viernes, 28 de agosto de 2020

EL COVID-19 NOS ALERTA DE FALLOS EN NUESTRO SISTEMA...


   Obviamente, sería casi imposible detallar la multitud de fallos detectados tanto en el sistema capitalista mundial, como en nuestro sistema político-económico “made in Spain”. Por ello, me voy a referir especialmente a dos defectos de gran relevancia en nuestra vida cotidiana. Por un lado muestro sistema económico-productivo; y, por otro, a la estructura “territorial” de nuestra organización democrática: las Autonomías.
   La espléndida generosidad en el reparto de “café para todos”, que culmina el cierre del Estado Autonómico en 1992, fue fruto de la euforia de la “ejemplar” Transición, y de querer contentar a todos con la no discriminación respecto de las Comunidades Históricas, especialmente, el País Vasco y la Generalitat catalana. Creo que hubo una excesiva alegría en la cesión a los gobiernos autonómicos de la responsabilidad y competencia, principalmente, en lo que afecta a las transferencias de la Sanidad y de la Educación. El tránsito de un Estado centralista y unitario a otro Estado descentralizado y plural no estuvo exento de las tensiones propias de las fuerzas centrípetas y centrífugas identificadas respectivamente con los diversos intereses culturales, folklóricos, económicos “caciquiles” de cada territorio. No obstante lo “provisionalidad” en la que quedaron algunos temas en el Título VIII de nuestra Constitución territorial, tal descentralización ha sido vivida por ciertas izquierdas como un éxito de la democracia española. No así lo fue para las fuerzas de derecha. Particularmente creo que la descentralización es la fórmula que mejor se adapta a la diversidad idiosincrática  de nuestra piel de toro. Es normal –así se ha venido justificando esa adaptación- que las instituciones que tienen que prestar servicios a los ciudadanos, cuanto más cerca estén de éstos, mucho mejor. Teóricamente, mayor conocimiento tendrán de las necesidades ciudadanas.
   Pero lo malo es que competencias en Sanidad y Educación, cuya diversidad de matices en su servicio es escasa, sean aprovechadas para hacer “politiquería bajuna” por parte de los grupos políticos que gobiernan Autonomías de color distinto al Gobierno Central. En esta especial forma de hacer política es experta la derecha española, acostumbrada a ser la “dueña del cortijo”. Además su conducta es incoherente y contradictoria. Pues recaban y asumen las diferentes competencias, pero sólo como parcelas de poder. Como han puesto de manifiesto en las sesiones del Congreso su carencia de propuestas para aliviar los daños sanitarios causados por el virus a todos los ciudadanos, su objetivo sólo consistía, aprovechando la difícil circunstancia, en tumbar a un Gobierno progresista legitimado por lar urnas.
   Ni en el estado de alarma las Comunidades perdieron sus competencias exclusivas, aunque aprovecharon tal circunstancia constitucional, que les obligaba a obedecer al Ministerio de Sanidad, para inhibirse de su responsabilidad y echarle las culpas al Gobierno central. Una vez terminado el estado de alarma, en mi opinión precipitadamente, y en sus manos tienen la plena capacidad de ofrecer soluciones, vuelven a demostrar su incapacidad. Como he dicho antes, a las derechas solamente les interesan las competencias, proporcionadas por la descentralización  autonómica, en cuanto significan parcela de poder... En esto es especialista la Comunidad de Madrid, cuya Presidenta y Consejo de gobierno no pueden ser más inútiles. Se han pasado todo el estado de alarma presionando al Gobierno Central, y, hasta con falsas promesas de tener los medios adecuados, consiguieron adelantar la “desescalada”. Y ahora se encuentran con el verano de paso, tiempo desaprovechado absolutamente, con los hospitales cada vez más llenos de afectados por el virus, los centros de salud primaria cerrados, el comienzo escolar con los padres inseguros, y los docentes amenazando huelgas. Como si no tuviese dinero, pide rastreadores voluntarios gratuitos. El dinero del que disponen se lo gastan en propaganda. Ya lo hicieron en el hospital de campaña del Ifema, y ahora lo siguen haciendo con la construcción en Valdebebas de un hospital “prefabricado”, en unos terrenos cercanos al aeropuerto de Barajas, por donde, según la obsesión onírica de la Presidenta, penetran la mayor parte de infectados por el virus. ¡El lugar más adecuado para construir un hospital!... El presupuesto inicial a repartir entre sus amiguetes es de 50 millones de euros. En esos terrenos ya hay “enterrados” en bolsillos amigos más de 100 millones en una proyectada Ciudad de la Justicia por Esperanza Aguirre. Ese dinero estaría mejor empleado en la contratación de personal sanitario y auxiliar y en la ampliación y adaptación de los espacios existentes en el resto de hospitales de la Comunidad. Y este es el modelo de gobierno del PP si gobernara España. ¡Pobres españolitos!...
   Para colmo de desaciertos, nos encontramos con lo que muchos consideran una intromisión de los jueces en las normas, que, coordinadas con el Ministerio de Sanidad, vienen aplicando las CC.AA en el ejercicio de sus competencias, una vez desaparecido el estado de alarma. La falta de jurisprudencia y de criterios limitadores a la hora de interpretar la variedad de leyes, provocan en los ciudadanos inquietud al no saber a qué criterio o norma atenerse...
   En definitiva, el COVID-19 ha puesto en duda seriamente la estructura territorial del Estado creada por la Constitución vigente. Es cierto que, hasta ahora, el “bichito” no ha conseguido destruirla del todo, pero sí le ha abierto grietas que amenazan con echarla abajo; si, de una vez, no se toman medidas que fortifiquen, no sólo la parte del edificio formado por el citado Título VIII, sino que también va urgiendo una reforma en profundidad de todo el edificio constitucional antes que la “erosión” lo haga inservible...
   El otro fallo del que nos advierte el COVID-19 es el que tiene lugar en el sistema económico y productivo. Se habla mucho del “nuevo orden” que regirá las relaciones de los humanos entre sí y de éstos con la Naturaleza, una vez superada la crisis causada por la pandemia. Pero todo parece indicar que el Capitalismo, sobre todo en su versión más neoliberal, está “ojo avizor” para que la minoría, que viene gozando de sus enormes beneficios y privilegios, siga disfrutándolos. La falsa disyuntiva entre optar por la salud de los ciudadanos o por recuperar la economía, y la elección de los grupos económicos y financieros por la economía, así lo pone de manifiesto. Pero la realidad, aunque muy lentamente, evidencia lo contrario: no habrá recuperación económica sin un control notable de la pandemia. Si por recuperar la economía se entiende retornar a la situación de crisis anterior a la pandemia, lo que haremos será retroceder. ¿Realmente se puede creer que producir bienes de consumo “sin ton ni son” y con “obsolescencia programada” es progreso? ¿Acaso es un sinsentido pensar que, desoyendo a científicos y ecologistas, la explotación sin control de la Naturaleza, impuesta por la “globalización” sin respetar los ecosistemas naturales; que grandes concentraciones humanas, en pro de conseguir óptimos resultados para unos, obligando a otros (los más) a convivir, hacinados, con la pobreza y la falta de higiene, etc., no hayan sido los factores causantes de la presente u otras pandemias anteriores?... ¿Sería sensato volver a tropezar en la misma piedra?...
   La realidad social, al contrario de los intereses de los influyentes grupos financieros, viene imponiendo la necesidad de importantes cambios estructurales que redunden en una más justa economía y bienestar social. Resulta una vergüenza para la inteligencia humana que un invisible “bichito” haya puesto de manifiesto la inutilidad de todo el arsenal armamentístico acumulado para la defensa de los intereses y privilegios de los citados grupos...
   El COVID-19, por si quedaban dudas, ha dejado patente que el bienestar común, al que debe  proyectarse toda actividad humana, descansa primordialmente en el sector público, que no quiere decir estatalistas y exclusivista de la iniciativa privada. La crisis actual es la prueba más contundente de lo engañosa que es la  opinión insuflada por el neoliberalismo, de “cuanto menos Estado, mejor”. Además de hacernos ver la debilidad de nuestros servicios sociales, gracias a la desinversión y recortes de los Gobiernos de derecha, nos está indicando claramente que el futuro de nuestro bienestar de vida estriba en fortalecer los tres pilares clásicos: Sanidad, Educación y Servicios Sociales, y, dentro de estos últimos, se impone la conversión en el Cuarto Pilar, que incluirá todos los servicios de ayuda a las familias como la dependencia, la atención a la infancia y el cuidado de nuestros mayores, entre los más interesantes... ¡Más efectivo y justo sería un sistema financiero-productivo que tuviera como objetivo primordial la satisfacción de esos cuatro pilares del bienestar social!...
   Para terminar, resaltar nuestro “fallo patrio”, que es haber practicado el monocultivo del turismo de “sol y playa”. Es cierto que la “industria turístico-hotelera” aporta un 12% al PIB; pero ¿se tiene calculado el porcentaje de beneficios que tal industria reporta a los operadores extranjeros? ¿Han calculado nuestros gobernantes y empresarios cuánto sería el montante de beneficios si utilizásemos nuestra “barata” energía solar y nuestro extenso litoral para algo más que ennegrecer nuestra piel o “sembrarlo” de enormes moles de ladrillos, perturbadores  del medio ambiente?
   Aquí lo dejo...


   Manuel Vega Marín. Madrid, 28, Agosto, 2020    www.solicitoopinar.blogspot.com.es

  

   

sábado, 15 de agosto de 2020

EL PRESIDENTE DEL GOBIERNO NO SABE/NO CONTESTA...


   La Constitución dedica su Título IV a hablar del Gobierno (artículos 97-107 a. inclusive). El Gobierno dirige la política interior y exterior, la Administración civil y militar y la defensa del Estado... (art. 97). El Presidente dirige la acción del Gobierno y coordina las funciones de los demás miembros del mismo...(art. 98.2).
   ...dirige la política... y la defensa del Estado... Cada vez que Pedro Sánchez hace declaraciones públicas o ruedas de prensa, no lo hace para decirnos a los Españoles lo bien o mal que van sus asuntos familiares o para decirnos si el Rey echa una o dos cucharaditas de azúcar al café cuando despacha con él. Para eso no le han elegido los ciudadanos, aunque muchos serían más que felices con dichos “cuchicheos”. Quiéralo o no, las declaraciones públicas del Presidente del Gobierno siempre adolecerán de un cariz político en absoluto desligado de lo que le mandatan los artículos constitucionales anteriormente citados. Intentar hacer creer a los ciudadanos que la “huida” del cabeza de la dinastía instaurada en 1978, sabidas sus irregulares conductas, como si éstas hubieran sido fácilmente realizables por cualquier ciudadanos sin la posición de Jefe de Estado, no es más que una simple cuestión privada de la familia real, comprometen a la institución presidencial con una actitud proteccionista y de colaboración con la “desaparición” del emérito. No es por la vida privada de éste por la que nos interesamos los ciudadanos, sino por la participación del Presidente, gastos de seguridad incluidos, en la anormal salida de España de Juan Carlos I. Y por mucho que lo desee P. Sánchez, su evasiva respuesta y su cómplice silencio no lo liberarán de su irresponsable colaboracionismo. Pensarlo es creer que los ciudadanos somos más tontos que “el que asó la manteca”... El Presidente Sánchez debiera pensar que el cortafuegos con el que pretende salvar a la corona, puede chamuscar no sólo el Psoe, sino también el propio Gobierno.  
   Ante la provocativa pregunta, pues, de la prensa sobre el escondite del ex Jefe del Estado, no vale mirar a otro lado con la evasiva respuesta de que los despachos con el Jefe del Estado son confidenciales. No se va a Marivent sólo para rendir pleitesía. Ni mandando a varios ministros a las islas para acompañar a los reyes en su campaña propagandística es como se volverá a tener confianza en la institución monárquica. Si con el dinero de todos los ciudadanos pagamos su seguridad a donde quiera que esté, la comunicación de su paradero no debe depender sólo de la Casa Real o de las circunstancias que convengan al Rey-huido. Que, aunque, como dijo, somos instituciones diferentes, alguna responsabilidad, como Presidente del Gobierno de España, debe tener en la conducta del que fuera Jefe del Estado.
   Otro tema por el que es preguntado el Presidente a la salida del despacho con el Rey en Palma de Mallorca es sobre investigación “prospectiva” abierta por el titular del juzgado de instrucción 42, Juan J. Escalonilla, a raíz de la denuncia presentada por el despechado abogado despedido de Podemos José Manuel Calvente por acoso sexual a una compañera. Ante esa imputación a Podemos, su socio de Gobierno, por posible malversación y administración desleal, Pedro Sánchez se inhibe con la típica frase de máximo respeto a la independencia de los jueces en este aspecto, como en muchos otros que nada tienen que ver con la política... Pedro Sánchez sabe muy bien de la persecución “por tierra, mar y aire” a Podemos desde su nacimiento, a la que gente importante del Psoe han contribuido. Pedro no debiera pasar por alto este detalle, y considerar que, gracias a Podemos y a la gestión de Iglesias, obtuvo primero la investidura, y, luego, a pesar de la resistencia, no tuvo más remedio que aceptar, como su último tren hacia la Presidencia, el Gobierno progresista de coalición. Teniendo en mente estas circunstancias, P. Sánchez  algo más que una respuesta evasiva debió tener. Sobre todo, porque ahora el acoso no sólo es contra Podemos, sino también contra el Gobierno del que forma parte. Las derechas opositoras se han “confabulado”, y no dudarán en utilizar todo su “arsenal bélico”, hasta hacerlo caer. Ni siquiera la pandemia que sufrimos todos ha propiciado un “armisticio”...
   No se le está exigiendo al Presidente una opinión que pueda ser interpretada como una intromisión en el Poder judicial, pero, sí una defensa valiente de su Gobierno y de su socio ante una actuación “irregular” del mencionado juzgado y del uso tramposo y marrullero que  la Oposición  está haciendo de la Justicia. No es ya por la larga “pena de telediario” que van a tener que soportar los de Podemos, sino por la instrumentalización de esta denuncia para impedir que se hable de la conducta de Juan Carlos o de otros problemas más importantes para los ciudadanos más afectados por la crisis.
   Comparativamente, llama la atención la diferente actitud de los jueces y de los medios de comunicación ante el hecho de violencia de machista por el que fue detenido por la G. Civil en su domicilio de Majadahonda (Madrid) el 11-8-20 el magistrado del Tribunal Constitucional, Fernando Valdés. La jueza que mandó su detención, rápidamente lo dejó en libertad, teniendo en cuenta sus 75 años, la crisis sanitaria y su condición de magistrado del Constitucional. Por lo visto, su avanzada edad no le restó fuerza para ejercer violencia... Inmediatamente, tanto el Tribunal Supremo, el Constitucional, diferentes asociaciones de jueces, etc., se han precipitado a exigir para su colega la “presunción de inocencia”... Un cargo de tanta ejemplaridad ni siquiera ha sido suspendido, cesado o dimitido...¡Ni dos días ha durado en los telediarios o portadas de los medios este importante hecho!...
   Me pregunto qué estaría pasando en este país y en dónde estarían Pablo Iglesias o algunos de los suyos, si lo hubieran detenido “infraganti” por un hecho similar...
   Aquí lo dejo...


   Manuel Vega Marín. Madrid, 14, Agosto, 2020  www.solicitoopinar.blogspot.com.es





viernes, 7 de agosto de 2020

EL PRESIDENTE DEL GOBIERNO NOS TOMA POR TONTOS

 

   Sólo después de casi una hora de “perorata” y ante la pregunta de los periodistas, Pedro Sánchez intenta esquivar el tema acuciante de la “huida” del Emérito con respuestas evasivas. Respuestas, que en coherencia con la conducta que el Psoe viene manteniendo, le alinea con el PP, Vox, C´s y otros grupos sociales, que, más que salvar la institución monárquica, dan clara muestra de lo mucho que se han beneficiado de las corruptelas del “inviolable personaje” que ha ostentado dicha institución. Pretenden hacer un “cortafuego” en torno al “preparao” y heredero Felipe VI, que lo aísle de los “daños colaterales”; pero no lo conseguirán, como no lo han conseguido con el silencio y la adulación mantenidos respecto de la conducta irregular de su  “emérito padre”. Juan Carlos, instaurado Rey de España por Franco, pudo “salvar” su dudosa “legitimidad de origen” gracias a una “legitimidad de ejercicio” acordada por los medios de información, que, omitiendo su deber de informar sobre lo que pasaba, crearon una especie de coro cortesano encargado de jalear su “campechanía”, mientras una plebe de empresarios y chupaculos hacían negocios acompañándole en sus cacerías y correrías... En cuanto a la “legitimidad de resultados”, el reinado de Juan Carlos tuvo la suerte de coincidir con el boom económico y turístico a la salida de la dictadura autárquica franquista... Para colmo de exaltación de la monarquía juancarlista –algún día se sabrá la verdad sobre la cuestión- se le atribuye al hoy emérito “escondido” el papel de salvador de la democracia en el “golpe” trajicómico del 23F de Tejero. Si comparamos esas legitimidades de Juan Carlos con las de su hijo, el actual Rey Felipe, el balance es totalmente negativo para Felipe: su legitimidad de origen es “espermatozóica”. La de ejercicio, que pudo ser su 23F, fue desaprovechada el 3 de octubre, saliendo a favor de los del a por ellos en contra de los independentistas catalanes. En cuanto a la legitimidad de resultados, no parece tenerla muy de cara con la crisis sanitaria y económica causada por la pandemia, a las  que hay que unir, especialmente ahora, la institucional, ocasionada por el  “comportamiento patriótico”  de su padre...

   Estamos hablando de un tema de Estado, y no de affaire familiar. Que el Presidente del Gobierno no sepa dónde está el exjefe del Estado,  o que a la pregunta de su  no notificación a su socio Pablo Iglesias, responda diciendo que los asuntos de los despachos entre el Jefe del Estado y el Presidente del Gobierno son discretos y confidenciales, es hacer de esos despachos un cotilleo privado-familiar. Vamos, ¡tomarnos por memos!...

   ¿Es con esta forma de actuar como quiere fortalecer y estabilizar las instituciones? Pedro se contradice, diciendo a renglón seguido, que éstas (instituciones) tienen que abonarse con ejemplaridad, transparencia y regeneración... Cuando Sánchez considera adecuada la línea marcada por la Casa Real, ¿está refrendando como Presidente la actuación del Jefe del Estado a que se refieren los artículos 56, 64 y 65 de la Constitución? No pienso que lo crea. Si lo creyera, tendría que dimitir por refrendar, como Presidente, conductas privadas del Rey...

   Como ya ocurriera en la abdicación de Juan Carlos, este tema de su “exilio” también se ha querido saldar como una cuestión privada-familiar entre padre e hijo. A penas medio folio ha bastado a la Casa Real para dar carpetazo al asunto... Cuando el President Puigdemont y otros Consellers se fueron de España antes de ser siquiera “investigados”, mucha tinta se gastó en primeras portadas para acusarlo de “fugitivo de la Justicia”; igualmente, las tertulias en los platós y emisoras de radio se multiplicaron, sin que tal acusación fuera cierta. Ahora que, al menos, hay hechos constatados e investigados de mucha mayor trascendencia, con un mero comunicado de la Casa Real se pretende liquidar oficialmente la salida de España del rey emérito. Para más inri, tal comunicado es respuesta a la carta de padre a hijo, como si el asunto fuese familiar y no de Estado. Y lo que es aún peor;  en dicha misiva el emérito no hace ninguna autocrítica ni asume ninguna responsabilidad. Como dice Escolar en el artículo abajo citado, la carta de despedida del viejo rey es una burla a todos los ciudadanos a los que durante casi cuarenta años representó... No admite culpa alguna, ni siquiera arrepentimiento por todo lo que conocemos hoy. Aún así, como dice la otra articulista, es repugnante escuchar a toda esa masa de vasallos, que, para defender a Juan Carlos, culpan a la parte más progresista del gobierno. Hoy vuelven a arrojar esas culpas a las espaldas de Pablo Iglesias por haber calificado de “indigna” la “huída del rey”. ¡Como si no lo fuera!...

   Ante tales evidencias, ingentes cantidades de palabras, no obstante, son empleadas en largos panegíricos y alabanzas en defensa de un corrupto del más alto rango. No existe, pues, mayor ingeniería verbal al servicio de la ocultación y manipulación...

    Sugiero al lector ojear los artículos de Rosa Mª Artal ¿Qué le parece lo que le están haciendo al rey por culpa de Pablo Iglesias?  Y de Ignacio Escolar, Destierro sin honor para Juan Carlos de Borbón, ambos en eldiario.es de 4 de Agosto, 2020.

   Aunque se sea republicano, no dice bien de una Nación, cuya jefatura de Estado fue ocupada por un Rey, que éste tenga que exiliarse con nocturnidad y a hurtadillas ante la amenaza de ser acusado de haber acumulado ilegalmente durante su mandato un gran patrimonio sin declarar al fisco.

   Lo peor es que en esta España no aprendemos de la experiencia. Sobre la figura de Felipe VI los mismos aduladores que llevaron a su padre a la impunidad y al abuso de poder, pretenden hacer lo mismo con el hijo. Quizá porque crean que así conservan su estatus socio-económico. ¿De verdad que Felipe no sabía nada de los negocios de su padre? ¿Ni siquiera sabía que un empresario le costeó parte de su luna de miel con la Reina Letizia?

   Pero lo peor es que entre ese coro de aduladores, que, so pretexto de una defensa “ultra” e inmovilista del “pacto de 1978”, se encuentra la parte del Psoe del Gobierno, liderada por su Presidente, instando mediante carta a sus militantes para que se unan a los coristas, haciendo así más llevadero el “trágala borbónico”. Quizá haya que recordarle a Pedro Sánchez las circunstancias en las que se impuso el referido pacto, metiéndonos de rondón una nominal monarquía parlamentaria, sin que ésta fuera debatida por “el Constituyente”, ni votada expresamente por los ciudadanos. Quien realmente rompe ese pacto es la institución monárquica y una parte del Gobierno que aún no han acudido al Parlamento, sede de la Soberanía nacional, a dar cuenta de la bochornosa conducta del emérito.

   La actitud de P. Sánchez y de los que le siguen está siendo similar a la que adoptó Rajoy frente a los catalanes. Uno, refiriéndose al pacto de 1978, y otro refiriéndose a la Constitución, guardan semejante talante inmovilista. Todos los pactos, si no se renuevan y reforman, se petrifican, perdiendo su objetivo y razón de ser. Hay que recordar que la sociedad actual es muy diferente a la de 1978, y que de los ciudadanos actuales un porcentaje muy alto, por edad, no pudo votar la Constitución.

   Los que por edad tuvimos la ocasión de votar la Constitución que sustenta nuestro sistema democrático parlamentario, tuvimos que aceptar la monarquía sí o sí en la esperanza de que tal institución justificara su viciada legitimidad de origen con una correcta legitimidad en su ejecutoria posterior. Así es como hemos venido presuponiendo el “principio de legitimidad” en nuestro sistema político. Muchos de los que votamos a favor  del “paquete constitucional”, monárquicos o republicanos, lo hicimos bajo la disyuntiva de dictadura o democracia. Y, ya que no se nos dio otra opción, lógicamente, optamos por la democracia. Pero, actualmente, una gran mayoría de ciudadanos, votaran o no entonces, tienen todo el derecho a que, al menos, se debatan todas las opciones posibles, y decidir la forma de Estado mejor avalada por el principio de legitimidad, presumible en toda democracia parlamentaria. Esto es importante, porque con el principio de legitimidad interacciona el “principio de legalidad”, integrado por todo el ordenamiento jurídico que rige la actuación de los diferentes estamentos e instituciones que conforman el Estado. El problema grave se plantea, quiérase o no, cuando la confianza que conforma la presunción de legitimidad, afecta a la clave de bóveda del sistema, esto es; a la institución monárquica, el Rey.

   Como afirma el constitucionalista Pérez Royo,  la quiebra de la presunción de legitimidad del rey es la única que comporta una quiebra en la presunción de legitimidad del Estado. Cuando dicha quiebra se aborda de manera opaca (que es lo que está sucediendo con la forma de solucionar el exilio de Juan Carlos) , la recuperación de la confianza ciudadana en la legitimidad del Estado resulta muy difícil, por no decir que imposible (“Quiebra de la presunción de legitimidad”, eldiario.es de 5-8-20).

   Deduzca el lector las consecuencias.....

 

 

   Manuel Vega Marín. Madrid, 7 de Agosto, 2020   www.solicitoopinar.blogspot.com.es