En un artículo anterior,
crítico con la entrevista de Felipe González en El País (28-I-16), decía que,
cuando el “gran líder”, se refería a los jóvenes políticos de PODEMOS, mostraba
su afección por lo que alguien ha llamado el “síndrome de Abraham”. Con esta
especie de complejo, contrario al de Edipo, se pretende describir la malsana
envidia que sufren muchos padres de “mente aviejada”, al verse superados por
sus propios hijos, a cuya juventud y mejor preparación el futuro les brinda las
oportunidades, que aquéllos ya no podrán disfrutar por mucho que se regocijen
en lo de “que me quiten lo bailao”. Pues bien, ese mismo “síntoma” aparece con
más pujanza en las declaraciones hechas por Alfonso Guerra con motivo del
homenaje rendido a Fernando Múgica, en el veinte aniversario de su asesinato
por ETA. Digo con más pujanza, a la vista de los calificativos usados para
dirigirse a estos jóvenes: niños
malcriados, jóvenes altaneros, adanes que pretenden inaugurar el mundo, que
son quienes todavía intentan recaudar
réditos y beneficios por haber matado. Todo ello sólo por haber llamado a
PP, PSOE y C´s el “trio del bunker”, por la acción concertada de éstos para
aislar en la Mesa del Congreso al tercer grupo más numeroso de dicha
Institución.
El alzhéimer impide a este “abuelo porreta” de la política recordar la
cantidad de adjetivos y epítetos que él utilizaba para dirigirse a sus
adversarios, como si fueran enemigos. Pero, como lo hacía alardeando con su
típico y tópico gracejo sevillano, todos le reían las gracias, sin darse cuenta
de que, muchas veces, esa aparente aceptación risueña sólo encubría desprecio.
Los que por edad le oímos decir aquello de vamos
a dejar España que no la va a conocer ni la madre que la parió, en efecto,
hoy podemos comprobar, sin quitar mérito a las cosas que el PSOE hizo bien en
sus primeros gobiernos, después de la larga y oscura noche del “bipartidismo”,
la España que PSOE y PP han dejado no la reconocemos los que, desde distintos
frentes, ayudamos al partido socialista a mejorar la “herencia franquista”. Este
segundo “gurú” de la política, como Felipe, también ha olvidado el “caso Juan
Guerra” ( su hermano), Filesa, el GAL (aquello de que “la democracia se
defiende desde las cloacas”), los ERE, etc., etc…. ¡Quien intenta desprestigiar
sin argumentos, se denigra a sí mismo!...
¿Piensa este “jefe de sala de máquinas”, que, por algunos méritos pasados
y 37 años en el Parlamento, muchos de los cuales, agazapado “tras la barrera”,
le confiere “derecho de pernada? ¿Cree que por algún que otro mitin en los
feudos de sus incondicionales le facultan para sentirse el amo y el máximo
intérprete de la Historia? Igual que su generación, que es también la mía, y la
de muchos “yayofláutas”, en manera alguna, tiene derecho a arrebatar el “timón”
a las nuevas y futuras generaciones…
Servirse de un acto conmemorativo de un hecho luctuoso, para “asperjar”
la tumba de la víctima con esa “ensartación”, que no “exaltación”, de
disparates me recuerda los cientos o miles de “efemérides” que la dictadura
conmemoraba, y aprovechaba para arremeter contra los caídos del “otro bando”,
exaltar a los del propio y encarcelar y torturar los días inmediatos a los
“sospechosos” de toda sospecha… ¡Siempre he renegado de esta España de
“responsos” y “cruces de los caídos por Dios y por la Patria”; de esa España miserable,
que como dijera Valle-Inclán, transforma todos los grandes conceptos en
un cuento de beatas costureras. Su religión es una chochez de viejas que
disecan al gato cuando se les muere (Luc. Bohemia).
Encontrar semejanza de posición de
estos jóvenes altaneros y el bunker que se opuso a la transición política en el
mes de Febrero de 1981 (golpe 23-F) es de Juzgado de Guardia. Y estoy
seguro de que, si estos jóvenes hubieran “tuiteado” algo parecido, el propio
Guerra hubiera sugerido al ministro de Interior aplicarles la “ley mordaza” por
exaltación del terrorismo. ¿No recuerda Guerra cuando repetía aquella frase de prefiero la libertad de expresión, aunque
alguien la use contra mí (o algo parecido). Lo mismo que estos días de
carnaval se ha metido en prisión incondicional a dos “titiriteros”, también, en
esta que llaman democracia, y no lo es,
se hubiera llevado ante el Ministro de la Gobernación a Max Estrella
(Valle-Inclán), injustamente detenido e
inquisitorialmente torturado (Luces de Bohemia, escena octava). ¿De este
atropello no tiene nada que decir el sr. Guerra? Este “sabelotodo” de la historia
reciente de España, antes de asemejar a estos “niños malcriados” con los
golpistas del 23-F, debería explicarles qué fue aquello de la “Operación De
Gaulle” y el Gobierno de “unidad nacional”, urdido por el general Alfonso
Armada, que, entre tantos juicios y contrajuicios, quedó en la penumbra de la
historia, y en la que, al parecer, estaba implicado el Partido Socialista.
Es un sarcasmo, muy propio de Guerra, por más que lo disfrace de “sermón
de cura” o de “juego floral”, decir que vivimos
una etapa en la que los nostálgicos
han dado paso a los adanistas que defienden el discurso de que todo lo nuevo es
mejor que lo anterior y pretenden demostrar que con ellos se ha inaugurado la
política. Porque, además, es una solemne mentira. Primero, porque el que se
muestra como nostálgico es él mismo y la “casta” que se adhiere a sus palabras,
como si fueran los únicos que saben hacer política. Segundo, porque no he oído
a ninguno de esos jóvenes altaneros decir semejante idiotez. Es más, en sus
filas militan y hacen política gente mayor que un día militaron o simpatizaron
con el PSOE, y hoy lo han abandonado, desengañados de esa política que tiene de
todo, menos de socialista. ¡Hasta la palabra izquierda ha sido sustituida por la de reformista, cuando se refieren a la conformación de un gobierno!
Por otra parte, asemejar el derecho de autodeterminación o el edulcorado derecho a decidir, y
asimilarlos a la bandera del terrorismo que derramó mucha sangre inocente como la de
Fernando Múgica, o pensar que los defensores de tales derechos intentan recaudar réditos y beneficios por
haber matado, a parte de una incitación al odio, revela una mente envidiosa
y muy calenturienta en quien, desde que accedió al poder, no ha hecho más que
beneficiarse de sus “prebendas”, minimizando el terrorismo del GAL… ¡Estoy
seguro que el propio cadáver de Fernando Múgica se habrá revuelto en su tumba
ante tan desatinadas comparaciones! ¡Igualmente, tengo la seguridad de que esa
infame verborrea no es la senda de
claridad, que, según Guerra, marcó Múgica para que los socialistas la
siguieran!...
Con esa estrategia practicada por el PSOE para desprestigiar a PODEMOS,
sólo demuestra la torpeza del alquimista que cree que con conjuros y palabras
ácidas van a cambiar la naturaleza de las cosas, convirtiendo el plomo en oro.
Como dice Almudena Grande en su columna de hoy (El País, 8-2-16), A mí Podemos no me da ni pizca de miedo. Me
asustan mucho más los exministros socialistas colocados en consejos de
administración de multinacionales que exigen una gran coalición (de
gobierno). La falta de objetividad que se
desborda en multitud de opiniones no logrará que los votantes de Podemos
cambien de opción, ni que muchos, demasiados votantes del PSOE, permanezcan
fieles a un partido que se arruga ante la posibilidad de formar un Gobierno de
izquierdas. M. VEGA MARÍN. Madrid, 9, Febr., 2016.
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