El sr. Elorza me confirma en la idea poco resaltada en las muchísimas
críticas a PODEMOS, que he destacado en un anterior escrito mío contestando a
las críticas que varios políticos y politólogos, de las que se hace eco
monográficamente la revista TEMAS en su número de Noviembre, sobre “Los
Populismos”. En ese trabajo reseño la sensación que tengo de que gran parte de
sus argumentos parecen fundarse en un “resentimiento” no explícito de un grupo
de “viejos” profesores contra otro de “jóvenes”, todos ellos de las Facultades
de Historia o de Ciencias Políticas y Sociales. Aquéllos, catedráticos
jubilados o eméritos, éstos, titulares, contratados o interinos, aunque no de
menos méritos académicos a pesar de su juventud. Es la dialéctica de lo “viejo”
que no acaba de irse y lo “nuevo”, que no acaba de llegar.
El catedrático Elorza tacha de “liderazgo dictatorial” el de Pablo
Iglesias, considerándolo incluso más duro que el organigrama clásico del
leninismo”, justificando su opinión en “la sabia (¿ironía?) distribución de los
temas de la conferencia ciudadana”. Ahora va a resultar que en una discusión
asamblearia, en este caso con carácter constituyente, la separación por
“cuestiones sectoriales” no es más que una estrategia manipuladora del “núcleo
duro”, para conseguir que “todo quedase reservado para la decisión única del
líder” (sic).
Es insólita, por otra parte, su interpretación de la famosa frase
marxiana, “el cielo se toma por asalto, no por consenso”, pronunciada por
Iglesias. Éste, según Elorza, “quería decir no desde la democracia, que es lo
que solicitaron sin éxito los disconformes”. Ojo, no dice los discrepantes o
los que opinaban de otro modo… ¿De verdad cree el “viejo” profesor que esa es
la interpretación de los de Echenique? A éste y a su grupo de discrepantes,
normal en todo debate pluralista, no hace falta que Elorza los interprete.
Basta con oír o leer sus declaraciones, y, sobre todo, la actitud positiva
respecto del grupo mayoritario ganador. ¿Es que ahora va a resultar que el sr.
Elorza, con su interpretación, es de PODEMOS, aunque del grupo de “los
disconformes”? Todo esto me recuerda, y Elorza sabe mucho del tema por su
militancia de entonces, aquellas famosas e interminables discusiones sobre el
“centralismo democrático”. No es cuestión de entrar ahora en ello. Pero estoy
seguro de que el profesor tiene en la recámara de su mente esta cuestión.
Prueba de ello es el empleo de un nuevo vocablo, “cibercrático”, adjetivando al
sustantivo “centralismo”, al servicio de un mesianismo”. ¿Nos quiere decir el
sr. Elorza que, a estas alturas, el uso inteligente de los modernos medios
cibernéticos y telemáticos no es democrático? ¡Ay, si Lenin, qué digo Lenin, si
el mismísimo Mesías hubieran podido emplearlos!... Seguro que los “mensajes” de
uno y otro no hubieran podido ser tan antidemocráticamente tergiversados y
manipulados a lo largo de la Historia…
En este punto Santos Juliá es más explícito, pero creo que se pasa de
frenada. Afirmar que la asamblea de PODEMOS es “en definitiva, una mezcla de
asambleas, consejos y vanguardia que recuerdan por igual el asambleísmo
universitario, los sóviets o consejos de soldados, obreros y campesinos, y el
centralismo democrático del socialismo real”, es hacer un totum revolutum, que, aparte de no explicar nada, demuestra un
análisis demasiado interesado de la realidad. No es la ocasión de dar una
lección sincrónica de lo que fueron y representaron aquellos soviets para la
transformación de aquella atrasada sociedad zarista. Pero, de todas maneras, si
mi estimado Santos Juliá estuvo en Vista alegre y allí vio reunidos a soldados,
obreros y campesinos, no estaría demás que fuera al oculista. Y si no estuvo,
que es lo que se deduce de esto y de lo que sigue en su artículo, mejor es
callarse y no confundir a sus lectores…
Continuamente se nos está diciendo que, entre otras cosas, la democracia
consiste en un sistema en el que el juego de “mayorías” y “minorías” es
fundamental. No comprendo, pues, que esa idea y las palabras castellanas en su
versión rusa, “bolchevique”-“menchevique”, tengan que “empañar” lo mantenido
por políticamente normal, si no es porque subyace en la interpretación una
intención espuria. Tanto el politólogo Elorza, como el historiador Juliá, deben
saber que Lenin y su grupo también estuvieron en minoría en los soviets
democráticos, aún no “maleados” por el stalinismo, y sólo cuando por elección
democrática alcanzaron la mayoría, se lanzaron a la ejecución de su proyecto
revolucionario. No entiendo qué quiere decir cuando el profesor Juliá describe
y cataloga al grupo mayoritario de P. Iglesias como “una vanguardia sólidamente
establecida al más puro estilo bolchevique”. Los movimientos y los hechos
históricos hay que analizarlos y juzgarlos en su contexto, y no desde criterios
y tópicos, más que manidos, interesados. Creo, humildemente, que esa forma de
analizar, lleva al inmovilismo, y el historiador-analista pretende desde su
cátedra “fijar” los momentos históricos y la realidad socio-política, siendo
éstos eminentemente cambiantes, por no decir “dialecticos”. Los analistas que
así actúan, en vez de observar una realidad que les trasciende, pretenden que
esa realidad no sea lo que es, sino según ellos la interpretan. Y, ya lo decía
Marx, más que interpretar la realidad, hay que transformarla…
Por otra parte, ya lo decía en mi artículo citado al comienzo, para
analizar realidades nuevas es necesario utilizar métodos y herramientas nuevos
y adecuados. Utilizar métodos y prejuicios “viejos” para diagnosticar/
pronosticar fenómenos sociopolíticos “nuevos” puede llevar a errar en el
resultado. En esto tenemos que reconocer que nuestros intelectuales y
Universidades siempre han ido a la saga
de los acontecimientos.
Más adelante, Santos Juliá pasa a criticar el discurso de Iglesias. En
la transcripción que sigue, dejo al lector que juzgue. Fue “¿un discurso
populista, al modo de Chávez o Maduro? ¿Un discurso bolchevique, en las
variedades de Lenin o de Trotski? ¿Un discurso republicano, al estilo de Azaña
o de Prieto? Nada de eso. Ni populista, ni bolchevique, ni republicano, por no
ser, el discurso no fue siquiera discurso, sino yuxtaposición desordenada de
frases, leídas de carrerilla con la entonación y pausas bien medidas tras
repetidas aceleraciones”, que inequívocamente buscaba la ovación de los
asistentes. ¿Es que el sr. Juliá no sabe distinguir un mitin de una exposición
“ex cátedra”? Según el profesor, el nuevo secretario general “ha subvertido la
oratoria política, a la espera de asaltar los cielos para conquistar la tierra”.
¿No será más bien que son los académicos los que, una vez conseguido el cielo
de sus cátedras, se olvidan de los problemas de los “terrícolas”? Pero S. Juliá
insiste en que “la palabra (del discurso), más que suscitar la adhesión de la
voluntad como resultado de una iluminación de la razón”, el discurso sólo
fueron frases “con el único propósito de cosechar el aplauso, suprema
manifestación de una ciudadanía participativa”. Es curioso que, al finalizar el
párrafo de la cita anterior, a esa ciudadanía la denomine “una asamblea presuntamente participativa”. ¿En qué
quedamos?
Y lo que es más grave, que no quiero dejar de destacar; no ya sólo en el
escrito de Juliá, sino en la mayoría de los que critican a PODEMOS. Para estos
“seudoanalistas”, el grupo dirigente de ese nuevo fenómeno político no es más
que una “panda” de sofistas y de trileros que pretenden “engatusar” al resto de
los mortales, tomándolos por tontos. Cuando son estos “oráculos ex cátedra” los
que nos tratan de “zombis”. Para ellos son ignorantes los más de siete mil
ciudadanos que asistieron a la asamblea de Vista alegre, los no sé cuantos
cientos de miles que les siguen y debaten; los que les votan, los que, según
las encuestas, tienen intención de votarles en las próximas elecciones. Son
ingenuos los programadores de las cadenas de radio y televisión. Son también
imbéciles los tertulianos que gritan y “ponen de los nervios a sus
contrincantes”. Cómo no, los periodistas, que se dejan embaucar con tal de
conseguir buenos titulares… Y tantos y tantos “topicazos” que ya no merece la
pena comentar… Y ¿qué de la “memez” de los parados, de los jóvenes sin futuro,
de los que aun trabajando no llegan a final de mes, de los niños
infraalimentados, de los viejos
jubilados desahuciados por avalar a sus
hijos, etc., etc. Todos se dejan embaucar, oyendo sólo lo que quieren oír… En
vez de alimentarse de la Constitución y de confiar en los viejos, honorables e
instalados partidos…Se lo tienen merecido… ¡QUE COMAN REPÚBLICA!... ¿Qué les
recuerda esto a esos intelectuales “de pro”?...
Se ha echado de menos a esos intelectuales
que ahora salen en tromba como voceros de lo establecido. ¿Por qué no utilizan su capacidad crítica para
“denunciar” todos esos problemas que sufren los ciudadanos reales, y proponen
cambios y soluciones? ¡Ah!, es mucho más cómodo entretenerse en seguir con los
topicazos que comprometer sus puestos de privilegio. Es mucho más “académico”
defender el consenso gaseoso e informe, en
palabras de Almudena Grande, y el pacto tácitamente impuesto de no molestarnos, que ha sido la tan
cacareada Transición, que entrar a analizar seriamente en las conversaciones
entre bambalinas. Es necesario poner de manifiesto los errores que se
cometieron, los problemas eternos, como la configuración federal del Estado,
que vuelven a resurgir más virulentamente. Hay que atreverse de una vez a
compensar las renuncias que tuvieron que hacer, por miedo a los “poderes fácticos”,
los ciudadanos y organizaciones que más comprometidamente lucharon por la
restauración de la Democracia, y de sus familiares, cuyos cuerpos,
vergonzosamente, yacen aun en el silencio de cunetas y fosas comunes. Sí, estoy
con Almudena y con los que ya no nos conformamos con una tímida reforma de la
Constitución. Desconfiamos de que los mismos vuelvan a repetir la misma
historia. Urge un nuevo proceso constituyente,
en el que tengan voz y voto los españoles, hoy mayoría, que entonces estuvieron
ausentes. Y, ante esta propuesta, mejor que escandalizarse farisaicamente, cito
de nuevo a Almudena, “el mejor servicio
que podrían hacerle a la Transición sus defensores más fervientes es terminarla
de una vez. Asumir que los españoles somos demasiado mayores para que nos sigan
llevando de la mano” (El País, 24.XI.2014). Seguirá…
Manuel Vega Marín. Madrid,
Noviembre, 2014.
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