Seleccionando papeles antiguos, me encuentro con este artículo, a mi
parecer estupendo y de mucha actualidad, publicado en El País de fecha
13-IX-2003.Su clarividencia y plena actualidad, es lo que me estimula a hacer
la presente glosa. He de advertir al lector de la omisión de datos estadísticos
que el profesor aduce como pruebas de sus razonamientos. No sé ni he comprobado
si tales datos se mantienen actualmente. De cualquier manera, pienso que esta
circunstancia no resta nada a lo esencial de sus convicciones.
Navarro define el pujolismo
como “el proyecto político de sectores de
la burguesía, pequeña burguesía y clase media de renta alta, así como de
componentes importantes de la Iglesia en Cataluña, que intenta movilizar a
amplios sectores de la sociedad catalana, incluyendo sus clases populares, con
el objetivo de alcanzar una cohesión multiclasista alrededor del concepto
nación catalana, que definen como incluyente”. Aunque el profesor no
excluye otros componentes, se fija especialmente, dado lo poco que se ha
escrito sobre ello, en las bases sociales más importantes e influyentes, que
bajo la capa nacionalista, definen sus políticas.
A este nacionalismo pujolista le opone, como distinto y antagónico, el
nacionalismo español, que Navarro define como aznarista. La diferencia entre ambos se manifiesta en la fecha y
forma en que celebran sus respectivas fiestas nacionales. El de España, el 12
de Octubre, conmemorando el inicio del Imperio en 1492. El catalán, el 11 de
Septiembre, en recuerdo del día en que Cataluña fue derrotada en 1714 por las
tropas borbónicas. Victoria, por un lado, derrota, por otro. El uno de
naturaleza expansionista, y el otro defensivo y de carácter identitario. El
primero puesto al servicio de una Dictadura (franquista), apoyada por las
mismas clases e instituciones, contra las clases populares. “Ello explica –dice Navarro-
la falta de arraigo popular en Cataluña de las fuerzas políticas que se
perciben herederas de aquella dictadura y la gran capacidad de movilización que
el nacionalismo tiene en Cataluña, y que el pujolismo ha sabido utilizar
hábilmente, recuperando la memoria histórica que da una versión nacionalista de
nuestro pasado, con sesgos y silencios importantes... El pujolismo capitaliza
esta memoria histórica y este sentir popular frente a un nacionalismo español,
que en su versión más agresiva, el aznarismo (que errónea y maliciosamente identifica los otros nacionalismos con
separatismo, que divide y rompe con la unidad de España), facilita la
movilización nacionalista catalana de la que el pujolismo se beneficia”.
Como hemos dicho, si bien ambos nacionalismos son antagónicos, sus bases
socio-políticas y sus respectivas cúspides se necesitan electoralmente. Basta
hacer memoria de los apoyos parlamentarios en la historia de nuestra Democracia.
No obstante, ese antagonismo, aunque oculto en el lenguaje de lo políticamente
correcto, subsiste en lo que en otro lenguaje se llamaría “intereses de
clases”. Por eso, tanto en Cataluña, como en el resto de España, las políticas
fiscales del PP y CiU son las que, justamente, corresponden a esa “alianza de
intereses”, siendo, por ende, las más regresivas de la historia de la
Democracia. Y, por tanto, en Cataluña como en el resto de España, donde
gobierna esa clase burguesa privilegiada, tiene el gasto público social, en
porcentaje sobre el PIB, más bajo de la UE, después de Irlanda. “Esta austeridad social, común en ambos
proyectos políticos, se complementan con unas políticas igualmente
descohesionadoras que favorecen a los servicios privados utilizados por sus
bases sociales, a costa de los servicios públicos utilizados en su mayoría por
las clases populares”.
Tanto en Cataluña, como en España, los servicios sociales: educación,
sanidad, ayudas a las familias, etc. adolecen de grandes déficits en las ayudas
financieras y de servicios públicos, en comparación con el resto de la UE.
Pero “esta alianza de clases entre
los conservadores catalanes y españoles desaparece en los medios de información
de la Generalitat en tiempo electoral, enfatizándose en su lugar el discurso
nacionalista identitario, presentándose a sí mismo como antagónico al
nacionalismo español para movilizar sus bases electorales”.
El sr. Mas, dice Navarro, representa con creces el lado más clasista del
pujolismo, presentándose más nacionalista (hoy día independentista). Lo cual es
lógico, teniendo en cuenta que Mas no se tuvo que enfrentar, como Pujol, a la
dictadura franquista en defensa de la identidad catalana. “Y es ahí donde la tergiversación de la historia de Cataluña adquiere
mayores proporciones”. Ocultando que fueron las clases dominantes y la
Iglesia de Cataluña, base del pujolismo, las que apoyaron el golpe militar y la
dictadura consiguiente; olvidando que también los hijos de las clases populares
de muchas partes de España murieron en Cataluña defendiendo la República y la
Generalitat; y que fueron los hijos de aquellos “los que vinieron a Cataluña como inmigrantes, que, junto con los
trabajadores nacidos en Cataluña, han contribuido enormemente a su desarrollo
económico, posibilitando el bienestar social que las clases populares todavía
no tienen, pero se merecen”.
Según esto, presentar la Guerra Civil como un conflicto entre Cataluña y
España es una tergiversación de la Historia. Y, mientras esa tergiversación se
siga manteniendo, por mucho que hoy en el conflicto mantenido por los herederos
de ambos nacionalismos –pujolismoMás/aznarismoRajoy- con el tema de la
independencia, uno y otro seguirán siendo aliados, y obstaculizando en uno y
otro lado del Ebro el desarrollo de las clases populares.
Dejo al lector, que supongo informado por todo lo que se ha escrito en
estos últimos tiempos, y por los gestos y no-gestos de uno y otro Gobierno
respecto al sempiterno tema del independentismo catalán, que con la ayuda de la
clarividencia argumentativa del siempre joven-viejo
profesor, saque sus propias conclusiones, y extraiga la VERDAD, contenida en el
“magma” de tanta hipocresía.
Madrid, 10, Marzo, 2015. Manuel
Vega Marín
No hay comentarios:
Publicar un comentario