Dice el profesor Pérez Royo que no
acabo de entender el porqué de la ansiedad de Unidas Podemos por integrarse en
un gobierno de coalición presidido por el PSOE…. Pues no es necesario estar en
el Gobierno para tener garantías de que el Gobierno va a ejecutar el programa
que se haya pactado (“Ansiedad
injustificada”, eldiario.es, 12-9-19). Y no ve justificada la ansiedad de
Unidas Podemos, dado que la visibilidad
que proporciona la participación en el gobierno de coalición es limitada.
Olvida, aunque no de mala fe, lo tantas veces dicho por Pablo Iglesias: de que
no se está en el Gobierno para presumir de poltronas, sino para mejor poder
cambiar la sociedad. Y, tratándose del Psoe, no es claro que no sea necesario estar en el Gobierno para
tener garantías de que el Gobierno va a ejecutar el programa que se haya
pactado. El incumplimiento de lo pactado por el Gobierno salido de la
censura con UP responde al interrogante del profesor, de si la dirección de UP
está más segura de que, estando dentro del gobierno, le apretará más las clavijas que estando fuera de él.
Es claro que a nivel nacional no ha habido gobiernos de coalición; por
tanto, afirmar, como hace el profesor, que ese tipo de gobierno beneficia al
partido que lo preside, en España, al menos, no es una evidencia empírica. El “turnismo bipartidista”, “amañado” en la
Transición, y la Ley electoral que lo promocionaba impedían que cualquier
partido que no fuera el PP o el Psoe, sirviera de algo más que de comparsa para
justificar sobre el papel el pluralismo de nuestra democracia. No es lugar de
recordar la desaparición del PCE o el papel de “escudero” desempeñado por IU.
Algo semejante pretende el Psoe con Podemos. Y, aunque la Ley electoral no ha
cambiado, ha sido tanta la corrupción y las vergüenzas a tapar mutuamente por
los partidos turnantes, que estalló la indignación social, dando lugar al
nacimiento de Podemos, al que la patronal bancaría opuso el invento de C´s como
un “podemos de derecha”. Si además a esos cuatro grandes partidos de ámbito
estatal sumamos a los franquistas de Vox, resulta un Parlamento mucho más
diverso, en el que es difícil que un partido consiga la mayoría absoluta para
gobernar en solitario; pero sí formar un gobierno que se apoye en el voto
mayoritario del Congreso, sin que tenga que apoyarse en la abstención. Es la
situación actual resultante del 28-A. El Psoe, partido ganador, con sus 123
diputados puede formar un gobierno estable, si a ellos le suma los 45 de Unidas
Podemos, sin que los escaños de la derecha (PP+C´s+Vox) puedan impedir gobernar
“progresistamente”. La objetividad de la aritmética parlamentaria, resultante
del 28A, indica que nunca el bloque de izquierda –Psoe 123, UP 45=165- lo ha
tenido mejor para formar gobierno desde que ningún partido logra la mayoría
absoluta. Los 151 escaños que podrían sumar las derechas no podrán impedir que
el Parlamento pueda legislar y el Ejecutivo poner en práctica lo legislado.
Estos diputados de las derechas se tendrían que conformar con el pataleo y la
distorsión. La decisión para que esto sea así la tiene el Psoe. No entiendo por
qué la Vicepresidenta piensa que el “día
a día” del Gobierno sería más insoportable con la presencia en él de
ministros de UP, que un Gobierno en solitario, sin el apoyo estable de U.
Podemos, y al “socaire” de los intereses de las derechas.
La única explicación que encuentro -ya lo escribí hace tiempo- es que el
Psoe no sólo no es un partido de izquierda, sino que, además, hace de “frontis”
de aquellos poderes, que, sin presentarse a elecciones, “mandan” en España. El
profesor V. Navarro en un artículo
en publico.es de 11-09 sintetiza a la perfección las causas reales de la supuesta imposibilidad de un gobierno de
coalición. A su lectura remito. Aquellos que defenestraron al hoy candidato
Pedro Sánchez por su coherencia en mantener el no es no, han cambiado de
táctica una vez que ha logrado ser Presidente en funciones y Candidato. Hoy lo
que le exigen a Pedro, si quiere seguir viviendo en la Moncloa, es evitar
la incorporación de Podemos al Gobierno (Ver
mi anterior artículo, Pedro Sánchez, no sólo
ha fallado, sino que ha cambiado de principios, en mi blog, 30-7-19). Actualmente,
lo único que pretende el Psoe es construir un relato con apariencia de
veracidad, al que no le faltarán
difusores, que haga creer a la ciudadanía que la culpa de no conseguir
un gobierno de izquierda y tener que volver a las urnas es exclusiva de Unidas
Podemos. Es absurdo que Pedro Sánchez deje a la izquierda sin la oportunidad de
conformar una mayoría con Unidas Podemos, que, sin riesgo de una moción de
censura como la facilitada a él contra Rajoy, pueda desmontar toda la
interpretación retrógrada de las leyes y de la Constitución, que a éste le proporcionó
su mayoría absoluta conseguida en 2011, y cuya consecuencias seguimos sufriendo
a pesar de su bajada en la legislatura de 2016. Por ello es doblemente absurdo
que un partido que se reclama de izquierda siga pidiendo al PP y C´s que con su
abstención faciliten la investidura de su candidato, como si esos partidos no
estuviesen satisfechos con la situación actual heredada de la mayoría absoluta
de Rajoy. Si ya el Gobierno en funciones, resultante de la moción de censura,
ha sido incapaz de desbaratar el legado de Rajoy, ¿por qué seguir exigiendo a
UP un gobierno “a la portuguesa” o querer justificar su falta de negociación
con un programa de 370 propuestas, sabiendo con la facilidad que el Psoe
incumple sus compromisos? ¿Por qué arriesgarse a unas nuevas elecciones, si no
es con la esperanza de poder prescindir del apoyo de Podemos, contando con un
cambio de actitud (lo cual es facilísimo) de Ciudadanos? Si esas perspectivas
se produjeran, el fracaso no sería sólo para Pedro Sánchez y el Psoe, sino un
rotundo fracaso de la izquierda con imprevisibles consecuencias para la
democracia. La respuesta a esos interrogantes es bien sencilla: a los “poderes
dominantes” les importa un comino la salud de nuestra democracia o que
gobiernen uno u otro, si obedecen sus
“sugerencias”, y así poder seguir manteniendo su estatus.
Y ya que sobre este tema se ha dicho casi todo, resaltaré la desfachatez
de la Ministra portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, que con su habitual pose
hierática y sin mover ningún músculo de la cara
(quizá por su dureza), aprovecha su portavocía para lanzar el primer
mitin “oficial” y partidista de campaña electoral. Y es que, según ella, hay
que pasar a la última fase (ahora se llaman fases), dado que no existe la confianza mínima para construir
un gobierno de coalición. Ahora resulta que para la Sra. Celaá, de quien
poca gente sabe que también es Ministra de Educación, la desconfianza es un principio
de la realidad, que Pablo Iglesias debe aceptar como si de una ley
física se tratara, por respeto a la
institución (¿?). Cualquier alumno de Psicología sabe que la
confianza/desconfianza son reacciones subjetivas y contradictorias, la mayoría
de las veces irracional, ante una actitud personal inesperada o ante un hecho
raro y de difícil justificación racional. En cualquier caso, nunca podrá ser el
fundamento para iniciar una acción de gobierno que deberá ser plasmada en un
programa una vez negociado y aceptado por los que lo llevarán a la práctica. La
confianza es lo que prima entre los gestores de un Estado Liberal-oligárquico.
Lo que, por el contrario, rige en un Estado democrático-constitucional es,
precisamente, la desconfianza y la diferencia de intereses entre los diferentes
grupos políticos, que, equitativa y
pacíficamente, los poderes democráticos deben gestionar. A partir de dicho presupuesto (la
desconfianza) hay que construir una relación
de confianza entre quienes participan en la gestión del sistema político, sea
desde el gobierno sea desde la oposición… Hay que gestionar un sistema de
desconfianzas múltiples que se entrecruzan (en la sociedad civil). En eso consiste la democracia (“Gestionar
la desconfianza”, Javier Pérez Royo, eldiario.es de 9-8-19).
Lo extraño de la ministra Celaá es que exija al líder de Podemos para
participar en un gobierno de coalición total confianza, y no lo exija tanto
para que, omisamente, UP dé el Sí quiero a la investidura y al
gobierno en solitario del Psoe. Es de “caradura” echar también las culpas a UP
de sus incumplimientos en los temas ya pactados antes de las elecciones. Y es
de hipócritas y de mentirosa que, después de no aprovechar el tiempo de
negociación y de rogar el apoyo de PP Y C´s con su abstención, venga con las
prisas de última hora, a decir demagógicamente, que Podemos debe decidir si va a volver a unirse a las tres derechas para
impedir, una vez más, un gobierno progresista… o que tache de absurda y
vacía de contenido la que pudiera ser la última oferta de Iglesias.
Lo que debe de explicar a la ciudadanía el Psoe y su gobierno, ya que no
existe problema de desconfianza en la aceptación de sus 370 medidas propuestas,
cuáles son, pues, las causas o motivos por los que, según la Vicepresidenta, no puede ser un gobierno con UP; cuál es
la misma piedra que les haga caer.
Porque si esa misma piedra está compuesta por los “grandes temas” que todo el
mundo sabe: la Monarquía, el Concordato, el Procès,
la Educación laica, el predominio del Ibex-35, etc. etc., tal piedra significa
un pacto con las derechas, la vuelta al bipartidismo, en el que el Psoe se
entendía mejor con la derecha que con la izquierda…
Deben ser, pues, otras causas menores, que, aunque no lo dicen, también
se saben. Esto es, que en los Consejos de ministros, además de tratar asuntos,
que por afectar a los ciudadanos requieren máxima transparencia; pero que
también se tratan otros, que convertirían en molestos testigos a los que
acceden sin “mochilas”… “mochila”. Sabemos que al Psoe la existencia de Podemos
le molesta, como le molestó el PCE o IU. Las políticas democráticas no deben programarse
desde las filias o fobias que existan entre los líderes de los diversos
partidos. El comprensible el rechazo que pudo provocar en el Psoe el nacimiento
de “los indignaos” que cristalizó en Podemos. Era un competidor que lo venía a
sacar del cómodo letargo bipartidista. Pero lo lógico en sana política
democrática es analizar las causas del nuevo nacimiento, y, si el nuevo bebé es
de “nuestra cuerda”, siempre será mejor dialogar
con él, que convertirlo en adversario. Lo que hasta ahora viene sucediendo es
que el Psoe, aparte de otras consideraciones que hemos hecho, pretende mantener
el monopolio de la izquierda, cuando hace mucho que abandonó ese espacio, y la
nueva fuerza, que, con errores, propios o atribuidos, intenta aprovechar la
oportunidad histórica que los resultados del 28-A les ha brindado a las
izquierdas para la conformación de un Gobierno progresista. Que no crean, pues,
los dirigentes del Psoe que sus 140 años de historia les vacuna de su
desaparición del campo de la izquierda, si continúan practicando políticas de
derechas. Pedro Sánchez no debiera olvidar nunca que, gracias a su
“podemización”, recuperó la Secretaría General y al partido lo rescató de la
sima de los 83 hasta llevarlo a los 123 escaños actuales, que les brindan la
oportunidad de continuar de Presidente del Gobierno. Aconsejo la lectura del interesante
artículo de Ruth Toledano en el diario.es de 15-9-19.
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