No me creo que los
esfuerzos y refuerzos que en estos días, sobre todo en Noche Vieja, se están
realizando tanto en Madrid, como en otras ciudades europeas, pretendan evitar
cualquier tipo de atentado terrorista. Los responsables de seguridad saben muy
bien que, si no es con un camión será casi imposible evitar la “locura” de que
un “fanático/a” se autoinmole haciendo estallar los explosivos pegados a su
cuerpo, sin que su objetivo directo sea causar la muerte de las personas que le
circunden. Más bien lo que pretenden es llamar la atención del mundo sobre los
problemas y daños que ellos consideran que otras fuerzas, ya sean políticas,
militares, ideológicas, religiosas, etc., de otras naciones causan a sus
respectivas poblaciones. Y para ese cometido no hace falta irse a la puerta de
un cuartel o de una plaza llena de gente y de policías. Para llamar la
atención, lo tienen más fácil en otros núcleos urbanos, donde, precisamente,
por esa acumulación de obstáculos y de agentes armados en unos sitios, dejan
desguarnecidos otros. Los terroristas estarán locos, pero no son tontos, y no
creo que gasten sus escasos recursos en lo difícil, cuando con menos riesgo
pueden conseguir el mismo resultado.
Por el
contrario, pienso que todas esas medidas están dirigidas a sembrar el miedo a
muchos ciudadanos, que, aunque sólo sea por evitar controles y chequeos, se
queden tranquilamente en sus casas. Ya sabemos que el miedo y el temor se
vienen utilizando por ciertos Gobiernos con otros fines más genéricos que no
viene al caso explicar.
Tiene muy difícil explicación la profusión de titulares y críticas
periodísticas lanzadas estos días ante la medida coyuntural tomada por el
Ayuntamiento de Madrid, de “seleccionar” el tráfico rodado por la Gran Vía, en
evitación de enfermedades causadas por la altísima concentración de gases
contaminantes y perniciosos. Ningún titular o comentario he leído, visto u oído
en relación con todo el aparato montado en prevención de actos terroristas. ¿No
será que ese miedo haya calado en los propios “medios”, cuyos más críticos
profesionales no se atreven a publicar artículos como el presente, por temor a
ser tomados como inductores del terrorismo?...
De cualquier manera, los ciudadanos son libres de hacer o festejar la
Noche Vieja como quieran, pero tengo claro que seremos muchísimos más los que
nos quedemos en casita, sólo contando a los que no deseamos ser controlados y
cacheados por acudir a las diferentes Puertas del Sol, ejerciendo nuestra
libertad de festejarla con menos molestias. ¡Claro, que será mucho más fácil
contar a los 25.000 que esta noche cumplirán con el rito de las 12 uvas! Y no
faltarán los corifeos publicitarios que mañana ensalcen al Gobierno porque,
gracias a sus medidas preventivas, no ha sucedido lo que ninguna persona
sensata, entre las que me cuento, quiere que suceda… ¡Feliz Año Nuevo!...
Manuel Vega Marín. Madrid, 24 de Diciembre, 2016. www.solicitoopinar.blogspot.com.es
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