Removiendo, una vez más, antiguos papeles,
me encuentro un artículo de Santiago CARRILLO, publicado en El PAÍS, de
9-2-2001, con el título “De la ciencia-ficción a la
política-ficción”. La claridad de las ideas del “maestro”, y la rabiosa
actualidad de su escrito de hace quince años, me inspiran los siguientes
comentarios.
Rememora el artículo del líder del PCE
“un pequeño rifirrafe” que tuvo con el profesor Gil CALVO “en un aula universitaria
de Madrid”. El profesor Gil Calvo vuelve a la “trifulca” con la publicación de
un artículo titulado “La izquierda y el sistema solar”.
De sobra es conocida la evolución del PCE y de su líder respecto del
pensamiento marxista, sobre todo en su interpretación leninista, sobre el
Capitalismo, y, más aún, respecto del sistema soviético-estalinista. Pero los
oportunistas ultraliberales del “pensamiento único” no desaprovechan apuntarse
a la moda que les brinda la caída del muro de Berlín, en contraposición a la
paciencia que le inspira, entonces con cincuenta años menos, el consejo que le
dio en Pekín Mao Zegong: “Ofrezcan
ustedes diez mil años de vida a su burguesía”. Esa ampulosa metáfora
oriental, confiesa Santiago, “me enseñó a
pensar en la brevedad del tiempo”, y a resignarse a esperar que la moda y
las ideas que ésta provoca en sus ocasionales seguidores, cambie.
Atención a las siguientes palabras
premonitorias del “viejo zorro”: “pienso que, en esta época, una
transformación socialista tiene que venir impulsada desde abajo, fruto de la
voluntad de las mayorías, animada por una nueva cultura de masas, pluralista y
no impuesta desde arriba, y sin negar derechos de los oponentes. No pocos
comunistas, que no quisimos convertirnos en estatuas de sal, habíamos planteado
ideas semejantes, quizá con más rigor, reconociendo que en los países
desarrollados no correspondían ya ciertas tesis marxistas sobre la conquista y
el ejercicio del poder, formuladas en una época en que el proletariado era una
clase que ´no tenía más que sus cadenas que perder´”.
Pero ante esta actitud y la
consiguiente exposición en aquel debate, de que “mi criterio –dice Carrillo, es de
que una izquierda de hoy debía incluir en sus fines la transformación del
sistema capitalista”. (Atentos, dice transformación, no abolición). ¿Hay
hoy, pregunto yo, alguien sensato, incluidos muchos capitalistas, dispuestos a
mantener este sistema económico-social en sus aspectos más salvajes y sus
tremendas consecuencias para el Planeta en sus ansias depredadoras? ¿Es que
tiene algo que ver el Capitalismo de los siglos XVIII y XIX, el de la
revolución industrial, con el actual Capitalismo global, financiero, de casino
y de amiguetes, al que las nuevas tecnologías le han puesto en sus manos la “espoleta”,
capaz de acabar no sólo con la vida sobre el Planeta, sino con el Planeta
mismo?.
La respuesta del profesor Gil es la de que
la izquierda “no madurará hasta que no
renuncie a esta ingenua ilusión anticapitalista”. Y, para sostener tal
aserto, sigue entrecomillando el propio Carrillo, dice el profesor: “Querer transformar el sistema capitalista
sería tanto como querer transformar el
sistema solar”.
Sr. Gil, después de la respuesta “irónica y
fácil” de Carrillo: “las leyes que rigen
el movimiento del sistema solar son naturales, funcionan desde hace miles de
millones de años y seguirán funcionando mientras el universo mundo exista… el
sistema capitalista empezó a existir y a dominar, como quien dice, ayer, hace
tres siglos, y las leyes que lo rigen no son naturales, sino obra de los seres
humanos”.
Después
de esta sencilla explicación de Cosmología y de Historia, sr. Gil, ¿sigue usted
manteniendo, a pesar de lo llovido desde entonces, su metáfora cósmica, yo
diría, cómica, para defender que el sistema capitalista es intransformable, y
que, como el propio Santiago le indica, hasta “la izquierda debía definirse en este tema?
La propuesta, sin embargo, del profesor Gil
es algo, también muy de moda entonces: “una original tercera vía”: “no se trata de acabar con el sistema solar, sino
conquistarlo y colonizarlo. Esa es la tarea que habrá de realizar la izquierda
a lo largo del siglo que comienza: refundar su pensamiento para averiguar el
modo no de superar el sistema capitalista, sino de adaptarse a él para
domesticarlo”.
Sr. Gil, lo de adaptarse al sistema solar es
algo a lo que no tenemos más remedio. En ello hacen un gran esfuerzo la Ciencia y la Tecnología.
Pero, lo de “domesticarlo” es algo, en esto estoy no sólo con Carrillo, que,
hoy por hoy, pertenece a la “ciencia-ficción. Su metáfora, pues, está fuera de
lugar. Y, además, como bien dice Santiago, adaptarse
para domesticarlo, son términos
contradictorios. Cuando domesticamos no ya al sistema solar y sus leyes, lo
cual es imposible, sino a una fiera, no es para que el hombre se adapte a ella,
sino para que ella se adapte al hombre y a su voluntad.
Pero, sr. Gil, no es usted el único que no
ha visto lo contradictorio y fuera de lugar de su metáfora. Han sido también
determinados partidos de izquierda, especialmente los llamados
“socialdemócratas”, lo que, tratando de vestirse hipócritamente de moderación, se han adaptado a la
terrible fiereza del gran tigre capitalista, en vez de domesticarlo, para poner
sus enormes y ricas energías al servicio de los hombres. Y así, mientras que la
derecha y la izquierda se sigan turnando –es el famoso bipartidismo-, en ver
quién “le pone el cascabel al gato”, en este caso, tigre, quien tiene las de
perder es la izquierda. Pues la derecha, es su historia, si bien no conseguirá
amansar la fiera, tiene suficientes resortes e instrumentos, véase la
corrupción sistemática del partido que nos gobierna, para poder acercarse a sus
ubres y saciarse codiciosamente de ellas.
Que la izquierda, como dice Carrillo, tenga
mucho que aprender, y de hecho ha revisado sus estrategias y sus instrumentos
para adaptarse a los cambios de la “globalización”, no valida en absoluto la
metáfora del profesor Gil. Y ni siquiera, va concluyendo Santiago, el mismo
Galileo, “víctima de quienes defendían el
sistema dominante en su época, estaría de acuerdo con usted, para adaptarse a
los que dominan hoy”. Usted, sr. Gil, finaliza Carrillo de forma interrogativa,
“está proponiendo pasar de la
ciencia-ficción a la política-ficción”.
La izquierda siempre advirtió que el
Capitalismo no es un sistema natural. Marx ya desde muy joven enseñó que el
Capitalismo, como sistema, nos convierte en autómatas (en alienados, serán sus
palabras), y hace del “mercado” un mecanismo, que, por encima de la razón y de
la voluntad humanas, resuelve todos los problemas económicos y sociales. Yanis
VAROUFAKIS en su Minotauro global, editado
por Capitán Swing Libros, cuya lectura recomiendo, siguiendo la estela de C.
Marx, dice “que el secreto del
capitalismo es su tendencia a la contradicción, su capacidad para producir, al
tiempo, riqueza masiva y pobreza insoportable, magnifica nuevas libertades y
las peores formas de esclavitud, resplandecientes esclavos mecánicos y trabajo
humano depravado…, que el capital ha usurpado el papel de la fuerza primaria
que da forma a nuestro mundo, incluida nuestra voluntad”. El fundador del
Marxismo nos advirtió también que nuestros pensamientos ha sido secuestrados,
enajenados sería el término, por el capital en su afán acumulador.
Solamente una izquierda que, por llegar al
poder, sin haber transformado antes las estructuras socioeconómicas generadas
por el Capitalismo, y que abandona los principios esenciales del Marxismo para
“acomodarse/adaptarse” a la fiera, es capaz de ignorar y de utilizar los medios
que el propio capitalismo ha facilitado a la Humanidad, para superar las fases
en que ésta estuvo sometida a la Naturaleza y a su determinismo brutal (v.gr.,
posibilidad de superar la pobreza y las enfermedades, etc.), para volver a
quedar a merced de la naturaleza hostil de ese Leviatán capitalista con sus
tendencias “a provocar discordia,
desigualdad, guerra a escala industrial, degradación ambiental y, por supuesto,
crisis financieras” (Varoufakis).
Igualmente habría que decir de una derecha
civilizada, culta y democrática. Paso por alto conscientemente a esa
“derechona” codiciosa, torpe y de mente acrítica, que, sin leer una sílaba de
uno de los pensadores, C. MARX, junto con Freud, Nietzsche, etc., más
influyentes de los siglos XIX-XX, los consideran, sin embargo, “una
antigualla”. Precipitándose, por el contrario, a unirse al “coro vocero” del stablishment y del pensamiento
único. Me es más provechoso dirigirme a esa derecha que todavía es capaz de
darse cuenta, como dice el ministro griego de Economía, de que “el capital se burla de la voluntad humana,
del empresariado y de la clase trabajadora por igual…, de que ese capital… evoluciona
rápidamente como si funcionase por sí mismo, usando agentes humanos (banqueros,
jefes y mano de obra en igual medida) como peones de su propio juego” (op.
cit.).
Y acabo ya estos comentarios reflexionando
con el profesor Varoufakis y con el Marx filósofo (para que no se me
escandalice la “caverna” de los que, llenos de prejuicios, repudian al Marx de El Capital): ¡Ojalá esta enésima crisis del sistema capitalista nos despierte la
conciencia de que no debemos someternos a ese poder que desarrolla “una energía
cosmopolita, universal que quiebra cualquier límite y cualquier vínculo, y se
presenta como la única política y el único vínculo” (No he encontrado la
cita de Varoufakis de los Manuscritos
económicos y filosóficos. Pido perdón.
Manuel Vega Marín. Madrid, 21 de Abril de
2015. Blog: solicitoopinar.blogspot.com.es
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