La respuesta es bien sencilla: de justificar el gasto bélico. Cuando me refiero a los políticos de Bruselas, estoy pensando principalmente en la presidenta de la Comisión Europea, sra. von der Leyen, en la exprimera ministra de Estonia, sra. Kaja Kallas, hoy alta representante de AA.EE. de la Unión, y en el secretario general de la OTAN, sr. Mark Rutte.
Estos que dirigen los destinos de la UE no saben, o no quieren saber, que los tiempos de la “guerra fría” han pasado; que ya no existen ni la Unión Soviética, ni el Pacto de Varsovia. Ya se encargó Occidente de hacerlos desaparecer. El llamado “telón de acero” no fue más que un pretexto y una cortina de humo que impedía ver rearme de los “aliados”, después de la Segunda Guerra mundial. Si en esta gran guerra los países occidentales buscaron la alianza con la entonces URSS, es porque la consideraban parte integrante de Europa. Ahora, que EE.UU y su “emperador”, Donald Trump, sólo buscan hacer negocios con Europa, nos abandonan. Pero -en alguna parte lo tengo escrito-, los actuales conflictos entre USA y la UE no cesarán hasta que Rusia sea considerada como un país europeo, porque desde los Urales hasta Finisterre todo es Europa... Algo parecido sucede con la isla de Taiwán, que, según Pekín, y así lo reconocen Naciones Unidas, es parte de China; pero los japoneses creen que la isla es un residuo de su “imperio”. Y los americanos yanquis queriendo controlar, como hacen siempre, el Planeta, cuyo objetivo no es otro que aumentar el negocio de su industria de guerra, máxime si se trata de un país comunista.
En este asunto del gasto militar están de acuerdo el Psoe y el Partido Popular. Es un modelo, que, aunque los EE.UU. de Donald Trump abandonen la OTAN o sólo se mantenga en ella para hacer negocio, ahí estarán. Me parece bien que Europa cree su propia defensa al margen de la OTAN; pero con carácter disuasivo. No es cierto el dicho de “si quieres la paz, prepara la guerra”. Mucho menos, si el dinero que se invierte en material bélico, se extrae de otras partidas del presupuesto, como sanidad o educación. Tampoco es cierta la pretensión de justificar el gasto militar con la creación de empleo. Pues existen estudios muy serios que consideran que generan muchos más puestos de trabajo las anteriores necesidades citadas. Si a ellas añadimos la necesidad de los cuidados, la creación de empleo aumenta muchísimo más.
Si Rusia quisiera invadir Europa, ya lo hubiera hecho. Fuerza militar no le falta. Lo que realmente quiere, y Putin no hace más que repetirlo, es que no le “pongan en sus narices” misiles yanquis. Bastante tiene el presidente ruso con resarcir a su nación de la devastación en que la dejaron los llamados “anticomunistas”.
El miedo a Rusia viene producido por la guerra de Ucrania. Tanto el primer ministro británico, como Macron o el canciller alemán, Friedrich Merz, cada uno a su manera, conservan algo de la “guerra fría”, o, realmente, lo que quieren es incrementar su respectiva industria militar... Sin embargo, Trump y su vicepresidente, JD. Vance se han burlado de la idea de que Putín tenga planes expansionistas. Incluso el presidente ruso se ha comprometido a poner por escrito que no invadiría otro país europeo”. Propio Borrell, antecesor de K. Kallas en AA.EE. de la UE, dice ante –yo diría hipócrita-, la actitud de Trump de acabar con la guerra de Ucrania pone de manifiesto la estrategia de la UE. “Ceder a las exigencias (de Trump) en materia de gasto militar, en aranceles, en desregulación digital, en fiscalidad multinacional y en suministro energético no ha servido de nada”. Después del plan de Trump de 28 puntos, luego reducidos a 19, ha quedado claro que los Estados Unidos no tienen nada que ver con Europa, a la que ni siquiera consultan en cuestiones que afectan a su seguridad. Europa debe reconocer –sigue diciendo- este cambio en la política estadounidense y responder en consecuencia”.
Y, ¡cómo no!, ese ardiente deseo de contentar a Trump y a la OTAN de nuestro Gobierno ¿progresista?, invirtiendo en armamento el 5% del PIB por mucho que lo niegue su Presidente.
Sabemos que el “plan de paz” de Trump se viene negociando desde el 20-11-25 y consta de 28 puntos, reducidos luego a 19. Y después de la reunión en Moscú de 2-12-25 a la que Trump envía a Steve Witkff agente inmobiliario y asesor-amigo del presidente estadounidense, y por parte de Putin al banquero-medrador Kirill Dmitriev, resulta ser una farsa, pues ni Ucrania, país invadido, ni Europa, como marco referencial geopolítico y el más importante apoyo militar a Kiev, ni la ONU, participan en ella. Ambos negociadores están de acuerdo en el resultado final: que Ucrania no entre en la OTAN, y ceda a Rusia la parte oriental de su territorio. Los dos mandatarios coinciden en someter a Kiev, debilitando aún más la posición de Europa.
En efecto, en estas conversaciones, según opina Mariano Aguirre Ernst, investigador del CIDOB , Europa ha quedado totalmente desplazada por la Administración Trump, que primero la castigó con aranceles, luego le impuso venderle armas si Bruselas quería seguir apoyando a Ucrania y que aumente su gasto en defensa, y ahora la condena, junto con la ONU, a la marginalidad en el orden global. (elDiario.es, de 4-12-25, Europa, sin plan....)
Y todo este escrito, y mucho más, para confirmarme en lo que pensaba desde que comenzó la guerra ucraniana: que la guerra es un pretexto para enriquecer a unos cuantos, invirtiendo en armamento bélico... Así, que aquí lo dejo...
Manuel Vega Marín (5-12-2025)
Son interesantes los siguientes artículos:
The Guardian, 1-12-25, Patrick Wintour. “La semana en que Europa se dio cuenta de que está sola frente a Rusia”. Steve Witkoff.
“El “plan Trump” en Ucrania: paz pactada por empresarios a cambio de negocios millonarios con Putin”. (infolibre, Justine Brabant. 3-12-25)
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