconociendo que, aunque hay catalanes soberanistas o independentistas, la gran mayoría de los catalanes solamente está exigiendo que se les deje votar la forma en que quieren seguir perteneciendo a esta “piel de toro”. De ello hay precedentes cuando, a pesar de la actitud jacobina y borbónica del PP, se consultó a los ciudadanos de cada autonomía, sin que tuviera que hacerlo el resto de españoles. No veo claro por qué ahora se quiere implicar a todos los españoles, para que los catalanes puedan votar su propio Estatuto, después de la triste experiencia de 2006. Rajoy confunde interesadamente, y quiere extender su confusión por réditos electoralistas, soberanismo e independentismo con el derecho a decidir. ¡Sea valiente, sr. Rajoy, que, a pesar de que su actitud ha cuadriplicado el número de independentistas, ponga las urnas, y según sea el resultado, seguro estoy que se ahorrará de pactar un referéndum nacional, pues la decisión de la ciudadanía catalana no será tan miope como su falso temor!  Para pactar y autorizar un referéndum por el derecho a decidir, cuando la situación aún no había alcanzado el grado de enconamiento actual, ya el propio Tribunal Constitucional dio las pistas suficientes para que tal plebiscito fuera absolutamente legal, como lo fueron en otros países democráticos.
   Cuando Rajoy exalta y agradece la labor de los juristas asesores del Parlament y la obstrucción de la oposición minoritaria (PP-C´s), para acusar poco menos que de golpistas bolivarianos a los grupos que no hacen más que cumplir con su programa electoral, apoyado por el 48% de votantes, olvida su minoría en el Congreso y que, gracias al injusto sistema electoral, gobierna España con apenas el 25% de votantes españoles.  Pero colmado de indolencia se dirige, sin nombrarlo, al Govern, diciéndole que no sigan dividiendo a la sociedad catalana, dejen de acosar a los discrepantes y respeten los derechos de la gente. Dejen de poner las instituciones a su propio servicio. ¿Cómo puede decir semejantes barbaridades un Presidente de Gobierno que, aprovechando la falsa crisis, viene ejecutando las reformas económicas y políticas que más crispación y división han causado al conjunto de la ciudadanía? ¿Cómo acusar al Govern de poner a su servicio las instituciones, un Presidente que, desde los muros de la Moncloa o escuchando sólo a los que piensan como él, mueve los hilos para interferir y poner en la Judicatura, la Fiscalía, etc. a sus hombres de confianza, para llegado el caso, como está ocurriendo, echar sobre los hombros de estas instituciones responsabilidades que sólo hubieran correspondido a un Ejecutivo de haberse comportado políticamente inteligente? ¿Cómo poner en peligro la separación de poderes en la que se fundamenta una democracia moderna? Sólo ahora, in extremis, y parapetado en todos los aparatos coercitivos del Estado,  infundiendo miedo a funcionarios, servidores públicos regionales y locales, “saca pecho”, para hacer ver a sus huestes, autoritariamente, su gran fortaleza interior… y ser muy consciente de mis obligaciones y de la gravedad del momento.
   ¿SOLUCIONES? ¡NINGUNA! MÁS DE LO MISMO. Como hace tiempo viene proponiendo PODEMOS y ya saliendo del letargo mantenido por intelectuales, nada sospechosos de “podemitas” o antisistemas, parece que comienzan a hacerse oír, como José A. Fdez. Tapia o el propio Pérez Royo, antes citado, con el que finalizo este escrito, reproduciendo y haciendo mío el siguiente párrafo distribuido en Facebook: La celebración de un referéndum en Cataluña, a fin de que los ciudadanos de dicha comunidad manifiesten su voluntad de mantener su integración dentro del Estado español o de constituirse en Estado independiente, se ha convertido en una condición sine qua non para que la competición política pueda desarrollarse con arreglo al canon de lo que se considera que es una competición democrática en cualquier país civilizado.


   Manuel Vega Marín. Madrid, 12, Septiembre, 20017  www.solicitoopinar.blogspot.com.es   

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