Señor Díez, en mi anterior
escrito prometí releer su libro “Hay vida después de la crisis” (Plaza
& Janés, 2013), para constatar que lo que en él expresó, se contradice, a
mi parecer, con el discurso que últimamente viene proclamando en “los medios”.
Está en su derecho, además de ser de sabio, cambiar de opinión; pero sería
bueno que lo dijera. Nos hubiéramos ahorrado este debate en el que
contraponemos nuestras opiniones en lo que respecta a las propuestas de SYRIZA y
PODEMOS.
Cuando le dije que la lectura de su libro me suscitó simpatía, quería
decir con ello que coincidimos básicamente en lo que respecta a la finalidad y
funcionalidad de la ECONOMIA, para
resolver el problema de los ciudadanos Reconoce “que la economía es un medio, no un fin”. El fin es el bienestar de
los ciudadanos” (ibd). Y que si el euro no vale para ese fin, es lógico que,
como en Grecia, alguien se esté planteando la salida de él. Lo que consideras
que, como mínimo, para Europa, sería como tocar “el botón rojo”, que nos
enfrentaría a un escenario desconocido (179). Y un segundo camino, no mejor,
sería “la inacción en la que nos
encontramos” (pg.180), e igualmente estamos de acuerdo en lo que respecta
al “proyecto europeo”. En pg. 177 dice que “el euro (no Europa) es ante todo un
proyecto político”. Eres un firme defensor del proyecto europeo, porque a él “está asociado la democracia, la libertad y
el progreso”; y la ruptura con esa moneda la considera como “un desastre para nuestro futuro y el futuro
de nuestros hijos” (pg.178).
Dice que la que padecemos es “una
crisis que nadie vio venir” (pg.15). Lo cual no es cierto. Le citaré
algunos economistas de prestigio internacional sí la preveyeron: Nouriel
ROUBINI o en España, S. NIÑO BECERRA.
Reconocemos, además, es oportuno
citar a P. KRUGMAN y a nuestro J.F. MARTÍN SECO, los defectos en el proceso de
creación del Euro; que lo único que
hasta ahora fundamenta a la moneda única es “ser
un tipo de cambio fijo”. Y compara a los 17 países del Eurogrupo como “una especie de matrimonio múltiple…, pero
con separación de bienes” (pg.181). En los siguientes párrafos detalla las
causas por la que incluso Alemania tendría problemas: “Berlín, tenemos un problema” (pg.185). Igualmente admite que, sin tener que
doctorarse en Economía, los riesgos que, para el sistema europeo, supondría un
impago de la deuda griega, por la salida de esta nación del euro. Admite como
último reducto en una negociación, incluso, “que
sólo quedaría la QUITA” (pg.187), y que esa misma quita sería más
prejudicial -80%/50%- fuera del euro que dentro. Admites, esto es importante,
que “las ayudas no son para Grecia, sino
para los bancos, las aseguradoras y los ahorradores alemanes” (pg.188). Y,
a continuación, pone como ejemplo de buen gobernante la devaluación que en 1933
hizo Roosevelt, sacando al dólar del patrón oro. Pone también como ejemplo a
Islandia, cuando en 2009 dejó de pagar el 100% de su deuda externa. Dos años
después este país volvió a la casi-normalidad, y los inversores, ante mejores
expectativas, vuelven a invertir, “y pierden el miedo a una nueva quita”
(pg.190). Y añadía en la misma página: “Si
Grecia saliera del euro, devolvería la deuda al BCE, pero en “dracmas”, igual
que hizo Roosevelt en los años treinta, y, por lo tanto, el BCE asumiría una
quita por el porcentaje de la devaluación…” (pg.190).
Respecto al problema de la crisis
general de la deuda, y en especial, de la de Grecia, me remito al párrafo precedente. Contempla el
impago de la deuda pública, a condición de que ese proceso se haga atendiendo y
sopesando la relación coste/beneficio. “No
obstante, evitar la quiebra de nuestro sistema bancario no significa que los contribuyentes
nos hagamos cargo del 100% de las deudas, y que los inversores que
infravaloraron los riesgos, no asuman ningún coste” (pg.243).
Reconoce, pues, que es una crisis
de deuda y que su solución puede conllevar una QUITA. “En una crisis de deuda como la actual hay pérdidas, y los
contribuyentes acaban asumiendo parte de ellas” (pg.21) “En esta ocasión, lo novedoso es que por vez
primera la deuda está en manos de millones de pequeños inversores, que disponen
de información completa las veinticuatro horas del día y de perfecta movilidad
de capitales” (pg.31).
En SUS PROPUESTAS para salir de “la crisis de deuda” (pg.182),
acepta como una lección histórica “que
los países que han salido de ella, lo han hecho generando un superávit fiscal
primario” (ibd.), lo que “significa
que los ingresos públicos tienen que ser mayores que los gastos públicos,
excluyendo el pago de intereses” (ibd.). El problema que se plantea es cómo
conseguirlo; esto es, “a qué velocidad
hay que hacerlo”. En la consideración del cómo y de en cuanto tiempo, haces
la comparación de ese proceso en España y en otros países, con la ventajosa y
benevolente por parte de estos países, con el de la poderosa Alemania (durante
2000-2006). Y dices: “Alemania consiguió
su ajuste fiscal al mismo tiempo que el ajuste estructural y sus reformas, sin
sanciones por parte de sus socios europeos, con total soberanía, con la
economía mundial en el máximo crecimiento desde los años sesenta y con las
exportaciones…”. Ahora esos países menos favorecidos lo tienen que hacer en
recesión y con el consumo alemán deprimido… (pg.283). Para evitar el
sufrimiento a los países más desfavorecidos, hay que hacer lo contrario que
hizo en EE.UU su presidente H.Hoover, levando a su país a la Gran Depresión.
Para evitarlo, dices “hay que suavizar la senda de ajuste de los países
sometidos a la presión de los mercados” (pg.283). En todo lo anterior coincide
con los economistas ya citados y otros que cito a continuación: PH. ASKENAZY,
T. COUTROT, A.ORLÉAN y H.STERDYNIAK en “Manifiesto
de economistas aterrados” y V.NAVARRO, J.TORRES Y A.GARZÓN en “Hay alternativa”.
LO QUE PROPONES PARA ESPAÑA:
“Todos los países están aplicando
el ajuste fiscal al mismo tiempo, y esto debe cambiar… es importante que la
senda del ajuste se acomode a la situación de depresión en que nos encontramos,
retrasando el objetivo del 3% de déficit hasta 2016, para todos los países
afectados” (pg.326).
“Hasta que Europa no cambie la
política económica, no habrá salida de la crisis. La historia nos enseña que es
más fácil cambiar a los gobernantes, que pretender que ellos sean los que
cambien de ideas” (pg.328).
Respecto del caso más concreto,
del impago de las hipotecas, mire lo que decía “Es urgente para la morosidad en el origen renegociando la deuda de las
familias y aplicando una quita, para conseguir que puedan quedarse en las
casas… Es mucho más eficiente reestructurar la deuda que ejecutar el embargo y
desahuciar” (pg.331).
Acepta la “dación en pago” “sólo para familias vulnerables de exclusión
financiera y de quedar atrapadas en la pobreza” (pg.235). Esto con control
judicial, para evitar abusos, y poniendo a disposición un parque nacional de
viviendas sociales.
En cuanto a la dación en pago en el caso de las hipotecas, acepta aunque
no de manera generalizada y con carácter retroactivo, pues esto “sería como activar una bomba nuclear”
(pg.234). Su propuesta es que las familias se queden en casa y renegociar, en
tiempo e interés, la deuda hasta saldarla. Sin que el propietario pierda su
vivienda. Vuelve a poner a Roosevelt como ejemplo, añadiendo ahora el de Obama
en 2009.
Fíjese también en lo que proponía
para resolver la crisis de “nuestra querida España”. Trayendo un símil
sanitario, evitar el exceso de medicación; implementar medidas de estímulo
fiscal en el resto de países, “si la
política fiscal del conjunto de la Eurozona es restrictiva, los manuales de
economía son contundentes al respecto, y Europa seguirá en recesión en 2013”
(pg.284)… “es un requisito ineludible
para evitar la recesión en Francia y Alemania, y la única vía para que los
países en depresión puedan pagar sus deudas” (ibd.). Medidas tanto para
reducir el gasto, como para aumentar los ingresos; las dos cosas a la vez.
Fomentar el crecimiento, pues cuando el PIB crece, la recaudación lo hace con
más intensidad. Y lo mismo sucede a la inversa.
Por eso defiendes una reforma fiscal, que, por lo menos, aumente en 3 o
4 puntos del PIB los ingresos de forma permanente, aunque en recesión, “subir los impuestos tiene efectos
contractivos”. Pero la evidencia empírica nos enseña que en una recesión
con una elevada restricción del crédito a la empresas y las familias, los
recortes de gasto son aún más dañinos y tienen un mayor impacto sobre el
empleo, la pobreza y el riesgo de crisis social y política” (291). Hay que
elegir, pues, entre lo malo y lo peor (ibd.).
“La reforma fiscal debe centrarse
en las tres principales figuras impositivas: IRPF, IVA y Sociedades”
(Ibd.). Hay que centrarse en las rentas de capital (pg.292). Exigir a las
empresas un tipo mínimo del 15-20% de sus beneficios (p.294). Lucha contra el
fraude fiscal (pgs.294-95). Y terminas: “Cuando
acabe la depresión, comience a bajar el desempleo, resolvamos la crisis fiscal
y la financiera, eliminemos el riesgo de exclusión y la pobreza vuelva a ser un
concepto estadístico, yo me podré a la cabeza de la manifestación -¿ahora, no?-,
para pedir la bajada de impuestos. Ahora, pagarlos sale baratísimo”
(pg.296).
Estamos de acuerdo en la visión
socialista o socialdemócrata del “Estado de Bienestar” (Keynes). Aunque la
derecha que gobierna diga lo mismo, miente. Es claro que defiendes el Estado de
bienestar: educación, sanidad, pensiones, dependencias y demás servicios
públicos. Como “sociata” defiendes el
“bipartidismo” que ha mantenido la
estabilidad económica en el pasado. Desde luego, más con gobiernos del PSOE que
con el PP. Pero, reconoces que el acomodamiento y los excesivos gastos
suntuarios y la multiplicidad de administraciones, ha producido despilfarro y
corrupción lo que hace que la “sociedad perciba que la clase política se
ha convertido en casta privilegiada (tú también empleas la palabra casta); que hay que cambiar los criterios de
asignación de gastos” y “que el principal problema de nuestra crisis
fiscal no es el exceso de gasto, sino la fuerte caída de ingresos”
(pg.290). Critica la “poca vida
inteligente en el gobierno, si éste está pensando en bajar los impuestos”
(ibd.).
Critica el ultraliberalismo
económico de la Sra. Merkel y la obediencia a ella debida del Sr. Rajoy y su
gobierno, al mismo tiempo que atemoriza a los ciudadanos españoles sobre el
dinamismo y las formas de SYRIZA y la “presión” de su gobierno frente al
inmovilismo de las Instituciones Burocráticas Europeas. No sé si no será la
búsqueda de apoyo en Francia e Italia lo que, además de haber reavivado los
ímpetus de izquierda con que empezaron, el Eurogrupo haya rebajado las
exigencias de estos dos países, mostrando con ello una vara de medir. Fuerte
con el débil y débil con el fuerte.
Usted, como
yo, y como todos los hombres inteligentes, por biología, por estudio, o por
experiencia, vamos cambiando y corrigiendo las soluciones y las palabras con
que expresamos las mismas, en función de
las circunstancias histórico-vitales y de la constante “mutación” de los
problemas. Por eso que le considero inteligente, y “más amigo de la VERDAD que
de Platón”, siento “irritación” cuando parece alinearse con los que mantienen
un inmovilismo oportunista e hipócrita. Por eso también me extraña que,
repitiendo como “un mantra” en su libro que lo peor en la resolución en los
problemas económicos es “no hacer nada”, cuando corren vientos de cambio quiera
poner puertas al campo…Le vuelvo a recordar su frase: “Hasta que Europa no cambien la política económica no habrá salida de
la crisis. La historia nos enseña que es más fácil cambiar a los gobernantes,
que pretender que ellos sean los que cambien de ideas” (Pg. 328). Entonces,
¿por qué critica a PODEMOS?
Reconocerá,
como otros muchos colegas suyos, que un gran porcentaje de los más de los
250.000 millones que ha supuesto el rescate de Grecia, se han quedado o
retornado a los bancos y otras instituciones acreedoras de la propia Zona Euro.
No es un mal negocio para estos inversores… Y todo este negocio, avalado por el
sufrimiento de la población Griega y de su gran Patrimonio histórico-cultural.
No estaría mal que, en vez de criticar y ver una supuesta marcha atrás en las
negociaciones mantenidas por los interlocutores Griegos y sus colegas del
Eurogrupo, se suma al gran esfuerzo de David contra Goliat, para remover del
inmovilismo egoísta a las instituciones europeas (insertar Estefanía). Algo así entiendo que quiere decir con su
frase “todos los caminos comienzan en un
primer paso” (Pg. 334). ¿O no es
esto lo que hace usted cuando dice: nadie obligo a los inversores Alemanes,
bancos y fondos a comprar células hipotecarias en la época de la burbuja
inmobiliaria, y que ahora esos mismos inversores presionen a sus gobiernos y a
los de los países deudores a que les resuelvan sus problemas con su deuda? (Pg.
121).
En páginas
156-157 reclama una reestructuración tipo “Plan Brady” de 1987, para Grecia
y la reducción de la deuda Griega para
equilibrar su saldo primario. También reclama la ejecución de un “Plan
Marshall” aprobado en Bruselas en Julio 2011, el cual “ni esta ni se le espera”
(sic).
En la página
186 propone para Grecia (temporalmente), para pagar a sus funcionarios y
pensionistas, “pagares del gobierno”; algo parecido a los IOU de California en
2008, o los llamados "patacones” de la Argentina en 2002 para evitar o
disminuir el famoso “corralito”. ¿Por qué con sus intervenciones en “los medios”
asusta con el “coco” del corralito si gobernara PODEMOS?
Sr. Díez, con
las propuestas que ha venido exponiendo en su libro y recogidas en este
trabajo, ¿Que programa electoral hubiera ofrecido a su electorado, harto de ser
machacado por gobiernos anteriores, cómplices culpables del ultraliberalismo
reinante en la Eurozona? Estoy seguro que tal programa, de no querer caer en
contradicción consigo mismo, no se hubiera diferenciado mucho del que supuso al
gobierno de SYRIZA su triunfo.
No entiendo,
pues, como algunos “voceros” y “medios” financiados por no se sabe quién,
considera en las tertulias “más que tertulias mentideros” una “bajada de
pantalones” las cesiones que han tenido que hacer los negociadores Griegos (insertar Estefanía). Parece como si se
alegraran del triunfo de la “vía única”, aunque este se siga manteniendo a
costa de prolongar la “tragedia” del pueblo Griego. A todos esos “agoreros” que
pretenden vendernos como una victoria humillante de Alemania y sus aliados
sobre el nuevo Gobierno griego, les aconsejo que estudien sin fanatismos
ideológicos lo que sobre el tema han escrito sucesivamente en El País Joaquín
ESTEFANÍA (“Grecia abre una brecha”, 2-3-15),
Paul KRUGMAN (“Lo que Grecia ha
conseguido”, 1-3-15) y Joaquín ALMUNIA (“Lecciones
griegas”, 2-3-15). Estos tres autores, nada sospechosos de “bolchevismo”,
ni, mucho menos, militantes de PODEMOS, nos darán el material con el que
estructuraremos lo que resta de este trabajo.
Estefanía,
partiendo de las posiciones de fuerza y/o debilidad de los agentes
negociadores, resalta como un éxito de Grecia, primero la propia negociación,
ya que su alternativa, era un no-acuerdo, que hubiera supuesto la no
prolongación, aunque sea temporal, del status
quo. Lo que hubiera conllevado para Grecia un “corralito”, el hundimiento
de los bancos griegos con el efecto contagio subsiguiente, amén del impago de
la deuda, y, tal vez, la salida del país heleno de la zona euro. El acuerdo,
por tanto ha supuesto: a) hacer frente por primera vez a Bruselas, Fráncfort y
Washington, sin el entreguismo de Hollande; b) un subidón de la autoestima de
la soberanía ciudadana griega, que sigue apoyando, para pesar de los
“catastrofistas”, con un 76% al Gobierno de TSIPRAS y VAROUFAKIS; y c)
descubrir las distintas sensibilidades y tensiones, ocultas tras las bambalinas
de las diferentes instituciones europeas. (En esto coincide, tácita o
explícitamente, con los otros dos analistas.
P. Krugman
cree que “Grecia ha salido bastante bien
librada de las negociaciones…. Al salir bien parada le ha hecho un favor al
resto de Europa”. Frente a otros aspectos, el premio nobel se fija “en la magnitud del superávit primario de
Grecia”. Para él, todo lo demás, incluido el valor nocional de la deuda, “sólo tiene importancia en la medida en que
afecte al superávit primario que Grecia se ve obligada a asumir”.
El nuevo
Gobierno griego se ha negado a que ese superávit primario se triplicara en los
próximos años a costa de aumentar el sufrimiento de los griegos y del
hundimiento de su sistema bancario. El hecho de no haber cedido, como otros
países deudores, ante el miedo de que los acreedores le sigan castigando con
más drásticos recortes presupuestarios, es más que un gesto. Por el contrario,
Grecia ha conseguido, de momento, una flexibilidad de los acreedores, que no
tenía. “Y los acreedores no han cerrado
el grifo. En vez de eso, han puesto a disposición de Grecia una financiación
que le permita salir adelante durante los próximos meses. ¡Mientras hay
vida…, hay esperanzas! Porque las negociaciones seguirán. Y, para ello, los acreedores
han “atado corto” a Grecia; “pero el
Gobierno griego no ha consentido que le echen a patadas, y esto es, por sí
solo, una especie de victoria”.
El otro asunto
destacable es el programa de privatizaciones. Los griegos, hay que reconocerlo,
han aceptado no revocar lo ya firmado, e, igualmente, han aceptado las reformas
estructurales del mercado laboral. Pero algo que no entiendo, y en ello me ilumina
Krugman, es por qué los que, sin decirlo, anteponiendo su fanatismo partidista,
consideran como una “derrota” el hecho de que “SYRIZA también ha accedido a castigar con dureza la evasión fiscal”.
Como si recaudar impuestos fuera algo negativo para un gobierno de izquierda…
Más bien, tras esa visión se esconda el miedo que, tanto acreedores, como
deudores evasores, tienen al control de la Hacienda Pública para exigirles lo
que a todos los ciudadanos les pertenece.
Lo cierto es
que esa “debacle” evasora de capitales no se ha producido, pareciendo, por el
contrario, que Grecia “ha puesto fin al
ciclo de austeridad cada vez más despiadada”, aparte de haber hecho, con
ello, un favor al resto de Europa, inmersa aún en un clima “deflacionario”,
contra el cual “Europa en su conjunto
necesita desesperadamente acabar con la locura de la austeridad”. Y una
señal positiva contra esa pendiente deflacionista y austericida es la actitud,
mantenida en los últimos días por la Comisión Europea, de no imponer una multa
a Francia y a Italia por no cumplir con sus objetivos de déficit. Actitud que,
por otra parte, indica la doble vara de medir de la Comisión….
El alentador
completar este trabajo glosando el estupendo artículo del que fuera (2010-2014)
Vicepresidente y Comisario de la CE, J. ALMUNIA, después de ser Secretario
general y Candidato del PSOE a la Presidencia del Gobierno de España. Suma más
méritos que estas reflexiones provengan de “un felipista”, y no de un
“marxista-leninista” o “estalinista”, que también los hubo en ese partido…
Para empezar,
reconoce los “chanchullos” que los sucesivos anteriores Gobiernos del Pasok y
Nueva Democracia hicieron para “amañar” las cuentas griegas. Por cierto, hay
que recordar que fue el todopoderoso DRAGUI su máximo “muñidor”…
Acepta Almunia
que “ahora se ha evitado el
descarrilamiento una vez más. En el penúltimo minuto, Grecia ha acabado
aceptando las reglas establecidas y las condiciones fijadas por el Eurogrupo”.
Yo pregunto, ¿hacían lo mismo los anteriores Gobiernos?...El exvicepresidente
admite la responsabilidad del nuevo Gobierno de SYRIZA al evitar refugiarse en
el populismo nacionalista y proteccionista, adoptando una visión globalizada en
la solución de los problemas económicos de Europa.
Reconoce
Almunia que, a pesar de la cantidad de errores cometidos en la creación del
proyecto europeo, gracias a determinadas reformas, se han corregidos también
muchos desequilibrios. Que el sacrificio de los griegos, sirvió, al menos, para
que el gobierno anterior en sus previsiones -2015-2016- ante la CE, “pudiera exhibir un superávit primario con un
crecimiento superior al promedio de la eurozona, incluso por encima del
correspondiente a España”.
Reconoce que
la victoria de SYRIZA, cuyo gobierno no es responsable de los errores del pasado,
y, a pesar de su programa electoral, visto por algunos como “revolucionario” y
de imposible cumplimiento, ha buscado la negociación en vez de la
confrontación, obviando una solución unilateral, que “hubiera conducido a consecuencias muy negativas para todos los
europeos, y a más sufrimiento para los griegos”.
Se acusa al
nuevo gobierno de incumplir con el programa que le llevó a la victoria; pero se
olvida, según Almunia, que “por desgracia
los compromisos adquiridos por anteriores gobiernos griegos no siempre se han
cumplido. Mejor dicho, se han incumplido muchas veces”. Habría que reprocharles
aquí a muchos voceros del PP y no del PP, que, para incumplimiento del programa
electoral, el de Rajoy. Por eso, no está demás, dada la experiencia, exigirle al
nuevo gobierno que asuma las responsabilidades inherentes al ejercicio del
poder.
Pero también
es importante destacar con Almunia y con Estefanía las tensiones vividas en el
seno de las instituciones europeas durante las negociaciones. En el transcurso
de las mismas se ha puesto de manifiesto “la
necesidad de corregir algunas de las reglas de funcionamiento de la eurozona,
así como de completar los instrumentos disponibles para el Gobierno de la Unión
Económica y Monetaria, y recuperar la confianza entre los socios, muy
deteriorada a lo largo de la crisis”.
“Hay que avanzar, dice Almunia, hacia una mayor coordinación de las
políticas económicas…, crear un instrumento capaz de jugar el papel de
estabilizador fiscal y acordar un cierto grado de mutualización de la deuda
pública”.
Con voluntad
política, no sólo económica, (en esto coincide con Díez y con todos los
economistas con sensibilidad de izquierda), las reformas estructurales
exigibles a los países más débiles han de hacerse escalonadamente,
acompasándose a su ritmo expansivo, y procurando el menor impacto en los
sectores más desfavorecidos, y en función de su viabilidad política.
La eurozona,
pues, tendrá que reconsiderar las maneras en su toma de decisiones y la forma
de ponerlas en la práctica. Y, refiriéndose especialmente a una de las
exigencias de Grecia, “hay que superar la
ejecución de la decisiones y acuerdos a través de la tróika”, sin que ésta sólo
cambie de nombre, sino de que los Gobiernos de la eurozona no se aten las
manos, encomendando su suerte al FMI o al BCE. Los países del euro y la propia
Comisión deben ser capaces de ejercer su poder con autonomía política,
respondiendo de ello ante el Parlamento Europeo y sus Parlamentos nacionales
respectivos”, evitando la fractura que puede llevar a disolver la amargama,
que ha permitido superar otras dificultades.
Es importante el
recordatorio de que la decisión de crear una moneda única, y, en torno a ella,
construir la Unión Económica y Monetaria, fue eminentemente política. El proyecto no estuvo inspirado por la
teoría económica, sino por el deseo de una mayor integración (política)
europea. Y, dado que cada vez que la unión económica tiembla, la experiencia
enseña que ese proyecto europeo se tambalea, todos los países, en solidaridad
los más fuertes con los más débiles, deben no imponer las decisiones
intergubernamentales sin contrapeso en favor de éstos últimos. Estas son las
enseñanzas que todos los que un día votamos por la UE debemos sacar de la
crisis griega. Y, si esto es así, -redondea su extraordinario artículo- “bienvenida sea la crisis griega, si, de una
vez por todas, aprovechamos sus enseñanzas para construir un terreno más firma
sobre el que avanzar”.
Manuel Vega
Marín. Madrid, 4, Marzo, 2015
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