martes, 21 de abril de 2015

ACTUALIZADO RIFIRRAFE ENTRE S. CARRILLO Y EL PROF. GIL CALVO

   Removiendo, una vez más, antiguos papeles, me encuentro un artículo de Santiago CARRILLO, publicado en El PAÍS, de 9-2-2001, con el título “De la ciencia-ficción a la política-ficción”. La claridad de las ideas del “maestro”, y la rabiosa actualidad de su escrito de hace quince años, me inspiran los siguientes comentarios.

      Rememora el artículo del líder del PCE “un pequeño rifirrafe” que tuvo con el profesor Gil CALVO “en un aula universitaria de Madrid”. El profesor Gil Calvo vuelve a la “trifulca” con la publicación de un artículo titulado “La izquierda y el sistema solar”. De sobra es conocida la evolución del PCE y de su líder respecto del pensamiento marxista, sobre todo en su interpretación leninista, sobre el Capitalismo, y, más aún, respecto del sistema soviético-estalinista. Pero los oportunistas ultraliberales del “pensamiento único” no desaprovechan apuntarse a la moda que les brinda la caída del muro de Berlín, en contraposición a la paciencia que le inspira, entonces con cincuenta años menos, el consejo que le dio en Pekín Mao Zegong: “Ofrezcan ustedes diez mil años de vida a su burguesía”. Esa ampulosa metáfora oriental, confiesa Santiago, “me enseñó a pensar en la brevedad del tiempo”, y a resignarse a esperar que la moda y las ideas que ésta provoca en sus ocasionales seguidores, cambie.
   Atención a las siguientes palabras premonitorias del “viejo zorro”: “pienso que, en esta época, una transformación socialista tiene que venir impulsada desde abajo, fruto de la voluntad de las mayorías, animada por una nueva cultura de masas, pluralista y no impuesta desde arriba, y sin negar derechos de los oponentes. No pocos comunistas, que no quisimos convertirnos en estatuas de sal, habíamos planteado ideas semejantes, quizá con más rigor, reconociendo que en los países desarrollados no correspondían ya ciertas tesis marxistas sobre la conquista y el ejercicio del poder, formuladas en una época en que el proletariado era una clase que ´no tenía más que sus cadenas que perder´”.
   Pero ante esta actitud y la consiguiente exposición en aquel debate, de que “mi criterio –dice Carrillo, es de que una izquierda de hoy debía incluir en sus fines la transformación del sistema capitalista”. (Atentos, dice transformación, no abolición). ¿Hay hoy, pregunto yo, alguien sensato, incluidos muchos capitalistas, dispuestos a mantener este sistema económico-social en sus aspectos más salvajes y sus tremendas consecuencias para el Planeta en sus ansias depredadoras? ¿Es que tiene algo que ver el Capitalismo de los siglos XVIII y XIX, el de la revolución industrial, con el actual Capitalismo global, financiero, de casino y de amiguetes, al que las nuevas tecnologías le han puesto en sus manos la “espoleta”, capaz de acabar no sólo con la vida sobre el Planeta, sino con el Planeta mismo?.
   La respuesta del profesor Gil es la de que la izquierda “no madurará hasta que no renuncie a esta ingenua ilusión anticapitalista”. Y, para sostener tal aserto, sigue entrecomillando el propio Carrillo, dice el profesor: “Querer transformar el sistema capitalista sería tanto como querer transformar el sistema solar”.
   Sr. Gil, después de la respuesta “irónica y fácil” de Carrillo: “las leyes que rigen el movimiento del sistema solar son naturales, funcionan desde hace miles de millones de años y seguirán funcionando mientras el universo mundo exista… el sistema capitalista empezó a existir y a dominar, como quien dice, ayer, hace tres siglos, y las leyes que lo rigen no son naturales, sino obra de los seres humanos”.
   Después de esta sencilla explicación de Cosmología y de Historia, sr. Gil, ¿sigue usted manteniendo, a pesar de lo llovido desde entonces, su metáfora cósmica, yo diría, cómica, para defender que el sistema capitalista es intransformable, y que, como el propio Santiago le indica, hasta “la izquierda debía definirse en este tema?
   La propuesta, sin embargo, del profesor Gil es algo, también muy de moda entonces: “una original tercera vía”: “no se trata de acabar con el sistema solar, sino conquistarlo y colonizarlo. Esa es la tarea que habrá de realizar la izquierda a lo largo del siglo que comienza: refundar su pensamiento para averiguar el modo no de superar el sistema capitalista, sino de adaptarse a él para domesticarlo”.
   Sr. Gil, lo de adaptarse al sistema solar es algo a lo que no tenemos más remedio. En ello hacen  un gran esfuerzo la Ciencia y la Tecnología. Pero, lo de “domesticarlo” es algo, en esto estoy no sólo con Carrillo, que, hoy por hoy, pertenece a la “ciencia-ficción. Su metáfora, pues, está fuera de lugar. Y, además, como bien dice Santiago, adaptarse para domesticarlo, son términos contradictorios. Cuando domesticamos no ya al sistema solar y sus leyes, lo cual es imposible, sino a una fiera, no es para que el hombre se adapte a ella, sino para que ella se adapte al hombre y a su voluntad.
   Pero, sr. Gil, no es usted el único que no ha visto lo contradictorio y fuera de lugar de su metáfora. Han sido también determinados partidos de izquierda, especialmente los llamados “socialdemócratas”, lo que, tratando de vestirse hipócritamente de moderación, se han adaptado a la terrible fiereza del gran tigre capitalista, en vez de domesticarlo, para poner sus enormes y ricas energías al servicio de los hombres. Y así, mientras que la derecha y la izquierda se sigan turnando –es el famoso bipartidismo-, en ver quién “le pone el cascabel al gato”, en este caso, tigre, quien tiene las de perder es la izquierda. Pues la derecha, es su historia, si bien no conseguirá amansar la fiera, tiene suficientes resortes e instrumentos, véase la corrupción sistemática del partido que nos gobierna, para poder acercarse a sus ubres y saciarse codiciosamente de ellas.
   Que la izquierda, como dice Carrillo, tenga mucho que aprender, y de hecho ha revisado sus estrategias y sus instrumentos para adaptarse a los cambios de la “globalización”, no valida en absoluto la metáfora del profesor Gil. Y ni siquiera, va concluyendo Santiago, el mismo Galileo, “víctima de quienes defendían el sistema dominante en su época, estaría de acuerdo con usted, para adaptarse a los que dominan hoy”. Usted, sr. Gil, finaliza Carrillo de forma interrogativa, “está proponiendo pasar de la ciencia-ficción a la política-ficción”.
   La izquierda siempre advirtió que el Capitalismo no es un sistema natural. Marx ya desde muy joven enseñó que el Capitalismo, como sistema, nos convierte en autómatas (en alienados, serán sus palabras), y hace del “mercado” un mecanismo, que, por encima de la razón y de la voluntad humanas, resuelve todos los problemas económicos y sociales. Yanis VAROUFAKIS en su Minotauro global, editado por Capitán Swing Libros, cuya lectura recomiendo, siguiendo la estela de C. Marx, dice “que el secreto del capitalismo es su tendencia a la contradicción, su capacidad para producir, al tiempo, riqueza masiva y pobreza insoportable, magnifica nuevas libertades y las peores formas de esclavitud, resplandecientes esclavos mecánicos y trabajo humano depravado…, que el capital ha usurpado el papel de la fuerza primaria que da forma a nuestro mundo, incluida nuestra voluntad”. El fundador del Marxismo nos advirtió también que nuestros pensamientos ha sido secuestrados, enajenados sería el término, por el capital en su afán acumulador.
   Solamente una izquierda que, por llegar al poder, sin haber transformado antes las estructuras socioeconómicas generadas por el Capitalismo, y que abandona los principios esenciales del Marxismo para “acomodarse/adaptarse” a la fiera, es capaz de ignorar y de utilizar los medios que el propio capitalismo ha facilitado a la Humanidad, para superar las fases en que ésta estuvo sometida a la Naturaleza y a su determinismo brutal (v.gr., posibilidad de superar la pobreza y las enfermedades, etc.), para volver a quedar a merced de la naturaleza hostil de ese Leviatán capitalista con sus tendencias “a provocar discordia, desigualdad, guerra a escala industrial, degradación ambiental y, por supuesto, crisis financieras” (Varoufakis).
   Igualmente habría que decir de una derecha civilizada, culta y democrática. Paso por alto conscientemente a esa “derechona” codiciosa, torpe y de mente acrítica, que, sin leer una sílaba de uno de los pensadores, C. MARX, junto con Freud, Nietzsche, etc., más influyentes de los siglos XIX-XX, los consideran, sin embargo, “una antigualla”. Precipitándose, por el contrario, a unirse al “coro vocero” del stablishment  y del pensamiento único. Me es más provechoso dirigirme a esa derecha que todavía es capaz de darse cuenta, como dice el ministro griego de Economía, de que “el capital se burla de la voluntad humana, del empresariado y de la clase trabajadora por igual…, de que ese capital… evoluciona rápidamente como si funcionase por sí mismo, usando agentes humanos (banqueros, jefes y mano de obra en igual medida) como peones de su propio juego” (op. cit.).
   Y acabo ya estos comentarios reflexionando con el profesor Varoufakis y con el Marx filósofo (para que no se me escandalice la “caverna” de los que, llenos de prejuicios, repudian al Marx de El Capital): ¡Ojalá esta enésima crisis del sistema capitalista nos despierte la conciencia de que no debemos someternos a ese poder que desarrolla “una energía cosmopolita, universal que quiebra cualquier límite y cualquier vínculo, y se presenta como la única política y el único vínculo” (No he encontrado la cita de Varoufakis de los Manuscritos económicos y filosóficos. Pido perdón.

             Manuel Vega Marín. Madrid, 21 de Abril de 2015. Blog: solicitoopinar.blogspot.com.es

  

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