En El PAÍS de 9-10-2014 (pg. 39) aparece una larga reseña de Aurora
INTXAUSTI sobre el último libro, ¡No te
prives! Defensa de la ciudadanía (Ariel), que es, según la periodista, “una
recopilación de sus artículos de los últimos cuatro años más el epílogo escrito
después del resultado de las elecciones europeas” (2014). No he leído y no sé
si lo leeré.
No estoy interesado en entablar una discusión que, seguramente, el famoso profesor de Ética no aceptaría, sobre su” concepto de ciudadanía”, que, poco tiene que ver, según dice Intxausti, “con pertenecer a un territorio, a una etnia o a hablar un mismo idioma”. Le pregunto al profesor si todas esas circunstancias no son suficientes para constituir a un individuo catalán en ciudadano de su territorio. Por otra parte, ¿qué otras circunstancias le constituyen a él y al resto de los españoles en ciudadanos, a los que “no nos pueden arrebatar algo que nos pertenece a todos y no podemos dejarles que fragmenten nuestra ciudadanía”?
No estoy interesado en entablar una discusión que, seguramente, el famoso profesor de Ética no aceptaría, sobre su” concepto de ciudadanía”, que, poco tiene que ver, según dice Intxausti, “con pertenecer a un territorio, a una etnia o a hablar un mismo idioma”. Le pregunto al profesor si todas esas circunstancias no son suficientes para constituir a un individuo catalán en ciudadano de su territorio. Por otra parte, ¿qué otras circunstancias le constituyen a él y al resto de los españoles en ciudadanos, a los que “no nos pueden arrebatar algo que nos pertenece a todos y no podemos dejarles que fragmenten nuestra ciudadanía”?
Si yo no vivo en Cataluña, ni soy de la etnia catalana, ni hablo
catalán; si no poseo ninguna de esas propiedades, ¿cómo me van a arrebatar los
que sí las poseen algo que no tengo? ¿Por qué los que no somos catalanes nos
creemos más ciudadanos, hasta el punto de intentar imponerles lo que ellos
quieran sentir, ser o hacer?
Dice Savater que “no hay más ciudadanos que los que produce el Estado de
derecho”. ¿Está convencido el profesor de Ética de tan tajante afirmación?
¿Quién o quiénes producen el Estado de derecho? Cuando, supongo, él luchaba
junto con otros contra el Estado franquista, ¿desde qué sentimientos o razonamientos partía?
¿Desde el de “súbdito” o desde el de “ciudadano”? He de suponer que desde una
conciencia de ciudadano, pues, de haberse sentido súbdito, la lucha hubiera
carecido de sentido. Como otros, tan a gustito, hubiera defendido aquel Estado,
también llamado “democracia orgánica”, y con sus propias “leyes fundamentales”,
desde la cuales, precisamente, no sólo se estigmatizaba a los luchadores, sino
que se los encarcelaba y fusilaba. Sr. Savater, ¿qué es, pues, antes, el huevo
o la gallina? ¿La conciencia de
ciudadanía o la plasmación de ésta en un Documento posterior, convenido por la
mayoría, que llamamos Constitución?
Sr. Savater, la Historia de cómo se han constituido, se constituyen y,
seguro, se constituirán los Estados es larga, y fu forma de constituirse, muy variada.
Y la mayoría de las veces haciendo valer el “derecho de conquista”, que no es
otro que el “derecho del más fuerte”. A este respecto, me voy a permitir
aconsejarle al sr. Savater la lectura del libro de Franz OPPENHEIMER El Estado, su historia y evolución desde un
punto de vista sociológico. (Unión editorial, S.A. 2014). Este autor
analiza exhaustivamente desde un punto de vista histórico y científico la
verdadera naturaleza del Estado, apartándose de abstracciones filosóficas
“ilustradas”, que, desde la teoría del “contrato social”, ha tenido
preponderancia en la mayoría de los pensadores políticos.
Y este debate, no pertinente en este escaso espacio, me lleva a disentir
del profesor Savater, cuando critica a determinados movimientos políticos
emergentes, “unos de la ultraderecha, y otros, productos surgidos de la
televisión, a los que les gusta soltar arengas sin fundamento político alguno”.
Sr. Savater, ni los Estados, ni las Constituciones que los fundamentan son
dogmas inamovibles. E igualmente que unos grupos predominantes en un momento
los hacen surgir, otros grupos tienen todo el derecho a cambiarlos o
reformarlos en otro momento, cuando aquéllos y aquéllas se corrompen y ya no
son útiles para una “convivencia civilizada”.
Si con esos “productos televisivos”, se está refiriendo a PODEMOS,
dígalo claro, sr. Savater. Manipulando el lenguaje se pone usted de lado de los
medios de ultraderecha, que, estoy seguro, que critica. Le veo preocupado de
que su partido, UPyD, lo mismo que otros, pierda en la contienda electoral las
buenas perspectivas que soñaban. ¿Por qué cuando usted funda UPyD cree que sus
propuestas son las más convenientes para corregir los errores del Sistema, y
las de PODEMOS son demagógicas, fruto del miedo a la libertad, de la corrupción
y de la crisis? Usted mismo acepta que “estos últimos (Podemos) denuncian lo
que todos denunciamos”. Pero no acepta que tengan “simpatía o estén
relacionados con países que no me interesan mucho, como Venezuela, Bolivia o
Cuba”. ¡Bonita forma de sentirse no nacionalista, porque “el nacionalismo y el
clero” son para usted los grandes males que afectan a este país! Será que usted
prefiere que estos países u otros latinoamericanos siguieran bajo el “imperio y
la cruz” o bajo las dictaduras, a las que han estado sometidos hasta no hace
mucho tiempo.
En fin, sr. Savater, baje de su cátedra de Ética y de su “púlpito” de
moral abstracta, haga análisis más cercanos a cada circunstancia histórica, y
comprométase con el grupo político que fundó, aunque ello conlleve “ensuciarse
las manos”.
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