Por si había dudas sobre quién o quienes mueven la tramoya del “retablo
de Maese Pedro”, representado estos días en teatro del Partido Socialista
Madrileño (PSM) y del PSOE federal, para disiparlas basta con leer lo que
Felipe escribe en El País (19-2-15), con el título “Madrid: superar la
endogamia”: la “vieja guardia”.
Crisis y corrupción son correlatos intercambiables a los que han abocado
las viejas y tradicionales formas de
hacer política. Sin embargo, algo bueno nos ha traído esta situación de crisis
sociopolítica: “fenómenos” nuevos como el de las “mareas” de todos los colores,
o el surgimiento, como aglutinante, de PODEMOS. Tales “marejadas” tienen su
efecto no sólo en el ámbito de lo sociopolítico, sino también en el de las
ideas y actitudes intelectuales. Es la eterna lucha dialéctica entre “lo viejo”
y “lo nuevo”; lo viejo que se resiste a desaparecer, y lo nuevo que no acaba de
configurarse, precisamente, por esa resistencia. Esta lucha no sólo tiene lugar
en el seno de los partidos políticos, sino también entre los “teóricos” de la
Sociología y de la Política. Esto se constata leyendo lo que se viene
publicando por estos intelectuales, viejos o eméritos catedráticos, que no se
resignan a ver que sus viejos “modelos” y “esquemas mentales” ya no resultan
válidos para la comprensión e interpretación de las nuevas realidades. De este
tema ya escribí en otro lugar (solicitoopinar.blogspot.com.es). Obviaré, pues,
repetir.
Sr. Gonzáles, si pretende seguir “dirigiendo” al PSOE, o le parece
acertada la propuesta del sr. Gabilondo como candidato impuesto desde la
Ejecutiva federal, para la Comunidad de Madrid, dígalo claramente, que está en
su derecho. Pero acepte las nuevas vías, autoimpuestas por su partido, para
acceder a la “dirigencia” del mismo. ¡Anímese, que la edad no importa, si la
mente es joven!... Se hubiera ahorrado su artículo, que, por su “farragocidad”
y contradicciones, se adivina la prisa con que está redactado.
Sr. González, estoy con usted en que, para fortalecer el sistema de partidos
en la incipiente Democracia, tan perseguidos y denostados durante la larga
dictadura franquista, fue necesario un sistema electoral que los protegiera con
listas cerradas y bloqueadas. Pero no es del todo verdad decir que “se equivocan los que piensan que había un
designio previo de creación de lo que se llama bipartidismo”. Ya
que, si esto hubiera sido así –sigue diciendo-, se hubiera adoptado un sistema
“mayoritario”, similar al de otros países… Como si el sistema D´Hondt hubiera sido elegido al azar, y
no con la finalidad de que, en la práctica, deviniera en “mayoritario”,
produciendo el “bipartidismo”, que ha venido rigiendo nuestra democracia. Por
esta razón es aún menos cierto afirmar que “fueron
los ciudadanos los que optaron por una opción de centroderecha (UCD), y otra
percibida como de centroizquierda (PSOE)”, frente a centenares de opciones.
Las reglas ya estaban “marcadas” desde
la concepción en la mente del Sr. Suarez, hasta sus plasmación en el R. Decreto
de Marzo de 1977, aún vigente en lo esencial.
Fue claro, pues, que hubo una intención cuasi explícita de frenar la
fuerza del PCE como aglutinante de otras fuerzas de izquierda, incluidos muchos
socialistas, que lucharon contra aquél nefasto régimen. Es claro que, dado las
experiencias pasadas y los residuales “poderes fácticos”, un Parlamento recién
estrenado no hubiera sobrevivido con tal “sopa de siglas”. No podemos olvidar
los intereses que, tanto desde el interior, como del exterior, presionaron
hasta conseguir aglutinar a toda la derecha, incluida la franquista, en AP,
luego, PP, mientras desde Alemania y EE.UU., principalmente, se reforzaba la
identidad de un PSOE, capitaneado por un “Isidoro” desconocido o poco
conocido, a la vez que se fomentaba la división de los grupos de izquierda,
que, desde la clandestinidad, tejieron la “urdimbre” sociopolítica:
Asociaciones vecinales, APAS, Colegios profesionales. Células sindicales, etc.,
etc., en el intento de acabar con aquél régimen.
Si lo cierto es que, ya desde el inicio, aquellas dos opciones copaban
el 65% de votos que se traducían en una desproporción en el reparto de escaños,
y que ha devenido hasta el presente en más del 85%, sumadas la
representatividad de los dos partidos mayoritarios, ¿por qué no se cambió la
Ley electoral para ampliar la
proporcionalidad de las demás opciones políticas?. Pues, muy sencillo, Sr.
González; porque a estos dos partidos, que constituyen el “bipartidismo”, no les
interesaba. Por ello me resulta cínico, por no decir hipócrita y oportunista,
que diga que “hace tiempo que vengo defendiendo la conveniencia de cambiar el
sistema electoral con el propósito de empoderar a los ciudadanos, evitando la
dinámica endogámica de los partidos políticos, para contribuir a regenerar la
democracia” (sic). ¡Hechos son amores, sr González…! ¿No es contradictorio
afirmar que quiere “empoderar” a los ciudadanos, comenzando por “desempoderar” a los ciudadanos “militantes”?... No, sr.
Gonzáles, la endogamia es otra cosa distinta que quitar voz y voto a todos los
que se han dado y aceptado democráticamente normas para el nombramiento de los órganos dirigentes y el funcionamiento
de los mismos. Y es mucho peor hacerlo con “nocturnidad y alevosía”.
Usted dice que la mejor manera de definir la endogamia es anteponer o
dar prioridad a la democracia interna sobre “la democracia de los ciudadanos con su voto”. Y dice además, que
eso “significa una contradicción en sus
términos”. Pero, ¿cómo puede haber contradicción, si no hay dos términos,
porque usted o “el aparato” se han encargado de eliminar uno? Como si la
Democracia fuera de dos clases o tuviera dos caras: una, la de los militantes,
y otra, la de los ciudadanos….
A continuación afirma que es la apertura y el desbloqueo de las listas
lo que devolverá a los ciudadanos capacidad de “decidir quiénes son los
candidatos que prefieren o rechazan de los presentados por los partidos”. Sr.
González, le recuerdo que no son los partidos por separados los que pueden
abrir o desbloquear las listas. Esto corresponde, mediante Ley al Parlamento.
Primero son los partidos los que tienen encomendado por la Constitución, entre
otras funciones, la de presentar a los ciudadanos “programas”, y a los
candidatos que lo lleven a la práctica. Y, después, serán los ciudadanos los
encargados de colocar a aquellos, según sus preferencias. Pero, si a los militantes, integrantes de los
partidos, se les suprime de un plumazo, mejor: de ¡”un dedazo”! esa función,
para imponerles un candidato, venido de fuera, por muy valioso que sea, y que,
según él, ni milita ni militará en el PSOE, ¿qué tiene que ver esto con la
Democracia como tal?
Y vuelve a caer en la misma hipócrita justificación, similar a la que
hace la Comisión nombrada ad hoc,
para no repetir el proceso de “primarias” para la elección del nuevo candidato.
Dice que, mientras se articulan otras formas, como si no hubiera habido tiempo, “hay que arbitrar procedimientos, hasta que
llegue la reforma de la ley electoral”. Y, según usted, es lo que ha
pretendido la dirección de “Ferraz”.
Sr. González, precisamente, el “golpe” dado por la Ejecutiva federal es
la mejor definición de “endogamia”. Aunque, a juzgar por el silencio de Pedro
Sánchez y por la cara de algunos “barones y baronesa”, hay que ser muy ingenuo
para creerse que las cosas hubieran sucedido exactamente así. Y, para colmo, desde una defensa por su
parte, que no me creo, del sistema de primarias, critica al Partido popular y a Rajoy por sus
habituales “dedazos”.
Afirma usted que sus “compañeros” se equivocan cuando piensan que la
democracia interna del partido está por encima de los resultados electorales.
¿Quiere decir que la DEMOCRACIA sólo existe cuando sus propuestas y sus
candidatos son refrendados por la mayoría de los ciudadanos? Si eso es así, como
se deduce de su escrito, tendremos que concluir que su visión de la Democracia,
no sólo es endogámica, sino muy unilateral y egocéntrica.
Coincidimos cuando reitera “que la
democracia interna de los partidos es un bien necesario para la elección de los
cargos orgánicos y para la selección de las candidaturas que se presentan a los
ciudadanos” (sic). Entonces, ¿por qué ese principio no se ha respetado en
lo concerniente a la federación madrileña? Por otra parte, ¿quién le asegura a priori que un candidato “externo”, por
muy respetable y apto que sea, y por mucho marketing
que se le haga, sin equipo y sin programa previos, y en oposición al trabajo ya
efectuado por la candidatura desplazada, va a conseguir la mayoría del voto
ciudadano?.
Dice usted que “Madrid necesita
una mayoría que sea capaz de defender un sistema público de educación, de
recuperar una asistencia sanitaria pública, universal y gratuita, etc., etc. Y
que “para eso son necesarias dos condiciones básicas: una candidatura y un
programa de acción…” ¿Quiere decir con ello que el PSM carecía de esa dos
condiciones? Porque, si eso es así, permítame que le pregunte dónde estaban
hasta ahora, no ya el PSM, sino el PSOE y usted mismo. ¿Es que han tenido que
esperar a que esas carencias hayan provocado en la ciudadanía el surgimiento de
nuevos partidos y movimientos sociales, para que su partido reaccione in extremis, ante las próximas
elecciones y frente al decaimiento que las encuestas le pronostican? ¿Por qué mientras gobernaban,
en vez de conformarse en el sueño de lo que consiguieron, no siguieron
avanzando en lo conseguido, en la línea de su “programa máximo”, sin acomodarse
imitando las políticas “neoliberales” de la derecha? ¿No se dio cuenta el PSOE
de que ese mimetismo con la derecha fue una de las causas de la pérdida de su
gobierno? ¿Es que no ha tenido tiempo desde que volviera a gobernar, con
Zapatero, y después, en la oposición, de reflexionar sobre el por qué de ese
descenso paulatino? Los ciudadanos, en esto sí que son “sabios”, prefieren
votar al “original a la copia”? ¿Por qué no reaccionaron a tiempo ante los
gritos de ¡que no, que no,… que no nos representan, o de aquel otro más
contundente de PSOE, PP, la misma mierda es…”?
Perdóneme que se lo diga; porque
estaban muy cómodos en las poltronas, que el sueño bipartidista les
proporcionaba. Sueño bipartidista del
que usted no ha despertado aún con su famosa propuesta de “pacto”.
Manuel Vega Marín. Madrid,
23.2.2015
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