No puedo resistirme a
contestar al artículo del Sr. Pérez Rubalcaba, publicado por El País el día
8-Enero- 2017. Y es que, si me molestan las mentiras, más me ofenden la “medias
verdades”. Y no caben más de unas y otras en tan corto espacio, y apenas
comenzado el año.
Independientemente de su
eficiencia o no como gobernante, siempre he tenido a Rubalcaba como un político
intelectualmente honesto. Pero desde que se incorporó al “grupo de expertos”,
que, desde el grupo Prisa, marca el rumbo
al Psoe. Pienso que ha perdido independencia, elemento clave de la honestidad
intelectual. Veamos:
El Psoe se presentó a las elecciones –las del 26-J y 20-D-, entre otras,
con las siguientes promesas: Derogación de la Reforma Laboral, de la LOMCE y de
la “ley mordaza”. Reforma de la Ley Electoral para hacerla más proporcional,
reforma de la Constitución, principalmente, para solucionar el problema de
Cataluña. Todo ello lo resumían en un rimbombante NO es NO.
Con sólo esas propuestas
hubiera sido suficiente para sacar del Gobierno de España al PP y al sr. Rajoy.
Y, ¿qué ha sido de todas esas propuestas y promesas? Que, a pesar de las prisas
por constituir un gobierno, según ellos por razones de responsabilidad de estado,
lo que tenemos es más gobierno de PP y a un Presidente alargando vacaciones en
su tierra de buenos manjares, abriéndose el apetito con sus largas caminatas
mañaneras. Vamos, que no tiene ni tiempo para leer el informe del Consejo de
Estado sobre el Yak-42.
Es una media verdad, porque no está constatado por la experiencia que
unas terceras elecciones hubieran proporcionado más escaños al PP. Lo que hay
detrás de esta “creencia” es un miedo del Psoe a perder más escaños. Lo que sí
constata la experiencia es que, después del “golpe” a Pedro Sánchez, el PP
sigue gobernando, gracias al incumplimiento del No es No, con muchos más
escaños que los que hubiera vuelto a ganar en esas temidas nuevas elecciones.
Pues a los propios, el PP suma los del Psoe y los de C´s. Es a esto a lo que el
sr. Rubalcaba le llama “oposición útil”. No es muy normal que una persona con
formación científica pueda afirmar que unas
nuevas elecciones habría colocado a los electores frente al dilema de poner fin
con su voto a la incapacidad de los
partidos de alcanzar un acuerdo sobre un candidato para presidir el
Gobierno. Yo añadiría que tampoco es muy democrático eximir al electorado
de esa obligación, desconfiando de su capacidad para dirimir. Lo cierto es que
tal incapacidad no fue de los partidos,
sino del suyo, que, de haber aceptado la otra vía que le proponía PODEMOS y los
demás, sin haber aceptado las “líneas rojas” que le imponía determinados
poderes fácticos, a través de F. Gonzáles y la “vieja guardia”, ni siquiera
hubieran sido necesarias las segundas elecciones de Diciembre. ¡Esos son datos
empíricos!
Pero, independientemente del “golpe de mano” que acabó defenestrando al
Secretario General, Rubalcaba sabe muy bien, pues lo experimentó en sus propias
carnes, que el Psoe no tenía la capacidad suficiente para aglutinar ni ser el
“eje del cambio”, que las nuevas izquierdas salidas del descontento ciudadano,
escasamente escuchado durante el largo y cómodo período del bipartidismo,
exigían en las calles y plazas. Justo el mantenimiento de esa comodidad, y no otras excusas, era la
pretensión oculta, ahora reforzada con la triple coalición. ¿No era eso lo que
pretendía desde el primer momento Felipe Gonzáles? ¡Seamos honestos!
El sr. Rubalcaba sabe que, ha sido precisamente la actitud adoptada por
el Psoe la que ha dejado escapar la
oportunidad de ser determinante en el desarrollo de los acontecimientos
parlamentarios. Pues lo determinante, pero para el PP, es la “amigable
oposición” que le está haciendo el grupo parlamentario socialista, para que
Rajoy siga sacando adelante o manteniendo sus propias políticas. Y no me venga
el Psoe, ni Rubalcaba con la vieja “monserga” de que son los pactos, por cierto
extraparlamentarios, los que están haciendo doblar el pulso al Partido Popular.
De momento, todas las promesas de derogación del programa electoral del Psoe
están siendo incumplidas o “suavizadas” en favor del PP. Porque es
absolutamente mentira que el salario mínimo se ha incrementado sustancialmente.
Igual de falso es lo relativo a la pobreza energética. Vergonzante es afirmar que se han aumentado los recursos
disponibles de las comunidades autónomas, lo que va a repercutir en la mejora
de la sanidad, educación, etc., etc., cuando, justamente estamos viendo
todo lo contrario: hospitales con urgencias abarrotadas por escasez de personal
sanitario y de presupuesto, o cada vez más, dinero público derivado a las
escuelas privadas concertadas.Y así sucesivamente.
Todas esas propuestas y muchas más ya las había hecho PODEMOS con su
Ley-25, e incluso con los votos del Psoe, ya se había aprobado en el Parlamento
una propuesta de ese grupo parlamentario para una subida mayor del SMI. Sólo
por poner un ejemplo…
No lo dude, sr. Rubalcaba, las bajas perspectivas electorales del Psoe
no son más que síntomas de la crisis que la “socialdemocracia europea” está
padeciendo por no haberse atrevido a intentar al menos, derribar los pilares
fundamentales del sistema capitalista. Y un trabajo como este no se arregla con
parches, ni intentando administrar tal sistema para hacerle un lavado de cara,
con el que su rostro parezca más humano. Para eso no hace falta un proyecto socialista, pues el propio capitalismo
se basta para ello, aunque sólo sea por la cuenta que le tiene para seguir consiguiendo
sus objetivos. Tanto la socialdemocracia europea, como la que el Psoe representa en España, se han mostrado
incapaces de “pararle los pies” a la ola ultraliberal que invade las relaciones
económico-financieras, que nos viene impuesta desde la UE, especialmente de
Alemania. Esto viene de antiguo, y no es mi propósito entrar aquí en un debate
“académico” sobre el tema. Tenemos algo más cercano: desde que hicieron caer la
Unión Soviética, los países capitalistas, aparte de ir aboliendo los derechos
conquistados por la lucha de los trabajadores y por la presión que aquel
régimen ejercía, las teorías económicas neoliberales, fracasadas en otros
países, impusieron, cual dogma religioso, que el capitalismo es consustancial
con la democracia. Lo cual aprovecharon las socialdemocracias para introducir
en su acervo cultural y político semejante “creencia”. Era una forma de
justificar aquel dicho de “que los partidos socialdemócratas son los mejores
administradores del capitalismo”. Y así lo han venido demostrando. Es una
opción muy respetable. Pero que, entonces, no se rasguen las vestiduras los
“capitostes” del Psoe, cuando muchos ciudadanos quitan de esas siglas la “s” de
socialista y la “o” de obrero, y que surjan otras alternativas que cubran ese
“vacío”. En vez de criticar a PODEMOS como enemigo, mejor sería que dejaran a
sus militantes hacer autocrítica, ya
que sus dirigentes no la hacen por temor a perder sus poltronas.
Para poder gobernar este País después de la dictadura, por exigencias de
los países capitalistas y con la ayuda de sus “compañeros” europeos, una vez
desalojado el PCE, Felipe Gonzáles impuso a su partido la renuncia al Marxismo.
Pero, una vez en el Gobierno, hasta olvidaron su “programa máximo”. No voy a
negar que los Gobiernos del Psoe hicieran cosas buenas por España; pero
partiendo de donde partíamos, cualquier tipo de avance y de cambio lo hubiera
podido realizar cualquier gobierno de centro democrático sin, por ello, tener
que considerarlo como específicamente “socialista”. Ya el Gobierno de la UCD de
A. Suarez sentó las bases que facilitaron a F. González su labor. Con ambos
Gobiernos y con el esfuerzo de todos los españoles nos sentimos agradecidos.
Pero de ahí a mitificar la
Transición y el régimen nacido en el 78 hay un trecho muy largo, en el que se
hicieron muchas cosas mal, o, por lo menos, se podrían haber hecho de otra
manera. Y otros partidos y personalidades de ámbitos “independientes”
advirtieron de ello. No es esta la ocasión para hacer un recorrido
pormenorizado de todo aquello que pudo hacerse mejor, o quizá, de manera
diferente. Sólo resaltaré dos asuntos, que por su trascendencia posterior,
marcaron un hito. Ambos asuntos tuvieron lugar en los largos Gobiernos del
Psoe: el primero, el de OTAN DE ENTRADA,
NO desde la oposición, para luego, una vez en el gobierno, convertirlo en
un SÍ. En aquel famoso referéndum
ganado por los puntos, se nos hizo ver a los españoles que era una cuestión de
“vida o muerte”, como una condición sine
qua non para, más tarde poder ingresar en Europa y gozar de los “enormes”
beneficios que tal entrada nos reportaría. El segundo, fue el ingreso formal en
el conjunto de países que devendría en lo que hoy es la Unión Europea. No cabe
duda de que este segundo acontecimiento, en el plano político, representó un
afianzamiento de la democracia frente a las fuerzas reaccionarias, detentadoras
aún de gran poder. En el plano económico, no estoy tan seguro que el enorme
caudal de capitales, con el que se pudo invertir en la modernización de
nuestras infraestructuras, fuese bien y eficientemente empleado. La “libre
circulación de capitales” no ha sido compensada con la libre circulación en el
mundo del trabajo. Ya entonces, desde ciertas instancias sindicales, como CCOO,
se advertía de que la idílica Europa que se nos prometía, podría convertirse en
una Europa
de mercaderes. Pero ha devenido en algo mucho peor: la Europa
de los especuladores financieros, en perjuicio, como estamos viendo, de
los trabajadores y las “clases medias”. De todo ello, me dirán, es fácil
criticar “a toro pasado”. Pero no debemos olvidar que hubieron muchos que
recibieron al toro “a puerta gayola”, cuyo valor fue ignorado y “saboteado”. Pero,
en general, lo criticable es la falta de autocrítica a la sumisión con la que
el Psoe, en el Gobierno o en la Oposición, ha aceptado todas las medidas
procedentes de Europa, sobre todo de Alemania. El Presidente Rodríguez
Zapatero, con perspectivas suficientes del pasado, sufrió de miopía hacia el
futuro. Cuando recibió la famosa carta de la Canciller A. Merkel, careció de la
más mínima transparencia, ocultándosela a los representantes de la soberanía
popular. Más bien hizo lo contrario: se dio prisas en llamar, con la luz
apagada y sin taquígrafos, al sr, Rajoy, para modificar el artº 135 de la
Constitución. “De aquellos polvos, estos lodos”. De la falta de valor del
Presidente en demostrar su desacuerdo, disolviendo el Parlamento y convocando
elecciones, proviene la decadencia
continuada del Psoe. Fue el momento, en palabras del sr. Rubalcaba, dejó escapar la oportunidad de que los (posibles) resultados electorales fueran determinantes en el desarrollo de los
acontecimientos parlamentarios, y no sólo para éstos, añadiría yo.
Y para ir finalizando no entiendo bien lo que Rubalcaba quiere decir
hacia el final de su escrito, cuando afirma: en esta materia parlamentaria, llama poderosamente la atención el
empeño de algunos sectores progresistas -¿cuáles?- en despreciar el valor de las decisiones del Congreso de los Diputados
-¿todas?-. Lejos de criticar la
antidemocrática actitud del PP a la hora de cumplir acuerdos que los
representantes de los ciudadanos adoptan por mayoría en nuestra Cámara baja, a
los que despectivamente denominan acuerdos simbólicos -¿acaso no lo son si
sólo se hacen de cara a la galería?-, y
ponen el énfasis en subrayar la inutilidad de los esfuerzos de la oposición
parlamentarias. ¿Qué esfuerzos y qué oposición, si hasta el propio Gobierno
la trata con mimo, y el mismo Rajoy dice que el Psoe es su socio preferido? Una
autocomplacencia más por parte del sr. Rubalcaba.
Y el párrafo con el que termina Rubalcaba no puede estar cargado de más
cinismo. Reconoce lo obvio: que la legislatura acaba de comenzar, que queda
mucho trabajo por hacer, y que el conjunto de los españoles esperan solución a
sus problemas. Algunos de los cuales relata a continuación, desde el problema
de Cataluña, el paro juvenil y de los mayores de 50 años, la precariedad del
empleo, etc. ¿Acaso esos problemas son nuevos? ¿No tuvieron ellos, cuando
gobernaron, o haciendo una oposición más dura, la oportunidad de solucionarlos,
si no todos, sí una gran parte? ¿Es que cree el exvicepresidente del Gobierno
que sólo con su enunciado y la promesa de solucionarlos es suficiente? Es la
demagogia de siempre. El sr. Rubalcaba sabe muy bien que, aunque él suponga
larga la legislatura, el Gobierno de la derecha no está por la labor de
modificar sus planes. Y sabe mejor aún que, si el grupo parlamentario
socialista “saca los pies del plato”, convirtiendo su “paripé” de palabras y
gestos severos en una auténtica oposición, con propuestas alternativas reales,
el sr. Rajoy les “llamará al orden”, mostrándoles la llave, que ellos con su
abstención le entregaron, que cerraría las puertas del Parlamento en la
esperanza de subir sus resultados electorales anticipados, lo que, puestos a
desaprovechar ocasiones, los socialistas perderían la ocasión de recuperarse,
que muy “amablemente” les está brindando el “sarcástico gallego”.
Así, señores del Psoe, NO SE
CONFIEN. Pues en la época que vivimos de “obsolescencia programada”, más
vale cambiar de “trastos viejos” por otros nuevos, que hacer chapuzas…
Nota.- El artículo del sr. Rubalcaba se titula Las razones de la oposición http://elpais.com/elpais/2017/01/02/opinion/1483384671_073527.html
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