Sobre este tema ya he escrito –quizá porque estoy en la edad-, pero de manera indirecta o secundaria. Hoy me propongo hacerlo, como dice el título, de un modo más serio y exclusivamente. No sé si lo conseguiré.
Hasta el presente, el tema del cuidado de los mayores se ha venido tratando como un negocio. La prueba de lo que digo está en que la mayoría de las residencias son propiedad de entidades privadas o fondos de inversión. Se resalta más lo de “residencias”, que lo de “cuidados”. En tales centros residenciales los mayores, que lo pueden pagar, están como recluidos en una “jaula dorada” esperando a morirse por muchas que sean las atenciones y servicios. Y, una vez más, cabe el debate sobre si dichas residencias deben ser públicas o privadas. No me opongo a las privadas para los que opten por éstas y se lo paguen de su bolsillo. Pero, como otros servicios, éste debe ser de titularidad pública y, además, prestados directamente por el Estado. Y ya sean privados o públicos, los trabajadores de tales centros, deben tener “vocación” y ser retribuidos como corresponde a su especialidad.
Cuando digo prestados directamente por el Estado, quiero decir que no valen “concesiones” o “externalizaciones”, que no son más que eufemismos para tapar negocios de “amiguetes”. Con todo, la inspección estatal deberá estar “ojo avisor”, para evitar posibles maltratos de trabajadores ante el “desamparo” de los mayores. Uno de los excesos más frecuentes de las empresas concesionarias, tanto en este, como en otros sectores, es la reducción de plantilla. Como empresas de lucro, es el modo más fácil que tienen de aumentar beneficios, lo cual redunda en la calidad de un servicio, cuyo principal objetivo debiera ser atender bien a personas vulnerables. Es absolutamente indigno tener a personas sin cambiarles los pañales cada vez que lo necesiten, o suministrarles comida en mal estado por falta de personal cualificado y vocacional... Esto, por no citar a los miles de mayores que murieron solos durante la pandemia en el Madrid de la presidenta Ayuso...
“Los poderes públicos garantizarán, aparte de una pensión suficiente, con independencia de las obligaciones familiares, promoverán su bienestar mediante un sistema de servicios sociales que atenderán sus problemas específicos de salud, vivienda, cultura y ocio”, según indica el artº 50 de nuestra Constitución. Es cierto que, cuando se publicó la Constitución, la ciudadanía no era consciente de las necesidades de la vejez, ya que era la familia, fundamentalmente, la que se preocupaba de los mayores. Pero los tiempos han cambiado, y, la verdad, los problemas que hoy plantea la tercera edad son muy serios, y necesitados de mucha inversión, reforma y, sobre todo, vocación. Sólo citaremos, aparte de las residencias, clubes de jubilados, el desarrollo de ciertos trabajos adecuados a sus edades, participación en organismos sociales, o poder acceder a nuevas formas de esparcimiento y cultura, etc.,
Además, España es un País que envejece cada año. Por tanto, el tema es acuciante. Tanto que, si no fuese por los/as inmigrantes, muchos de nuestros mayores se verían solos y abandonados a su suerte... Pero, si lo miramos desde el punto económico y socio-laboral, este sector de los cuidados reportaría tal cantidad de trabajo, que haría rentable la inversión en él, y siempre teniendo muy presente, a efectos salariales, la especialización de los cuidadores.
Cómo organizar los últimos años de vida de nuestros mayores rebasaría los límites de este artículo. Si les preguntásemos a ellos, seguro que la mayoría preferiría el “calor del hogar” a la frialdad de un hotel-residencia, que identificarían con una especie de asilo. Otros preferirían estar acompañados y haciendo vida en común con “colegas” que, de jóvenes, hubieran tenido la misma profesión, etc. En fin, que cada grupo se organizaría en función de sus circunstancias y habilidades.
Lo que sí he querido destacar en este escrito es la urgencia que el Estado tiene de preocuparse de este asunto. Los países nórdicos europeos, como siempre, suelen tener un modelo, que España debe adaptar, entendiendo que el problema de la dependencia y del cuidado de los mayores es un tema de estado y, por tanto, no debiera obedecer al color político de quién gobierne.
Aquí lo dejo......
Manuel Vega Marín (19-10-2025)
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